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Solia tambien deleitarse con un artificio, que no siendo demasiado frecuente, y variándole, como le variaba, no parece desagradable. Del último verso de una copla tomaba un emistiquio, ó palabras con que daba principio á la siguiente; y tal vez tomaba todo el verso, variada la colocacion ó mudada alguna palabra. Por ejemplo, véase la copla 1 con la u de la Vida de santo Domingo. De este artificio usó, más que en otra poesía, en el Duelo de Nuestra Señora, como se puede ver en las coplas IL, L, LX, LXI, LXXI, LXXII, XCI, XCII, IC, C, cx, CXI, CXVI, CXVII, CXXVIII, CXXIX, CXXX, CXXXI, CXXXIII, CXXXIV, las cuales coplas se pueden llamar encadenadas.

Las poesías que escribió don Gonzalo y han llegado á nuestros tiempos, ó de que se tiene noticia, son:

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Son, pues, las poesias que escribió don Gonzalo, nueve; las cuales componen un cuerpo de obras poéticas que con dificultad se hallará otro igual, escrito por un solo autor, en los tres primeros siglos de la poesía castellana. El órden con que se han referido es el que guardan en este tomo, más por nuestro arbitrio, que por razones que tengamos para ello.

POEMA Ó LIBRO DE ALEJANDRO.

(NOTICIAS DE SANCHEZ.)

En castellano tenemos tambien el famoso Poema de Alejandro, de que han hecho memoria varios escritores, que nos han dado de él escasas y equivocadas noticias; unos, por no haberle visto, y otros, por no haberle examinado. Debemos la primera al marqués de Santillana, que en su celebrada carta se contentó con nombrarle el Libro de Alexandre, como la primera ó como una de las primeras poesías castellanas. A la ansia con que yo deseaba que se descubriese este poema, correspondió la complacencia de saber dónde se conservaba. Debo la primera noticia de su existencia y paradero á la buena diligencia y curiosidad del erudito don Francisco Cerdá y Rico, que me avisó existia en la biblioteca del excelentísimo señor duque del Infantado, en la cual se conservan otros muchos códices apreciables, que se salvaron del incendio que padeció su palacio de Guadalajara.

Con esta noticia pasé á reconocerle; y habiendo suplicado á dicho señor Duque me le franquease para copiarle, la generosidad de su Excelencia excedió á mi súplica, mandando se me copiase, y copiado, se me entregase la copia y el original para cotejarla, lo que hice con la mayor escrupulosidad, restituyéndole despues á su Excelencia. El agradecimiento que de tal generosidad me resulta hácia dicho señor corresponde á las vivas ánsias con que deseaba pareciese un manuscrito tan raro, que se podia temer hubiese perecido, y á las diligencias con que habia solicitado su descubrimiento. Es, pues, un códice de pergamino en 4.o, de 153 hojas útiles, cuya letra es como del siglo XIV. Está encuadernado en tabla, forrada de becerro encarnado, con algunas labores. Tuvo en medio del frente una manecilla para cerrarle. Aunque está bien conservado, hay algunas palabras retocadas, y otras gastadas casi del todo, especialmente en la hoja quinta antes del fin. No dudo que este códice rarisimo y apreciabilísimo es el mismo que tuvo

en Guadalajara el marqués de Santillana, al cual llamó en su carta el Libro de Alexandre. Guárdase ahora en la citada biblioteca, plut. m. lit. M, número 8. Tambien se guarda en la misma el célebre Roman de la Rosa, en frances antiguo, que juzgo igualmente es el mismo códice de que usó el Marqués para citarle en su carta.

Fray Francisco de Bivar, cisterciense, tuvo en su poder un códice de vitela, que contenia el Poema de Alejandro, y pertenecia al monasterio de Buxedo, que está cerca de Búrgos. No descubrió el autor de dicho poema, aunque dudó de él, acaso porque no era de su intento leerle todo. Tomó de él algunas coplas, que puso en su Commentar. in M. Max., página 356. Cotéjense éstas, segun las copió Bivar, con las que empiezan en la copla DCCXLII de nuestro códice, y se verá claramente por sus variantes que el de Buxedo era distinto del que posee el excelentísimo señor duque del Infantado; y por consiguiente, que ha habido en España á lo menos estos dos códices del Poema de Alejandro. Digo á lo menos, porque es muy creible de la aficion de nuestros antiguos españoles á la poesía, que se sacasen muchas copias, que ahora podrian ser muy útiles para publicar un texto correcto de nuestro poema.

