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A. C. vieron llegar los Moros, tornaron fuyendo contra la mar, coy13.31. dandose acoger á los navios, et á las barcas, et eran arredradas, et ahogaronse de aquellos muchos en la mar: et los Moros llegaron á pelear con Ruy Lopez, et con Fernan Yañes, et con esos pocos que avian fincado con ellos. Et como quie. 5 ra que estos caballeros eran ardidos, et de firmes corazones, peleaban muy sin miedo; pero tenian tan poca compaña consigo, et los Moros eran tantos, que los non podieron sofrir, et mataron en esta pelea aquellos dos caballeros Ruy Lopez et Fernan Yañes, et todos los que avian fincado con ellos. 10 Et venida la noche, los que fuyeron al monte, que fuyeron al monte, fincaron y. Et la estoria contará agora de las otras cosas en qual manera pa

saron.

CAPITULO CXXI.

DE COMO EL REY DON ALFONSO ENVIÓ acorrer á los que avien quedado en la isla.

O

Vo el Rey muy grand pesar, et todos los que estaban con él en la hueste, por este mal et daño que acaesció 15 á los que pasaron á la isla, et por aquellas gentes que estaban encima del monte, et los non podian acorrer. Otrosí el Rey et todos los de la su hueste eran en grand quexa por mengua de viandas: ca lo que avian traido por la tierra, avianlo gastado et comido; et de las viandas que cada unos avian 20 cargado para traer sobre mar, non les venia ninguna cosa. Et por esto el Rey mandó en ese dia en la tarde llamar todos los que eran allí con él para aver consejo con ellos, et dixoles, que catasen manera como acorriesen otro dia á aquellos Christianos que estaban en el monte; ca pues los otros mo- 25 rieran en la pelea et en la mar, que non era bien dexar aquellos perescer en poder de los Moros. Et oida la razon que el Rey les dixo, cada unos dellos dixieronle, que en la hueste non avia vianda que podiese otro dia abastar á las gentes de la hueste, nin á los caballos: et si allí fincasen otro dia, que 30 non ternian vianda para un dia con que podiesen de allí salir; ca lo de la mar non les venia: et asi que era mejor que otro dia el Rey se fuese con su hueste, et los Christianos que es

ta

taban en el monte, fincasen en la ventura que Dios les quisiese A. C. dar, ante que non fallescer la vianda á toda la hueste, et que 1331. non podiesen dar consejo á sí mesmos, nin acorrer á los otros que estaban en el monte de Gibraltar : et por esto acordaron 5 que otro dia en la mañana se fuesen dende el Rey con toda su hueste. Et otro dia en amanesciendo todos los del real cogieron sus tiendas: et el Rey mandó á los de la hueste que fuesen ordenadamiente cada unos de ellos en la delantera, et en las costaneras, et en la zaga, segun que avian venido: et 10 movieron asi todos de cerca de Gibraltar dó tenian puesto su real. Et yendo la hueste su camino, et seyendo redrados una legua de Gibraltar, algunos caballeros de la mesnada del Rey que venian con él, señaladamiente Sancho Sanchez de Roxas, que era su Ballestero mayor, et otros, veyendo de como el 15 Rey iba muy quexado por los Christianos que fincaban en el monte de Gibraltar en poder de los Moros, que eran mas de mill et quinientas personas, pedieronle merced que toviese por bien de mandar tornar la hueste, et que fincasen allí aquel dia, porque podiesen sacar de allí aquellos Christianos: 20 et que fiuza avian en Dios que los acorreria con alguna vianda, porque el Rey podiese allí estar fasta que cobrase la villa; et si vianda non les veniese, que otro dia bien podrian salir fasta Alcalá de los Gazules, que era el primer logar de los Christianos. Et estando el Rey et su hueste detenidos de an25 dar por esta razon, et estando en consejo sobre esto, quiso Dios acorrerlos, et asomó por la mar una vela de los navios que eran cargados de vianda para traer allí; et luego á poca de hora paresció otra vela. Et estando el Rey en su fabla sobre aquella razon, parescieron otras seis velas que venian de 30 contra Tarifa, et avian el viento derecho, et andaban mucho. Et el Rey et los de la hueste, desque vieron que Dios los acor ria con viandas, tornaron todos, et asentaron los reales donde antes estaban. Et ante que los reales fuesen sentados, llegaron aquellos ocho navios que primero avian visto: et otrosí 35 aparecieron que venian por la mar todos los otros navios en que los de la hueste avian cargado sus viandas, et avian tan buen viento que todos y llegaron en aquel dia. Et desque el Rey vió que los reales eran asentados, et las viandas venidas,

