de más, y luego la raspó. Acaso tambien puso una e conjuncion, pues se ve que parte de la fe- Como quiera que sea, no puede ponerse en duda la mucha antigüedad del códice, y mucho Y si con cuidado se observa el lenguaje y estilo de este poema, sus voces, sus frases, y la sen- Por muchos versos de este poema se ve claramente la pronunciacion que daban en aquellos escribió este libro. Y añade en seguida : En era de mill observacion añadirémos para aumentar las conjeturas se observaba una pronunciacion francesa ó lemosina, á no ser que las voces mar, voluntad y otras semejantes se pronunciasen mare, voluntade. Como hay una crónica que trata de las cosas del Cid, como historia particular de este héroe, y no consta de su antigüedad, aunque está en castellano antiguo, podria dudarse si el autor de ella, que se ignora todavía, tuvo presente el Poema del Cid, ó si éste se sacó de dicha crónica. Ésta se guarda manuscrita en el monasterio de San Pedro de Cardeña, y el año de 1552 fray Juan de Velorado, abad de dicho monasterio, la imprimió por comision del infante don Fernando, que despues fué emperador; y se reimprimió el año de 1595, ambas veces en fólio. Este religioso pudo habernos instruido sobre las calidades del códice, para hacer juicio de su antigüedad; pero en recompensa de este beneficio, se contentó con desfigurar los nombres propios de inuchos lugares, que ciertamente no estarian en el manuscrito como los vemos en el impreso. Por ejemplo, Ceruel por Teruel, Espinas de Dan por Spinar ó Espinar de Can, Farza é Cetrua por Fariza y Cetina, Pinares por Fenares, y así otros muchos, que se hallan bien en el poema. Al fin de dicha crónica hay una larga genealogía del Cid, muy posterior á ella; pero no se advierte quién la escribió, ni si estaba unida á la crónica, ni de dónde se sacó. En esta crónica se cita várias veces á don Lúcas de Tuy, y con mucha frecuencia al arzobispo don Rodrigo. Y habiendo estos prelados florecido á la mitad del siglo XIII, se infiere que la Crónica del Cid se escribió, ó á fines de dicho siglo, ó acaso en el siguiente. El maestro Sarmiento cree que estará añadida, y á la verdad, no hay otro medio de ajustar que sea anterior á dichos prelados historiadores; pero éste es un camino muy ancho para dar por tierra con todas las notas cronológicas que se hallen en escritos de antigüedad desconocida. En cuanto á lo que se dice vulgarmente, que dos moros, criados del Cid, convertidos á nuestra religion, la escribieron en lengua arábiga, y luego se tradujo al castellano, en que hoy se lee, digo que tiene olor de hablilla, y asi como no hay fundamento para adoptarla, tampoco le hay para impugnarla. En la misma crónica se lec que Abenalfange hizo en arábigo una historia de las cosas del rey Bucar, del Cid y de Valencia. Acaso de esta noticia se ha originado la voz susodicha; y por eso se dice que la mentira es hija de algo. Todo esto lo he dicho para probar que la crónica es posterior al poema; y por el cotejo que he hecho de gran parte de las dos obras, me he convencido de que el autor de la crónica tuvo presente el poema, siguiéndole puntualmente en mucha parte de los hechos, y muchas veces copiando las mismas expresiones y frases, y áun guardando los mismos asonantes. Sirvan de ejemplo los pasajes siguientes: en el verso 585 dice el poeta: coio Salon ayuso la su seña alzada; la crónica, capítulo xcvi: encomenzáronse á ir á Ayllon ayuso la su seña alzada. El editor de la crónica leyó Ayllon por Salon, que es un rio. Tambien leyó mal, capítulo xcv, Pinares arriba por Fenares arriba, como dice el poeta, verso 550, hablando del rio Henares. En el verso 599 dice el poeta: ya se nos va la ganancia; la crónica, capítulo xcvi: vásenos la ganancia. Verso 680: de Castiella la gentil exidos somos aca; la crónica, capítulo xcvin, dice lo mismo. Verso 760, dice el Cid á Minaya: cavalgad Minaya, vos sodes el mi diestro brazo; crónica, capítulo xCIX: cavalgad amigo, ca vos sodes el mi diestro brazo. Otros muchos ejemplos pudiera alegar, si no juzgára que bastan los propuestos. Tambien hace à mi favor el que en el poema una de las espadas del Cid siempre es llamada Tizon, que es verdadera palabra castellana, y en la crónica siempre se lee Tizona, que no es voz de nuestra lengua, lo cual indica que cuando se escribió la crónica ya el vulgo habia corrompido su verdadero nombre, creyendo que como era espada, se debia llamar Tizona. Si como fué espada, hubiera sido alfange, el vulgo no hubiera corrompido su nombre verdadero. Al fin de la citada crónica dice el autor que el Cid habla á los que van á ver su sepultura en estos términos: Cid Ruy Diez so que yago aquí encerrado : E vencí al Rey Bucar con treinta é seis Reys de Paganos: Estos son seis versos de epitafio, que no creo se pusiesen en la sepultura del Cid, y son hechos P. A.