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imaginacion, y despierte en ella las ideas mas caprichosas. Alguna vez, al volver de mis paseos solitarios, mirándole á la dudosa luz del crepúsculo cortar el altísimo horizonte, se me figura ver un castillo encantado, salido de repente de las entrañas de la tierra, tal como aquellos que la vehemente imaginacion de Ariosto hacia salir de un soplo del seno de los montes para prision de algun malhadado caballero. Lleno de esta ilusion, casi espero oir el son del cuerno tocado de lo alto de sus albacaras, ó asomar algun gigante para guardar el puente, y aparecer algun otro caballero, que ayudado de su nigromante, venga á desencantar aquel desventurado. Lo mas singular es, que esta ilusion tiene aquí su poco de verosimilitud, pues sin contar otras aplicaciones, el castillo ha salido todo de las entrañas del cerro que ocupa.

A poca distancia de sus muros, y á la parte de O. se ve la tenebrosa caverna de donde se sacaron todos sus sillares, y cuya negra boca, que respira al mediodía, pone grima á cualquiera que se le acerca. Yo he reconocido gran parte de ella; está minada en diferentes galerías, mas o menos espaciosas, y de mucha, pero no conocida extension, por mas que el vulgo crea que comunica de una parte al mar, y de otra á la ciudad. Por estas galerías se puede dar la descripcion de lo mas interior del cerro hasta cierta profundidad. Compónese por la mayor parte de grandes y espesas tongadas de marés ó asperon, echadas horizontalmente á diferentes alturas, alternadas y cortadas por otras capas de piedras rodadas, sueltas en arena ó marga, ya roja, ya blanquecina con mezcla de greda, arena ó tierra caliza; pero unas y otras de menos espesor. Sobre todas ellas, y sobre la boca misma de la gruta, se ve la tongada de grandes conchas, de que ya hablé á V., y sobre esta capa superior del cerro, que es una piedra compuesta de varias materias, en que predomina la arena con no poca apariencia de lava, y no sin indicios de haber estado en fusion. En algunas partes esta piedra aparece en forma escoriosa ; en otras no solo agujereada por insectos marinos, sino tambien llena de concreciones con que se descubren algunos petrificados ó impresos univalvos, y que creo ser de los que llaman barrenas. Las cortaduras de las laderas del bosque descubren tongadas de las materias primero dichas, y en lo hondo de sus cañadas

aparecen á trechos capas de piedras angulosas de diferentes materias y tamaños, que parecen venidas aderrumbadas de lo alto.

Lo que llaman aquí marés es una piedra areniza ó asperon de grano grueso, y no sin mezcla de materias y cuerpos extraños. Es blanda en su lecho, y tan blanda, que recien sacada se asierra cual si fuese un leño, y labra con instrumentos fáciles. De ella se construyen casi todas las obras del pais llano de la isla, y de ella se construyó el castillo; y las galerías de la cantera de do salió, alguna de las cuales corre por bajo de sus cimientos, indican á un mismo tiempo la direccion de sus tongadas, y el lugar que ocuparon los sillares. Otros indicios confirman que todo el núcleo del cerro es de las materias ya dichas, pues que las capas de conchas, pudines, margas, etc. aparecen á la misma altura en las laderas de los cerros vecinos y hasta las rocas de asperon que se descubren á las orillas del mar, indican que esta materia continua aquí hasta su nivel. Yo no sabré combinar estas varias observaciones con ninguno de los sistemas geológicos que han pretendido establecer Buffon, Lamelherie, Lamarche y Petriu; por eso me he contentado con indicar los hechos, dejando á otros delirar si quieren sobre sus consecuencias (9).

