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y trastornos de las luchas guerreras. Todo lo contrario. Si bien parece que durante la reconquista no debia haberse oido resonar acento alguno de la musa callana, ni el menor cántico guerrero que alentára á la pelea, en la patria de los Rami nandos el primer grito de libertad fué acompañado de una voz que animaba á e.... ̧ der una lucha de más de siete siglos, y entre el ruido de los combates, los ayes de los moribundos y el estruendo de los gritos guerreros, se oia el cántico que animaba al cristiano contra el enemigo de su fe, y con sus palabras sencillas y desaliñadas, pero enérgicas y heroicas, se recuperaba desde las asperezas de Astúrias hasta los muros de Toledo y Zaragoza (1).

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No fueron, sin embargo, los Poemas del Cid y del conde Fernan Gonzalez, respirando el aire agitado de los campamentos, las únicas producciones notables en los orígenes de la poesía castellana. Merecen igual calificacion otras composiciones, si bien no en crecido número, puramente histórico-caballerescas, religiosas, morales, de amor y leyendarias. A este número pertenecen, por ejemplo, el Poema de Alejandro, las Poesias de Gonzalo de Berceo, las del Arcipreste de Hita, el Rimado de Palacio, los Proverbios morales del Rabbi don Sem Tob, el Libro de Apolonio, y otras composiciones que, ya publicadas y conocidas, ya desconocidas ó inéditas, debian incluirse en el presente volúmen, con tal que fueran todas anteriores al siglo xv. Y bien podemos decir que (por demas escasa nuestra suficiencia, aunque grande el entusiasmo por semejante género de estudios) hemos sido no poco felices respecto al número de composiciones incluidas en las siguientes páginas. Al Poema del Cid, Obras de Gonzalo de Berceo, Poema de Alejandro y Poesías del Arcipreste de Hita, que dió á luz don Tomas Sanchez, ofreció agregar el diligente editor de esta BIBLIOTECA el Libro de Apolonio, la Vida de santa Maria Egipciaca y la Adoracion de los Reyes, publicadas por el señor Pidal, y ademas las Poesías de don Alonso el Sabio, las del Rabbi don Santo, la Danza de la Muerte, el Poema de José, el Poema del conde Fernan Gonzalez y el Rimado de Palacio, de Pero Lopez de Ayala. No poca fortuna nuestra ha sido cumplir no sólo con lo ofrecido anteriormente á los suscritores, sino poder aún, enriquecer la literatura nacional con la publicacion de dos composiciones generalmente desconocidas hasta hoy de literatos y eruditos, una de ellas anhelada desde hace siglos. Nos referimos á la Vida de san Ildefonso, por el beneficiado de Ubeda, de que tuvo noticia Sanchez, y al Poema de Alfonso Onceno, no há mucho publicado por vez primera, de órden de S. M. la Reina, enterada de que los eruditos deploraban su pérdida, siendo así que se conservaba, aunque en mal estado, en una de sus Reales bibliotecas (2).

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En cambio, sin que por esto dejemos de dar á conocer á los lectores los únicos

(1) Así tuvimos ocasion de consignarlo en el preámbulo de La Danza de la Muerte, poema castellano del siglo XIV, que con preámbulo, facsímile y explicacion de las voces más anticuadas, publicamos, enteramente conforme con el códice original, durante nuestra estancia en París, en 1856.

(2) Poema de Alfonso Onceno, rey de Castilla y de Leon. Manuscrito del siglo XIV, publicado por vez primera de órden de S. M. la Reina, con noticias y observaciones de Florencio Janer.- Madrid, impreso por don Manuel Rivadeneyra, Agosto de 1863. "

