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trepidez del genio español. Nuevas espediciones y descubrimientos se suceden en oriente y ocaso: los continentes mas ignorados, las islas mas remotas ven tremolar en nuestras naves el leon de España; y esplorados todos los senos del Océano, la geografía sacó de entre las ondas su brillante cabeza. Mientras la envidia pesa en injusta balanza la sangre y lágrimas de tantos pueblos descubiertos y conquistados, sin poner en ella la santa moral, las leyes justas, y las instituciones benéficas que recibieron en cambio, saquemos nosotros una útil leccion de estas pasadas glorias; y veamos como España, despues de haber despertado la atencion de las demas naciones, y dádoles el primer impulso para que la siguiesen en tan ilustre carrera, contenta con el fruto de sus victorias, y dormida sobre sus laureles, empezó á desdeñar los estudios á que los debiera; y como, olvidándolos casi por dos siglos enteros, se abandonó á las especulaciones de una filosofía estrepitosa y vacía, en tanto que otros pueblos, contemplando los cielos, esplorando la tierra, y cultivando las ciencias naturales, corrian á un mismo paso á la cumbre de la ilustracion y la opulencia.

¡Qué época tan gloriosa no abre aquí la historia á vuestros ojos, y cuántos ilustres genios no presenta á vuestra veneracion! Copérnico fijando el sol en su trono, Keplero dando leyes al giro de los planetas, Newton reduciéndolas á un principio tan sublime por su sencillez como, por su grandeza, Galileo, Hevelio, Casini, Lacaille y Herschel describiendo, poblando y ensanchando los cielos; y tantos como buscando en ellos el conocimiento del globo, lograron colocar su nombre entre los fundadores de la geografía moderna.

Su ilustre ejemplo infunde un ardiente espíritu de investigacion en la filosofía, que aliada con las artes, inventa instrumentos, perfecciona métodos, multiplica recursos, y doblando el alcance de la vista y las fuerzas de la razon humana, abre á su contemplacion los cielos y la tierra, y somete á sus cálculos así los cuerpos grandes y remotos, como los mas imperceptibles y escondidos de la naturaleza.

Entonces fué cuando la política, avergonzada de no tener alguna parte en esta gloria, empezó á inspirar en los gobiernos el deseo de asociarse á las ciencias, y acalorar y proteger

sus designios. Y ved aquí el noble impulso á que fueron debidas aquellas empresas memorables, que solo pudo coronar la generosidad del poder, reunida al amor de la sabiduría, y que levantaron á tanto esplendor la ciencia geográfica. Premios señalados á los inventores de instrumentos para combinar con mayor exactitud las medidas del tiempo y del espacio : colonias de sabios destinadas al ecuador y á nuestro polo, para resolver la cuestion cardinal de la figura y tamaño de la tierra: astrónomos derramados por todas las plagas del mundo, para determinar el tránsito de vénus por el disco solar, la paralaje de este gran planeta, y su tamaño y distancia de nosotros : navegantes entregados á mares nunca conocidos, para descubrir entre peligros y naufragios los helados continentes de uno y otro polo.... No, no nos es dado reducir á los estrechos límites de un discurso tan amplia materia de alabanza. Algun dia la descubriréis en la historia de las ciencias, cuando con los nombres de Condamine y Maupertuis os presente los de tantos dignos compañeros de sus trabajos; y algun dia tambien leyéndola, honraréis con vuestras lágrimas los de Cook, Malespina y Lapeyrouse, y deploraréis el maligno hado que se coinplació en confundir en su memoria, como en la de Colon y Magallanes, la gloria y el infortunio.'

España, cediendo al mismo noble impulso, habia asociado sus hijos á la gloria y á las fatigas de estas empresas; pero como si solo hubiese recobrado su antigua energía para hacer mas digno uso de tantas luces y esperiencias, la veréis ahora acometiendo otra empresa, cuya grandeza se recomienda por su misma utilidad. Yo os la recuerdo con tanto mas placer, cuanto con algunos nombres, muy caros á mi amistad, presente á vuestra gratitud el del piadoso Monarca, á quien Astúrias debe este Instituto, y vosotros esta enseñanza. Cárlos IV siguiendo las huellas de su ilustre Padre y los consejos de un celoso ministro, nuestro protector y compatriota, supo aplicar todas las luces atesoradas por la astronomía y la náutica al adelantamiento de nuestra geografía nacional. A ellas se debe el escelente atlas hidrográfico que teneis á la vista, trabajado con tan sábia diligencia, y publicado con tanta generosidad. Él encierra un rico depósito de útiles é indispensables conocimientos, y él es el mas irrefragable testimonio de la be

neficencia del Soberano, y de la ilustracion de su ministro. Él fijó con eternas señales los límites del continente de España, ofreciendo á sus pilotos y al estranjero navegante una senda segura en sus mares, una cierta guia en los arrumbamientos de sus costas, una sonda y una luz constante en las radas y puertos do quieran conducir sus naves. Nuevas cartas esféricas se suceden todos los dias, y enriquecen nuestra coleccion hidrográfica, y estienden tan importante beneficio á los vastos continentes de nuestras colonias; y si algun hado adverso no detuviese tan loable impulso, la hidrografía española, ilustrando la mayor porcion de la tierra, restablecerá el nombre de España al digno lugar que ocupó algun dia, y que ya le destina la posteridad en la historia geográfica.