-XV. á imitacion de los del poema; pero el editor no debió de conocer que eran versos, pues en la crónica se hallan impresos como prosa. Volviendo ahora á hablar del poema, parece que está dividido en dos cantares; pues en el verso 2,286 dice el poeta: Las coplas deste cantar aquis van acabando: El criador nos vala con todos los sos Sanctos. Luégo empieza con alguna separacion, aunque en el primer verso sigue el asonante de los versos antecedentes, y en el segundo le muda, acaso para denotar que el segundo cantar, ó segunda parte, es continuacion de la primera. Sería muy conveniente que se hallára otro códice antiguo de este poema, para completarle y cotejarle. El año de 1596, hallándose en Búrgos, por el mes de Enero, un tal Juan Ruiz de Ulibarri y Leiva, sacó una mala copia de este códice, la cual he leido y cotejado con su original. Tenía ya éste entonces las mismas faltas de hojas que tiene ahora, y Ulibarri las aumentó en su copia, omitiendo por descuido muchos versos, enmendando algunas voces que no entendió, y errando otras que no supo leer. Y no reparando en la raspadura de la fecha, copió la era de 1245 como cosa en que no habia duda. En fin, sacó una copia de ninguna estimacion, como lo suelen ser las que despues de hechas no se cotejan con sus originales, mayormente si son de letra y cosas antiguas. Por lo que toca al artificio de este romance, no hay que buscar en él muchas imágenes poéticas, mitología, ni pensamientos brillantes; aunque sujeto á cierto metro, todo es histórico, todo sencillez y naturalidad. No sería tan agradable á los amantes de nuestra antigüedad si no reináran en él estas venerables prendas de rusticidad, que así nos representan las costumbres de aquellos tiempos, y las maneras de explicarse aquellos infanzones de luenga é bellida barba, que no parece sino que los estamos viendo y escuchando. Sin embargo, hay en este poema ironías finas, dichos agudos, refranes y sentencias proverbiales, que no dejarán de agradar á los que las entiendan; sobre todo reina en él un cierto aire de verdad, que hace muy creible cuanto en él se refiere de una gran parte de los hechos del héroe. Y no le falta su mérito para graduarse de poema épico, así por la calidad del metro, como por el héroe y demas personajes y hazañas de que en él se trata, conforme á las condiciones que pide Horacio para el verso heroico, en su Arte poética: Res gestæ regumque, ducumque et tristia bella. Tiene tambien su utilidad para el conocimiento de nuestra topografia y para el de muchos nombres de lugares que se han desfigurado (1). Por estar el códice defectuoso al principio (2), en que (1) Este convencimiento del erudito Sanchez nos ha hecho dedicar al Poema del Cid mayor número de notas históricas y geográficas que á las demas composiciones incluidas en el presente volúmen. (2) Sanchez se atreve únicamente á suponer el Poema del Cid « defectuoso al principio, en que habria alguna invocacion, y tal vez el nombre del poeta »; pero nosotros creemos que falta una buena parte de lo que hoy conocemos, pues no debe suponerse que si el objeto del poeta era encarecer los hechos heroicos y las proezas del Cid, debió comenzar encareciendo sus nobles prendas desde el principio de su vida, como han hecho todos los encomiadores de algun personaje, tiguos y modernos? Todas las crónicas de aquellos tiempos, y áun posteriores, como las de Pero Niño y de don Alvaro de Luna, principian describiendo y alabando la juventud de sus héroes, como que de ella debiesen ya esperarse cosas mayores. Las repetidas alusiones que en las primitivas crónicas generales se hacen an á los poetas ó juglares del Cid (a) en la primera época de sus hazañas, ántes de salir del reino en desgracia del monarca, probarian nuestro aserto, si no lo