Imágenes de página
PDF
ePub

se redació en términos tan ambíguos, que solia decir el presidente Richardott que él mismo no le entendia. El confesor Brizuela por su parte logró disipar los escrúpulos que el rey ó aparentaba ó tenia, especialmente en lo que se referia al punto de religion, ó mejor diremos, consiguió del duque de Lerma, que era el verdadero depositario de la autoridad real, la aprobacion de lo que de allá venia propuesto.

Ajustado pues y convenido todo al cabo de tanto tiempo y de tantas dificultades, vueltos los padres Ney y Brizuela á los Paises Bajos, y dada cuenta de todo á las Provincias por los compromisarios tratadores, se quiso dar al convenio toda la solemnidad posible. A este fin se congregó la grande asamblea de los Estados en Bergh -op-Zoom, donde es fama se reunieron hasta ochocientos diputados, y se aprobó y firmó el tratado por ambas partes el 9 de abril (1609), debiendo ratificarle, como lo hizo, el rey de España dentro del término de tres meses.

El tratado comprendia treinta y ocho artículos, de los cuales los principales eran: que los archiduques, en su nombre y en el del rey de España, pactaban con los Estados generales de las Provincias Unidas, como con provincias y estados libres, sobre los cuales nada tenian que pretender: que se estipulaba entre unos y otros una tregua de doce años, cesando mientras durase todo acto de hostilidad por mar y por tierra en todas sus respectivas posesiones y señoríos

sin escepcion: que cada cual retendria las provincias, ciudades y plazas que al presente poseia: que los habitantes de unos y otros paises podrian entrar y salir y morar indistintamente los unos en los de los otros, y comerciar libre y seguramente por tierra y por mar, pero solamente en las provincias, paises y señoríos que el rey de España tenia en Europa. Los demas capítulos se referian á intereses mas secundarios (4).

Tal fué el célebre tratado de la tregua de doce años, que volvió á aquellos paises el reposo despues de cerca de medio siglo de funestas alteraciones y costosísimas guerras; que aseguró la independencia de la república de las Provincias; pero en que España, descendiendo á pactar como de potencia á potencia con unos pocos súbditos rebeldes, dejándose imponer de ellos humillantes condiciones, dió por perdidos los sacrificios de hombres y de tesoros de mas de cuarenta años, y puso de manifiesto á los ojos del mundo la flaqueza á que habia venido y la impotenc ia en que iba cayendo.

(1) El cardenal Bentivoglio dedica todo el libro VIII. y último de su Historia de las Guerras de Flandes á la relacion de todo lo que aconteció en estas negociaciones hasta el tratado definitivo, del cual hizo ademas una historia separa

da.-Van Meteren, Historia de los Paises Bajos, cap. 26.-Archivo de Simancas, Estado, Serie 4.a legajo n.o 2637.-Recueil des Traités, Ambercs, 1700: con las Observaciones de Amelot de la Houssaie.

CAPITULO IV.

LA EXPULSION DE LOS MORISCOS.

De 1598 á 1610.

Corsarios berberiscos y turcos.-Choques contínuos de las naves españolas con ellos.-Empresas navales de España é Italia contra Africa y Turquía.-Embajada al shah de Persia.-Alianza de Felipe III. con el rey del Cuco.-Sentidas quejas y enérgicas reclamaciones de éste. -Relaciones secretas de los moriscos de Valencia con los berberiscos y turcos.-Conjuraciones y planes que se les atribuian.-Situacion de los moriscos de España.-Proyectos de expulsion en el anterior reinado.-Sermon profético.-Fogosa representacion del arzobispo de Valencia á Felipe III. pidiendo la expulsion total de los moriscos.-Inteligencias de estos con los franceses.-Segundo y mas fuerte papel del arzobispo Ribera al rey.-Singular acusacion que hacia á los cristianos nuevos.-Laboriosidad, economía, carácter y costumbres de los moriscos.-Interésanse por ellos los nobles de Valencia.-Congreso de prelados y teólogos para tratar de su conversion. Consejo del duque de Lerma al rey.-Decreta Felipe III. la expulsion de todos los moriscos del reino.-Grandes preparativos por mar y tierra para su ejecucion.-Edicto real para la expulsion de los moriscos valencianos.-Bando del virey.-Principia el embarque.-Excesos que con ellos se cometen.-Resiéntense los de algunos valles y sierras, y nombran su rey.-Guerra de algunos meses.-Derrota de los moriscos, suplicio del titulado rey, y expulsion definitiva de los de Valencia.-Bando para la expulsion de los de Andalucía y Murcia.-Emigran unos, y son embarcados otros.-Edicto para los de Aragon. -Memorial de los diputados del reino en su favor desestimado por el rey.-Salen á diferentes puntos.-Malos tra

