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y para esto era indispensable leer, meditar, hacer pruebas y experimentos, escribir y deliberar. Esto debió hacer la clase, y esto hizo en los primeros años.

Aun no habia salido de ellos, cuando el Consejo le cometió un objeto, para el cual se hubiera hallado muy insuficiente, si se hubiese descuidado de estudiarle con anticipacion. Habla del informe de la ley Agraria.

Descubrir las verdaderas causas del atraso de nuestra agricultura; hallar los medios mas convenientes para restablecerla; conciliar la libertad, sin la cual nada prospera, con las leyes, cuya intervencion hacian necesaria los abusos; hacer feliz la suerte de los colonos, sin ofender los sagrados derechos de la propiedad; convertir la cria de ganados, tan funesta al cultivo (67), en su mejoramiento y extension; batir de lleno la ignorancia; declarar la guerra á las preocupaciones nacidas de ella; y en una palabra, curar de raiz unos males envejecidos, nacidos con la constitucion, fortificados con las leyes, y que el tiempo habia hecho habituales y casi incurables: tal fué la empresa cometida á la clase por el Consejo en 1777.

¿Cuánto estudio, cuánta aplicacion, cuánta filosofía no eran necesarios para ilustrar un objeto tan importante y delicado! Es preciso hacer justicia al celo de los socios que se reunieron entonces para su desempeño. Parte del mismo año de 77, todo el siguiente de 78, y hasta abril de 79, se consagraron á esta ilustracion, que fué materia de un crecidísimo número de juntas extraordinarias, de conferencias, de disputas, de escritos, en que se esclarecieron muchos artículos de la legislacion agraria, y se adelantaron considerablemente los conocimientos de la clase.

Pero es preciso confesar, que la materia era todavía muy superior á ellos. Así, ó bien sea por el desmayo que esta conviccion debió producir, ó por alguna de las otras causas que suelen interrumpir semejantes trabajos, la clase suspendió estos para volverlos á continuar, como lo hizo en 81 y 82, de que dan testimonio muchas de nuestras actas.

Ni cesaron entre tanto las operaciones de la clase, dedicada simultáneamente á otros importantes objetos. Lo que trabajó, adelantó y escribió acerca de la extension de plantíos de árbo

les en las cercanías de la Corte, es ciertamente digno del mayor aprecio, y no lo son menos diferentes informes, pedidos por el Supremo Consejo, y no pocas memorias escritas sobre varias materias de su instituto.

No negarémos, que desde 82 á 84 se notó algun atraso en nuestros trabajos. Las juntas por aquellos años fueron muy poco numerosas, y los sócios, libres del único vínculo que los conservaba unidos, esto es, de la concurrencia semanal, contrajeron cierta tibieza, de que no pudo dejar de resentirse el despacho de los negocios.

Este es precisamente aquel estado de inercia y tabidez que tanto debilita estos cuerpos; el único que es capaz de acabarlos, y por lo mismo aquel al cual se debe hacer mas abiertamen te la guerra.

Pero en medio de él será siempre digno de alabanza el celo de unos pocos individuos, en quienes, por decirlo así, se reconcentró la vitalidad de la clase, los cuales, escribiendo varias memorias, y despachando los informes y censuras pedidas por el Consejo, lograron al menos paliar el mal, ya que no pudieron curarle del todo.

A ellos, á sus instancias y clamores se debe el nuevo espíritu con que la clase recobró sus tareas en 84. Desde entonces empezaron las juntas á ser mas concurridas; la aplicacion, el celo y la emulacion renacieron, y V. E. es buen testigo de 'que por aquel tiempo volvió á aparecer esta clase en las actas generales con el decoro que tan constantemente con

serva.

zon,

El expediente de la ley Agraria la empeñaba con nueva rano solo por el atraso en que estaba, ó por las nuevas instancias hechas por el Consejo, sino principalmente porque habia mostrado la experiencia que solo al favor de un nuevo y extraordinario esfuerzo pudiera ilustrarse completamente. Con este objeto pidió socorro á la Sociedad, asoció á sus trabajos á varias personas instruidas de otras clases, dividió la materia en artículos, encargó á cada uno la ilustracion separada de aquel en que tenia mayores conocimientos, y facilitó así el desempeño de una empresa, que dos veces habia abandonado como superior á sus esfuerzos.

Algunos individuos han ilustrado completamente su parte,

otros han asegurado á la clase que la presentarán muy luego, y todos trabajan actualmente en el desempeño de sus encargos. La extension del objeto en unos, su dificultad en otros, las frecuentes comisiones con que se distrae su comision á otros puntos, y sobre todo las ocupaciones ordinarias de la clase, y las públicas y domésticas de cada individuo, han retardado algun tanto la perfeccion de esta obra ; pero no han menguado la esperanza de que se consiga cumplidamente por el medio adoptado; y entonces la publicacion de sus trabajos dará un grande aumento al crédito de la clase y de la Sociedad.

Entre tanto se trabaja con ardor en la traduccion de Colu mela, que por ser el príncipe de los geopónicos latinos, y natural de nuestra España, tenia un doble derecho á que corriese en el idioma del dia. La clase, al mismo tiempo que hace en esto un servicio el mas señalado á la nacion, la va á vengar de la nota de perezosa, justamente fundada en el poco aprecio con que miró hasta ahora una obra tan excelente.

