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olvidado casi de lo que principalmente escribia, se de-sidad, por solo estar señalado el dia del mes, y nomtiene en aquello muy despacio, hasta dejarlo bien asentado del todo. Dió con esto bien à entender cuán verdadero oficio del historiador es éste, pues en obras que no tenian ni aun sombra de historia, por una pequeña ocasion della se empló tan de propósito en tratarlo. Esta fineza y entera averiguacion en la cuenta de los años han tenido siempre los sabios, que bien juzgan, por anima de la historia, que le dá vida y ser, si la tiene, y queda como muerta, si le falta. Por todo esto he querido yo en lo que resta desta historia poner este espíritu de vida en la cuenta del tiempo, tan entero, y cumplido, cuanto la dificultad del negocio da lugar. Y aunque ésta siempre es grande: mas todavía vale, en algunas partes de la diligencia y el trabajo, para buscar buenos aparejos y medios, y usar bien dellos, cuando ya se han hallado. Aquí daré luego cuenta de los que yo he seguido, para que se vea cuán ciertos son y cuán infalibles, si tienen todo lo que en ellos cabe de firmeza, y tambien para que lo sepan todos, los que se quisieren aprovechar en algun tiempo dellos, y por esto desearen saberlos.

brado el de la semana, se puede tener por cierto, y aun se puede decir infalible, que la batalla fué el año setecientos y catorce de nuestro Redentor. Otro buen ejemplo es y muy gustoso para mí, por ser de un santo de Córdoba. Alvaro grande amigo de san Eulogio escribió su vida y su martirio, que padeció en Córdoba en tiempo del rey Mahomad. Señala el dia que fué degollado, y es once de marzo: nombra tambien el dia de la semana, y dice que era sábado. Tras tanta particularidad no pone el año, y en uno de los originales antiguos que yo tuve no estaba señalado, y en el otro estaba en el título, mas con tanta diversidad y confusion, que era imposible tomar de allí ninguna certidumbre mas que de siete, ú ocho años mas o ménos. Fues por el dia del mes y la semana, que estaban así nombrados, averigué allí claramente, que fué martirizado aquel Santo el año de nuestro Redentor ochocientos y cincuenta y nueve. Esta manera de comprobacion tiene su fuerza en el ser infalible que aquel tal año, que así se asegura, tuvo por tal dia del mes tal dia de la semana, sin que fuese posible ser otro de la semana. Y por aquellos años de allí al derredor antes ni despues no pudo caer tal dia de tal mes en tal dia de la semana. Así estas averiguaciones no se pueden hacer sino en poca diferencia de años, como seria hasta ocho 6 diez, que pasando de aquí no podria valer nada. Esto es así, porque el fundamento, en que estriba esta manera de certificacion, es el círculo de la letra domi

Primeramente se ha de entender, que el afinar bien la cuenta de la historia en dia, mes y año consiste principalmente en poderse hallar una cosa cierta y averiguada en el tiempo, y en que no pueda haber duda: porque déstas se pueden luego averiguar otras inciertas. Como gran luz esparce á la larga su claridad: y como punto fijo y norte endereza bien el camino que se lleva regido por él. No será menester poner ejem-nical, que por grandes consideraciones hechas antigua

plo ahora en general, pues luego ha de haber en lo que vamos á decir tantos particulares.

Estos puntos fijos de cosas así averiguadas y casi manifiestas son de cuatro maneras, y tienen entre sí gran diversidad. Unos se toman de las cuentas que hacen los astrólogos por el curso del sol y la luna y los otros planetas: y de allí las ha tomado la Iglesia para el buen orden y concierto de sus oficios divinos y festividades. Otros son de algunas cosas que se hallan escritas en los autores, ó porque las vieron, ó las entendieron con clara certificación, así que en buena probabilidad moral son infalibles. Otros puntos déstos se toman de piedras antiguas, en que hay puesta cuenta de los años, y los postreros se toman de escrituras públicas antiguas, que nunca dejan de tenerla. Estas cuatro maneras hay principalmente de cosas ciertas y averiguadas en razon del tiempo, que sirven mucho en la historia para poder dar luz à la buena continuacion dél, y asegurarla: y de todas diremos aquí en particular todo lo que conviene para bien entenderse.

