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y sorprender con la osadía y aparente ligereza de su obra. Esta galería se compone de veinte y un grandes arcos punteados, ó mas bien de cuarenta y dos pies, que cada uno de los principales contiene dos embebidos en su luz. Otras tantas por consiguiente son sus columnas, todas ellas octagonas; y así las bases que las reciben, como los capitelés que las coronan, y aun las plumas de los adornos de estos, que ofrecen algun vislumbre del tiempo corintíaco; y en fin, hasta las dovelas de los arcos siguen exactamente los cortes de sus ángulos y presentan las mismas faces. Esta igualdad simétrica, que es de muy gracioso efecto á la vista, la roban las pequeñas, pero esenciales diferencias que hay en los módulos de unas y otras columnas y en las formas de sus miembros. La mas visible de ellas está en los plintos, que en las intermedias son octágonos, y en las principales cuadrados, pero cubiertos de un cojín ó almohadilla, cuyas puntas caen en uña, y cortan graciosamente sus ángulos. Cada tres columnas sostienen un arco doble, ó sean los dos embebidos en él, y colocadas todas á iguales distancias, vienen â serlo tambien las luces de unos y otros arcos. Y como todos se vayan enlazando entre sí, y las enjutas de los arcos pequeños estén perforadas con sencillo y gracioso dibujo arabesco, y el todo diligentemente labrado y escodado en la buena piedra de Santañí (2), que es de bello color y finísimo grano, visto es cuan magnífica y armoniosa será está galería, que casi se halla en su primera integridad.

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La arcada descansa sobre un firme antepecho corrido en torno, y le sirve de embasamento, al mismo tiempo que corona al cuerpo inferior en que se apoya, y sobre el cual arroja una graciosa cornisita arquitrabada. Este cuerpo es otra galería de arcos redondos, cuya luz corresponde á la de los grandes ó dobles de lo alto, y son por lo mismo veinte y uno. Fuertes columnas ó pilastrones cuadrados (aunque cortados los vivos de sus ángulos), los sostienen y cierran en derredor el patio por do se entra de ella á las cuadras, en que la tropa se aloja. El techo de estas y de la galería es plano y de madera, única tacha de obra tan laudable y magnífica.

Desde el patio á la galería alta se subia por tres cómodas escaleras que descansan en las puertas de la capilla, de la prin

cipal de las habitaciones y de la cocina; y esta última, condenadas las otras, sirve solamente en el dia. De aquí se sube á la plataforma por dos caracoles circulares y una escalera en escuadra, que desembocan en ella. Un antepecho corrido la defiende al exterior, y de otros dos mas bajos, el uno su orilla interior y el otro divide en dos partes su plano. Este embaldosado, en imperceptible declivio hácia el centro, y bien embetunado, sirve para recoger y abastecer de agua-lluvia la gran, cisterna, que como dijimos se esconde en el vientre del patio, y que la traga por conductos que penetran el sólido del muro medianero. Y como los terrados de las albacaras vierten tambien por canalones á la misma plataforma, y el del Homenaje por su particular conducto, de tal manera se aumenta esta provision, que por muchos que se supongan los defensores, del castillo, y largo el plazo de su asedio, jamás, si bien cuidado, faltará agua en este algibe.