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A. C. mandó llamar los ricos-omes, et los Maestres, et los caballe1331. ros para acordar con ellos como acorriesen aquellos Christia

nos que estaban encima del monte. Et desque fueron yunta-
dos, acordaron que otro dia pasasen á la isla Don Jayme de
Xérica, et con él Garcilaso de la Vega, et Gonzalo Ruiz su
5
hermano, et Sancho Sanchez de Roxas, et otros caballeros
vasallos del Rey, et de sus fijos, et los que Don Jayme pe-
dió al Rey que fuesen con él, et que pasasen sus caballos :
et mandóles dar pieza de ballesteros que fuesen con ellos. Et
el acuerdo avido, comenzaron luego la obra, et mandaron lle- 10
gar á la costa de la mar cerca del real todos los bateles de las
naves que y estaban, et metieron en ellos todos los mas ca-
ballos que podieron. Et Don Jayme, et Garcilaso, et los otros
caballeros et ballesteros entraron otrosí en los barcos que non
eran para levar caballos, et fueron por la mar fasta que llega- 15
ron aquellos logares por dó avian de entrar á la isla. Et luego
que llegaron, salieron á la tierra Garcilaso et Gonzalo Ruiz,
et Sancho Sanchez de Roxas, et otros caballeros et escuderos
sus parientes. Et los Moros quisieran venir á ellos ante que
los otros saliesen de la mar; mas ellos estidieron bien firmes, 20
et los ballesteros que estaban en los navios tomaron luego tier-
ra la mayor parte dellos, et pararon con aquellos caballeros
lanzando saetas á los Moros. Et otrosí Don Jayme, et todas
las otras gentes que iban con él tomaron tierra, et estidieron
quedos fasta que ovieron sacados los caballos de la mar. Et des- 25
que tovieron fuera los caballos, subieron en ellos, et tomaron
las gentes de pie et los ballesteros consigo, et movieron con-
tra los Moros de Gibraltar que estaban en la isla. Et los Mo-
ros, desque los vieron venir asi juntos et acaudillados, non los
quisieron esperar, et fueronse todos para la villa. Et entonces 30
Don Jayme, et Garcilaso, et Gonzalo Ruiz, et Sancho San-
chez, et los caballeros quel Rey avia enviado con ellos, fue-
ron asentar su real, et poner sus tiendas al pie del monte en
la tierra bermeja; et los Christianos que estaban encima del
monte venieron luego á aquel real. Et el Rey envió luego á 35
Don Jayme et á Garcilaso, et á las gentes otras que estaban
en la isla, la vianda, lo que pudo aver de aquella que era lle-
gada: et aquellas compañas fincaron allí aquella noche, et otro

dia. Et de aquí adelante la estoria irá contando las otras co- A. C.

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DE LA ORDENANZA DE LA CERCA DE LA
villa de Gibraltar, et de lo que y acaesció.