Habíase ignorado hasta aquí el autor de este poema, atribuyéndole casi generalmente nuestros escritores, como cosa averiguada, pero sin fundamentos positivos, al rey don Alonso el Sabio; inclinándose algunos con más probabilidad á don Gonzalo de Berceo, en el caso de ser de uno de los dos. Acaso fué Pellicer el primero que le dió tan honrado padre, sin más prueba de su afirmacion que su palabra y autoridad. Siguióle don Nicolas Antonio, sin examinarlo, y despues casi todos los que han tratado de los hechos de este sabio monarca. Entre ellos, el marqués de Mondéjar se adelantó á decir que este poema estaba compuesto en sextillas ú estancias de seis versos, por haber visto en el referido don Nicolas los dichos seis versos, no advirtiendo que los cuatro componian una copla de una sola rima, y que los otros dos eran parte de otra de rima diferente. Así se propagan y autorizan los errores. Pero ahora, con el feliz descubrimiento de este códice, he averiguado que su verdadero autor fué Juan Lorenzo Segura de Astorga, clérigo, como se advierte en la última copla, que es la MDX, en la cual, despues de haber pedido á los lectores recen por él un Pater noster, dice:

Se quisierdes saber quien escrebió este ditado,
Joan Lorenzo, bon clerigo é ondrado,
Segura de Astorga, de mannas bien temprado :
En el dia del juicio Dios sea mio pagado. Amen.

Podria dudarse si Joan Lorenzo fué autor ó mero copiante de este poema, porque el verbo escrebir puede tomarse por copiar y por componer; pero leyendo las dos coplas antecedentes, se colige con bastante claridad que fué su verdadero autor el nombrado Juan Lorenzo. Y dado que se diga, no sin sospecha de verdad, que la última copla no es del autor del poema, porque pareceria poco honesto llamarse á sí mismo bon clerigo é ondrado, en este caso debe creerse que el que la compuso declaró el verdadero autor, elogiándole al mismo tiempo, y llamándole Joan Lorenzo de Segura de Astorga.

En la segunda copla de su poema empezó ya el autor á declarar su estado clerical. Dice alli que su obra no es obra de joglaría, esto es, burlesca ó pecaminosa, sino de clerecía, esto es, de hombre á cuyo estado, por ser clérigo, no correspondia escrebir cosa que no fuese honesta, séria y de buena enseñanza, como lo es, por los muchos y buenos documentos y pasajes de mística que se encuentran en ella. Y aunque la voz clérigo significaba antiguamente, no sólo lo mismo que ahora, sino tambien letrado, sabio, hombre de ropa larga, como advirtió Fauchet que se debia interpretar la voz clerc, y en cuyo sentido Apéles es llamado clérigo en la copla MDCXXXVIII; sin embargo, cuando el poeta se intitula (clérigo, debemos entender por esta voz lo mismo que al presente, que es eclesiástico secular. Esto se demuestra más claramente con la copla MDCLXII, en la cual, reprendiendo los vicios de los hombres, y discurriendo por sus estados y jerarquías, dice, entre otras cosas, de los eclesiásticos:

Somos siempre los clérigos errados é viciosos,

Los prelados maores, ricos é poderosos;

En tomar son agudos, eno al pegrizosos;
Porende nos son los dios irados é sannosos.

Aquí el poeta se vuelve á declarar clérigo, y por consiguiente, el mismo de quien se habla en la copla última; pero se olvida de su estado cuando, para significar el verdadero Dios, nombra los dios, esto es, los dioses, usando poéticamente del idioma de la gentilidad; á no ser que por díos entendiese los santos, tomado de divos, que lo significa. La patria del poeta se ignora, y no se hallan en todo su poema indicios por donde rastrearla. Pero siendo costumbre de los antiguos tomar de ella sus apellidos, se puede juzgar más que probablemente que fué natural de Astorga, ó á lo menos de aquel obispado.

En cuanto al tiempo en que floreció, tampoco se halla en todo su poema señal cronológica y fija por donde averiguarlo. Queda dicho en el número 11 que Gualtero dedicó su poema al arzobispo de Reims, que gobernó aquella iglesia desde el año 1176 hasta el 1202. Pudo, pues, Gualtero haber vivido en los principios del siglo XIII. Juan Lorenzo, hablando de las cosas de Babilonia cita á Gualtero, le respeta, y se conoce se valió de su obra, pues dice en la copla MCCCXXXX:

Et de todas las noblezas vos quisiesemos decir,

Ant podrien x dias é x noches trocir;
Galter, magar quiso, no las pudo complir;

Yo cuentra el non quiero, nin podrie ir.