Sucede muchas veces en la historia que se halla señalado el dia, mes y año de algun hecho, y nombrado el dia de la semana en que sucedió, como domingo, martes 6 jueves. Tengo ya por cierto que está bien nombrado el dia y el mes, mas no tengo certidumbre del año porque en esto hay variedad de los autores. En esta dificultad nos podemos bien certificar del año con no quedar duda en él, tomando por norte y por punto fijo el dia de la semana, que así está nombrado. Sea el ejemplo claro en una cosa muy señalada. El arzobispo don Rodrigo refiere, que la postrera batalla que dió el rey don Rodrigo á los alárabes, en que se perdió él, y se perdió toda España, fué domingo á los nueve de Setiembre. Esto se tiene por cierto y averiguado por buenos motivos que hay para tenerlo por tal. Mas hay diversidad en el año, que unos autores señalan uno, y otros otro con discrepancia de dos ó tres años. En esta diver

mente en la Iglesia por el abad Dionisio y otros con el ciclo del sol y de la luna, concertando sus diversidades, se ha sacado todo esto claro, limpio é infalible. Y por la interposicion de los bisiestos (aunque las letras no son mas de siete como los dias de la semana) no guarda órden esta cuenta, así que se pueda hacer tabla canónica sin muchas diversidades. Porque podrá haber una vez en siete años dos bisiestos, y en otros siete años no mas que uno. Tambien ayuda á no poderse dar en esta regla general el no estar repartidos los dias del año por siete al justo, sino que sobra un dia. Todo causa que no se pueda decir puntualmente en cuantos años volverá á ser miércoles (pongamos por ejemplo ) el tercero dia de marzo, despues que ya una vez lo fué. Mas es cierto que en seis años no volverá. Y cuando saliere la diversidad de los términos destos seis ó siete años, no podrá servir bien esta consideracion para averiguar la cuenta. Cuán segura y cuán infalible es en este espacio, tan incierta y confusa seria fuera dél. Esta manera de buscar punto fijo en la cuenta, y valerse dél, siguió Fray Onufrio Panuinio en sus fastos, cuando notó mucho el hallarse particularizado, que era primer dia de Pascua de Pentecostes el domingo en que murió el emperador Constantino, el año de nuestro Redentor trescientos y treinta y siete á los veinte y dos de mayo. Porque entendiendo por la tabla mayor del abad Dionisio, como el año estaba señalado, y asegurándose desto, pudo concertar y distribuir algunos de los años antes y despues con buena certificacion. De la misma manera tomó despues la averiguacion del año trescientos y sesenta y cuatro por hallar en Ammiano Marcellino que fué bisiesto. Y con este punto fijo, haciendo gran fiesta dél, ordenó precisa la cuenta de algunos otros años. Pedro Appiano en su Astronómico Cesareo, y despues Gerardo Mercator en su corónica, siguieron otra manera astronómiCa, para averiguar años por la consideracion de los

eclipses, que hallaron notados en los historiadores. Mas aquella es muy diferente desta mia, y que sirve pocas veces.

En la materia deste punto fijo se ha de notar, como vale mucho el hallar señalado el dia de la semana en algun historiador, ó escritura, para poder hacer de allí buena averiguacion, conforme a lo que está dicho, como dello claramente se entiende. Mas no es de ningun provecho decir ahora en la historia, tal dia de tal mes que señala tal autor, en que aconteció esto, era lunes 6 mártes. Porque así como lo primero da muy buen fundamento para la cuenta, así desto segundo no hay tomar ninguno para averiguar algo. Así es cosa muy ociosa y superflua el señalarlo.