¡Ojalá que pudiese yo tambien revindicar para mi patria la gloria de haber perfeccionado su topografía interior gloria debida en otro tiempo al celo de Felipe II, y á las sabias operaciones y tareas del maestro Esquibel; pero de que se hizo indigno el triste siglo XVII, que con el fruto y las reliquias de esta empresa, la primera acometida, y la única acabada en Europa, perdió tambien, para mayor baldon suyo, su rastro y su memoria! Ojalá que condolida de pérdida tan lamentable, ojalá que ansiosa de repararla, vuelva los ojos á este objeto, y reuniendo tantas luces astronómicas y geométricas como andan dispersas y ociosas por nuestra juventud militar, las consagre á la formacion de una nueva y exacta carta de nuestra Península ! De aquella carta tan deseada, sin cuya luz la polí tica no formará un cálculo sin error, no concebirá un plan sin desacierto, no dará sin tropiezo un solo paso ; sin cuya direccion la economía mas prudente no podrá, sin riesgo de desperdiciar sus fondos, ó malograr sus fines, emprender la navegacion de un rio, la abertura de un canal de riego, la construccion de un camino, ó de un nuevo puerto, ni otro alguno de aquellos designios que abriendo las fuentes de la riquéza pública, hacen florecer las provincias, y aumentan el verdadero esplendor de las naciones.

Miremos como una desgracia del espíritu humano que sea mas propia de su condicion esta inquieta curiosidad de saber lo que menos le importa, que la constancia en adquirir lo que mas le interesa. ¿Por qué correrá desalado tras lo distante y

estraño, descuidando lo cercano y doméstico? Observamos con mas ahinco el cielo que la tierra, y preferimos el descubrimiento de regiones estrañas y remotas al conocimiento de nuestra propia morada. Estudiamos con mas afan las historias de Roma y Grecia que la de España, y la geografía del Japon que la de nuestra península. Y mientras podemos señalar con el dedo el lugar que ocupa una estrella solitaria en los cielos, y una isla desierta en la inmensidad de los mares, ignoramos el origen de nuestros rios, las raices de nuestros montes, la situacion de nuestras provincias, y acaso el punto que ocupa en España el centro de nuestra circulacion, y el asiento de nuestro gobierno. ¡ Funesto abandono que pareceria increible, si propio de la humana flaqueza no fuese mas o menos impu. table á todos los gobiernos!

¡Oh, Asturias, porcion preciosa de España! ¿Cuándo llegará el dia que poniendo á logro las luces que vamos difundiendo en tu seno, emplees en tan noble objeto estos jóvenes, que serán sus depositarios, y que ahora te presentamos como primicias de nuestro celo, y prenda y anuncio de tu futura prosperidad? ¡Oh, amados jóvenes! ¿cuándo os verán mis ojos, precedidos de vuestros maestros, trepar por estas cumbres, que nos rodean, con el teodolito al ojo y el compás en la mano medir en vastos triángulos el territorio de Asturias, y preguntar al cielo cuál es el espacio que ocupa vuestra patria en el globo, cuáles los límites que le dividen, las fuentes de sus rápidos rios, las concas de sus hondos valles, el rumbo y la altura de sus montes, y la estension de estas tierras y pla yas, donde vuestros hermanos buscan con diario sudor el alimento y la dicha de tantas familias? Cuándo os veré yo redu. cir este trabajo á una breve y exactísima carta topográfica, que multiplicada por el buril difunda por todas partes, con la imágen de vuestra patria, el mas ilustre testimonio del amor que la profes ais?

¡Oh Gijon, amada cuna mia, y objeto de mis continuos desvelos! No, no será il usorio el dulce presentimiento de que el cielo te tiene reservada esta gloria; que llegará el dia venturoso en que veas á tus hijos llevando en la mano esta carta, fru. to de su celo y sus luces, correr todos los ángulos de Asturias, indagar las varias clases de vivientes que los pueblan, los

vegetales que los adornan, los minerales que los enriquecen, y observar y ordenar y describir cuantos dones derramo sobre ellos la Providencia. Tú los verás ilustrar la topografía, la geografía física, y la historia natural de este precioso suelo en que vieron la luz, en que recibieron la educacion, y á cuyo bien están consagrados estos estudios.

DISCURSO

Pronunciado en la Sociedad Económica en 16 de julio de 1785, con motivo de la distribucion de prêmios de hilados (16).

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a CUANDO vamos á cerrar el primer semestre de nuestras tareas económicas, y á esponer á vuestra vista el fruto que han producido en esta parte del año, es singularmente agradable para nuestra Sociedad el ver que sus ilustres protectores vengan ser testigos de sus operaciones y progresos: los mismos que la han fundado ó visto nacer: los que la han fomentado con su celo, é instruido con sus avisos, la verán ahora crecer y prosperar á la sombra de su proteccion. Por eso en este solemne dia no solo hace ostentacion de su celo, sino tambien de su gratitud; y á la manera que una tierna planta recompensa con las primicias de sus esquilmos la benéfica mano á quien debió el riego y el cultivo, la Sociedad se apresura por presentar á sus bienhechores los nuevos frutos que su aplicacion y sus desvelos van sazonando.c

Los que teneis á la vista, aunque humildes y pequeños al parecer, son ciertamente acreedores á vuestra alabanza y vuestro aprecio. Ellos testifican no solo el celo de la Sociedad, sino tambien su ilustracion ; porque ¿qué otro objeto será mas digno de sus desvelos que el fomento del arte de hilar? De este arte primitivo, que ora se considere por el número y variedad de manufacturas á que sirve, ora por la muchedumbre de manos que ocupa, ya por la facilidad con que se aprende, ó ya, en fin, por las riquezas que produce, es sin disputa el mas importante y provechoso de cuantos ha inventado la industria de los hombres?

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