En la copla мCMXXXV vuelve á nombrarle para decir que iba á contar cosas que Gualtero habia omitido. Ambas veces le llama Galter, como se lee en su obra latina, aunque comunmente es conocido por Gualtero, que es lo mismo que Waltero.

De aquí sólo se infiere que, aunque Juan Lorenzo fuese algun tiempo contemporáneo de Gualtero, su poesía castellana no pudo ser anterior al año de 1176, y no pareciendo verisímil que la de Gualtero llegase á las manos de Juan Lorenzo sin que pasasen algunos años, mayormente faltando el uso de la prensa, es de creer que el poeta castellano no lograse disfrutarla hasta ya bien entrado el siglo XII. Pero que en este siglo se escribiese el poema castellano se puede probar con razones que, si no llegan á la evidencia, formen á lo ménos mucha y muy grave probabilidad.

El marqués de Santillana, que en la relacion de los poetas y poesías que nombró en su carta, guardó, en cuanto pudo, órden cronológico, puso en primer lugar, hablando de las castellanas, el Libro de Alexandre, como que era la más antigua que conocia. El mismo Juan Lorenzo, hablando de las muchas cosas que vió Alejandro, dice en la copla MMCCCVI:

Non podriemos contar todalas sus visiones,
Todalas que vío él con sus varones,
Serie grant tardancia, ca son luengas razones,
Non cabrien en cartas de quince cabrones.

Esto denota que si habia ya papel en España cuando escribia el poeta, estaba todavía más en uso escribir en pieles que en papel, y que el uso ordinario y comun de aquel tiempo no era escribir en papel, sino en pieles. El papel, su fábrica y uso se intro lujo en España, dice el reverendísimo Sarmiento, por los años de 1260. Parece, pues, que el poeta escribió hacia la mitad del siglo XII, cuando el papel no estaba en uso ó no le tenía tan general como las pieles. En el siglo XIV las pieles no eran tan ordinarias como el papel; y así, el Arcipreste de Hita, en caso semejante al de Juan Lorenzo, dice que si se hubiesen de escribir todas las cosas de que habla, en Toledo no hay papel.

No debe pasarse en silencio que el poeta, para denotar el poco aprecio ó desprecio positivo que Se hacia de alguna cosa, la comparaba ó la ponia inferior á la estimacion de un pepion, como que era moneda de poco valor y corriente en aquel tiempo. Sábese por nuestras historias que el rey don Alonso el Sabio, el año primero de su reinado, por la escasez que habia de dinero, y deudas de la corona, mandó deshacer los pepiones y labrar los burgaleses, que fué poner en lugar de una moneda de oro bueno, otra de baja ley y mezclada de varios metales.

No parece de ménos fuerza el argumento que se saca del lenguaje y estilo que se observa en nuestro poema, el cual sin duda parecerá á cualquiera más antiguo que el del Arcipreste de Hita y Pero Lopez de Ayala, poetas del siglo xiv, y no de inferior antigüedad al de don Gonzalo de Berceo y don Alonso el Sabio, que lo fueron del xi. Verdad es que se nota bastante diferencia entre el lenguaje de Berceo y el de Juan Lorenzo; pero ésta no debe atribuirse tanto á la diversidad de tiempos en que escribian, como á la de países donde se criaron. Don Gonzalo de Bèrceo

nació y se crió en el lugar de su apellido, que es en la Rioja, provincia confinante con Navarra, y cuyos reyes tuvieron algun tiempo en la ciudad de Nájera su residencia. Con estos motivos, era forzoso que los riojanos tomasen de sus vecinos muchas voces, frases y terminaciones navarras y lemosinas. Juan Lorenzo, natural de Astorga, como conjeturo, y criado acaso en aquel país, que es lo postrero del reino de Leon hácia Galicia, conservó más puro el dialecto leonés y lenguaje de Castilla, que se usaba entónces en los dos reinos, que don Gonzalo, cuyas poesías tienen muchos resabios del lemosino. A falta de fundamentos claros y positivos, el lector juzgará si estas conjeturas persuaden con alguna apariencia de verdad que el autor del poema castellano de Alejandro floreció hácia la mitad del siglo XIII.

