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1049

JACARA DE FELIPE DE SIERRA.

Ya se sale de Sevilla, Á los postreros de abril, Benito Jimenez, bravo Que en ella temió su fin.

Lleva consigo la Mendez,
Que con un famoso ardid
Le rescató de la trena

En hombros de un palanquin.
Un treinel famoso llevan
(Por otro nombre mandil),
Mandadero de la Chula,
Y de Benito Candil.

Derechos van á la córte,
Á la famosa Madrid,
Á pescar, no con anzuelos,
Sino con garras de miz.

Es otro Caco, Benito
Que, entre el matar y morir,

Da la muerte à un escritorio

Sin que le valga mastin.

Y cuando llegó á Getafe,
Así comenzó á decir
Á su familia godeña,
Cosa muy para sentir:

-A la corte vamos,

Querida mia.

-¡Dios nos libre, Benito,

De la justicia!

-En llegando, mi socarra, Para portarnos allí

Es menester gran recato

Y que se sepa vivir.

Tú has de poner tu tabanco
Hácia la Red de San Luis,
Con vieja, estrado y guitarra,
Aderezos de reñir.

Buscarás los boquirubios,
Y con un traidor finjir
Dirás al valiente ¡zape!

Y al adinerado ¡miz!

De prometer lisonjeros

No has de tomar un cuatrin,
Pero del adelantado
Tomarás sesenta mil.

Con alguacil y escribano
Serás como el volatin;
Al vuelo un pasavolante,

Que lo demas es morir.
Si músicos ó poetas
De ti quisieren asir,
Por el cantar ó garlar
Has de responder así:

No se come cantando,
Ni versos quiero,
Que en la plaza no pasa
Sino el dinero.>>

Será tu nombre desde hoy
Doña Tomasa ó Beatriz;
Y dirás por sobrenombre
Que desciendes de Merlin.

De un escudero barbon
Y un pajecillo sutil,

Y una dueña con sus tocas,
Amiga, te has de servir.
Del plato de mogollon

De todo puedes muquir,

Del capon, la polla, el pavo

Y la sabrosa perdiz.

Del cabrito ó solomillo
Podrás por antojo asir;

Y aquesto se entiende dado
Sin que te cueste pernil.
Al platero y al ropero
Siempre les has de pedir,
Si debes entretenellos,
Y sobre todo mentir.

Y en estando bien fardada, Les darémos San-Martin; Porque aquesto de la córte No siempre se ha de sufrir. Esto dijo Benito;

Y ellos cantando
Á la córte vinieron
Á dar gatazos.

DON FRANCISCO DE LA CUEVA.

Los celos desengañados
Son terribles y afrentosos,
Pero los celos dudosos

Son afrenta descuidados.
Matan siendo averiguados,
Engañan si no se ven.
¡Qué gran mal y qué gran bien!
La ofensa ya conocida
Requiere olvido ó venganza,
Pero la que no se alcanza
Solo obliga á ser temida.
Ella pena entretenida,

Y es un cierto desden.
¡Qué gran mal y qué gran bien!
Son una incierta sospecha

Y un principio de olvidar,
Que un necio perseverar
Más engaña que aprovecha.
Ellos hacen su desecha,
Aunque aclarados estén.
¡Qué gran mal y qué gran bien!

JUAN PARDO DE RIBADENEIRA.

Los ojos por quien suspiro, Que han de remediarme espero; Aunque si los miro muero,

Y muero si no los miro.

Con esperanzas de gloria
Paso mis ligeros años;
Efectos de desengaños
De mi lamentable historia.
Entretengo la memoria
Con un dudoso penar,
Dudando si he de llegar
Á la grandeza que aspiro.
Los ojos por quien suspiro,
Que han de remediarme espero;
Aunque si los miro muero,
Y muero si no los miro.
¡Ay divinas luces bellas,
Fuego que al alma abrasais!
El fuego al amor quitais,

Y la luz á las estrellas.
De vos nacen las centellas
Poderosas á matarme,
Ojos, volved á mirarme ;
Vereis que no me retiro.

Los ojos por quien suspiro, `
Que han de remediarme espero;
Aunque si los miro muero,

Y muero si no los miro.