PU

Ues que la isla fué en poder de los Christianos, et salidos de peligro los que estaban en el monte, el Rey man5 dó venir á la su tienda todos los ricos-omes, et los Maestres, . et los caballeros, et los de los Concejos, con quien solia aver su consejo, et dixoles que era bien, que enviasen todos por viandas, porque por la mengua desto non oviesen á dexar la cerca, nin se viesen en peligro; ca pues tan poco avia que 10 los Moros tenian aquella villa et castiello, non podrian aver y puesto bastecimiento que les abondase mucho tiempo. Et algunos de los que estaban y dixieronle, que cierto era que entretanto que él allí estaba, que el Rey de Granada le entraria á correr la tierra: et aún que coydaba que el Infante Abomeli15 que, que se llamaba Rey, faria aquello mesmo: et que pues todos los ricos-omes, et los Concejos de la frontera estaban allí con él, et la tierra estaba sin gentes, rescelaban que los Moros le farian algun daño, et que fuera bien irse de allí. Et sobre esto fueron dichas muchas razones; pero que los mas acorda20 ron que lo mejor era estar en aquella cerca fasta que tomasen aquella villa et castiello. Et el acuerdo avido, mandó pregonar por toda la hueste, que todos enviasen por viandas luego, et las viandas que estaban en los navios que las descargasen luego en tierra. Et el Rey envió luego navios por mar á Sevilla, 25 et á Xerez, et á Cadiz, et á Tarifa que le traxiesen los engeños que estaban y. Et otrosí envió sus omes á Sevilla que le sacasen manlieva de haber que avia menester : et otrosí que le traxiesen la mas vianda que podiesen aver. Et otrosí, porque Don Jayme, et Garcilaso, et Gonzalo Ruiz, et los caballeros 30 que él avia enviado á la isla, avian allá estado dos dias et una noche, acordaron que los ricos-omes et los Maestres fuesen á estar en la isla cada unos con sus gentes otro tanto como avian

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1331.

A. C. estado aquellos, et otro dia de mañana que pasasen allá Don
1331. Joan Alfonso de Alburquerque et sus vasallos, et dende ade-

lante cada uno de los otros que eran y con el Rey. Et des-
que fueron, otro dia en la mañana pasó por la mar en barcos
á la isla D. Joan Alfonso. Et venieron á la hueste D. Jayme, 5
et Garcilaso, et Gonzalo Ruiz, et Sancho Sanchez, et los
otros caballeros et escuderos que estaban allá. Et estido y otros
dos dias et dos noches: et dende adelante cada uno de los
otros ricos omes et caballeros pasaban por la mar en barcos á
estar en la isla su tiempo, segun que avian estado los otros. 10
Et el Rey veyendo que esto les era muy grand trabajo á los
de la hueste, et peligro de los caballos, entrando en las barcas
et saliendo, ordenó gente cierta de caballeros de la su mes-
nada, et de vasallos de Don Pedro et Don Sancho sus fijos,
que posasen todavia continuadamiente en la isla. Et otrosí posó 15
otro real de gentes encima de la peña, cerca de la torre ma-
yor del omenage. Et estas dos compañas de gentes estaban
cerca de la villa, en tal manera que la tenian cercada de aque-
lla
parte, et podian acorrer muy bien los unos á los otros.
Et los que posaban encima de la peña tenian una descendida 20
contra el real del Rey; et descendian por la peña travados á
una cuerda, et por allí sobian et descendian muchas gentes de
pie cada que era menester: et los Moros de la villa eran ya
cercados, et non salian fuera. Et entretanto quel Rey orde-
naba los reales, et sus gentes en qual manera estidiesen, tra- 25
xieronle seis engeños, et mandó poner tres dellos encima de
la peña, et los dos destos tiraban á la torre mayor del ome-
nage; et el uno tiraba á las galeas de los Moros que estaban
puestas en el atarazana de Gibraltar, et daban muchas piedras
en ellas: mas los Moros tenianlas cubiertas con madera et vi-
gas muy gruesas, et non las podian bien quebrar. Et por es-
to el Rey acordó de combatir la villa á la redonda, et en
aquel dia el Almirante Alfonso Jufre que feciese llegar por
la mar gentes en navios, et que posiesen fuego á aquella
flota de los Moros porque se quemase. Et todos los del real 35
fueron combatir la villa et el castiello todo en derrędor. Et
estandola combatiendo llegó el Almirante sus navios, los que
complian para aquello, para ir quemar la flota de los Moros.

30

Et

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