En vano he procurado sacar el tiempo de nuestro poeta de una de dos fechas que se hallan en la copla MDCXXXV. Habiendo muerto Darío, á quien Alejandro habia vencido, éste mandó se le erigiese un magnífico sepulcro, cuyo artífice fué Apéles, el cual le dibujó y adornó de muchas historias, poniendo en él la fecha que corria. Dice, pues, el poeta:

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Parece, pues, segun esto, lo primero, que Darío murió, y su sepulcro fué labrado, el año de la creacion 3888, pues estos años restan, rebajados doce, de 3900, y por consiguiente, que murió el año 112 antes de Cristo, segun el cómputo más comun, que pone su venida el año 4000 de la creacion; lo cual no se puede conciliar con el tiempo en que queda dicho vivió Alejandro, contemporáneo de Darío; pero quién sabe qué cómputo siguió el poeta ? Parece, lo segundo, segun la copla, que el mundo tenía 4315 años cuando el poeta la escribia; pero no pudiendo esto arreglarse á ningun cómputo razonable, debe creerse que las fechas de ella se viciaron por algun copiante, por lo cual no puede sacarse de dicha copla el tiempo cierto en que floreció nuestro poeta.

Como Juan Lorenzo floreció verosimilmente no muchos años despues de la muerte de Gualtero, y le cita algunas veces, podria dudarse si el castellano habria traducido el poema latino, conformándose con él en la narracion de los sucesos. Pero habiendo leido las dos poesías con el fin de esta averiguacion, he hallado que si el poeta castellano no tradujo algun otro poema vulgar, de lo cual no se advierte ni áun la más leve sospecha, á lo ménos respecto del de Gualtero se debe tener por original. Es verdad que, como poemas históricos, se conforman por lo general en la mayor parte de los hechos; pero, ademas de que esto no puede dejar de suceder, se diferencian notablemente en el órden, y áun en los hechos mismos, ya anteponiendo, ya posponiendo, ya disminuyendo, ya aumentando las circunstancias y los adornos propios de la poesía. De suerte que así como la historia de Quinto Curcio debe reputarse como original despues de la de Arriano, aunque ambos escribieron los hechos de un mismo héroe, el latino despues del griego; así el poema de Juan Lorenzo debe considerarse como original respecto del de Gualtero, aunque ambos poetas trataron de un mismo objeto, el castellano despues del latino.

En cuanto a la calidad y mérito de este poema, así por el héroe y sus hazañas, como por el género de metro, no puede negarse que es un poema épico, aunque histórico, como lo son la Ulisea de Homero y la Eneida de Virgilio. Como la lengua castellana apénas habia salido de la infancia cuando se cree que se compuso; como el estilo de los escritores de aquel tiempo era desaliñado respecto del nuestro, y como la nacion estaba llena de costumbres poco civilizadas y resabios de la literatura africana, era forzoso que la composicion no saliese con aquella tal cual perfeccion y mejor gusto, que el poeta le hubiera dado si hubiese alcanzado tiempos más claros y despejados. Por lo demas, no puede dejar de confesarse que el poeta tenía talento para la poesía, como se echa de ver en muchas imágenes y adornos poéticos, que brillarian más si la barbarie en que las gentes estaban sumergidas, y la que ahora nos parece rudeza del estilo y grosería del lenguaje, no sirvieran como de nube que no deja ver, ó hace que parezca soez y feo lo que de suyo es hermoso y brillante.

No de balde he dicho nos parece, porque verdaderamente no debe llamarse bárbaro ni tosco el estilo de nuestros castellanos antiguos, mientras no lo fuese, comparado con el estilo y lenguaje mejor que se usaba en aquellos tiempos, aunque lo parezca ahora, comparado con el que se usa en los nuestros. Si á don Gonzalo de Berceo le fuera dado volver al mundo con el mismo idioma

que habló sobre la tierra, y leyera los libros mejores que ahora se escriben, juzgaria, sin duda, que nuestro estilo y lenguaje era tosco y bárbaro respecto del suyo, y acaso se lamentaria de que la lengua castellana se hubiese ido apartando tanto de su verdadero origen. En todos los tiempos y en todas las naciones han sido los hombres los dueños de los idiomas, exceptuado el primero; y éstos no se han gobernado por otra ley ni por otra norma que por el uso corriente y admitido entre las gentes. Los que hayan examinado la poesía é idioma frances, lemosino é italiano de aquellos tiempos, habrán observado la misma que ahora llamamos barbarie de nuestra poesía y lengua castellana antigua.