No sé cómo el pensamiento No está ya desengañado,

Viendo que ha sido llevado
Tantas veces por el viento.
Ni sé cómo el sufrimiento
No desmaya y desfallece:
Sin duda que se engrandece
De la belleza que miro.

Los ojos por quien suspiro,
Que han de remediarme espero ;
Aunque si los miro muero,
Y muero si no los miro.

Pero si mucho se tarda
Podrá remediarlo Dios.

Á las once me levanto,
Yoigo misa de un capon;
Porque tiene en brevedad
Lo que le falta en vigor.
En esto paso la vida,

Y hago la de san Anton,

Siendo el cuervo un mozo roto

Que me tray la provision.

ROMANCE DE BARRIONUEVO.

Agora que estoy despacio, Que no es poco estarlo yo, Segun me traen acosado Tiempo, fortuna y amor,

Quiero entrar conmigo en cuenta,

Pues que le dan ocasion
El tiempo y las soledades

Á mi pluma y á mi voz.

Hoy hace justos seis meses Que en cierta conversacion En presencia de mi dama

El seso se me ausents.

Empecé á hacer disparates,
Y el primero y el mayor
Es que pretendi casarme;
¡Ved qué loca pretension!
Era mi señora novia
Afable de condicion,
Aguda de entendimiento,
Adamada de color.

Mujer de estrado y bufete;
En la cama pabellon,
Que como esperaba guerra
Tienda de campaña armó.
Gran persona de un vaquero ;
Pero no me espanto yo,
Que es bien que tenga vaquero
Quien toro encerrar pensó.

Yo que, estando punto ménos
De dalla el sí, la di el no,
Porque en descubrir su vida
Fuí un vigilante Colon.

Pasan de doce galanes A quien les pide la flor,

Siendo así que se da á cala

Como barato melon.

Por aquesto contra mí
Otra Dafne se volvió;
Pero yo quise más ser
Su Apolo que su Anteon.
Á Roma me partí luego,
Adonde al presente estoy,
Entre lego y sacerdote,
Entre ocioso y pretensor.

Tengo de mi buen despacho
Pronósticos en favor,
Que una acémila del papa
Me dió en llegando una coz.

Que la letra con sangre entra
Dice un adagio español ;

Mas que mi pierna entre en Roma

Con sangre, pienso que no.

Yo, pues, entré con dos sangres

Y hanme sacado las dos;

La de la vena un barbero,

La de la bolsa un dotor,

Flaqueza siento en los pulsos, Breve cura, en conclusion;

SONETO DE DON PEDRO DE MENDOZA.
Pasan los años y la vida pasa
Como el veloz caballo en la carrera,
Y de la edad la verde primavera
En medio de su flor el tiempo abrasa.
Es con algunos la fortuna escasa;
Con otros liberal y lisonjera;
Pero la muerte desabrida y fiera
Limita gustos y trabajos pasa.

Aqueste alcanza lo que aquel procura;
Que para ser algunos venturosos,
Por fuerza han de ser otros desgraciados.
No es general en todos la ventura;
Que no se conocieran los dichosos,
Si no hubiera en el mundo desdichados.

DON ANTONIO DE MENDOZA.

Todos me desean

Á nadie quiero,

Mas ¿qué haré, que me goza
Quien vale ménos?

Del amor me rio,
Burlo de los celos,

De mí, que me adoro,
Solo envidia tengo.
Desestimo galas,
Joyas atropello,
Grandezas humillo,
Noblezas desprecio.
Cuando el oro loco
Me envia soberbio
Las dos Indias juntas
En ofrecimientos,

Más riquezas miro
En mis ojos negros,
En mis rojos labios,
En mis dientes bellos.
Los Narcisos vanos,
Los Adonis tiernos,
Los valientes Martes

Y Apolos discretos,

Son feos, son torpes,
Cobardes y nescios,
Que aun para mí es poco
El merescimiento.

Burlo á cuantos miro, Mato á cuantos veo, Mas¿qué haré, que me goza Quien vale ménos?

No sé qué es piedad

Ni agradecimiento,

Ni un ver agradable,

Ni un hablar risueño.

Mi noble hermosura
Abrasara luego

Si se prometiera
Nadie el vencimiento.