La superficie del bosque ofrece observaciones menos aventuradas. Es de una tierra mixta, cuya pequeña capa se compone de granos arenosos, con mezcla de marga y greda, y de moléculas vegetales, resultantes aquellos del detrimento de la roca superior, y estas de la recomposicion periódica de tantas plantas como ha producido. Mas la tierra primitiva, que aparece á trechos en las hendiduras de la misma roca, es de color rojo subido, y cual si en algun tiempo hubiese sufrido la accion del fuego; toda su apariencia es de tierra de montaña ú oxide rojo de hierro; pero yo no sé si efectivamente lo fué.

La extension del término del castillo regulada por el ruedo que ocupa, será como de tres cuartos de legua de circunferencia. Por el mediodía tocaba en otro tiempo en el mar; hoy ocupada su orilla por el nuevo Lazareto y otros edificios mas modernos, linda en el camino que pasa ante ellos; y como este corre E. O. desde la ciudad á Porto-Pi, castillo de San Carlos Calamayor y villa de Andraix, y sirve además de pasco, se ve

de continuo transitado. Las cañadas que recogen las aguas de la altura coronada por el castillo limitan su término por lo restante del S., y por todo el N., y las cercas de algunas heredades particulares por el E. y O.

Por toda esta gran superficie el espinazo de asperon asoma acá y allá á la estrecha capa, ó mas bien costra, de tierra que la cubre, y sin embargo está en incesante produccion de vegetales. No ha mucho tiempo que la adornaba un bosque espesísimo de pinaretes, que en la mayor parte ha desaparecido á mi vista por las causas que apuntaré despues. Vénse aun en ella no pocos algarrobos, y sus frondosas ramas de un verde fresco y brillante campean entre las capas amarillentas de los pocos pinaretes que han quedado, cuyos troncos deformes y torcidos por la desigualdad y escaso fondo del suelo en que pacen, por el ímpetu de los vientos que los azotan de continuo, por el descuido con que se los deja crecer, y la torpeza con que se los poda, y en fin por los frecuentes insultos de hombres y bestias, aparecen pobres y desnudos, y mas que á la hermosura concurren ya á la fealdad y tristeza del bosque.

Pero las grandes causas de su despoblacion son de muy otra naturaleza. Desde luego, contándose los despojos de su poda entre los derechos del gobernador del castillo, mientras la moderacion de alguno respetó los árboles como propiedad pública fiada á su cuidado, la codicia de otro solo trató de despojarlos, hasta reducir la copa de los pinaretes á un pequeño hopo en la cima. Agrégase á esto los insultos de los extraños, que en un pais escaso de leñas, y en un busque situado entre una comarca pobre y una ciudad populosa, no podian ser ni pequeños ni raros. Con todo, su antigua espesura era tal, que daba, como suele decirse, para todo y para todos; esto es, para el uso legítimo y para el abuso. Para acabar con ella fué menester que este llegase á su término, y así sucedió.

Dios ha querido reservarme para ser testigo de esta desolacion. Ya en la penúltima guerra con Inglaterra y Rusia la necesidad de renovar las estacadas de la plaza y sus castillos habia obligado á hacer aquí una corta considerable; y como á la sombra de estos objetos de bien público suele esconderse algun interés privado, y este es tan ansioso de aumentar sus. usurpaciones, como diestro en cohonestarlas, la corta, segun

dicen, pasó mucho mas allá de la exigencia. Pero ya fuese por la grande espesura del arbolado, ya por el tino y precaucion de la entresaca, el exceso se hizo menos visible. Mas despues acá, perdido ya el miedo á las consecuencias, el abuso continuó sin miramiento ni medida. Va para cuatro años que oigo todos los dias y casi á todas horas los golpes de hacha desoladora resonar por las alturas, laderas y hondonadas del bosque. Nuevas y grandes estacadas añadidas recientemente á las obras de la plaza, exigiendo nuevas y grandes cortas, dieron pretexto á muchos y mas escandalosos excesos. Las cortas continua ron aun despues de satisfecho su objeto principal; poco á poco van viniendo al suelo los pinaretes que por pequeños se habian reservado, y el bosque aclarado por todas partes, se abrió por fin á los rayos del sol, que no pudieron penetrarle en tantos siglos.