Estos trabajos y otros de que la Sociedad es el mejor testigo, debidos al ce lo de los individuos que actualmente, concurren á esta clase, son los mejores apologistas de su aplicacion y de su celo, y los defienden de la nota general con que se ha querido desairar á las Sociedades. ¿Y cuánto no tendria que añadir la clase si pudiese extender sus reflexiones á los, trabajos de las demas, cuya ilustracion y desvelo han fijado en ellas una de las épocas mas señaladas y gloriosas?

Es pues preciso confesar, que por nuestra parte no se conoce ningun mal, ni por lo mismo ninguna necesidad de remedio.

La clase hace al público todo el bien que puede; todo el que es proporcionado á sus facultades y á su constitucion, y todo aquel que debe esperar de ella el Gobierno: esto siente la clase, y esto cree que se debe informar al Consejo.

Mas no por eso piensa que serán frustrados los deseos del Gobierno, si volviendo por un instante la vista á estos cuerpos, se resuelve de una vez à sacar de ellos todo el fruto que pueden producir, cuando sean un objeto mas distinguido de su proteccion.

En esta parte debe responder la Sociedad con la mayor gra

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titud á la vigilancia del Consejo, y esponer á su superioridad con resolucion lo que juzgue conveniente para llevar á perfeccion estos establecimientos.

Bien conoce el Consejo, y aun lo indica en su órden, que el primer remedio será atraer á ellos las personas que puedan ayudar útilmente al buen desempeño de sus funciones. La clase cree que no serán necesarios grandes esfuerzos para conseguirlo; y aun puede decir, que nuestra Sociedad se ha anticipado á la insinuacion del Consejo, acordando el único medio que hay para llegar á este fin.

Lejos de hallar escaso el uúmero de los aspirantes al título de socios, la Sociedad ha creido que no convenia abrir indistintamente la puerta á todos ellos; que la muchedumbre cuando no funesta, èra á lo menos embarazosa; que un individuo inútil es comunmente perjudicial; y en fin, que el bien de la Sociedad crecerá siempre en razon de la aptitud de los socios. Estos principios la han hecho tomar recientemente las providencias mas oportunas, para asegurar buenas elecciones, y con esto ha hecho cuanto puede desear el Consejo.

Hay entre las gentes instruidas y célosas; hay entre los ver daderos amigos del pais cierta simpatía, por la cual recíprocamente se atraen y se buscan. Pudiera decirse que el patriotismo es una especie de imán que reune y casi identifica los espíritus en que se abriga. No hay que afanarse para atraer á nuestro seno las personas celosas é ilustradas; cuando la Sociedad se componga solamente de individuos de estas calidades todo está hecho: los que se les parezcan sentirán el magnetismo, y vendrán voluntariamente á unirse á ellos.

Parece que el Consejo desea para las sociedades personas arraigadas; y y ciertamente que ellas solas deberian componer estos cuerpos, si las facultades y las luces se hallasen mas generalmente hermanadas. Entonces las sociedades subsistirian por sí mismas; no tendrian que mendigar auxilios del Gobier no; serian mas independientes, y por lo mismo mas útiles. Pero la educacion general de nuestros propietarios, de cualquiera clase que sean, no permite todavía que fiemos esclusivamente á sus luces esta revolucion', que por otra parte van obrando insensiblemente las sociedades, aunque compuestas de personas heterogéneas de todas carreras, estados y condi

ciones. Por ahora debemos desear individuos celosos é ilustrados, y tomarlos de dó quiera que vengan.

Cuando las sociedades se compongan de tales individuos, una cosa será del todo necesaria para su prosperidad, y es la estimacion del Gobierno. El honor, alimento de las artes, segun la frase de Ciceron, es para estos cuerpos un verdadero principio de vitalidad. ¿Cuál será el estímulo de unos individuos, cuyas funciones del todo voluntarias, son tambien enteramente gratuitas, si el Gobierno no las honra con su aprecio y su confianza?

Cuando este aprecio no fuese necesario para recompensar á las sociedades, lo seria para curar las ideas de la nacion, don" de todavía su aplicacion y sus tareas logran muy corta estima. El público no podrá tenerlas en poco, cuando el Gobierno las honre y las distinga. Esto solo cambiará la opinion del público, y entonces ellas trabajarán por conservarla, y hacerse cada dia mas y mas dignas de su confianza y de la del Gobierno.

Debemos confesar que en esta parte el Supremo Consejo ha dado un ejemplo el mas apreciable y digno de su ilustracion; pero que ha sido poco imitado. Para los demas cuerpos de la magistratura, las sociedades apenas existen. ¡Cuántos tribunales de provincia, teniendo á la vista una sociedad, com puesta de personas celosas é instruidas, están malogrando su aplicacion y sus luces! Se piden informes acá y allá á personas que carecen de uno y otro, y sobre objetos que no entienden; y no se cuenta con las sociedades que estudian y trabajan continuamente sobre los mismos objetos. ¡Qué desaliento no debe resultar de esta indiferencia ! Qué pérdida para los mismos magistrados, á quienes está confiado el gobierno interior de España ! Qué atraso para el público, cuyos intereses están en sus manos!

Es verdad que el Gobierno las ha recomendado en general i mas esto no basta; es necesaria una recomendacion mas específica. Cuando las audiencias y chancillerías sepan que deben sy oir sus informes; cuando los fiscales del Rey, en calidad de defensores del público, los pidan é insten por ellos; cuando el Gobierno encargue á los presidentes, regentes, intendentes, subdelegados, ayuntamientos, juntas provinciales y de

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