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à penetrar la justicia humana de lo ineficaz de sus disposiciones para el esclarecimiento de la razon y de la verdad, y por consecuencia de la necesidad de buscar medios que clara y palpablemente manifestaran quien era el inocente y quien el criminal, con lo que se conseguiria la justa aplicacion del condigno castigo á quien lo mereciera y el escarmiento de los demas que es el fruto que debe esperarse. Asi pues, cuando un crimen ofrecia algunas dudas apelaban á la intervencion visible y material de la divinidad para que milagrosamente indicase al culpable á quien las leyes debian castigar. Con este motivo inventaron las horrorosas pruebas que vamos á describir y creian firmemente que su éxito era la señal fija y segura por donde Dios declaraba su voluntad manifestando al delicuente.

La primera prueba y tambien la mas sigular de todas se ejectaba de este modo. Obligábase al acnsado á ayunar por espacio de tres dias á pan y agua, oia misa y recibia la sagrada comunion conduciéndole despues à una iglesia que era el sitio elegido donde se efectuaba. Dábasele ȧ beber agua bendita y seguidamente se le hacia tomar una barra de hierro mas o menos hecha ascua segun la gravedad del delito de que se le acusaba; y cogiéndola repetidas veces la llevaba mayor ó menor distancia segun la intensidad de la sentencia y mientras que los sacerdotes estaban en oracion. Otras veces en vez de esto se les castigaba haciéndoles introducir la mano en una manopla de hierro ardiendo ó se les obligaba á caminar sobre barras de hierro candente y con

los pies desnudos. Hecho esto cubríanle el pie ó mano con un saco perfecta y fuertemente ajustado sellándole esteriormente los jueces y la parte contraria. Permanecia de este modo el reo por tres dias, á cuyo tiempo se habria dicho saco y sino se observaba ninguna herida ó era esta insignificante, pretendíase entonces era inocente el penado, pero si sucedia al contrario no se dudaba un instante del crimén del acusado; se le entregaba al brazo secular y se le castigaba sin otra forma de proceso.

La prueba del agua hirviendo consistia en llenar de ella una vasija, hacer al criminal que introdujera su brazo desnudo hasta el fondo, de donde debia sacar una llave; vendársele después y hacer la misma operacion á los tres dias con los mismos resultados. Haciase tambien (y esta se practicaba generalmente con las clases bajas del pueblo) atando al acusado la mano derecha á su pie izquierdo y la mano izquierda á su pie derecho, y despues de haber rezado varias oraciones se le arrojaba á un estanque de agua en la inteligencia de que hundiéndose (cosa por cierto muy natural) era declarado inocente porque decian que «el agua le habia admitido en su seno.» Esta prueba es invencion del pontifice Eugenio II. En otras partes solíase poner al acusado y acusador delante de una cruz cada uno, con los brazos levantados en alto, y aquel que se sostenia menos tiempo en esa dificil postura y los dejaba caer antes se reputaba culpado.

La prueba del juramento, vulgarmente llamada purgacion canónica, consistia en jurar la verdad de

una cosa con la mano sobre un sepulcro ó sobre unas santas reliquias o el evangelio: en tirar tambien al aire unas cuantas espigas, poniendo al cielo por testigo de su inocencia, y en presentar últimamente el acusado doce testigos que jurasen lo mismo que él. Hecha una de estas ceremonias, era declarado absuelto y sujeto tan solo á la justicia divina si hubiere sido perjuro.

La prueba del duelo se verificaba por medio de un combate entre el acusado y acusador ó entre dos campeones que lo hacian á su nombre y aceptaban toda la responsabilidad de sus representantes. Este combate le hacian los nobles á caballo y con espadas, y los villanos á pie y con garrotes. Si la victoria se declaraba en favor del acusado, el acusador y su campeon, ó sea el que le representaba, recibian el castigo que sus acusaciones, reputadas ya calumniosas, querian hacer recaer sobre un inocente, y al contrario si era vencido el acusado, en cuyo caso sufria con su defensor la pena señalada al crimen que denunciaba la acusacion. Haciase asi porque se creia sencillamente que Dios se pronunciaba por el inocente, desconociendo que el mas fuerte ó el mas diestro habia de vencer. Si la victoria no se decidia por ninguna parte y el combate duraba hasta la noche, entonces por el mero hecho de no haber sido vencido el acusado, era declarado culpable y castigado el acusador. El cargo de campeon ó defensor era como vemos, bastante arriesgado, pero no obligatorio, sino solo en ciertas circunstancias á los vasallos en favor de sus señores, siendo lo mas fre

cuente el que este padrinazgo lo tomasen algunos mercenarios, siempre que la retribucion fuere buena. Todos podian ser admitidos por campeones escepto los parricidas.

A mas de las pruebas indicadas, han estado en uso en diferentes paises otras varias no menos crueJes é inhumanas. Enumeraremos algunas, porque si bien repugnantes á los buenos sentimientos, son seguramente curiosas y estrañas. La prueba de la tortura ha sido una de las mas admitidas en Europa hasta por los hombres mas sabios y entendidos que la han mirado como un hecho al que ninguna objecion habia que hacer. Por lo que hace á nuestra España, no ha sido la crueldad tan llevada al estremo como en otros puntos: ha habido entre nosotros mas moderacion, mas caridad, mas religion. Prohibíase primeramente el uso de tormentos que espusiesen á una muerte segura al acusado ó le inutilizaran algunos de sus miembros y para que esta prohibicion tuviera exacto cumplimiento se señalaban las siguientes penas á los jueces en caso de contravencion.

Si el castigado moria ó recibia un daño considerable y era ingénuo, se privaba al juez de la libertad y de la posesion de sus bienes: si era esclavo tenia el juez que comprar otro que supliera á aquel, entregándosele á su señor y en caso de carecer de medios para comprarle, debia entregarse él mismo en esclavitud; si era liberto debia pagar al patrono 200 ó 400 ducados segun era mayor ó menor su disposicion. Los acusadores estaban sujetos

à estas mismas penas en el caso de que por solicitud suya se hubiere atormentado al reo no siendoles esta recibida á no ser cristianos. Ultimamente, no todos los delitos se averiguaban por medio de la tortura, si no aquellos cuya gravedad importaba mucho corregir. Por lo tanto habia ciertas reglas especiales que indicaban quienes la debian padecer. El noble solo por delitos capitales: los ingenuos cuando la causa se estimare en mil escudos, los libertos llamados bonos cuando en 500, los inferiores en 200 y los esclavos por mucho menos F.. J. lib. 6 tit. 1 ley 20 lib. 7 titulo 1. ley 1. libro 12 tit. 2 Fey 9.

Aplicábase la tortura en la China á los pies y manos: para aplicarla á aquellos se usaba un instrumento compuesto de tres trozos cruzados de madera, fijo el uno y movibles los otros dos; introduciase el pie en esta maquina apretando de tal modo que se llegaba á aplastar el tobillo; la tortura de las manos se ejecutaba poniendo cierto número de maderitos pequeños entre los dedos, despues se las liaban con cuerdas y esforzandolas gradualmente se llegaba á producir un crujido de huesos.

Los árabes usan de estas pruebas en las acusaciones de asesinato, y para justificarse el iniciado debia lamer uno de los cucharones de hierro que emplea este pueblo para tostar el café y que el cadi hace enrojecer al fuego. Si despues de la prueba queda la lengua ilesa, se declara inocente al acusado debiendo darle al acusador un camello como re

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