Por fortuna su suelo no producia solo pinaretes: además de Jos algarrobos nacen espontáneamente por las faldas del cerro y singularmente en toda la parte que mira al O., un increible número de acebuches que crecen con gran fuerza, pero de los cuales hasta ahora no se ha defendido, limpiado, trasplantado ni ingertado uno solo, para que diesen como pudiera muchas y excelentes olivas. Y aun son pocos los algarrobos que recibieron aquí este beneficio, con ser tantos los que nacen por todas partes, y su fruto tan precioso.

Pero si se trata de otras plantas y yerbas, por lo que dejo dicho de las que lleva el castillo, ya inferirá V. cuánta será la fecundidad de su término. Domina entre todas el lentisco, que en grandes y frondosas matas, por cuyo solo nombre es conocido, brota á la par de los árboles indígenas, y de mucha y excelente leña para hogares y chimeneas; así como la dan para el consumo de los hornos las tres estepas (10), una especie degenista, llamada bosch, que es una retama fina y otras matas, á todas las cuales distinguen con el nombre genérico de garriga. Abunda aquí sobre manera el gamon, que coronado al febrero de una hermosa piña de blancas flores, cubre todo el bosque y le adorna, hasta que al otoño sus altos y erguidos vástagos se cortan para hacer pajuelas, las únicas que se usan en el pais con nombre de lluquets. Abundan tambien varias plantas olorosas, como tomillo y romero, hácia las faldas del cerro, y

cantueso por todas partes. Este se conoce por el nombre de garlanda, y su violada y fragante flor por el de flor de San Marcos; sin duda porque en la fiesta de este santo titular del castillo es cogida con ansia por los que vienen á ella de la ciudad. El número y variedad de otras plantas parece increible, si se atiende á la pobreza de un suelo tan peñascoso. Crece con fuerza en las faldas del oro, y en los altos y orillas de las sendas la sanguinaria con sus hermosos copitos de terciopelo blanco. Hay tres ó cuatro variedades de la centaura, otras tantas del geráneo, y entre ellas el moscotum; son comunes las anagalis los dos sedos, mayor y menor, las dos achicorias, aquí camarrotges, dulce y amarga, el espárrago espinoso y la digital purpurea, la buglosa con su flor celeste, y la cinoglosa que la tiene rosada. Crece tambien por las cercas la doradilla : en las huecos de las peñas la rara y saludable poligala, y en la cañada del mediodía el mas raro aun hipericon, que Linneo llama ballarico, con sus flores jaldes, y sus hojitas horadadas. En fin, tal es la muchedumbre, y tantas las variedades de estas y otras plantas, que si algun sabio botánico se diese á describirlas, pudiera formar una flora bellvérica harto rica y digna de la atencion de los amantes de esta ciencia encantadora.

Ahora bien, aunque V. considere tales producciones sin otro respecto que el adorno que añaden al ruedo del castillo en medio de su extrañeza y rusticidad, ¿ dejará de formar una muy favorable idea de su hermosura? Cuánto mas si reflexiona que la benignidad del clima hace que muchas de las plantas nombradas sean perpetuas, y que otras como el cantueso, tomillo, euforbio, etc., aunque algo marchitas al fin del estio conserven toda su hoja, y á las primeras aguas dėl otoño reverdecen y cobran su antigua lozanía, mientras que las pocas que perecen del todo, apenas sienten la primera humedad del rocío, cuando brotan de nuevo, sin dejar jamás á este suelo en aquella larga pausa de vegetacion que hace en otros tan hór rido el invierno?

Ni necesita esperar la primavera para verse lleno de flores. Desde los principios de octubre asoma á cubrirle la llamada flor de invierno, muy parecida á la del azafran, que sin tallo, rama, ni hoja, despliega á flor de tierra sobre un tierno pehínculo sus seis pétalos de hermoso color de lila. Acompá

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