Ninguuo me obliga

Con locos extremos;
Que si muchos haze,
Muchos más merezco.
Por desvanecido
Quien me sirve tengo,
Y al que no me adora
Tengo por grosero.

Yo soy como el siglo;
Que en mi tienen léjos
Los mérites dicha
Y las gracias premio.
Con miedo tal vez
Me miro al espejo,
Y en decirme amores
Me pierde el respeto.

No me dirá tantos
Encarecimientos
De mi beldad nadie
Como yo merezco.

Nadie me da gusto,
Todo lo aborrezco;

Mas ¿qué haré, que me gosa
Quien vale ménos?

Pero en tantos males
¿Qué me desvanezco,
Si más puedo dar
Lástima que celos?
Á cuantas envidian
Mis lindos ojuelos,
Y cuantos adoran
La hermosura dellos,

Ya con tan injusto
Mal buscado dueño
Á ellos doy venganza,
Á ellas escarmiento.

¡Ay Dios, qué mal gusto
Tiene el que sabiendo
Que del mio ocupo
Brazos tan ajenos,

Me quiere y desea,
Que con razon puedo
Causar más que amor
Aborrescimiento!
Vanagloria nescia
Es la que me ha puesto

En la estimacion
Que en vano sustento.

De opinion honrada
Ya de hoy más reniego,
Sustentada à costa
De arrepentimientos.

Que me cansan todos
Medrosa confieso;

Mas ¿qué haré, que me goza
Quien vale ménos?

DON PEDRO DE MENDOZA. ¡Recogéme una noche ó dos Por amor de Dios!

Soy un pobre péregrino
Que á cierta jornada voy,
Y de veros tal estoy,
Que quedarme determino.
Haced, aunque soy indino,
Caridad en vuestra casa,
Que mientras la noche pasa
Yo rogaré à Dios por vos.

¡ Recogéme una noche 6 dos Por amor de Dios!

La noche que hace mirad
Tan tenebrosa y oscura;
Y pues teneis hermosura,
Tened tambien caridad.
Ya duerme la vecindad,
Haced lo que os he pedido;
Que en babiéndome metido,
Yo sé que os holgareis vos.

¡ Recogéme una noche ó dos Por amor de Dios!

No me negueis este bien,
Señora, pues no dormis;
Porque si vos no me abris,
En el lugar no habrá quien.
¡Ansi os guarde el cielo, amén !
Que aquesta limosna hagais,
Que de mí segura estais
Aunque durmiera con vos.
¡Recogéme una noche o dos
Por amor de Dios!

Pues pareceis una santa,
Aquí lo podels mostrar;
Porque en todo este lugar
Vuestra caridad espanta.
Mi necesidad es tanta
Que con ninguna se mide,
Y podrá ser que la olvide
Comunicando con vos.
¡Recogême una noche & dos
Por amor de Dios!

ROMANCE DE LUIS VELEZ.
Murmuraba entre unas peñas

Una humilde faentecilla

Que llena de risa y plata
Daba al sol los buenos dias.
A los difuntos esposos
Lloraban las tortolillas,
Porque el verdadero amor

Ni aun con la muerte se olvida,
Cuando caminando Lauro

Á los montes de Castilla,
Bajaba à Sierra Morena
De los del Andalucía.

Tras unos blancos corderos,
Blancos de tantas desdichas,
Pobres prendas y ganado
De una esperanza perdida,
Trasformado en Galatea
Tan triste el pastor camina,
Que entrelos pardos peñascos
Peña tambien parecia.

Desde los montes del Tajo
Los de Manzanares mira,

Y entre lágrimas y quejas

Dijo recibiendo al dia :

En las Fuentes del Prado,
Madre, de Madrid,
Lloraré soledades

De Guadalquivir.»

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Amor y la ventura hacen iguales, Y la riqueza, porque todo sobre, Con vanos cudiciosos muy valida.

Todo lo igualan tres efetos tales; Pero quien quiere sin ventura y pobre, Nació para penar toda su vida.

ROMANCE DE ORTIZ.

Al baile salió el disanto
Menga con otras zagalas,
Que por casarse una amiga

Quiso honrarle con sus plantas.
De las dos no se conoce
Cuál es la recien casada,
Que vestido, rostro y labios
La vergüenza volvió en grana.