tamientos que sufren.-Edicto para los de Cataluña.-Idem para los de Castilla y Estremadura.-Complétase la expulsion.-Consecuencias y males que empezaron á sentirse.-Juicio del autor sobre esta providencia.-Como medida económica.-Como medida religiosa. -Como medida política.

Con el tratado de Vervins de 1598, con el de Londres de 1604, y con el de la tregua ajustada en abril de 1609, habia ido comprando España, con mas ó menos sacrificio de su honra nacional, la paz con Francia, con Inglaterra y con las Provincias Unidas de Flandes, las tres guerras que le habian consumido sus hombres, agotado sus tesoros y robado sus brazos á la agricultura, al comercio y á las artes. Quedábale ja guerra con los berberiscos y los turcos, en que distraia sus fuerzas, parte por necesidad, parte por el espíritu, de tantos siglos heredado, de buscar y combatir do quiera que estuviesen los enemigos de su religion.

Indicamos ya en otro capítulo que los corsarios berberiscos infestaban de tal modo nuestras costas del Mediterráneo, y habian infundido tal terror en los pueblos del litoral, que apenas se atrevia á salir un bagél español de nuestros puertos, costaba velar dia y noche para librarse de tan feroces enemigos, y nuestras galeras tenian que emplearse asíduamente en rechazarlos y limpiar de ellos los mares, y no pocas veces se hacian formales espediciones y se enviaban numerosas fuerzas navales á los puertos de la costa ber

y

berisca. Entre ellas fué una de las mas notables la que en 1601 hizo el almirante genovés Juan Andrea Doria saliendo de los puertos de Sicilia con setenta galeras diez mil hombres de desembarco genoveses y españoles, con los cuales se puso en poco tiempo á la vista de Argel. Pero la detencion de un dia en atacar la ciudad, entonces casi indefensa por la ausencia de los piratas, y una tempestad que se levantó y maltrató la flota y la obligó á retirarse á Mallorca y Barcelona, fueron la causa de que se malográra aquella costosa empresa. El rey y el de Lerma sintieron mucho el resultado infructuoso de una espedicion en que habian mostrado el mayor interés, y fundado lisongeras esperanzas. No dejaron de hacerse cargos al príncipe Doria, y se creyó, ó que el rey le retiraria el mando de la armada, ó que él le renunciaría, bien que ni uro ni otro se verificó entonces (").

Queriendo al mismo tiempo abatir el poder del Turco, despachó Felipe III. una embajada al rey de Persia, compuesta de tres religiosos agustinos, varones de virtud y santidad, para persuadirle que hiciera la guerra al Sultan de Turquía, ofreciendo que él la haria tambien por Europa y por Africa. La embajada surtió el efecto que se apetecía (1602). El Persa declaró la guerra al gran Turco, y se la hizo á sangre y fuego, respondiendo con obras, como él decía, á lo que

(1) Malvezzi, Historia de Felipe III.-Vivanco, Historia MS.

lib. I.-Luis Cabrera, Relaciones inéditas, A. 4601.

« AnteriorContinuar »