Otras veces se halla la certidumbre de una cosa, de donde mana para algunas otras, por hallarse en un autor referida de manera, que considerándola bien, será buen fundamento para certificar por ella el órden de algunos años de por allí cerca, y asentar tambien el año, y alguna vez el mes y el dia en hechos, que de otra parte no se les pudiera dar esta claridad y averiguacion. Esto es de diversas maneras, y que no se podrian aquí enseñar particularmente todas, por la mucha menudencia que tienen. Bastará que se declaren ahora algunas con ejemplos, y en la prosecucion de la historia se verá hartas veces la diversidad que hay en esto. Desta manera averigué en el libro nono el año en que padeció el bienaventurado apóstol Santiago nuestro Patron de España. Por las primeras palabras del capítulo duodécimo, de los Actos de los Apóstoles, continuadas con las postreras del undécimo, y por la certidumbre del año en que fué la hambre en tiempo del emperador Claudio, se tomó allí harta claridad para lo que se buscaba. Acabando tambien Paulo Orosio su historia, que dirigió á san Agustin, y hablando con él, señala aquel año en que así acabó de escribir, y en el mismo capítulo hace mencion de lo que habia sucedido en España otro año antes de aquél. La noticia cierta destos dos años, y algunas cosas que en ellos pasaron abren puerta muy ancha (como se verá al principio del libro undécimo (1)) y segura, por donde entremos á la averiguacion de otros años de por allí cerca, y de lo sucedido en ellos. Los años en que fallecieron san Isidoro y san Ildefonso por la certidumbre de otras cosas vecinas á aquellos tiempos los averigué cuanto ser pudo y por decir san Ildefonso, hablando del arzobispo de Toledo Justo, que el rey Sisenando murió diez y nueve dias despues dél, se hizo desto fundamento para alguna buena averiguacion en cosas de aquellos años vecinos por allí. Seria cosa larga poner ejemplos en todas las diversidades que hay de tomar así puntos fijos y cosas ciertas, para averiguar otras inciertas, de las buenas ocasiones que muchas veces dan los autores para esto y con los dichos se deja ya bien entender, y adelante hartas veces se parecerá.

La tercera manera destos fundamentos se toma de las piedras antiguas escritas, cuando tienen señalado el año, ó alguna otra razon del tiempo. Éstas, demas de certificar infaliblemente el tiempo en el hecho que ellas contienen, ayudan mucho hartas veces para poderse averiguar otros hechos harto diferentes por ellas. El ejemplo se pondrá en una cosa gravísima. Entre los santos doctores Tertuliano, Eusebio y otros, como en la historia ya se dijo, hay diferencia en qué año de los de Augusto César nació nuestro Redentor Jesucristo. Y entre las otras es una causa principal desta diferencia (1) En el c. 16.

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la que pone san Agustin en el segundo libro de Doctrina Cristiana (1), donde trata esto, y dice que la ignorancia de la órden y sucesion del consulado romano hizo discordia así en el año del Nacimiento. Toda la discordia es, decir unos que nació nuestro Redentor en el duodécimo consulado de Augusto César: porque este emperador no tuvo mas que doce veces aquella dignidad Los demás dicen, que Augusto tuvo el terdécimo consulado, y en aquel año nació nuestro Redentor. Para redargüir y convencer á los de la primera opinion, sin que tengan mas que responder, se pusieron allí piedras antiguas escritas, de las que hay en España, donde se hace mencion del terciodécimo consulado de Augusto. Y en una cosa tan importante como ésta quedarán concluidos aquellos santos por la autoridad sola de una piedra, sin que ellos mismos osasen contradecirla, si se la hubieran alegado, 6 tuvieran noticia della. Podrán ser otros ejemplos desta parte de la historia de aquí adelante una piedra del tiempo del rey Sisebuto, que nos asegurará á la buena continuacion de algunos años, y otra de tiempo de Recesvindo, que hará lo mismo. Y para comenzar á contar verdaderamente y sin error los años despues de la destruccion de España, ningun tino ni gobierno hay mas cierto y seguro que el que da una piedra que el rey don Favila, hijo del rey don Pelayo, dejó puesta en la iglesia que edificó para su enterramiento cerca de la Villa de Cangas de Onis en Asturias de Oviedo. Y porque las piedras escritas que se hallan en España del tiempo que adelante se sigue en esta historia casi todas tienen señalado dia, mes y año, añaden mucho para afirmar la cuenta y dar seguridad en ella, cuando aciertan á tener justamente memoria de los años del rey, ó de otro hecho, de donde se puede tomar algun tino de la cuenta con certidumbre. Y no solamente las piedras, sino cualquier otra cosa que tenga así algo escrito, hace el mis mo efecto para buen ayuda y luz en la cuenta Es insig ne ejemplo desto la gran cruz de oro que el rey don Alonso el Magno dejó en la cámara santa de la iglesia de Oviedo, y se guarda allí con gran veneracion. En las letras que tiene en las espaldas hace el rey su ofrenda á Dios, y al cabo señala la era y el año de su reinado, y por aquello se averigua mucho en los tiempos de aquel rey. En la misma cámara santa está una arca pequeña de ágata y de oro que dió el rey don Fruela el Segundo, y por tener el año señalado, dá mucha luz para la cuenta de algunos otros años por allí cerca.

