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tenebrosos abismos ! Piedras, sales, betunes, metales..... Ah ! No os deslumbreis con la codicia de tantos tesoros; elegid los que son mas útiles é inocentes, y deteneos sobre todo en este admirable y abundantísimo fósil (52), que la Providencia descubrió en vuestros dias para colmar vuestra felicidad.

Ved aquí un objeto bien digno de vuestra particular aplicacion. La patria os llama á estudiarle y conocerle. No os desdeñeis de volver hácia él los ojos, por mas que os parezca humilde y grosero. Dentro de poco él solo servirá de recurso al abrigo, de auxilio á la industria, y de materia al comercio y á la navegacion de los Españoles. Vuestros hermanos derramados por las provincias de oriente y mediodía le desean y esperan de vosotros. Vendrá tambien un dia en que las demas naciones se hagan vuestras tributarias, y corran ansiosas á buscarle en nuestras orillas, ó le reciban de las naos que llevaren este consuelo á los helados habitantes de uno y otro polo. Entonces todo será en Asturias abundancia y felicidad. Entonces, mejorada vuestra agricultura, animadas vuestras artes, estendidos vuestro comercio y navegacion, os multiplicaréis como las arenas de vuestras playas, y la paz y la alegría morarán en medio de vosotros.

¡O dias venturosos! Dias de plenitud y de holganza y de gloria para los Asturianos! Dichosos aquellos que os alcanzaren, y que renovando la memoria aniversaria de este solemne dia, puedan celebrar su aparicion en el círculo de los años! Dichosos los que oyeren los cánticos de gratitud y alabanza que entonarán nuestros venideros al nombre y á la gloria del buen Rey, que domiciliando las ciencias en este suelo, abre hoy las fuentes de la felicidad que gozarán entonces! Entonces sus bendiciones renovarán tambien el tierno y venerable nombre del ministro patriota que preparó los caminos á su sabiduría, y le irán llevando de generacion en generacion á la mas remota posteridad. Y si en el entusiasmo del reconocimiento algun tierno recuerdo despertare la memoria de los débiles esfuerzos de mi celo, de este celo de vuestro bien que ahora me consume, entonces mis yertas cenizas, que no reposarán lejos de vosotros, recibiendo el único premio que pudo anhelar mi corazon, os predicarán todavía desde el sepulcro que estudieis continuamente la naturaleza, que solo busqueis en ella las ver

dades útiles, y que consagreis toda vuestra aplicacion, toda vuestra sabiduría, todo vuestro celo al bien de vuestra patria y al consuelo del género humano (53).

ORACION

De la Real Academia Española al Señor Dọn Cárlos III con motivo del feliz nacimiento de sus nietos los dos Infantes Don Carlos y Don Felipe (54).

SEÑOR:

LA Academia Española llega á los pies de V. M. llena de extraordinario júbilo á tributarle el mas espresivo parabien por el feliz nacimiento de los dos infantes Cárlos y Felipe.

Muchas veces ha interrumpido las tareas de su Instituto para unir sus voces con las aclamaciones públicas, y manifestar á V. M. cuanto se complace en ver premiadas sus virtudes con los prósperos acaecimientos que hacen feliz y glorioso su reinado; pero el que ahora la acerca al trono, es tanto mas dig. no de celebrarse extraordinariamente, cuanto es mas impor tante, singular' y oportuno.

y

Poco tiempo ha que el pueblo español, libre ya de los males de una forzosa guerra, celebraba alborozado los dias de gloria de ventura con que le habia favorecido el cielo. Puestos los ojos en la augusta persona de V. M., miraba su frente adornada con los nuevos laureles, que le ciñó la victoria en el Mediterráneo y en la América, llevando en una mano el símbolo de la paz, que acababa de dar al mundo, y abriendo con la otra los tesoros de su generosidad, para derramarlos sobre los que con su valor y esfuerzo habian contribuido á sus triunfos.

La duracion de estos bienes parecia firmemente afianzada en la constante y vigorosa salud de V. M., en la robusta persona del Príncipe de Asturias, en la preciosa y floreciente vida del infante Carlos Eusebio, y en las nuevas señales de fecundidad que ya se reconocian en su augusta madre. Todo era entonces júbilo y alegría, todo favorable á la conservacion y esplendor de la Real Familia, todo conforme á los deseos y á las esperan

zas de la nacion, y todo, en fin, presentaba una perspectiva de felicidad, cuyos lejos se perdian en los últimos términos del mundo y de los tiempos.

La muerte cambió de repente esta agradable y lisonjera perspectiva en una triste escena de dolor y sentimiento, llenó de susto los pechos españoles, consternó á los augustos Príncipes de Asturias, y turbó tambien el generoso y magnánimo corazon de V. M.

Pero mientras la nacion, entregada á los estremos de tan grave dolor, publicaba con su tristeza que la muerte del Real nieto de V. M. habia frustrado las esperanzas de la Patria y del Estado, contemplaba la Academia, fijos siempre los ojos en el trono, la sublime y ejemplar constancia, con que V. M. y su amado Primogénito supieron tolerar aquel acerbo golpe, y llena de admiracion y de consuelo, concebia la mas firme es, peranza de que alguna grande y saludable recompensa estaba reservada por el Omnipotente para premio de resignacion tan grande y tan heróica.