fragmentos conocidos de rima castellana debida al sabio rey autor de las Partidas (1), no hemos creido fuese tal su importancia, que mereciese ocupar lugar preferente entre las composiciones que forman este volúmen, por más que don Alfonso el Sabio hu-" biese cultivado y enriquecido el idioma patrio con gran número de eruditos, sabios y correctos trabajos (2). Consideracion de otra clase ha impedido tambien que incluyéramos con las demas composiciones la Crónica rimada, llamada de las mocedades del Cid, sea ó no coetánea ó anterior al Poema que canta las hazañas del Campeador, dada á conocer por el erudito literato don Eugenio de Ochoa, que se ocupó de ella en el Catálogo razonado de los manuscritos españoles existentes en la biblioteca Real de Paris (3). El señor don Agustin Durán, á quien tanto deben las letras españolas, incluyó dicha Crónica rimada en el apéndice iv de la nueva edicion del Romancero general, que forma los tomos x y xvi de esta BIBLIOTECA, y en este concepto, su publicacion ha sido hoy innecesaria. A pesar de todo, el tomo LVII es coleccion completísima de los poetas anteriores al siglo xv, más completa de lo que hasta aquí podia esperarse, però no tanto, que deba hacer desconfiar á los eruditos del hallazgo de otras producciones antiguas, que, con el trascurso del tiempo, esperamos vendrán á enriquecer nuestra literatura patria. Así nos lo hace suponer confiadamente el cú

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(1) No hemos creido conveniente dejar de darlos á conocer á nuestros lectores, segun lo ofrecido por el editor de está BIBLIOTECA, si bien no podemos salir garantes de su exacta version, por no haber podido consultar manuscrito alguno antiguo que los contuviese. Estos fragmentos de poesía castellana, atribuidos alt rey don Alfonso el Sabio; han sido publicados, con más ó ménos variantes, por diversos autores, suponiéndolos estrofas del Libro de las Querellas.

A ti, Diego Perez Sarmiento, leal,
Cormano et amigo, et firme vasallo,
Lo que a mios omes de coita les callo
Entiendo decir, plannendo mi mal.
A ti que quitaste la tierra e cabdal,
Por las mi faciendas en Roma é allende,

Mi pendola vuela, escolar dende,
Ca grita doliente con mortal.

Commo yaz solo el rey de Castiella,
Enperador de Alemanna que foé,
Aquel que los reyes besaban el pié,
Et reynas pedian limosna en manciella!
Aquel que de hueste mantouo en Seuiella
Diez mill de a cauallo et tres doble peones;
Aquel que acatado en lejanas naciones
Foè por sus Tablas et por su cochiella!

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Non hê mas a quien lo diga nin a quien me querellar,
Pues los amigos que auie non me ossan ayudar:
Que por miedo de don Sancho desmamparado me han:.
Pues Dios non me desmampare, quando por mí a imbiar.
Ya yo oy otras veces de otro rey assi contar,
Que con desamparo que ouo se metió en alta mar
A se morir en las ondas o las venturas buscar:
Apollonio fue aqueste rey, e yo faré otro que tal.

(2) Son, en efecto, tan várias y numerosas como conocidas las obras que han inmortalizado el nombre de don Alfonso el Sabio. Entre las qué permanecen aún inéditas, cuéntanse dos sumamente notables. Una de ellas, El Libro del juego de las Tablas, le publicamos enteramente conforme con el códice original, por medio de exactos facsímiles en cromo-litografía, connuestro querido amigo el señor don Isidoro Lozano, pensionado que ha sido por el Gobierno de S. M. para el estudio de la pintura en Roma, y premiado en diversas exposiciones de bellas artes. Sin su inteligente é incansable cooperacion no hubieran probablemente llegado á disfrutar nunca los literatos de una edicion monumental é interesantísima de aquel precioso códice. Otra de las producciones del sabio rey de Castilla, áun inédita, es la coleccion de Cantigas, en idioma gallego, que el colector de este tomo tiene preparada para dar á luz, conforme con los diversos códices que de las mismas se conservan en varios archivos y bibliotecas, y con estudios críticos, históricos, filológicos y leyendarios; habiendo sido autorizado por S. M., por Real órden de 11 de Setiembre de 1862, para poder consultar tambien los códices de su Real pertenencia, existentes en la biblioteca del Escorial, y publicarlos, si fuese necesario.

(3) Paris, 1844, en 4., pág. 105.