probase, sin género alguno de duda, la misma Crónica del Cid, cuyo contexto con el Poema se puede observar repetidas veces. La narracion de los tres juramentos que el Cid tomó al Rey, tal como se hallan en la Crónica (capítulos LXXVII, LXXVIII, XCIX), no es otra cosa que versos tomados indudablemente de la parte del Poema hoy perdida. Ciertamente, cuando leemos las fórmulas que pronunció el Cid, tomando al rey don Alfonso juramento en Santa Gadea de Búrgos, para cerciorarse de que no habia tenido parte en la muerte de su hermano y sucesor el rey don Sancho, aunque escritas á (a) Al referir la Crónica del Cid el cerco de Zamora por el rey don Sancho, alude á los cantares, que podian ser el mismo Poema: « E algunos dicen en los cantares, que la tuvo cercada siete años, mas esto no podria ser, ca non reinó él más de siete años. (Capítulo LVIII.) acaso habria alguna invocacion, y tal vez el nombre del poeta, empieza por el destierro que el rey don Alonso VI intimó, por los años de 1076, al Cid Campeador, movido por los émulos y enemigos de este héroe, como lo indican los versos 9 y 267 (1). Habiendo salido de Vivar, su patria, pasó por Burgos, y despues de haber conseguido muchas victorias, fué admitido en la gracia del Soberano, á quien tanto habia servido peleando contra moros, ántes y despues de su destierro (2). renglon seguido como prosa, ¿quién no observa rimas iguales á las del Poema? Si vos ende sopistes parte o mandado Tal muerte murrades como morió el rey don Sancho vuestro herVillano vos mate, que non sea fijodalgo [mano De otra tierra venga, que non sea castellano Amen, respondió el rey, e los fijosdalgo que con él juraron. Y más adelante : Si vos ende sopistes parte ó mandado Tal muerte murades como morió mi sennor el rey don Sancho, Villano vos mate, ca fijodalgo non De otra tierra uenga que non de Leon. Respondió el rey, amen, mudógele la color. Y por último ...« fué y muy sannudo el rey don Alfonso, e dijo contra el Cid: Varon Ruy Diaz por que me afincades tanto, Ca hoy me juramentastes e oras besaredes la mi mano: E ansi faran a mi quien me quisier por vasallo.>> Ya el inteligente don Tomas Antonio Sanchez habia sorprendido versos en la prosa de la Crónica del Cid, cuando dice en otra parte de su Coleccion, que en ella se hallan impresos como prosa los versos del epitafio para la sepultura del Campeador en Cardeña, «hechos, dice, á imitacion de los del Poema.» El cotejo de la Crónica del Cid con el Poema prueha igualmente que el Poema es anterior á la Crónica y observa Sanchez, con acierto, que el autor de ésta le siguió puntualmente en mucha parte de los hechos, y muchas veces copiando las mismas expresiones y frases. Que fué igualmente el Poema anterior á la Crónica general, llamada de don Alfonso el Sabio, lo prueba esta misma, pues en la edicion de Ocampo (Zamora, 1541), fól. 302 b., se lee: «E dicen algunos que cató por aguero e que ovo corneja á diestra de Búrgos e que la ovo á siniestra »; suposicion que concuerda con los primeros versos del Poema tal como boy le conocemos : A la exida de Vivar ovieron la corneia diestra Ademas la Crónica conserva los mismos asonantes del Poema, prueba clara de que el cronista tuvo presentes los cantares. Del verso que dice: Hoy los reyes de España sos parientes son, deberia deducirse una época más posterior, para la formacion del Poema, de la generalmen te adoptada, no debiendo de trasferir su fecha á época en que, en efecto, hasta los reyes de España fuesen más ó ménos parientes. Ni el hoy debe entenderse de la época del códice, sino figurado en la narracion del poeta, ni todos debe aceptarse en su sentido absoluto y terminante. Bastaba para escribir estos versos que el Cid hubiese emparentado sólo con algunos reyes de España, y que á todos los parientes de la familia del Cid, por medio de sus hijas, les viniese ondra por el que en buen hora nació. Compruébase esto fácilmente, sin necesidad de disminuir la edad del Poema, con lo que se lee en sus mismos versos, pues segun lo 3 versos 3,727 al 3,736, las bodas de las hijas con los de Navarra y Aragon se verificaron en vida de su padre, que murió ántes de entrar el siglo x11, y con anuencia de don Alfonso de Leon, que era el Sexto, y murió en 1108. Ya entonces emparentó, pues, el Cid con los reyes de Navarra y de