Es de mucha autoridad, y tienese moralmente por infalible el punto fijo y cierto que se puede tomar de alguna piedra: porque nadie duda sino que el dia y mes y año señalado en ella está contado con toda verdad, sin que se piense que erró en esto, el que mandó esculpir la piedra, ni que consintió quedase en esta parte ningun error sin emendarse, cuando acaso el artífice que labraba hubiese errado. Y siendo esto así, no se puede dudar, sino que se halla en España algun epitafio de sepultura antigua errado, como el del infante don Juan Manuel en Santo Domingo de Peñafiel, y otro, ó otros dos. Mas tienen sus razones manifiestas del error, por haberse puesto mucho tiempo despues de la muerte del que está allí enterrado. Fuera desto es muy mal atrevimiento decir en la historia que la piedra no está acertada en la cuenta, y que se puso muchos años despues, sin haber fundamentos bien considerados para afirmarlo.

(1) En el c. 28.

Restaba la cuarta manera que hay de punto fijo para tomar certidumbre del tiempo en algunas partes de la historia, y comunicarlo de allí á otras, y son los privilegios y otras escrituras públicas. Mas de los privilegios no trataré aquí, pues en todos estos dos libros no hay mas de uno. Y es su propio lugar de tratar dellos en la otra parte de la historia que sigue á esta de la restauracion de España. Allí pondré al principio, siendo Dios servido, lo mucho que conviene saberse y advertirse en ellos para no errar. Que hallar un privilegio, y comunicarlo en público, es muy buena cosa, y se le deben cierto gracias á quien lo buscó y lo descubrió. Mas no es este todo el bien, sino mucho daño y grande ocasion de errar si falta juicio para entender todo lo que conviene, ó falta el saber y querer examinar con cuidado todo lo que se debe considerar, y pe netrar en él. El privilegio no es mas bueno para la cuenta de cuanto se sabe usar bien dél, por el manifiesto peligro que puede traer de grandes errores, si no hay mucho recato en valerse con él.

Para lo que queda de los reyes godos, sirven mucho los concilios de España, y así en estos dos libros se harán muy buenas comprobaciones de los años por nuestros concilios, que teniendo casi siempre señalado juntamente con la era el año del reinado, dan buen aparejo para averiguar el tiempo en algo de lo de atrás.

Pudiendo, pues, tener hartas veces en lo que se sigue algunos puntos fijos de todas estas cuatro maneras, usaré dellas las veces que se ofreciere poder hacer alguna buena averiguacion del tiempo con ellas. Cuanto mas que sin estas cuatro maneras de ayudas, se halla en lo que se sigue otra harto principal para los años, aunque no para los meses ni los dias en la buena cuenta que llevó el glorioso doctor san Isidoro en su corónica de los godos, habiendo vivido mas de setenta años de los que escribió, y así vido y notó lo de los tiempos con mucha certidumbre. Lo mismo hizo el bienaventurado san Ildefonso en la continuacion de la historia de San Isidoro, que escribiendo de los tiempos en que él vivia, pudo tener buena certidumbre de la cuenta dellos, tambien como de los hechos. Sigue luego la corónica breve, mas á lo que se vé muy cierta y verdadera, del obispo Vulsa, donde está señalado dia, mes, y año, y hora, y edad de la luna, y concordancia del curso del sol, con tanta particularidad y precision que obliga se crea lo escribia el mismo dia que ello sucedió. Esto es en los postreros reyes godos, desde Recesvindo hasta Witiza, que parece fueron los que él alcanzó en su vida. Porque con contar los años de todos los reyes godos desde Atanarico, no hace aquella diligen- | cia tan exquisita, sino en los ya dichos, no hallando en los demás aquella certidumbre y averiguacion semejante á la que él en lo que veia y notaba podia poner. Tambien el abad Biclarense lleva los pocos años de que escribió en su corónica muy continuados con claridad, porque vivia en ellos, viendo y notando los tiempos en que los hechos sucedian.

De todo esto me ayudaré para la continuacion de los años, en lo que queda de la historia, y para algunas averiguaciones particulares que en buenas ocasiones se harán. Si lo uno y lo otro no saliere todas veces tan infalible y certificado como alguno podria desear, la dificultad deste negocio me podrá excusar, la cual se le representará bien al que lo que yo aquí he dicho della | bien considerare, y mucho mejor á quien probare á querer buscar certidumbre entera á donde le pareciere, que no habiéndola yo hallado, se puede alcanzar.

