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Roger conde de Pallás y al caballero aragonés D. Juan de Ixar. Tan grande alzamiento asustó al Monarca y á sus consejeros que conocieron al fin la imprudencia de su conducta; mas no queriendo mostrar debilidad, reunieron mucha gente de armas y la estacionaron en Bujaraloz. Fraga oponia ya menos resistencia y en Zaragoza se recibian cada dia las mas alarmantes noticias, las que pusieron á los Reyes en tanta zozobra que D.a Juana á pesar de su orgullo y del despecho que la devoraba, envió á decir á los diputados de Cataluña y al Consejo de Barcelona que nombrasen mensageros con poderes bastantes para que pudiese tratar con ellos de arreglo. No pudieron aquellos rehusar una proposicion tan adecuada á su voluntad, y conforme à las instancias de D. Juana la enviaron dos mensageros que fueron el Abad de Poblet y el Prior de Tortosa. Llegados estos à la real presencia y preguntados por la Reina acerca de los deseos del Principado y del modo de formar una concordia decorosa á los dos partidos, la contestaron que ante todo debia poner à D. Cárlos en libertad y llevarle ella misma á los catalanes, y que hasta que esto se hubiese verificado no esperase otra respuesta. Furiosa al oir estas palabras despidió aquella á los enviados y marchó á toda prisa á Zaragoza donde al instante que llegó hizo encerrar á su entenado en la Aljafería. Al poner en conocimiento de su esposo la respuesta del Principado, su orgullo le hizo ver humillaciones donde quiera; díjole que era insolencia pedir ante todo la libertad del Príncipe, y aun mas querer que ella misma fuese su libertadora como habia sido la causa de su prision, y resistió á la opinion de los consejeros de su marido que opinaban lo contrario. Mas la hora de la espiacion habia sonado ya, y la Suma Providencia en sus altos juicios decretó que los que sin respeto ni consideracion alguna habian perseguido la inocencia con escándalo del orbe entero, debiesen despues, humilladas sus frentes, sufrir el desprecio de los mismos que habian escandalizado. En toda Cataluña no tenian un solo defensor; el Rey de Castilla rompió la guerra en sus fronteras y amenazaba adelantarse hasta la corte de D. Juan (nota 2.a); el Condestable de Na

varra con mil lanzas castellanas y algunos beamonteses revolvió sobre Borja; en Valencia y Aragon se empezaban á juntar gentes; la villa de Fraga habia caido en poder del Conde de Módica; conmoviéronse los reinos de Mallorca, Cerdeña y Sicilia; y en la misma Zaragoza el pueblo pedia à voces la libertad de Don Cárlos. Los progresos de la insurreccion eran muy rápidos y la necesidad de atajarlos imperiosa. La Reina no pudo luchar ya con tan terribles enemigos y tuvo por fin que ceder á la fuerza de las circunstancias.

El dia 25 de Febrero de 1461 determinó D. Juan poner en libertad á su hijo, y con este objeto marchó D.a Juana á Morella, á cuyo castillo habia sido aquel llevado despues de la Aljafería y Miravet. El Rey mandó anunciar esta noticia con públicos pregones y envió á Fraga sin pérdida de tiempo á Lorenzo de Algas y á Antonio de Anguisoles para que la pusiesen en conocimiento del Conde de Pallás y de D. Juan de Ixar gefes á la sazon de aquella villa.

Lució por fin el dia deseado en que debia triunfar la inocencia y cumplirse los deseos de todos los buenos: el dia 4.o de Marzo al anochecer, D. Carlos fué puesto en libertad segun se deduce de la carta que él mismo escribió inmediatamente á los Concelleres de la ciudad de Barcelona, y que hemos copiado del traslado de la misma que escrita en el "Registre quart de les delliberacions é concells de cent jurats de la ciutat de Barcelona" por no haber hallado la original entre las demas cartas suyas. Dice asi:

>> Als bons é verdaders Sors, é amichs nostres los Concellers de barcelona

Concellers bons é verdaders amichs nostres per vostra consolació vos avis que vuy á hora de vespres la S. Reyna me ha mes en pura libertat e ab dosos anam en aqueixa ciutat hon personalment vos retre les gracies ab cuyta. en Morella primer de Març

El Princep qui tot be vostre desige
Charles."

Lo mismo que á los Concelleres escribió tambien à todos sus amigos y aliados que recibieron la noticia con las mayores muestras de alegria. Segun la Reina anunció tambien à la Diputacion y al Consejo de Barcelona (nota 3.a), emprendió juntamente con D. Carlos el camino de esta ciudad; y este en prueba de cuanto agradecia los servicios de los catalanes les escribia al llegar al fin de cada jornada una carta que se reducia á participarles el estado de su salud y la ruta que pensaba seguir. Hemos tenido la ocasion de leerlas todas originales y como muestra copiamos la escrita desde Trahiguera que es la que mas frecuentemente mencionan los escritores.

