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cio Domicio, el anciano Quinto Cecilio Metelo, y el gran Gneo Pompeyo, todos enviados de Sila. No contentos los hados con que el suelo español hubiese sufrido por dilatados años tan sangrientas lides, le reservaban aun la terrible guerra civil movida entre Cesar y Pompeyo, que finalizó con la muerte del último y la derrota de sus dos hijos. Julio Cesar triunfó, pero solo un año saboreó las delicias de sus victórias, pues en el de 41 antes de Jesucristo, Junio Bruto, y Casio le privaron de la vida á puñaladas en medio del Senado. Con su muerte cupo la España á su sobrino Octaviano llamado despues Augusto. En esta época aun dio España pruebas de amar la libertad, aun aspiraba á sacudir el yugo que la fuerza la impusiera; la presencia del mismo Augusto con numerosas fuerzas fue necesaria para sujetar á Cantabria, Asturias y Galicia, con lo que España quedó enteramente humillada á la afortunada Roma.

Todo lo que brevemente hemos dicho, nos convence de que España fué el teatro de contínuas guerras, y que las páginas de la historia de la dominacion romana si bien escritas con sangre, tambien revelan ejemplos de heroismo y valor inimitables. Los mas famosos capitanes que Roma produjo, los cuatro Scipiones, Gneo Pompeyo, Julio César y Augusto, las mas poderosas fuerzas y sesenta y siete años de una guerra continuada pudieron solo hacer sucumbir la libertad española: en ninguna otra conquista se emplearon tantos y tan poderosos ejércitos; ninguna nacion contó en su seno una ciudad que

cual Numancia fuese apellidada en pleno senado terror del imperio.

III. Los romanos para mejor asegurar su conquista, hicieron varias divisiones de la España, debiendo en este punto distinguirse el tiempo que duró la república, de la época en que los emperadores tuvieron las riendas del gobierno. El crítico Masdeu dice, que en tiempo de los dos procónsules Gneo Cornelio Lentulo y Lucio Stertinio, hacia el año 199 (segun otros 195 antes de J. C. y 553 de la fundacion de Roma) tuvo lugar segun se cree la division de España en citerior y ulterior, sirviendo á los principios el rio Ebro de línea divisoria, distincion que traia ya su origen de la época en que Roma disputaba á los cartaginenses la dominacion de la península. Cuando Publio Cornelio Scipion marchó á Italia, dejó nombrados dos procónsules que cuidasen de los cuarteles principales de Cartajena y Tarragona. El senado romano siguió despues esta costumbre que adolecia de bastantes inconvenientes, pues los procónsules en un pais tan distante de Roma se hicieron despóticos en demasía. El gobierno de la España citerior tocó á Léntulo, y el de la ulterior á Stertinio. Hemos dicho que la derecha é izquierda del Ebro era la línea divisoria, de lo que vino á resultar una particion bastante desigual, que despues fué reformada, quitando ciudades á una provincia para agregarlas á la otra; de este modo vino áresultar una division casi igual. Asi pues, á la España citerior pertenecian Murcia, Valencia, Cataluña, Aragon, Navarra, Vizcaya, Asturias y las dos Cas

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tillas casi todas, con una parte del reino de Leon. La ulterior la componian el resto de Leon, Galicia, Portugal, Estremadura, los Algarbes, Andalucia y Granada. Tal fué la division de España en tiempo de la república.

IV. El emperador Cayo Julio César Octaviano conocido con el titulo de Augusto, dividió la España en tres provincias, hácia el año 27 antes de J. C. para cuya division atendió á los tres pueblos mas célebres y numerosos que habia, los celtiberos, portugueses, y andaluces, estableciendo otras tantas provincias con los nombres de Tarraconense, Lusitana y Bética, quedándose con las dos primeras, y dando la tercera al Senado. En época posterior Flavio Constantino por renombre el Grande, tan célebre en la historia por su amor al cristianismo, habiendo imperado 31 años, dividió toda la España en seis provincias la Tarraconense, la Cartaginense, la Galiciana, la Lusitana, la Bética y la Tingitana. Se duda si en tiempo de Teodosio el Magno, ó bien en el de alguno de sus hijos, fué cuando se formó una sétima provincia de las Islas Baleares, que hasta entonces habian sido dependientes de la Cartaginense.

V. El imperio romano se dividió tambien en imperio de Oriente y de Occidente; este en los últimos tiempos de la dominacion romana en España se hallaba subdivido en dos prefecturas, la de las Galias y la de Italia, teniendo cada una á su frente un prefeeto. La de las Galias se dividia en tres diócesis; diócesis de las Galias, diócesis de España y de la Gran Bretaña; á la cabeza de cada una

se hallaba en vice-prefecto, y un gobernador en cada una de sus provincias.

VI. Tambien se hacian distinciones en las ciudades, pues las habia confederadas, que se gobernaban por sí mismas y en rigor no eran súbditas sino solo amigas de los romanos; de estas habia muy corto número. Despues seguian las inmunes ó libres, que estaban exentas de pagar tributos, y á estas seguian las estipendiarias que los satisfacian. Se conocian igualmente otras diferencias de honor, pues asi como en Italia habia tres suertes de ciudadanos, asi tambien entre las ciudades de España, segun los varios privilejios que obtuvieron desde sus principios, habia algunas que gozaban de derecho romano, otras del latino, y otras del itálico, consistiendo este último en ser administradas como las de Italia, concediendo ademas este derecho la propiedad quiritaria del terreno, la excepcion de los impuestos, y la facultad de la mancipacion, usucapion y vindicacion.

CAPITULO II.

1. España se hizo provincia romana, cuando admitió las leyes y ritos de esta.

II. Principales dignidades.

III. Diferentes títulos con que fueron conocidos los gobernadores de provincia.

IV. Atribuciones de los gobernadores.

V. Direccion de los negocios municipales.

VI. Decemviros.

VII. Prefectos.

VIII. Censores.

IX. Defensores

X. La poblacion se componia de cuatro clases. Senadores.

XI. Decuriones ó curiales.

XII. Personas que constituian la curia y sus obliga

ciones.

XIII. Privilegios que gozaban.

XIV. Epoca en que se suprimió semejante institucion. XV. De la clase de plebeyos.

XVI. De los esclavos.

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