Nótanse en este poema muchos defectos, ya de consonante, ya de número, unas veces por falta, otras por exceso de sílabas. Si en esto alguna vez se descuidó el poeta, debemos creer que se descuidarian más los copiantes de su obra. Con sólo tener presentes las variantes que se hallan entre los pocos versos que de Bivar se trasladaron (tomo 1 de la coleccion, página 97), y los que empiezan en la copla DCCXLII de este poema, se echará de ver que los copiantes tuvieron la mayor parte en las faltas que se notan de versificacion. Entre las muchas que se pudieran notar, véase la copla MMLXXII, en la cual algun copiante escribió la voz saeta, en lugar de sagita, que habia escrito el autor como consonante de maldita, fita y Madianita. En la misma copla se leia fines por Finees, y medianita por Madianita, que es Cozbi, á la cual, y tambien á Zambri, quitó la vida Finees á puñaladas, como se lee en el capítulo xxv de los Números. A pesar de semejantes defectos, que el lector conocerá y enmenderá al tiempo de leerlos, no puede negarse que Juan Lorenzo sabía las leyes del consonante. Este le obligó no pocas veces á fingir terminaciones. Por ejemplo, en la copla CDXVI, para rimar con guerrero y Homero, por Ulixes dijo Ulixero; para rimar con Agamenon, dijo Menelaon, copla CDXII, por Menelao. En la DCCLIII, para consonar con razon, por Philippo dijo Philippon, padre de Alejandro. Para consonar con beber, dijo, en la copla MCMXC, rier, morrer, viver; en la MMCXXVII dijo soffrer, consonante de aprender.

Verdad es que muchas veces sin la precision de la rima usaba de semejantes terminaciones de los infinitivos, más conformes á su origen que las acabadas en ir. Porque de ridere, videre, sufferre, son más naturales rier, viver, soffrer, que reir, vivir, sufrir; como de videre, veer; de legere, leer, etc.; debiendo, conforme al origen y á toda razon, terminarse en ir solamente los infinitivos castellanos que nacen de los latinos acabados en ire, como oir, de audire; venir, de venire, etc. Pero los idiomas olvidados de la razon y del origen se gobiernan unas veces por el uso, otras por el abuso, cuando éste logra ser autorizado.

Aunque el poeta se propuso componer su poema de coplas de cuatro versos, como lo denota con la expresion per la quaderna via, que se halla en la copla II, hay algunas de cinco y áun de seis ; licencia que se tomó, sin duda, como lo hizo algunas veces Berceo, para que cupiese en una copla toda la sentencia. Pero cuando ocurren coplas de tres versos, se debe creer que el copiante suprimió el uno por descuido.

Las terceras personas plurales de los pretéritos, como vioron, ixioron, sopioron, etc., por vieron, ixieron, supieron, etc., son frecuentísimas en este poema, aunque de ambos modos se hallan en él usadas, no por razon y fuerza de la rima, sino porque de una y otra manera se usaban entonces, á lo menos en el reino de Leon, segun parece. De aquí, por ventura, nace que en tierra de Salamanca dicen todavía las gentes vioren por vieron, salioren por salieron, y por contraccion suelen decir dijon, trajon, por dijeron, trajeron.

El uso de los afijos se halla en este poema de várias maneras, ya juntándose con verbos, ya con nombres, ya con partículas; lo cual se previene aquí, para que en la lectura de él se eviten equivocaciones. A los verbos se juntan, añadiéndoles los recíprocos me, te, se, le, suprimiendo la última vocal, como dixom, dixot, dixol, fizos, por dixome, dixote, dixole, fizose; lo cual era tambien muy frecuente en todo el siglo XIV. Muchas veces el artículo el se hace afijo del verbo, suprimiendo la e, como dixol Emperador, por dixo el Emperador. Júntanse con nombres, como todol mundo, por todo el mundo; y con partículas, nom, not, nol, nos, yas, por no me, no te, no le, no se, ya se, etc. Esto sólo prueba que escribian segun pronunciaban cuando hablaban familiarmente y sin detencion. De aquí vino el escribir, por ejemplo, todo los hombres, toda las veces, por todos los hombres, todas las veces. Y aun ahora es muy raro el que en las conversaciones familiares pronuncia la s de todos y todas en estas ó semejantes expresiones.

El ge por se recíproco era frecuentísimo en aquellos tiempos, como diogela por diosela; pero el ge por le no le he hallado en ninguno de nuestros poetas antiguos, sino en éste, en que ocurre con

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