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mulo de documentos y códices harto olvidados (1) en las bibliotecas nacionales y extranjeras, y el celo con que algunos de nuestros primeros literatos procuran ilustrar interesantes puntos de la historia de las letras españolas (2).

Declarado, como dice su título, lo que debia contener y contiene el presente volúmen, réstanos manifestar á nuestros lectores las diversas maneras como podia ser hecho el trabajo de reproduccion y publicacion de tan peregrinas composiciones, y el modo como nosotros hemos creido deberle llevar á cabo. Diversos hubieran sido los pareceres acerca de la manera como debian publicarse producciones tan notables y venerandas, como las que forman el período poético anterior al siglo xv, período el ménos conocido, de producciones ménos gratas á oidos cultos, y al propio tiempo de reproduccion más dificultosa y delicada. Poco afectos algunos á los orígenes de las cosas, generalmente laboriosos y no perfectos, como todo principio, quizá conceptuarian innecesario el conocimiento de los orígenes de nuestro lenguaje, sin advertir que las composiciones primitivas del idioma castellano debian servir como de base y punto de comparacion, en una BIBLIOTECA DE AUTORES ESPAÑOLES, desde la formacion del lenguaje hasta nuestros dias. Más atentos y admiradores otros del pensamiento, más bien que de la forma de las cosas, habrian preferido la reproduccion, completa sí, de los primeros monumentos del habla y literatura nacional, pero modernizando el lenguaje y la ortografía, asimilando la manera de expresarse y áun de escribir de cada autor y de cada copista, y haciendo así fácil la comprension y amena la lectura á los poco ó nada respetuosos con lo que nos legaron las pasadas edades. Otros, en fin, apasionados é inteligentes, pero superiores á exagerado respeto por las cosas antiguas, nos habrian aconsejado guardar con todo esmero el carácter Ꭹ la ortografia de las diferentes épocas, pero mejorando la rima, añadiendo ó suprimiendo donde una refinada crítica hubiese hallado, ó creido hallar, lagunas paleográficas y descuidos de sentido ó de métrica medida.

Confesamos ingenuamente que hubiéramos vacilado, y debiamos vacilar, ante tan diversos gustos y opiniones; pero conociendo las ediciones que de tan antiguas poesías se han hecho hasta hoy, y habiendo, por fortuna, podido examinar por nosotros mismos casi todos (3) los códices que las conservan, pudimos observar la falta de

(1) Algunos de nuestros primeros literatos no sosiegan, en efecto, en el estudio é ilustracion de nuestras antiguas glorias literarias. El señor don Aureliano Fernandez-Guerra y Orbe, que tan alto renombre supo adquirirse, dentro y fuera de España, con los profundos trabajos con que ilustró los escritos del célebre don Francisco de Quevedo, acaba de publicar en estos dias una interesantísima Noticia de un precioso códice de la Biblioteca Colombina; algunos datos nuevos para ilustrar el Quijote; varios rasgos, ya desconocidos, ya inéditos, de Cervantes, Cetina, Salcedo, Chaves y el bachiller Engrava.

(2) Don José Amador de los Rios se halla prestando en la actualidad un inmejorable servicio á las letras españolas, pues no sólo publica con general aplauso su

Historia critica de la literatura española, sino que enriquece todos sus volúmenes, como por via de apéndices, con ilustraciones, opúsculos y tratados antiguos, que, de otro modo, acaso no verian la luz pública.

(3) Decimos casi todos porque así es la verdad. Diez y seis son los autores, conocidos ó anónimos, de quienes publicamos composiciones en este volúmen, y de catorce de ellos hemos podido examinar los códices antiguos ó primitivos que áun se conservan. Sólo de algunas poesías de Berceo, no todas, y de la Vida de san Ildefonso, por el beneficiado de Ubeda, no hemos podido examinar más que copias, antiguas tambien, aunque no de la edad media. Nuestro malogrado y buen amigo el célebre economista y poeta catalan don Buenaventura Cárlos Aribau, al enterarse, en 1862,