A la torre del Homenaje se pasa desde la plataforma por el ya mencionado puentecillo; y ya dentro de ella se sube y baja por otro caracol que va dando entrada á sus cámaras. Son estas cinco, y todas circulares; dos sobre el plano del puentecillo, y tres que bajan hasta el del foso. Nada aparece en ellas que no indique haberse dispuesto mas bien para cárcel que para habitacion. Muros robustísimos, puertas barreadas con fuertes trancones y cerrojos, ventanas altas, estrechas y guarnecidas de gruesas rejas de hierro, y otras defensas que la codicia arrancó ya, pero cuyas huellas no pudo borrar, acreditan aquel triste destino. Pero descúbrese aun mas de lleno en la cámara inferior llamada la Hoya, y no sin mucha propiedad, pues que mas propia parece para fuesa de muertos que para custodia de vivos. Ocupa en ancho el espacio interior de la torre, y en alto la parte mas honda de la cava que está rodeada por el talús, sin otra luz que la que puede darle una estrechísima saetera al través de aquellos hondos, dobles y espesísimos muros. Tampoco tiene otra entrada que una tronera redonda abierta en lo alto de la bóveda, y cubierta de una gruesa tapadora, que segun indicios era tambien de fierro con sus barras y candados. Por esta negra boca debia entrar, ό mas bien caer desde la cámara superior en tan horrenda mazmorra el infeliz destinado á respirar su fétido ambiente, si ya.

y sorprender con la osadía y aparente ligereza de su obra. ́Esta galería ́se compone de veinte y un grandes arcos punteados, ó mas bien de cuarenta y dos pies, qué cada uno de los principales contiene dos embebidos en su luz. Otras tantas por consiguiente son sus columnas, todas ellas octagonas; y así las bases que las reciben, como los capitelés que las coronan, y aun las plumas de los adornos de estos, que ofrecen algun vislumbre del tiempo corintíaco; y en fin, hasta las dovelas de los arcos siguen exactamente los cortes de sus ángulos y presentan las mismas faces. Esta igualdad simétrica, que es de muy gracioso efecto á la vista, la roban las pequeñas, pero esenciales diferencias que hay en los módulos de unas y otras columnas y en las formas de sus miembros. La mas visible de ellas está en los plintos, que en las intermedias son octagonos, y en las principales cuadrados, pero cubiertos de un cojín ó almohadilla, cuyas puntas caen en uña, y cortan graciosamente sus ángulos. Cada tres columnas sostienen un arco doble, ó sean los dos embebidos en él, y colocadas todas á iguales distancias, vienen a serlo tambien las luces de unos y otros arcos. Y como todos se vayan enlazando entre sí, y las enjutas de los arcos pequeños estén perforadas con sencillo y gracioso dibujo arabesco, y el todo diligentemente labrado y escodado en la buena piedra de Santañí (2), que es de bello color y finísimo grano, visto es cuan magnífica y armoniosa será está galería, que casi se halla en su primera integridad.

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La arcada descansa sobre un firme antepecho corrido en torno, y le sirve de embasamento, al mismo tiempo que corona al cuerpo inferior en que se apoya, y sobre el cual arroja una graciosa cornisita arquitrabada. Este cuerpo es otra galería de arcos redondos, cuya luz corresponde á la de los grandes ó dobles de lo alto, y son por lo mismo veinte y uno. Fuertes columnas ó pilastrones cuadrados (aunque cortados los vivos de sus ángulos), los sostienen y cierran en derredor el patio por do se entra de ella á las cuadras, en que la tropa se aloja. El techo de estas y de la galería es plano y de madera, única tacha de obra tan laudable y magnífica.

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Desde el patio á la galería alta se subia por tres cómodas escaleras que descansan en las puertas dé la capilla, de la prin

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cipal de las habitaciones y de la cocina; y esta última, condenadas las otras, sirve solamente en el dia. De aquí se sube á la plataforma por dos caracoles circulares y una escalera en escuadra, que desembocan en ella. Un antepecho corrido la defiende al exterior, y de otros dos mas bajos, el uno su orilla interior y el otro divide en dos partes su plano. Este embaldosado, en imperceptible declivio hacia el centro, y bien embetunado, sirve para recoger y abastecer de agua-lluvia la gran, cisterna, que como dijimos se esconde en el vientre del patio, y que la traga por conductos que penetran el sólido del muro medianero. Y como los terrados de las albacaras vierten tambien por canalones á la misma plataforma, y el del Homenaje por su particular conducto, de tal manera se aumenta esta provision, que por muchos que se supongan los defensores del castillo, y largo el plazo de su asedio, jamás, si bien cuidado, faltará agua en este algibe.