§ II. De los libros antiguos y algunas otras ayudas que tuve para escribir mucho de lo de aqui adelante.

En todo el discurso destos dos libros, y de los siguientes (cuando Dios fuere servido que salga á luz se verá como he tenido muchos aparejos nuevos y exquisitos, y extraordinarias ayudas para escribir todo lo que se sigue en la historia de España. Y contarlas he aquí por dos causas. La primera, porque con acreditarse la corónica, se pone mayor aliento para leerla, y se da mejor gusto desde luego della. La segunda, por mostrar, como puedo, el agradecimiento que debo á quien me dió libros, ó me ayudó de otra manera.

De la librería del insigne colegio de san Ildefonso desta universidad de Alcalá de Henares tuve un libro viejo de pergamino, pequeño, de letra gótica, escrito de mas de cuatrocientos años. Hay en él lo de san Isidoro, y san Ildefonso, de los Varones Ilustres, con lo que aña➡ dieron los arzobispos san Juliano y Felix. Está tambien allí la venida á España, y la predicacion de los siete obispos Torcuato y sus compañeros, como queda ya puesto en el libro nono. Está asimismo á la larga la muerte de Osio, el obispo de Córdoba, aunque le falta una hoja del cabo. Hay en la misma librería en otro libro grande, donde estan las etimologías de san Isidoro algunas epístolas y otras cosas del rey Sisebuto, y otras obras pequeñas de aquellos tiempos. Es de letra gótica, y escrito de mas de seiscientos años atrás. Estos libros con una Biblia gótica, en muchos cuerpos, y otros libros, tenian nuestros reyes pasados en el alcázar de Segovia; y los reyes Católicos se los dieron al cardenal don fray Francisco Jimenez para esta su librería. Hay tambien otro libro antiguo de la vida y milagros de san Isidoro, y es el que se refiere en el libro que anda impreso, donde se dice como el cardenal don fray Francisco Jimenez mandó traer este libro aquí del monasterio de San Isidoro de Leon.

La santa Iglesia de Toledo tiene en su librería dos originales de concilios, escritos de letra gótica. El uno se acabó de escribir aquí en Alcalá de Henares el año de nuestro Redentor mil y noventa y cinco, que así lo señala al cabo del libro, por la Era M. C.xxxiii. un sacerdote Juliano, y dice lo escribió en este lugar. El otro original es un poco mas antiguo, pues se acabó de escribir el año mil y treinta y seis de nuestro Redentor. Porque así tambien lo señala el que lo escribió. Con esto ha mas de quinientos y treinta años que se escribió el uno, y mas de cuatrocientos y setenta el otro. Prestómelos el señordon Pedro Manrique, canónigo y obrero de la santa iglesia, y hijo del adelantado de Castilla, que trujo el cuerpo del bienaventurado san Eugenio, y despues con deseo de vida religiosa murió en la Compañía de Jesus. Saqué destos dos originales muchas cosas insignes y nuevas, que en lo impreso no se hallan, con haber emendado por ellos tambien mucho de lo que comunmente anda, como se verá todo en sus lugares. Tambien me prestó la santa iglesia un santoral suyo muy copioso, y harto antiguo, y es el que Bartolomé Quevedo en la epístola á Andrea Resendio llamó Esmaragdino, y á lo que yo creo, por tener muchas iluminaciones verdes. Tambien me sirvió éste en algunas vidas de santos. Otro libro tambien tuve de la santa iglesia, escrito de letra gótica antiquísima, donde está lo . que escribieron Eterio, obispo de Osma, y Beato presbítero, contra el arzobispo Elipando, y el Apologético del abad Sanson de Córdoba. Lo que saqué destos au

toria.

tores fué para lo de adelante de la restauracion de Es- | las que yo dellas hube, siempre se señalarán en la hispaña. Y allá se tratará dellos mas enteramente. Y tambien está en la santa iglesia de Toledo el original del Fuero Juzgo, de donde yo saqué lo que convenia.