Con más temor que no amor,

No como agora se casan,
Espera aquel sí que encierra
Tanto peso en dos palabras.
Unas de otras envidiosas,
Honestamente bizarras,
Quen los trajes del aldea
Solo la hermosura es gala,
Llegaron donde los mozos
Vieron, con ser tarde, el alba;
Y cada cual con la suya
Solo con los ojos habla.

Entre el cura y el alcalde
El novio sentado estaba,
Más turbado que no amante,
Qu'es pension de quien se casa.

Y por ser la tarde corta

(Que con gusto nunca es larga)
Más celosa que no alegre
Hizo Menga al baile salva.
No pudo Celio sufrir

Ver á Menga hacer mudanzas,
Que ni burlando se sufre
Entre dos, cuando se aman.
Y poniendo al baile treguas
Mandó el cura se acercaran,
Y haciendo las ceremonias
Hizo una de dos almas.
Riselo, que ya tenia
Una vigüela templada,
Despues de la colacion
Á la vuelta así les canta :
Tantas cuantas hojas
Dan estos olmos,
Tantos años vivan
Los buenos novios.">

ROMANCE DE DON PEDRO DE MENDOZA.

Miraba el rey Almanzor Al viejo Gonzalo Bustos, Cómo hablaba á las cabezas De sus hijos ya difuntos.

Con lágrimas de sus ojos Limpiaba los rostros suyos, Que con la sangre y el polvo No conocia á ninguno.

Tocábalas el buen viejo, Mientras el dolor profundo De aquel grande sobresalto Quitó de la lengua el nudo.

¿Qué padre (les dice luego) Tendrá en tan amargo punto

Paciencia, si no es que tenga

El pecho de bronce duro?

>>Hijos, ¿qué desdicha es esta? ¿Quién de aquesta suerte os puso? ¿Qué venida fuè la mia

Que á tal desventura os trujo?

»>Si venis á visitarme,

¿Cómo habeis venido mudos?
Mirad que no es cortesía

Callar siempre, ni hablar mucho.
»¿Quién perdonando mis canas
Segar vuestros bozos pudo,
Sino es las manos crueles

De un traidor y de un verdugo?
»Hijos, aquesta desdicha
Por maravilla no juzgo,
Pues habeis tenido el padre
Más desdichado del mundo.

9 Apenas sentido tengo
Cuando os miro todos juntos;
Pero del todo le pierdo
Cuando á Gonzalo discurro.

»Para veros desta suerte,
Que no sé cómo lo sufro.
Yo diera el no haberos visto
Por la pena con que lucho.

»No os echo culpa ninguna,
Ántes, hijos, os disculpo,
Porque son con un traidor
Deudos y no deudos unos.

Crüel doña Lambra ha estado

En un caso tan injusto;
Pero una mujer terrible
Hará destos daños muchos.

»>Bien pudiera Ruy Velazquez, Ya que á vengar se dispuso,

Ó dejar uno de siete,

Ó contentarse con uno.

>>Mas como no era bien hecho,
No quiso dejar ninguno;
Que aunque no puede un traidor,
Siempre quiere andar seguro.

>>El tronco soy que vestido
De aquestas ramas anduvo;
Pero como las cortaron
Quedóse el tronco desnudo.

»De los hijos que os di en cuenta, ¿Qué cuenta me dais vos, Nuño? Pero si estais como ellos Sin razon os lo pregunto. »En la crianza el primero, Y en el amor el segundo, Tambien vos fuistes su padre, Y ansi tanta parte os cupo. » Mátame, Rey Almanzor, Que ya vivir no procuro, Pues que lo que ver queria Me lo has enseñado junto. »Da principio á mis venturas Dando fin á mis disgustos, Y será la primer dicha Quel señor de Salas tuvo.» Almanzor que le escuchaba, Y su justa causa supo, Desta manera responde Enternecido y confuso:

«Yo te prometo, Gonzalo, Que todo el pasado gusto De la vitoria he perdido Despues acá que te escucho.