No fueron vanos estos presentimientos: á aquel profundo y terrible dolor siguió muy luego un general consuelo y alegría. Los dos nietos gemelos que el cielo ha concedido á V. M., ambos varones é iguales en robustez, gracia y hermosura, ofrecen un espectáculo admirable, nuevo del todo, y sin ejemplo en la Real Familia. Pero la singular circunstancia de haberlos dado la Providencia en lugar de otros dos que nos fueron dolorosamente arrebatados; la de haber nacido en el seno de la paz mas gloriosa que ha firmado España en muchos siglos; la de haber sido concedidos al justo anhelo de V. M., á las tiernas ansias de su augusto Primogénito, á los ardientes ruegos de toda la nacion, y á la necesidad misma del Estado: califican este don por uno de aquellos mas sublimes y extraordinarios, con que el cielo suele premiar las grandes virtudes de los monarcas justos, y muestra la particular proteccion que dispensa á los pueblos que les confia.

Pero cuando habla la Academia de tan singular beneficio, ¿podrá dejar de hacer la mas grata memoria de la augusta Princesa por quien España le disfruta? De una Princesa, que es el encanto de la nacion por el torrente de gracias que el cie lo ha derramado sobre su amable persona, y por la maravillo

sa fecundidad con que nos asegura y multiplica los apoyos de trono, y con ellos la pública felicidad, afianzada en una serie no interrumpida de herederos descendientes de la esclarecida sangre de Borbon en la Real Casa de España? Este era entonces el objeto de los votos públicos, y es ahora la prenda mas segura de nuestra verdadera prosperidad, que principalmente consiste en los estrechos lazos que unen los ánimos de los Príncipes con aquellos á cuyo carácter, ejemplos y costumbres se conforma su educacion.

En efecto, de quién esperarán mejor los Españoles el ta lento y las virtudes necesarias para gobernarlos, que de un Príncipe que desciende de V. M., nacido de su mismo Primogénito, y unido íntimamente á los que ha de gobernar algun dia por el trato, por el amor, por el reconocimiento, y por todos los vínculos que las leyes, la religion y la naturaleza hacen tan fuertes y tan sagrados?

La Academia, á quien la contemplacion de tantos bienes como acompañan á este grande suceso arrebata á un éxtasis de inesplicable alegría, se atreve á vaticinar sin recelo, que en los Infantes se verán copiadas con el tiempo las virtudes de sus gloriosos ascendientes. Llena del dulce entusiasmo que inspira el júbilo, y fijando su atencion en el que la Providencia destina para el trono, se deleita al contemplar desde ahora aquellos afortunados dias, en que brillando en su persona la pie. dad de un San Fernando, la sabiduría de un Alonso X, la prudencia de un Fernando el Católico, el valor invencible de un Cárlos I, la magnanimidad de un Felipe V, el celo, la religion y la justicia de un Cárlos III, será el ídolo, la gloria y delicia de toda la nacion. Hijo de un Príncipe, que unido á la suerte de sus pueblos por sus derechos al trono, y por el amor que les profesa, se une mucho mas á ellos por el empeño con que se dedica á aprender de V. M. el sublime arte de reinar, y nieto de un Monarca, en cuyo Gobierno tanto se han mejorado la legislacion y las ciencias, tanto se han perfeccionado la literatura y las artes, tanto se han aumentado la poblacion, la riqueza y el lustre de la Monarquía; ¿qué no deberá esperar el pueblo, que le ha visto nacer en medio de tan ventajosas circunstancias, para fijar su destino y perpetuar sus felicidades?

La Academia, Señor, pone su consideracion con tanto mas gusto en aquellos dichosos tiempos, cuanto los mira como la época mas proporcionada para el ejercicio de los talentos que cultiva. Entonces llena de majestad y energía la lengua castellana, de vigor y hermosura la elocuencia, de armonía y suavidad la poesía, se ocupará gustosa en levantar hasta el cielo la gloria del trono y de la nacion, y en celebrar las dichas destinadas por la Providencia á la posteridad, en premio de las heróicas virtudes del grande, del justo, del magnánimo Cárlos III.

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Pronunciada en la Sociedad Económica de Madrid con motivo de la distribucion de premios (55). yng, et

SEÑORES:

.:9

ESTE dia que una órden emanada del trono señaló á la So ciedad como el mas oportuno para recompensar la aplicacion y el mérito, debe ser por muchos títulos fausto y solemne pa, ra los amigos de Madrid. Siglos ha que la Iglesia le tiene consagrado á la piadosa memoria del Santo tutelar de esta gran villa, de aquel venerable madrileño que supo santificar el ejercicio de la vida rústica con el de todas las virtudes civiles y evangélicas. Ahora nuestro augusto Fundador, movido del mismo impulso, establece en él un aniversario de piedad y beneficicencia pública, para que con el ejercicio de estas prove, chosas virtudes se santifique tambien nuestro patriótico Instituto.

¡Cuán grande, cuán augusta es la obligación que esta circunstancia nos impone! La Sociedad se har desvelado por desempeñarla cumplidamente, y ojalá que el objeto hubiese correspondido á sus intenciones!

(

Una terrible plaga, tan antigua como el mundo, y que de tiempo en tiempo le aflige y le destruye en alguna de sus regiones, habia desolado en los años anteriores los campos de esta provincia, ahogando en ellos antes de sazon la fortuna y esperanzas de nuestros aldeanos. Lleno de sabia prevision

las

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