Aragon. El asunto del Poema, reducido tal como hoy se encuentra, comienza desde la mitad del capítulo xcı de la Crónica, faltando, por lo mismo, la narracion de todo lo anterior. (1) La utilidad de reproducir gráficamente los códices podrán comprenderla bien nuestros lectores sólo con leer las notas 176, 189, 268, 345, 366, y sobre todo, la 468, del Poema del Cid. (2) Débese al señor Damas Hinard una excelente version francesa del Poema del Cid. Monsieur Damas Hinard, que no pudo seguramente tener á la vista el códice al hacer su edicion en París, asegura, en la página 72 de la introduccion de la misma, que años antes le habia visto en Madrid, en la rica biblioteca del señor Gayangos. Es de sentir que tan erudito comentador del Poema del Cid no hubiese disfrutado del texto antiguo, para rectificar los descuidos de Sanchez. POESÍAS DE GONZALO DE BERCEO. (NOTICIAS DE SANCHEZ.) Este célebre poeta nació á fines del siglo xi, en el lugar de Berceo, pueblo en que por la parte del Poniente termina la diócesi de Calahorra, y desde donde comienza el territorio de la abadia de San Millan de la Cogolla, cuyo monasterio dista de él un pequeño cuarto de legua. Este lugar se ha hecho famoso, no tanto por ser la cuna de este ilustre escritor, cuanto por haber nacido en él el glorioso confesor de Cristo san Millan. No sabemos quiénes fueron sus padres, pero sabemos que tuvo un hermano llamado don Juan, clérigo, como él, del mismo lugar de Berceo. Vivió los primeros años de su niñez en el antiquísimo santuario y monasterio de San Millan de Suso, en donde este santo vivió y murió, ó para ser allí educado conforme á la práctica estilada por aquellos tiempos en nuestros monasterios, ó acaso como niño de misas destinado al servicio de la iglesia. El testimonio de todo esto lo tenemos en la última copla, con que el mismo Berceo da fin á la Vida de san Millan : Gonzalvo fue so nomne, qi fizo est tractado Por esta copla se explica la 757 de la Vida de santo Domingo de Silos, del mismo autor, que dice así: Yo Gonzalo por nomne, clamado de Berceo Estas expresiones, de Sant Millan, criado en la su merced seo, unidas al cuidado y solicitud. con que este autor trató de las cosas que pertenecen á san Millan y su monasterio, como son la Vida de san Millan, la de santo Domingo de Silos, la de santa Aurea, y el tratado sobre los votos de san Millan, indujeron en los autores que hasta ahora han hablado de él el pensamiento de creerle monje benedictino del monasterio de San Millan; pero ni uno ni otro, en mi concepto, prueba más que un singular reconocimiento, por haber sido criado en su niñez en el santuario de San Millan de Suso, lo que estimó como una merced señalada, que agradecido, quiso tener presente todo el resto de su vida, como parece decirlo por aquellas expresiones: en la su merced seo. El sentido y exposicion que doy á estas frases se debe tener por tanto más obvio y genuino, cuanto por los documentos resulta que no fué monje, sino un presbitero secular de su lugar de Berceo. Sobre el tiempo en que vivió este poeta han variado los autores. Sandoval afirma que vivia en tiempo de don Alonso el Sexto, que murió en 1109. Don Nicolas Antonio, por relacion que dice le enviaron los monjes de San Millan, dice lo mismo; aquellos monjes es muy verosímil que lo tomasen de Sandoval; lo cierto es, que evidentemente se engañaron. Ya antes de ahora demostró el reverendísimo padre fray Martin Sarmiento, benedictino, que siendo posterior el poeta don Gonzalo de Berceo á san Bernardo, que murió en 1153, pues le cita en la copla i del Duelo de Nuestra Señora, y dándole ya el título de santo, por lo menos escribia aquel tratado algunos años despues de la muerte de aquel santo. Así este sabio con esta observacion, acompañada de ciertas escrituras, cuya noticia se le comunicó del monasterio de San Millan, fijó bien la edad en que vivió el poeta; pero no habiéndosele comunicado la noticia de otras escrituras del mismo archivo, con fecha muy posterior á la de aquellas, como despues se verá, anduvo escaso, así sobre este punto, como sobre otros hasta ahora desconocidos. Pero sin salir de sus obras, el mismo Berceo nos da un pasaje que, si no me engaño, demuestra que el autor es un siglo posterior á san Bernardo, ó à lo ménos, que escribia la copla siguiente |