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HISTORIA

DE LA CONQUISTA DE MÉJICO,

POBLACION Y PROGRESOS

DE LA AMÉRICA SEPTENTRIONAL,

CONOCIDA POR EL NOMBRE

DE NUEVA ESPAÑA.

ESCRIBÍALA

DON ANTONIO DE SOLIS,

Secretario de S. M., y su cronista mayor
de las Indias.

NUEVA EDICION.

TOMO I

MADRID: 1829.

IMPRENTA DE LOS hijos de doÑA CATALINA PIÑUELA,

calle del Amor de Dios, núm. 14.

R.321.618

DEDICATORIA QUE HIZO ÉL AUTOR

AL SEÑOR REY

DON CARLOS SEGUNDO.

Llamó

SEÑOR:

lamó la venerable antigüedad libros de Reyes á las historias, ó porque se componen de sus acciones y sucesos, ó porque su principal enseñanza mira derechamente a las artes del reinar; pues se colige de la variedad de sus ejemplos lo que puede recelar la prudencia, y lo que debe abrazar la imitacion. De cuyo principio nace, que la noble osadía de los escritores que dedican sus obras á los grandes reyes, sea menos culpable ó mas generosa en los historiadores, que sin disputar su estimacion a las demas facultades, tienen por suyo el magisterio de los mayores oyentes.

Estas congruencias, señor, me han sido necesarias para vencer el miedo reverente con que p ongo á los reales pies de V. M. esta primera conquista de la Nueva España, que andaba obscurecida o maltratada en diferentes autores: siendo una empresa de inauditas circunstancias, que admiró entonces al mundo, y dura sin perder la novedad en la memoria de los hombres: hallándose tan aplaudida ó tan satisfe. cha de su fama, que se atreve hoy á no desmerecer la real proteccion de V. M. como no desmereció en tonces los favores del cielo, que alguna vez dispen só en su defensa los fueros del poder ordinario, mi tigando al parecer lo imposible con lo milagroso,

Los sucesos de que se compone su narracion dan motivo á diferentes reflexiones políticas y militares: una conquista que importó á V. M. no menos que un imperio, y se consiguió, dejando á la posteridad varios ejemplos de lo que pueden contra las dificultades el valor y el entendimiento: una monarquía de príncipes bárbaros, que se dilató sin otro-derecho que el de la guerra, y se perdió á fuerza de tiranías, cuya desolacion, mirada como castigo de atrocidades, inclina la voluntad á las virtudes contrarias, pues habla tambien con los reyes justos la ruina de los tiranos. Y no faltan motivos que inducen a la imitacion para mayor ejercicio de la pruden cia; pues hallará V. M. en la historia de Nueva España un campo muy dilatado en que seguir las huellas de sus gloriosos progenitores, que miraron siempre la conservacion de aquellos indios, y la conversion de aquella gentilidad, como la principal rique za que se pudo esperar de las indias.

Pero no es mi ánimo que V. M. se digne de con, ceder el oido á las advertencias de una leccion, que habrá perdido parte de su grandeza en las negligencias de mi pluma: solo aspiro á que V. M. me permita su nombre para ilustrar la frente de mi libro; y no sin algun título que da bastante razon á mi disculpa, pues se debe a V. M. cuanto escriben sus cronistas; y yo pago con este corto caudal de mis estudios la deuda de mi profesion: deuda en cuyo reconocimiento desea manifestarse mi humildad, y puede mal encubrirse mi ambicion, pues busco para mi desempeño la gloria de tan alto patrocinio, y hallo en la sombra de V. M. todo el esplendor que falta en mis escritos. Guarde Dios la real católica per, sona de V. M. como la cristiandad ha menester.

Don Antonio de Solis.

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AL EXCMO. SR. CONDE DE OROPESA, &c.

MI SEÑOR,

Gentil-hombre de la cámara de S. M., de su consejo de estado, y presidente de Castilla!

EXCMO. SEÑOR

Ni v. B. debe negar la beniguidad de sus oidos á

un criado antiguo de su casa, ni yo, que reconozco á esta dicha el carácter de mi primera estimacion, puedo colocar mejor la humildad de mi ruego que donde puse la obligacion de mi obediencia.

Este libro, que mereció tal vez algunos reparos de V. E. quedando con la vanidad de que se aprobaba lo que no se corregia: ita enim magis credam cætera tibi placere, si quædam displicuisse cognovero: este libro pues tan favorecido entonces, necesita hoy de V. E. para llegar con algun decoro á los reales pies de su Magestad, enmendada tambien á la sombra de V. E. la corta suposicion de su dueño.

No dejo de conocer que busco a V. E. desde mas lejos que solia; porque los negocios de mayor peso á que V. E. rindió el hombro, me han puesto su atencion de V. E. en otra region, doude apenas quedará perceptible mi cortedad; pero los grandes cuidados nunca llegan a estrechar los términos

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