A la torre del Homenaje se pasa desde la plataforma por el ya mencionado puentecillo; y ya dentro de ella se sube y baja por otro caracol que va dando entrada á sus cámaras. Son estas cinco, y todas circulares; dos sobre el plano del puentecillo, y tres que bajan hasta el del foso. Nada aparece en ellas que no indique haberse dispuesto mas bien para cárcel que para habitacion. Muros robustísimos, puertas barreadas con fuertes trancones y cerrojos, ventanas altas, estrechas y guarnecidas de gruesas rejas de hierro, y otras defensas que la codicia arrancó ya, pero cuyas huellas no pudo borrar, acreditan aquel triste destino. Pero descúbrese aun mas de lleno en la cámara inferior llamada la Hoya, y no sin mucha propiedad, pues que mas propia parece para fuesa de muertos que para custodia de vivos. Ocupa en ancho el espacio interior de la torre, y en alto la parte mas honda de la cava que está rodeada por el talús, sin otra luz que la que puede darle una estrechísima saetera al través de aquellos hondos, dobles y espesísimos muros. Tampoco tiene otra entrada que una tronera redonda abierta en lo alto de la bóveda, y cubierta de una gruesa tapadora, que segun indicios era tambien de fierro con sus barras y candados. Por esta negra boca debia entrar, Ó mas bien caer desde la cámara superior en tan horrenda mazmorra el infeliz destinado á respirar su fétido ambiente, si ya.

no es que le descolgaban pendiente de las mismas cadenas que empezaban á oprimir sus miembros.

El ánimo se horroriza al aspecto de esta tumba de vivos; y si de una parte reconoce que no hay crímen á que no pueda Hegar en su heroismo la perversidad de algunos hombres, de otra no puede menos de admirar que sean muchos mas los que han aspirado á la excelencia en el arte horrible de atormentar á sus semejantes.

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Algo distrae de tan tristes reflexiones la idea de otros objetos que tuvo en algun tiempo este castillo, pues se dice haberse destinado para palacio de los reyes de Mallorca; y aun se añade, que en él vivió y murió no se que persona Real. Esto último parece una patraña desmentida por la historia ; pero la elegancia interior de la obra, y la distribución de sus magníficas habitaciones, que no desdicen de aquel noble destino, confirma lo primero. Puede probarlo tambien la grande y hermosa capilla dedicada á San Marcos, su patrono (3), y otras oficinas del interior, y en fin el que entre tantas obras grandes como se emprendieron en Palma despues de la conquista, no se halla otra que parezca destinada á la morada de sus reyes. ¿Quién, pues, se detendrá un poco á contemplarla en aquellos antiguos destinos, que transportado en espíritu á tan remota época, y recordando el carácter y costumbres que la distinguian, no se halle sorprendido por las ideas y sentimientos que su misma forma presenta al hombre pensador? Porque figúrese V. este castillo cercado de un ejército enemigo, embarazado con armas y máquinas, y lleno de caballeros, escuderos y peones ocupados en su defensa. ¿Qué, no tropezará V. con ellos en todas partes, subiendo, bajando, corriendo, y haciendo resonar en torno de estas huecas bóvedas la estrepitosa vocería del combate? Y no le parecerá que ve á unos jugando desde los muros y torres sus armas ó máquinas, ó asestando sus tiros al abrigo de las troneras y saeteras, y otro en la barrera exterior, presentando su pecho al enemigo, mientras los mas distinguidos defienden el pendon Real que sobre el alto Homenaje tremola al viento los blasones de Mallorca? Pues y los sitiadores, ¿cómo no figurárselos arremolinados por la cima del cerro, lanzando desde sus tornos, algarradas y manganillas, un diluvio de dardos y piedras sobre los sitiados,

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