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dir que saliese gente de Barcelona á socorrer los varios puntos que iban á ser atacados. Aunque D. Juan sufrió una derrota delante de Perelada que era del Vizconde de Rocaberti, logró ganar esta villa facilmente, pues teniendo al Vizconde prisionero ofreció su libertad si se entregaba la plaza, en lo cual consintieron sus defensores. Asi fueron sucumbiendo poco a poco todos los pueblos á y fortalezas del Ampurdan, y al tenerlo asegurado, se presentó delante de Barcelona con intencion de no levantar sus reales de Pedralves hasta que de una manera ú otra se rindiese. Cercóla tan estrechamente como pudo por tierra y mandó que Bernardo de Villamarin con veinte galeras y diez y seis naves gruesas impidiese á toda embarcacion la entrada y salida del puerto. Estuvieron algun tiempo los barceloneses desoyendo las invitaciones que el Rey les hizo varias veces para que se entregasen, hasta que vino á España el cardenal Rodrigo Borja el cual aunque llevaba otra mision, quiso intervenir en el arreglo de estas disensiones. Sin embargo, ni su voz ni la intercesion de los embajadores que envió el Duque de Borgoña fueron oidas por aquellas intrépidas al par que tenaces gentes, que parecian dispuestas á todo evento. D. Juan conoció sin embargo que por medios suaves conseguiria mejor y mas prontamente su objeto, y resuelto á apurar todos los medios amistosos antes que recurrir á la fuerza, les escribió desde Pedralves una carta muy afectuosa en la que despues de enumerarles los males que podria acarrear una resistencia loca y temeraria, les empeñaba su palabra real de tratarlos con benignidad si se reducian pronto à su obediencia. Esta carta cuyo original no hemos podido hallar en el archivo municipal de Barcelona pero que copian varios escritores, dice asi:

"EL REY.

Amados ruestros: notoria es la gran calamidad, y miseria à que está reducido este nuestro Principado: el cual como en lo passado era tan insigne, y floreciente, agora siguiéndose su perdicion, y desolacion, está muy cerca su fin. Mas ninguna duda

ay, que si vosotros quisiéredes reduziros á nuestra obediencia, no solamente cessara esto, antes por nos, con ayuda de los otros reinos, y de vosotros, se entenderá en acrecentar y engrandecer essa ciudad, y este Principado: lo qual facilmente con la gracia de Nuestro Señor se podrá alcanzar: con que sea restituydo en paz y tranquilidad. Y como quiera, que nos siempre estuvimos aparejado para recibiros á nuestra obediencia, y usar con vosotros de toda clemencia, y amor, assi como Nuestro Señor Dios sabe, que con todas nuestras fuerzas lo avemos procurado, y de presente lo procuramos: pero es necessario, para conseguir esto, en la forma que desseamos, á salud y buen sucesso desta ciudad, que vosotros tambien considereys nuestra derecha y sana intencion y desseys el beneficio, tranquilidad y reposo de la ciudad: y del Principado y penseys quanto mérito ganareys de Nuestro Señor Dios y quanta gracia de vosotros mismos y quanta gloria en el mundo si por obra vuestra la ciudad se reduce à nos: y quanto bien como es la paz, que le será procurada. Certificamosvos que recibimos gran dolor, en ver essa ciudad, que era la mas principal de nuestros reynos, y tierras, y tan famosa y gloriosa entre las otras ciudades del Mundo, y que haya llegado al punto, y angustia en que está y assi deveys con suma pruden→ cia, y cuydado entender en poner en obra vuestra reduccion. Por esto de parte de Nuestro Señor Dios, os requerimos y nos os rogamos, y exhortamos, y encargamos que prinzipalmente por hazer tan gran sacrificio á Nuestro Señor, y por usar cerca de nos, de lo que por razon de la justicia divina soys obligados, y por procurar tanto beneficio à vosotros mismos, y relevar de tan grande angustia, y miseria este Principado, querays reduziros y bolvervos á nos que somos vuestro Rey, y señor natural: offreciéndovos que usaremos con vosotros, de amor de padre y os recibiremos y trataremos como á hijos con toda caridad: y amor: y á fe de Rey y señor vuestro os prometemos, y damos palabra real, é invocamos á Nuestro Señor Dios en testimonio, que assi como esperamos de su clemencia remission, y perdon de nuestras culpas, que avemos cometido contra su divina magestad,

assi con toda verdad y sana intencion, nos olvidaremos todas las cosas passadas. Pero si estas tan justas observaciones y offertas de padre no se aceptaren, ni quisieredes reconoceros, y reduziros, os certificamos, que nos seguiremos esta nuestra tan justa intencion, y propósito hasta que hayamos sojuzgado essa ciudad á nuestra obediencia y para acabar esto, haremos y usare-mos de todas aquellas premias, vexaciones, y rigores, que será necessario y sea Nuestro Señor Dios el juez entre nos y vosotros; que nos forçays á hazer aquello que no querríamos como nuestro animo sea del todo inclinado à usar de clemencia con vosotros: y con essa ciudad. Dada en Pedralbes: à seys de Octubre de MCCCCLXXII.

REX JOHANNES."