exactitud en su reproduccion, creyendo desde luego que si no era tarea brillante fijar los textos, reproducir fidelisima y gráficamente los códices, era un trabajo necesario y útil para los estudios literarios, con lo cual facilitariamos á los críticos su exacto conocimiento y estudio. Necesario, porque basta comparar, siquiera sea superficialmente, la edicion presente con las hechas ántes de ahora, para convencerse de cuánto necesitaban ser rectificadas las que eran escudadas por nombres insignes de nuestros primeros literatos, y sin embargo, ofrecian textos y lecciones viciadas, merced á la impericia ó descuido de los copistas ó amanuenses. Trabajo útil, porque el conocimiento fidelísimo de los códices evita suposiciones filológicas infundadas, corrige las falsas versiones, y ofrece un medio nuevo y seguro de rectificar gratuitos asertos y de fijar los modismos, locuciones y nombres adulterados.

Entre emprender un trabajo brillante y agradable para la generalidad, ó un trabajo modesto, si bien de reproduccion rigurosísima de códices, tarea cuyo enojo y cuya lentitud saben apreciar muy pocos, no podiamos vacilar. No se crea, sin embargo, que al rectificar ediciones anteriores y fijar los textos, únicos conocidos, hayamos querido hacer resaltar en lo más mínimo defectos que no pudieron evitar ilustres literatos, que acaso no tuvieron á su disposicion, como nosotros, los códices y manuscritos. A pesar de las numerosas variantes que hemos anotado en las siguientes páginas, al hallar en los códices fragmentos y versos olvidados en las mencionadas ediciones, no por esto los literatos que nos han precedido en estos estudios, y con los que supieron conquistarse alto renombre, prestaron menores servicios á la república literaria. Los inteligentes colectores y reputados académicos don Tomas Antonio Sanchez (1), don Eugenio de Ochoa (2), don Pedro José Pidal (3), señor G. Ticknor (4), monsieur Damas Hinard (5), y otros literatos que han reproducido las ediciones hechas por tan entendidos críticos, prestaron con sus trabajos inestimables servicios, que serémos siempre los primeros en reconocer. Pero al fijar los textos, tal como nos los conservan los códices hasta hoy conocidos (6), al ofrecer así á los críticos el terreno más sólido posible para establecer sus juicios y deducciones,

de que íbamos á ocuparnos en preparar los textos para este volúmen, creyó con dolor que no nos sería posible ya hallar todos los códices, ni tener facilidad para consultar alguno que otro que áun le constaba existia. ¡Con cuánto placer no hubiera visto nuestro buen amigo terminado este trabajo, verificadas las copias y cotejos por nosotros mismos, y entregados materiales á la imprenta en el brevísimo trascurso de ménos de un año!

(1) Coleccion de poesias castellanas anteriores al siglo xv, por don Tomas Antonio Sanchez, bibliotecario de S. M.- Madrid, M.DCC.LXXIX.

(2) Coleccion de los mejores autores españoles antiguos y modernos.- París, Baudry, 1850.

(3) Coleccion de algunas poesias castellanus, anteriores al siglo xv, para servir de continuacion á la publicada per don Tomas Antonio Sanchez.-Publicóla don Pedro José Pidal.

(4) History of spanish literature.-New-York, 1849.

(5) Poëme du Cid. Texte espagnol, accompagné d'une traduction française, de notes, d'un vocabulaire et d'une introduction, par Damas Hinard. - París, MDCCCLVIII.

(6) Muchas veces las versiones publicadas hasta hoy han hecho suponer, en las locuciones y palabras, procedencias que no tenian. Por ejemplo, si hubiésemos creido la edicion del señor Pidal, cuando en la estrofa 373 del Libro de Apolonio escribe así este verso: Fizole entendre toda su voluntad, hubiéramos aceptado en entendre una palabra lemosina; pero rectificando su edicion con el códice á la vista, podemos asegurar que en esta palabra no hay tal procedencia lemosina, pues usaron entender el poeta y el copista, diciendo claramente el texto: Fizole entender toda su voluntat.

