La poética ó reglas de la poesía: en general y de sus principales especies

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A. de Sancha, 1789
 

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Página 220 - Divina Elisa, pues agora el cielo con inmortales pies pisas y mides, y su mudanza ves, estando queda, ¿por qué de mí te olvidas y no pides que se apresure el tiempo en que este velo rompa del cuerpo, y verme libre pueda...
Página 298 - Pero tras eso confesaros quiero que es tanta la beldad de su mentira, que en vano a competir con ella aspira belleza igual de rostro verdadero. Mas ¿qué mucho que yo perdido ande por un engaño tal, pues que sabemos que nos engaña asi Naturaleza? Porque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo ni es azul. ¡ Lástima grande que no sea verdad tanta belleza...
Página 24 - ¿cómo habéis venido a nuestra España, tan nuevas y hermosas clavellinas? O ¿quién os ha traído a ser vecinas del Tajo y de sus montes y campaña? O ¿quién es el que os guía o acompaña de tierras tan ajenas peregrinas? — Don Diego de Mendoza...
Página 133 - Corrientes aguas, puras, cristalinas; Árboles que os estáis mirando en ellas, Verde prado de fresca sombra lleno, Aves que aquí sembráis vuestras querellas, Hiedra que por los árboles caminas, Torciendo el paso por su verde seno; Yo me vi tan ajeno Del grave mal que siento, Que de puro contento Con vuestra soledad me recreaba, Donde con dulce sueño reposaba, O con el pensamiento discurría Por donde no hallaba Sino memorias llenas de alegría...
Página 298 - Juan, primero que aquel blanco y carmín de doña Elvira no tiene de ella más, si bien se mira, que el haberle costado su dinero. Pero también que me confieses quiero que es tanta la beldad de su mentira, que en vano a competir con ella aspira belleza igual de rostro verdadero.
Página 258 - La planta con ilustre señorío Ofrece de su tronco y de sus flores, Y de su hojoso toldo y fruto opimo Olor y dulce arrimo, Sustento y sombra a ovejas y pastores...
Página 249 - ... doliente hijo le está con lágrimas pidiendo alguna cosa, de la cual comiendo, sabe que ha de doblarse el mal que siente. Y aquel piadoso amor no le consiente que considere el daño que, haciendo lo que le pide hace, va corriendo...
Página 38 - De aquí es que sería empeño irregular y extravagante querer buscar en cada nación una oratoria y una poética distinta. Bien es verdad que en ciertas circunstancias accidentales puede hallarse, y se halla con efecto, alguna diferencia. El clima, las costumbres, los estudios, los genios influyen de ordinario hasta en los escritos y diversifican las obras y el estilo de una nación de los de otra...
Página 133 - Corrientes aguas, puras, cristalinas ; Arboles que os estais mirando en ellas ; Verde prado de fresca sombra lleno ; Aves que aqui sembrais vuestras querellas ; Hiedra, que por los árboles caminas Torciendo el paso por su verde seno ; Yo me vi tan ageno Del grave mal que siento, Que de puro contento...
Página 221 - ... te olvidas, y no pides que se apresure el tiempo en que este velo rompa del cuerpo, y verme libre pueda, y en la tercera rueda contigo mano a mano busquemos otro llano, busquemos otros montes y otros rios, otros valles floridos y sombrios, donde descanse y siempre pueda verte ante los ojos mios, sin miedo y sobresalto de perderte...

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