En la librería de la iglesia mayor de Córdoba hay un libro de marca pequeña de letra gótica tan antigua, que se puede tener por seiscientos años y mas. Están en él hartas obras de aquel caballero de Córdoba Alvaro, que escribió la vida del glorioso mártir san Eulogio su grande amigo, y una epístola del abad Spera in Deo, tan celebrado por el mismo Alvaro, y algunas otras cosas, como se irán señalando cuando se fueren poniendo. Y yo creo cierto que este original se escribió en Córdoba, y se ha conservado allí desde los cristianos mozárabes que lo escribieron, por tener muchas cosas particulares de Córdoba, como constituciones sinoda

En el real monasterio de san Lorenzo del Escorial vide y reconocí con cuidado dos originales antiquísi mos de concilios, que el rey nuestro señor allí ha man. dado poner. En ambos están señalados los años en que se escribieron. Y el uno ha mas de seiscientos y sesenta años que se escribió, y á mi creer en Sevilla. Mas éste tiene muy pocas cosas que no estén impresas, aunque todo es muy emendado lo que tiene. El otro es un excelente original, así porque ha mas de quinientos y noventa años que se escribió en un monasterio de San Martin del lugar llamado Albelda, y es junto á Logro-les para aquel obispado, y otras así. Saqué tambien ño, allí lo escribió un monge llamado Vigila, como por cosas que tiene de nuevo en los concilios, y muchas tambien fuera dellos. Todo se pondrá en sus lu- | gares. A este original llamo yo algunas veces el grande de San Lorenzo.

Despues he visto todos los originales antiguos de letra gótica de concilios, que hay en el real monasterio ne Sahagun, en San Zoil de Carrion, en Oviedo, en Lugo, y en el monasterio de San Pedro de Montes, en el Vierzo, de la órden de San Benito. Y lo que tienen de nuevo y mas correcto, se pondrá en sus lugares.

El señor obispo de Plasencia, don Pedro Ponce de Leon, me prestó hartos años ha un libro muy antiguo de letra gótica de la iglesia de Oviedo, escrito de mas de cuatrocientos años atrás. En él habia muchas historias de España, lo que me sirvió dél para esta mia, fueron las obras del rey Sisebuto, que estaban allí aun mas copiosas que en el libro ya dicho de aquí de Alcalá. Tambien habia otras cosas que se pondrán cuando conviniere. Del otro libro que su señoría ilustrísima me envió de las obras del glorioso mártir de Córdoba san Eulogio, en ellas, habiendo ya (gloria á Dios) salido á Juz, se dijo todo lo que conviene, y aquí se habrá tambien de referir algo dellas con buena ocasion.

El muy ilustre señor, el licenciado Fuen Mayor, caballero de la órden de Calatrava, y del consejo y cámara de su magestad, me prestó un original antiguo de la historia Compostelana, donde hay cosas de mucha substancia para la historia de España en lo de adelan- | te. Esta merced puedo señalar, que así el señor Fuen Mayor me hizo mas no me da este lugar anchura para extenderme en contar siquiera, aunque no las celebrase como debo, las otras muchas y muy grandes que su merced me ha hecho, y siempre me hace en favorecer y adelantar de muchas maneras todo esto que escribo. Y aunque es general el favorecer su merced á todos los buenos ingenios, y señaladamente á los que se emplean bien en cosas de nuestra historia de España, por lo mucho que su merced sabe con grandes primores y averiguaciones en ella; mas yo en particular estoy tanto mas obligado, cuanto ha sido siempre mas continuo y mas aventajado el favor y merced que se me ha hecho.

Miguel Ruiz de Azagra, secretario de los príncipes de Bohemia, hombre de mucho ingenio, adornado con buenas letras, y con un gran deseo y diligencia en descubrir todo género de antigüedad, me prestó muy liberalmente un ejemplar muy antiguo que él tiene de letra gótica, donde hay muchas cosas raras, y que creo hasta ahora no se han visto, y principalmente muchos epigramas, y otras obras en verso del santo arzobispo de Toledo Eugenio, tercero deste nombre. Y

algo, aunque poco, de otro Homiliario grande gótico, de la misma librería, que parece haberse escrito en Berlanga mas ha de cuatrocientos años. Dije dél en lo de san Fulgencio.

Tuve todos los privilegios de la iglesia del apóstol Santiago en Galicia, y otros muchos privilegios diversos y muy antiguos. Tuve el Becerro de Castilla, muchos fueros de ciudades y lugares, muchos testamentos de caballeros y personas señaladas, y otras muchas escrituras, que llegan casi á número de mil.