"Lo princep é primogénit

Magnifichs be amats é verdaders amichs nostres per maior augment de vostra consolatió vos significam com huy ensemps ab la Yllustrissima é molt virtuosa Senyora la Senyora Reyna nostra caríssima mare e ab total nostra libertat ya hora tarda som entrats en aquesta vila de Trayguera de hont deu volent dema partirem é irem dormir à Tortosa é de alli suscesivament continuarem nostre cami ensems ab la dita Senyora fins aqui siam junts per que ab compliment de vostres bons e leals desigs haran lo per que tant haveu treballat e de nos visiblament comprehengau quant som desijosos retribuir vos sino la que devem saltem la que porem condigna satisfacció. Som per gracia de nostre Senyor en bona valitut e dispositio de nostra persona de la qual desijam fruir vosaltres e tot aqueix principat. Dada en la vila de Trayguera á tres del mes de març de mil CCCC sexanta hu. Charles."

Siguiendo su camino por Tortosa y Tarragona llegaron los augustos viageros à Villafranca donde habiendo sabido D. Carlos que el Condestable de Navarra habia aprestado gente para entrar en Aragon, le envió á decir que nada intentase, asegurándole que trataria sus intereses y los de su familia como si fueran propios. Esto sucedió á 14 de Marzo, dia en que la Reina recibió á Nicolas Pujades, Arnaldo de Vilademayn y á Francisco del Bosch enviados por la Diputacion y Consejo para decirla que ella

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y todos los de su casa y consejo se abstuviesen de entrar en Barcelona, si querian evitar los desmanes que su presencia ocasionaria en aquel pueblo. Irritóse D.a Juana al oir esta proposicion y díjo á los mensageros que no sabia qué desmanes podia su presencia ocasionar, y que si el Príncipe estaba libre era por haber ella intercedido, á lo cual contestaron aquellos que entrase si tal era su voluntad, pero que no salian responsables de lo que sucediese. Aunque sumamente enojada, no le quedó á D.a Juana otro recurso que permanecer en Villafranca mientras que D. Cárlos rodeado de una multitud inmensa se marchó á dormir en San Boy de Llobregat para hacer al dia siguiente su entrada en la capital. Efectivamente asomó el dia 12 de Marzo y apenas rayaba el sol, se llenaron el camino de San Boy y las calles y las plazas de Barcelona de gentes de todas clases que apenas vieron á D. Carlos, prorumpieron en las mas vivas aclamaciones y celebraron su regreso con las mayores demostraciones de alegria. Tal fué, dice Zurita, el recibimiento y fiestas conque los barones y pueblo celebraron su libertad. "que no pudiera ser mas si fuera una gran victoria de los enemigos" (Nota 4.a).

Fatigada la Reina de estar en Villafranca y conociendo que era muy peligroso conservar reunida tanta gente de armas, trató de marcharse; pero al saberlo D. Cárlos la envió à Pedro de Torroella su mayordomo, escusándose de que ni aun por su influjo hubiese logrado que la permitiesen entrar, y rogándola que no partiese, pues era necesaria su presencia para tratar del convenio. Verificólo aquella así é inmediatamente se le participó por medio de Luis Vich que llevaba ademas el encargo de rogarle que mandase retirar á los castellanos que estaban en la frontera de Navarra, peticion que tambien le hicieron los representantes de las Córtes aragonesas, añadiendo que dispusiera hiciesen lo mismo los catalanes que estaban todavía en Fraga. D. Carlos contestó á lo primero que nada intentaban los catalanes contra el Rey de Aragon y sus estados, y á lo segundo que la Diputacion y Consejo de Barcelona habian contestado que sus tropas habian ido á dicha villa contra los que aconsejaban mal al Monarca, y

que no habiendo recibido todavia la debida satisfaccion, era forzoso que permaneciesen alli. Para mayor satisfaccion de su padre le envió una embajada con el único objeto de desvanecer los temores que le causaban los castellanos, diciéndole que D. Enrique no tenia ninguna intencion hostil, y que si envió aquellas tropas fué solamente para que Beamonte y Cardona recobrasen los estados que les habian usurpado. Otra embajada envió tambien à Castilla con el objeto de arreglar su matrimonio con la princesa D.a Isabel, lo cual junto con la declaracion de primogénito y la espulsion de la Condesa de Foix à quien se debia reemplazar con un aragonés en el gobierno del reino de Navarra, era lo único que pedia.

Mas exigentes fueron los catalanes que por medio de dos mensageros salidos de Barcelona el dia último de Marzo y recibidos por la Reina el dia siguiente, presentaron una capitulacion que no sin motivo le pareció inadmisible de todo punto. En ella pedian que se tuviese por válido todo lo verificado últimamente para lograr la libertad del Príncipe y conservacion de sus fueros y libertades, sin que por ello pudiese nadie ser perseguido; que D. Juan de Beamonte preso dentro del Principado, fuese vuelto á la veguería de Lérida y puesto allí en libertad; que los que intervinieron en el consejo del Rey desde el dia en que D. Carlos fué detenido hasta el en que fué libertado quedasen inhábiles é indignos de todo oficio y beneficio; que D. Carlos fuese declarado primogénito y gobernador general de todos los reinos de la corona; que se le nombrase Lugarteniente general perpetuo é irrevocable, y se le concediese la administracion del Principado y condados del Rosellon y Cerdaña, con facultad de celebrar Córtes de los catalanes; que el Rey se abstuviese de entrar en Cataluña y que en su consejo no interviniesen mas que los naturales de este pais: que en caso de morir D. Carlos sin hijos legítimos fuese Lugarteniente su hermano D. Fernando, pero con la espresa condicion de residir en el Principado y ser aconsejado por catalanes; que en adelante no se pudiese proceder contra ninguna persona real ni sus hijos, sin la intervencion y consentimiento

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