El erudito señor Pidal leyó tambien en el Libro de Apolonio, copla 349, pena va é grisa. El señor Ochoa,

que muy á menudo partian de ficticias bases (1), al propio tiempo que damos á conocer á nuestros lectores con toda fidelidad las producciones de los poetas castellanos anteriores al siglo xv, hanos movido otra consideracion de no escaso peso: el anhelo y el ejemplo de reputados eruditos y de las primeras academias y corporaciones literarias, tanto de España como del extranjero.

En efecto, al emprender un trabajo, que bien puede llamarse paleográfico, del género del presente, no hemos hecho otra cosa que seguir los consejos de sábias academias y eminentes bibliófilos. Permítasenos escudar con las propias palabras de algunas de estas autoridades, para nosotros muy respetables. Oigase, por ejemplo, cómo nos autoriza la razon que dió la ilustre Academia Española ó de la Lengua, para hacer la edicion del Fuero Juzgo rigurosamente paleográfica (2).

«La prolijidad (dice en el prólogo de su edicion) con que ha procedido en este trabajo la Academia, ha sido proporcionada al celo que la anima de promover la clase de conocimientos puestos á su cuidado, y de ilustrar los orígenes del idioma vulgar castellano. Ha seguido generalmente la letra del códice elegido como principal para la edicion, respetando y conservando tal vez alguna leccion ménos correcta, porque su propósito no era tanto dar el texto de la ley, como el lenguaje del códice que la contiene. Y deseando poner á la vista de los lectores hasta las más menudas variantes de los demas, ha notado con escrupulosa puntualidad las que han resultado del cotejo de ellos entre sí y con el que sirve de principal. Algunas veces se ha hecho mérito de lecciones evidentemente desfiguradas, pero que por esto mismo manifiestan el estado coetáneo de la cultura, y sobre todo del lenguaje. Por igual razon se han expresado diferentes abreviaturas y modos de escribirse las palabras; diversidad que muestra las irregularidades de la pronunciacion y de la ortografía entre nuestros mayores, y explica tal vez el origen de varios usos actuales.»

Si hay alguno (continúa la misma Real Academia) á quien parezca nimio é inoportuno este trabajo, y que, ofendido de las lecciones groseras y desaliñadas de los códices, quisiera que se hubiesen despreciado y omitido en una edicion hecha para tiempos cultos como el nuestro, ciertamente que desatiende el principal objeto que se ha

al reproducirlo en París, puso está nota: «Aquí hay error sin duda: pena puede ser pluma, del latin pènna, y en sentido figurado, alas, autoridad; pero lo que sigue, va e grisa, no lo entiendo.>>

Pena debia ser penna, sin sentido figurado alguno, y va vera, por lo que, bien dado el texto, el señor Ochoa hubiese comprendido que se decia: «con los mantos, ropas y camisas le dieron tambien pieles 6 abrigos blancos y grises para adornarse»; y no hubiera vacilado ni confesado que no lo entendia.

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Otro verso, en donde la edicion del señor Pidal imprimió urcell, de este modo: Como omes que pudieron de urcell estorcer, debiendo decir carçell (cárcel, prision), como trae claramente el códice, tambien hace vacilar á Ochoa, y éste pone á urcell la siguiente nota: «Presumo que sea oso (salvarse ó libertarse de

un oso), del latin ursus.» Nota que, dado el texto con exactitud, era completamente innecesaria.

(1) Acaso algun dia puedan rectificarse ó fijarse algunas que hoy aparentan ser anomalías y defectos, con el hallazgo, para nosotros posible, de nuevos códices, ó tan siquiera fragmentos de las composiciones antiguas ya conocidas ú otras inéditas. No será difícil que se trate por alguno de nimio, minucioso y poco útil nuestro trabajo, pero no recordará, á buen seguro, esta sentencia de Tácito: «El atender con esmero á las cosas muy pequeñas, ó al parecer insignificantes, es señal de una gran fuerza de atencion, y de mucha capacidad para las empresas importantes.»

(2) Fuero Juzgo en latin y castellano, cotejado con los más antiguos y preciosos códices por la Real Academia Española.-Madrid, 1815.

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