De la corónica del arzobispo don Rodrigo tuve el mismo original que él tenia. No está escrito de su mano, sino emendado, y añadido por las márgenes, como dí razon escribiendo del arzobispo san Juliano. Y este original, y la traslacion castellana son de gran provecho, como allí dije.

Muchas cosas irán puestas por toda esta historia; de la del diácono de Mérida Paulo tuve algunos originales de donde la hice trasladar, y el uno estaba con las obras del abad san Valerio, que me prestaron los monges del insigne monasterio de Carrazedo, como en lo de aquel santo abad dije.

El original que tuve de la historia de don Lucas o bispo de Tuy, es harto antiguo y muy corregido. Prestómelo el doctor frey Benito Arias Montano, de la órden de Santiago, capellan de su magestad, de quien yo no puedo decir tanto, que no sepa mucho mas todo el mundo, segun se ha hecho conocer por sus singulares letras y testimonios insignes que dellas ha dado en lo mucho que ha escrito y trabajado en la Sagrada Escritura, y en otras cosas. De su gran bondad y cristiandad pudiera yo decir aquí mucho, por conocerle mas enteramente de la antigua y grande amistad que entre nosotros hay, la cual yo estimo en tanto que la refiero aquí para preciarme della, y alegrarme con sola su memoria.

De las muchas monedas góticas que tengo, y he visto, ya dije en el prólogo como me ayudaron mucho en esta parte de la historia. Ahora digo lo mismo de las piedras de tiempo de los godos. He visto y juntado tantas dellas, como por todo lo siguiente se verá. Tambien se verán hartas cosas, que con su ayuda se averiguan, y sin ellas no se entendiera en aquello lo que convenia.

El original que tengo de la historia del moro Rasis es tan antiguo, que ha mas de doscientos y cincuenta años que se escribió, pues se dice en él que se escribia, era de mil y trescientos y cincuenta años,que es el año de nuestro Redentor trescientos y doce. Y aunque la corónica del moro tiene muy buenas cosas así en la descripcion de España, como en la historia; mas es cierto que en lo que toca á la destruccion de España,

no hay nadie que se le pueda comparar, segun lo trata á la larga, y con razonable prosecucion. Así puede ser tenido este autor en esta parte de la historia de España, por verdadera fuente della. Y así le seguiré yo por tal.

Mucho mayor ayuda tuve de un santo viaje que el rey católico nuestro señor don Felipe, segundo deste nombre, me mandó hacer, que por haber sido providencia de príncipe religiosísimo, verdaderamente católico, y de gran respeto y advertencia con sus pasados, será bien quede aquí memoria della, pues de muchas maneras podrá ser ejemplar. Y pondré la copia de la misma cédula de mi comision, pues no se podrá dar mejor á entender el bien de todo este santo negocio que por el prudentísimo discurso della.

EL REY.

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»>y sacrificios que por ellos se hacen. Y otrosí, veais, y >> reconozcais los libros así de mano como de molde an»tiguos, raros, y exquisitos, que en las dichas igle>>sias y monasterios hay: y de todo hagais, y nos trai>>gais muy particular relacion. Encargando por la pre>>sente á los dichos prelados, cabildos, provinciales, y >>otros superiores de las iglesias y monasterios donde »llegaredes, que os muestren y hagan mostrar, y den »>y hagan dar particular relacion de todo lo tocante á >>>todas las dichas santas reliquias, y cuerpos reales, y >>>libros que en las dichas sus iglesias y monasterios hu>>biere. Y mandando á los nuestros corregidores y jus>>ticias de las dichas ciudades, villas y lugares donde »llegáredes, que os informen, y hagan relacion, ad>>viertan y avisen de lo que cerca desto tuvieren noti>>cia. Para todo lo cual, y para cualquier parte dello, os >>damos entera comision y facultad cuan cumplida y >>necesaria sea, y ser puede. De Madrid á diez y ocho »de mayo de mil y quinientos y setenta y dos años.»> Yo el Rey.

Por mandado de su Magestad, Antonio Gracian. Fué señalada del Doctor Martin de Velasco, que era entonces solo del Consejo de Cámara.

En este santo viaje ví muchas cosas con que mas certificadamente pude tratar otras en esta historia. Y tambien en los libros antiguos que en las librerías de aquellos reinos hallé, hubo muchas cosas que sirvieron para acrecentar, aclarar, y verificar hartas de las que aquí se escriben.