Estas pacíficas palabras desarmaban cuantas prevenciones hubiese en contra del Rey é hicieron el efecto que este se propuso. Formaron los sitiados los artículos de una capitulacion y á los dos ó tres dias los enviaron á D. Juan por medio de un digno sacerdote llamado el Padre Gaspar, que merecia la confianza de ambas partes contendientes, y que trabajó con todo su conato para conciliarlas. Mision noble, digna de su alto ministerio! Recibiólos el Rey con alegría; pero hallando en ellos algunas exigencias que deprimian demasiado su autoridad y otras que afectaban á algunos de sus fieles servidores, les escribió otra carta que copiamos literalmente del original para mayor conocimiento de los buenos deseos que le animaban.

"LO REY

Amats nostres Lo pare moss. Gaspar es à nos tornat e havem fet apuntament ab ell sobre les coses contengudes en los capitols que ha portats en los cuals per respecte del servici de nostre Senyor deu é beneffici e repos de vosaltres e aquesta ciutat e patria havem flixat tant com bonament nos es possible: segons poren veure per les respostos é decretacions que a cascu dels dits capitols fet havem e aquell sen porta. Veritat es que essent nostre

desig é intencio axi com es attendre à la inviolable observacio de les coses que per nos vos seran otorgades é fermades havem molt conferit ensemps sobre lo contengut en lo vuyté é deen capitols: affi de compondre les coses à tot servey de deu é beneffici de la terra e si solament toquas als interessos nostres aquells de molt bona voluntat olvidariem é olvidarem per ser degut offici no sols de Rey e senyor, mes encara de pare: pero considerat que lo dit interes toqua á alguns si axi en universitat se hagues otorgat no seria sino en loch de pau e concordia e repos: nodrir novelles turbacions é differencies. E per ço puix en aço se tracta de tan universal beneffici deu se molt attendre que procurant lo be á una part no segueixca lo contrari per altra: havem per ço pensat que seria molt ben expedient per fugre à tota manera de dilacions e per prestament conduir les coses à conclusió que deputassen algunes persones en lo nombre que volguessen é nos per semblant ne deputarem altres les quals iran hon volreu e ab la mija e intervencio del dit pare mossen Gaspar molt facilment é presta se pendra deu volent tal apuntament sobre los dits dos capitols que será total direcció de les fabenes occorrents: segons mes diffusament sabreu per relacio del dit mossen Gaspar al qual vullau creure com á la persona nostra. Dada en Pedralbes á X del mes de Octubre any mil CCCCLxxij

REY JOHAN.
(Coloma sectrs.)"

Segun los deseos de D. Juan nombró la ciudad una comision que unida á otra nombrada por el Rey, formó una capitulacion honrosísima para los barceloneses, cuyo primer capítulo dice asi: "Plau al Señor Rey decernir y declarar los poblats en la dita ciutat e principat esser stats e esser bons leyals e feels e per tals los ha e reputa sa Magestat e li plau encara fer ho axi publicar ab veu de pública crida per los regnes de sa ex.cía axi deça com della mar." En los demas prometia el Rey por sí y por sus sucesores, olvidar todo lo pasado y no perseguir en ningun tiempo por este motivo á los que habian seguido la bandera barcelonesa. Se permitia à D. Juan de Calabria, Lugarteniente del

de Anjou que se marchase con toda su guardia, caballeros y demas personas de su casa; D. Juan se obligaba á jurar de nuevo los usages de Barcelona, las constituciones y actos de cortes, privilegios y libertades de Cataluña; se aprobaban los impuestos: que por motivo de la guerra se habian decretado; se restituian á la ciudad todos los lugares y villas que le pertenecian en tiempo del Príncipe D. Carlbs, esceptó algunos de que el Monarca aragones habia hecho merced durante la guerra; y por fin se concedia á todos los caballeros catalanes que estaban en el Principado un mes de término, y á los que estaban fuera un año, para reducirse á la obediencia del Rey ó marcharse de sus reinos (4). ...Firmada la capitulacion el 18 de Octubre del mismo año y salido que hubieron el Conde de Pallars, el de Calabria y todos los suyos, el Consejo entregó las llaves de la ciudad á D. Juan que hizo su entrada con la mayor solemnidad y en medio de las aclamaciones de los que poco antes eran sus mas acérrimos enemigos; aclamaciones que recibia con tanto mas placer, cuanto que Foix se habia tambien reducido á concordia, contentándose con quedar en Navarra con el título de Lugarteniente general y perpetuò.

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El dia 22 del mismo mes prestó D. Juan el juramento en la sala grande del palacio mayor: el 7 de Noviembre recibió el de fidelidad de los principales caballeros barceloneses. (Nota 13.a)

Apenas se supo tan fausto acontecimiento se apresuraron algunos Príncipes y Soberanos ya por medio de embajadores ya por escrito á felicitar a D Juan y al concejo de Barcelona que à su vez les contestaron agradeciéndoles sus buenos sentimientos. Copiamos á continuacion y como muestra, dos de las cartas que recibió el Concejo, una del Rey de Sicilia y otra del de Nápoles, personages ambos citados varias veces en este relato.

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"Lo princep de Castella Rey de Sicilia

e primogenit Daragó.

Prohòmens amats e feels del Senyor Rey e nostres. Tant es

(1) Solo el Conde de Pallars quedó esceptuado de este indulto.

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