Enjuga el llanto á los ojos No te los ciegue su curso;

Muestra el valor de tu pecho
Aunque el sentimiento es justo.
»Por la pena que te he dado

La libertad restituyo;
Y á podértelos dar vivos,
Que lo hiciera te aseguro.

Llevarlos contigo puedes,
Que, aunque ves que disimulo,
En mi vida (á fe de moro)
Senti dolor como el tuyo.

»Tus enemigos son piedras;
Tu edad es un vidrio puro ;
A pocos golpes de aquestos,
De que te quiebren no dudo.
»Vete á tu lugar de Salas,
Que ya tus años maduros
Mal descansarán, Gonzalo,
Entre hierros importunos..

Entróse el rey, y el buen viejo, Cargado de pena y luto, Recogiendo las cabezas

Partió de Córdoba á Búrgos.

ROMANCE.

Malogradas esperanzas,
Pues que tan presto se puso
Vuestro sol, no hay que esperar

De vos sazonado fruto.

Cógenos la eterna noche Descogiendo el manto escuro, Pues ausencia es triste noche Que cubre un alma de luto.

¿Qué aprovecha á los sembrados Cuyas márgenes y surcos No calientan luz del sol,

Que lluevan los cielos mucho?

¿Qué aprovecha que mis ojos

Os paguen de agua tributo,
Si al fin les vino á faltar
Luz del sol sereno y puro?

¡Ay memoria de mis bienes!
¿Qué aprovecha hacer discursos,
Si me hallo en medio de todos
Alegre, triste y confuso?

¡Ay amargas confusiones! ¡Ay pensamiento importuno De bienes que apenas sabe El alma cuándo los tuvo !

¡Ay sinrazones del tiempo
A quien ambas manos cruzo,
Vencido y puesto por tierra
De vuestro desden injusto!

En castigar mi inocencia,
En quien jamas culpa cupo,
Padezco como culpado
Y como inocente sufro.

¡Ay cielo, que todo sabes,
Qué envidia fué la que pudo
Acabar con tu justicia
Mi destierro y mi sepulcro!
¡Ay sepultura de vivos,
Destierro à do me consumo,
Siendo gusanos del alma
Las sospechas que barrunto!
¡Ay memoria, cómo vives
En este cuerpo difunto,
Despertando al sentimiento
Con dos mil suspiros mudos!
Ansí se queja Salicio
Entre unos verdes saucos,

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Parte, pensamiento mio,
Pues sabes donde te envio,

Y a aquel ángel celestial
Dile mi mal,

Y si de mi mal se duele,
Como sabes tú que suele
Entre amores y desden,
Dile mi bien.

Si dejó de ser Lucrecia Y Cleopatra quiere ser, Dejando el primer querer Porque de alguno se precia, ¿Qué mucho que abrase Grecia De Troya almenas y muros? Mas si no estamos seguros Del caballo artificial, Dile mi mal.

Pero si como otro Ulises
Vivir puedo conflado
(Caso nunca acostumbrado,
Testigo el hijo de Anquíses);
Cuando en su presencia pises,
Con el estrellado cielo,
Porque es mi gloria y consuelo,
El curso veloz deten:
Dile mi bien.

Sirve de fiel centinela,
Y desvélate en saber;
Sin procurarte vencer,
Su memoria se desvela.

Y si presumes cautela,
Rompe, si es trágica historia,
Hasta verte en su memoria
Mil murallas de cristal :
Dile mi mal.

Mas si está el suelo florido,

Si está su cielo estrellado,
Si está firme su cuidado,
Si no soy aborrecido;
Vé al gran rio del olvido,
Y dirás de uno en uno
Que no conozco ninguno
De cuantos con él estén,
Y dile mi bien.

LETRILLA.

Venturas y dichas son,

Que los unos las saben y los otros no.

Del amor y la fortuna

Es el favor tan incierto

Como es para el mundo cierto
Crecer y menguar la luna.

Tal vez el ahito ayuna

Y el ayuno es limpia dientes;

Tal vez hay razon sin gentes,

Y tal gentes sin razon.

Venturas y dichas son,

Que los unos las saben y los otros no.
Muere un hombre que ha servido
Sirviendo por ser leal,

Y el otro que sirvió mal
Vive estimado y querido.
Aquel de piés ha nacido,

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