>>Ambrosio de Morales, nuestro coronista: sabed, »que por la devocion que tenemos al servicio y culto adivino, y particularmente á la veneracion de los san>>tos, y de sus cuerpos y reliquias; y deseando saber las que en estos nuestros reinos, iglesias, y monaste>>rios dellos habia, el testimonio y autoridad que de»llas se tenia, la guarda y recaudo en que estaban, y la >veneracion y decencia con que eran tratadas; y te>niendo asimismo relacion, que en algunas de las dichas iglesias y monasterios, y en otras partes habia libros antiguos de diversas profesiones y lenguas, escritos de mano é impresos, raros y exquisitos, que aeran y podian ser de mucha autoridad y utilidad, en ǝque no había habido el recaudo y guarda que conve»nia: escribimos á algunos de los prelados y cabildos destos nuestros reinos, que nos enviasen particular relacion de todo lo que en sus iglesias y monasterios >habia; y como quiera que se nos haya por algunos Denviado, todavía para mas satisfaccion, y para que >>con mas fundamento esto se entienda, y provea; y »queriendo allende desto tener noticia de los cuerpos »de los reyes nuestros antecesores, que en algunas de »las dichas iglesias y monasterios están sepultados, y Den qué manera y forma están, qué dotaciones y fun»daciones han dejado, y las memorias, vigilias, sacri»ficios, y oraciones que por ellos se hacen, habemos acordado por la satisfaccion que tenemos del zelo, lec>>cion, y erudicion que en vuestra persona concurren, >>y por la inteligencia y noticia que de todo esto teneis, »de os cometer y encomendar, (como por la presente >>cometemos y encomendamos) que yendo vos á las »iglesias y monasterios de los nuestros reinos de Leon »y Galicia, y principado de Asturias, que entendiére»des que conviene, y para el dicho efecto será necesaPrio y habiendo mostrado y presentado esta nuestra De todo esto me aproveché con mucho cuidado y di»cédula á los prelados, cabildos, y abades, provincia-ligencia, advirtiéndolo todo con grande atencion y exáales y otros superiores de las dichas iglesias y monas»terios donde llegaredes, os informeis muy particular>mente de las dichas reliquias y cuerpos santos, y los »testimonios y autoridad que dellas hay, y veais el recaudo y guarda en que están, y la veneracion y de»cencia con que son tratados. Y asimismo por lo que »toca á los cuerpos de los reyes nuestros antecesores, veais en qué partes y lugares, y en qué manera y for-bajo. Principalmente que escribiendo tambien aquí de

ma están sepultados, qué dotaciones y fundaciones » dejaron, y las memorias y vigilias, misas, oraciones

Despues me envió tambien su magestad á Plasencia para traerle muchos libros antiguos de mano, que quedaron en la librería del señor obispo de aquella ciudad don Pedro Ponce de Leon, cuando murió. Y aunque truje muchos para el real monasterio de san Lorenzo, y todos excelentes, como algunas veces en la historia se dirá; mas entre todos fué uno muy señalado el original antiguo de concilios, que fué del insigne monasterio de san Millan de la Cogulla de la órden de San Be-nito. Acabóse de escribir como en él se señala por la era el año del nacimiento de nuestro Redentor, novecientos y noventa y cuatro, y así ha mas de quinientos y ocho años que se escribió. Nombra tambien al rey don Sancho y á la reina doña Urraca, y al rey don Ramiro, en cuyo tiempo dice se escribió aquel libro por un pres→ bítero llamado Velasco, y un su discípulo por nombre Sisebuto. Y no será menester dar razon aquí de los muchos concilios, y otras cosas que tiene este códice, sin que se hallen en otros, pues será muy ordinario irlas poniendo por toda la historia. Y tiene algunas cosas que se le añadieron despues de haberse acabado de escribir aquel año.

men, y deseo de servir á mi nacion y aprovechar en público à todos, con dar esta parte de su historia mas clara y mas concertada. Si el fruto no fuere tal, como todos quisieran, la falta será de mis fuerzas, y no de la voluntad con que lo trabajé todo, como creo siempre se parecerá. Porque sintiendo que no puedo mucho con el ingenio, socórrome de la diligencia y del tra

hartos santos, no hay cuidado ni diligencia que llegue á la que se requiere en su santa historia.

TOMO II.

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