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Una reforma tan radical y completa pide sin duda grandes fondos, mas yo creo que el teatro los producirá. Cuando se inviertan en él todos sus rendimientos, el mas pequeño y po bre podrá ser tan decente y bien servido, como convenga á las circunstancias del pueblo en que se hallare. ¿En qué consiste pues la pobreza de nuestros mejores teatros? Quién no lo vé? En haberse hecho de ellos un objeto de contribucion. ¿Qué relacion hay entre los hospitales de Madrid, los frailes de San Juan de Dios, los niños desamparados, la secretaría del corregimiento, y los tres coliseos? Sin embargo he aquí los partícipes de una buena porcion de sus productos. Otro tanto su cede en los que existen fuera de la corte, y sucedia en los que no existen ya. La consecuencia es que los actores sean mal pagados, la decoracion ridícula y mal servida, el vestuario impropio é indecente, el alumbrado escaso, la música miserable y el baile pésimo ó nada. De aquí que los poetas, los artistas los compositores que trabajan para la escena sean ruinmente recom pensados, y por lo mismo que solamente se vean en ella las heces del ingenio. De aquí finalmente la mayor parte de la indecencia y lastimoso atraso de nuestros espectáculos. ¿Qué no se podria hacer con los abundantes productos de los corrales de Madrid, distribuidos con discernimiento y buen gusto? A qué punto de magnificencia no podrian elevar el aparato escénico? Y aun así, ¡cuánto quedaria distante de la que buscaban los antiguos en sus espectáculos! En cien millones de sextercios se calculó la pérdida causada por el incendio de un teatro provisional que Emilio Scauro hizo erigir en Roma para celebrar la entrada de su magistratura. Y en el glorioso tiempo de Atenas, la representacion de tres tragedias de Sófocles costó á la repú blica mas que la guerra del Peloponeso. No pedimos tanto lloraríamos ciertamente al ver consumida en tan locos excesos de profusion la renta pública formada con el sudor del pueblo; pero deseamos á lo menos que los productos del teatro se inviertan en su mejora, y que lo que contribuye la ociosa opu. lencia, sirva para entretenerla y divertirla.

La reforma de la escena aumentará por otras razones los

rendimientos del teatro; porque sobre crecer la concurrencia, se podrá alzar el precio de las entradas sin miedo de menguarlas. Esta diversion tal cual se halla en el dia, es una necesidad para un gran número de personas: ¿y para cuánto mayor número no lo será una vez mejorada en todas sus partes? Cuántos hombres graves, timoratos, instruidos, y de fino y delicado gusto, que hoy huyen de las truhanadas, groserías y absurdos de nuestra escena, correrán todos los dias á bus car en ella una honesta recreacion, cuando estén seguros de no ver allí cosa que ofenda el pudor, ni que choque al buen sentido ? Entonces será el teatro lo que debe ser; una escuela para la juventud, un recurso para la ociosidad, una recreacion y un alivio de las molestias de la vida pública, y del fastidio y las impertinencias de la privada,

Esta carestía de la entrada alejará al pueblo del teatro, y para mí tanto mejor. Yo no pretendo cerrar á nadie sus puertas; estén enhorabuena abiertas á todo el mundo, pero con viene dificultar indirectamente la entrada á la gente pobre que vive de su trabajo, para la cual el tiempo es dinero, y el teatro mas casto y depurado una distraccion perniciosa. He dicho que el pueblo no necesita espectáculos; ahora digo que le son daño. sos, sin exceptuar siquiera (hablo del que trabaja) el de la corte. Del primer pueblo de la antigüedad, del que diera leyes al mundo, decia Juvenal, que se contentaba en su tiempo con pan y juegos del circo. El nuestro pide menos (permítasenos esta expresion): se contenta con pan y callejuela.

Quizá vendrá un dia de tanta perfeccion para nuestra escena que pueda presentar hasta en el género ínfimo y grosero, no solo una diversion inocente y sencilla, sino tambien instructi va y provechosa. Entonces acaso convendrá establecer teatros baratos y vastísimos para divertir en dias festivos al pueblo de las grandes capitales; pero este momento está muy distante de nosotros, y el acelerarle puede ser muy arriesgado: quédese pues entre las esperanzas y bienes deseados.

Estas son las ideas que he podido reunir y extender en medio de mis cuidados, y con la priesa que la difusion y desaliño de este escrito manifiesta bien. Seguro de que la Academia sabrá mejorarlas con su sabiduría y buen gusto, se las presento con la mayor confianza, pidiéndole muy encarecidamente que

no desaproveche esta ocasion, tal vez única, de clamar con instancia al gobierno por el arreglo de un ramo de policía general, de que pende el consuelo, y acaso la felicidad de la nacion. Gijon 29 de diciembre de 1790 (98).

Don Gaspar Melchor

de Jovellanos.

"

MEMORIA

Del Castillo de Bellver. Descripcion histórico-artística.

¡Le moyen de ne pas mediter sur

ce qu'on voit tous les jours!

MAD. DE SÉVIGNE.

A cosa de media legua, y al O. S. O. de la ciudad de Palma, se ve descollar el castillo de Bellver, al cual nuestras desgracias pudieron dar alguna triste celebridad. Situado á medio tiro de cañon del mar, al N. de su orilla, y á. muchos pies de altura sobre su nivel (1), señorea y adorna todo el país circunyacente. Su forma es circular, y su cortina ó muro exterior la marca exactamente; solo es interrumpida por tres albacaras ó torreones, mochos y redondos, que desde el sólido del muro se avanzan, mirando al E., al S. y al O., y le sirven como de traveses. Entre ellos hay cuatro garitones, circulares tambien, y arrojados del parapeto superior; los tres abiertos, y al raso de su altura; otro cubierto y elevado sobre ella. Iguales en diámetro y altura, hasta el nivel de la plataforma, empiezan allí á disminuir y formar un cono truncado y apoyado sobre cuatro columnas colosales, que resaltadas del muro los reciben en su collarin, y bajan despues á sumirse en el ancho vientre del talús. Escóndese este en el foso, y sube á toda su altura, formando con el muro del castillo un ángulo de cuarenta y cinco grados, y girando en torno de él y de sus torres. El foso, que lo abraza todo, es ancho y profundísimo, y sigue tambien la línea circular, salvo donde los cubos ó albacaras le obligan á desviarse y tomar la de su proyectura. En lo alto, y por fuera del foso, corre la esplanada, con débiles parapetos,

ancha y espaciosa; pero sin declives, y siguiendo siempre la forma y líneas que el foso le prescribe.

A la parte que mira al O., sale y se avanza del centro de la esplanada, un antiguo y débil baluarte, desde el cual hasta el puente levadizo, se ve reforzado el muro exterior con una fuerte batería de nueve cañones, levantada en él en el siglo anterior, á la moderna, para oponer á los fuegos que pudieran colocarse en las alturas vecinas. En torno del mismo muro corre por defuera un estrecho contrafoso, de forma y fondo irregular; y al todo rodea una buena estacada, con su camino cubierto y glasis, añadidos tambien á la moderna.

Entrase de la estacada al castillo por una puerta que mira al N.; pásase luego por el puente levadizo, echado sobre el contra-foso, á otra que mira al N. N. E., y comunica con la esplanada; desde la cual, por otro puente, antes levadizo, y hoy firme, con sus ladroneras en lo alto y dobles puertas, á la antigua, á bajo, se pasa sobre el foso por frente del O. N. O. al interior de la fortaleza, única entrada, pues que otro puente que habia á la parte del S. no existe ya,

Mirando al N. y entre los dos puentes, se levantan desde el fondo del foso, y aislada por él, la gran torre del Homenaje, que venciendo la altura del castillo, descuella orgullosa mas de cuarenta y cinco pies sobre su plataforma. Es tambien circular, y su cima se ve ceñida en torno de treinta y ocho gran, des modillones almohadillados, que naciendo del muro con tres pies de alto y dos y medio de proyectura superior, se avanzan en forma de tornapuntas á recibir el antepecho volado en la cumbre, y la coronan majestuosamente, mientras que los claros abiertos entre unos y otros sirven de ladrone. ras, y dejan espacio suficiente para los usos de la defensa. Este edificio aislado comunicaba en lo antiguo con la esplanada por un puente levadizo ya demolido: hoy solo comunica con la plataforma por medio de otro puentecillo firme ya, pero que fué, y puede volver á ser, levadizo, echado desde ella sobre dos altísimos arcos punteados, que nacen y tienen su apoyo del uno al otro muro.

El interior de la fortaleza se compone de un muro medianero, y fuera de él una galería, circulares y concéntricos al muro exterior. Entre los dos muros están las habitaciones; entre

el medianero y la arcada alta el corredor ó galería abierta que da paso á ellas. En el centro, y rodeado por la arcada inferior, el patio circular y espacioso. Este patio cubre el algibe, y sirve á su uso por medio de un gran brocal cuadrado y bien labrado, que está cerca de su centro. La belleza del todo es grande, y digna de ser mas conocida,

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Lo primero que admira en su interior es la osadía de las bóvedas que cubren las habitaciones, Volteadas en torno entre muros circulares y concéntricos, y sostenidas en grandes pero estrechas y muy resaltadas fajas octagonas, que representan arcos encontrados y cruzados en lo alto; es visto de cuan gracioso y extraño efecto serán. Lo, mas notable de ellas es el arte con que el arquitecto escondió su verdadera solidez, porque de una parte representó estas bóvedas solo apoyadas en débiles fajas, y por otra no dió mas apoyo á estas que el de unas impóstitas en forma de repisas ó peanas, voladas al aire de trecho en trecho como á un tercio de altura de la pared interior. A estas peanas viene á morir, y al mismo tiempo de ellas nace y arranca, aquella muchedumbre de arcos, porque agrupados de tres en tres, y confundidos en uno, se van poco á poco levantando desde su raíz, y abriéndose y desplegándose de un lado al otro hasta cruzarse en el cenit de las bóvedas, para caer despues cerrando y reuniéndose hasta identificarlo sobre las repisas fronteras. Así es como el artista quiso representar estas bóvedas péndulas en el aire, y es fácil concebir cuan extraña y graciosa será su apariencia, y cuanto gusto y pericia supone la simétrica degradacion de estos arcos, que enlazándose por todas partes, y en todos sentidos entre tan desiguales muros, producen la mas elegante y caprichosa forma.

Las bóvedas de la galería alta siguen la misma degradacion en proporciones mas reducidas, pero mas notables aun; por que el arquitecto, constante siempre en su idea, en vez de apoyar sus fajas trinitarias, como pudo, sobre las columnas, haciéndolas morir en el frente que les presentaban sus capite, les, las dejó tambien péndulas sobre impóstitas ó peanas arrojadas al vano desde la espalda de las segundas dovelas de los arcos, á igual altura del muro medianero; y de este modo completó el caprichoso designio de agradar con la hermosura,

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