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especificar. Y así la nombra algunas veces san Eulogio. Muy poquito ménos de ciento y cincuenta años, despues destos que vamos contando, te nian todavía los cristianos esta iglesia en Córdoba, como por el enterramiento del conde Garci Fernandez, hijo del conde Fernan Gonzalez, mostramos cuando se escribió el martirio destos tres santos en el libro décimo, y tambien aquí se ha de tratar cuando allá llegaremos. Y puédese tener por cierto haber sido esta iglesia la catedral de los cristianos en Córdoba, y haber estado en el mismo sitio, donde ahora está la del apóstol San Pedro, como se mostrará á la larga en su propio lugar. Iglesia de San Cipriano.

Iglesia de San Ginés mártir.

Iglesia de Santa Eulalia.

Fuera de la ciudad.

El monasterio de San Cristóbal, cuasi frontero de la ciudad, de la otra parte del rio.

El monasterio de monjas llamado Cuteclara, con advocacion de la Sacratísima Virgen María, cerca de la ciudad, al occidente.

El monasterio llamado Tabanense, que se edificó estos mismos años, de que vamos contando, en la sierra. El monasterio de San Salvador, llamado Pilamellariense, edificado tambien por este tiempo en la sierra, y aun ahora se ven señales de su sitio.

El monasterio de San Zoil, llamado Armilatense, por estar á la ribera del rio Armilata, llamado ahora Guadalmellato, cuatro leguas ó poco mas de Córdoba, en la sierra, y tambien se ven ahora rastros deste monasterio.

En la misma sierra, en un lugar llamado Froniano, estaba el monasterio de San Felix mártir.

En otro lugar de la sierra, llamado Rojana, estaba el monasterio de San Martin.

El monasterio de los santos niños mártires Justo y Pastor estaba en una pequeña aldea, llamada Lejulense, muy metida en la sierra.

Mas abajo de Córdoba, ribera del rio, habia un pequeño lugar llamado Culebras, y en él estaba la iglesia, de los Santos mártires Cosme y Damian.

entonces, nó que viviesen juntos, sino que la casa de los monges tenia junta otra de monjas. Y aunque no hay expresa mencion de la órden, hábito y regla que tenian, no hay duda sino que tenian la de san Benito, que ya estaba muy extendida tambien por toda España, como por todo lo demás de Europa, y desto diremos otra vez. Los monges y monjas traian su hábito conocido, y los sacerdotes sus coronas. En las iglesias habia sus torres, y en ellas campanas, con que convocaban el pueblo cristiano, y aun hasta ahora hay en Córdoba, como diremos en su lugar, una pequeña desde estos tiempos, de que vamos contando.

Enterraban tambien los cristianos á sus muertos, llevándolos con cruz levantada, con lumbres encendidas, y con los cánticos que usa la Iglesia. Todo esto se les permitia á los cristianos por los muchos tributos que pagaban, y entre otros que san Eulogio lamenta, era uno el que se pagaba cada mes. Tambien tenian los cristianos en Córdoba su conde, que como en tiempo de los godos los gobernaba, aun que debia tener pequeña jurisdiccion, estando reservados los negocios mas importantes para los tribunales de los moros. Los reyes tambien se servian de algunos cristianos en su palacio, y en escribanías y otros oficios del gobierno, cuando eran aventajados en saber la lengua arábiga, y leerla y escribirla.

Solo una cosa les estaba vedada á los cristianos so pena de muerte, que no dijesen mal de su malvado profeta Mahoma, ni de su ley. Guardándose los cristianos desto, y de entrar en las mezquitas de los moros, y pagando á sus tiempos sus tributos y nuevas imposiciones, que nunca faltaban, vivian seguros y con alguna libertad. Con todo eso los moros no tocaban al cristiano ni aun en la ropa, teniendo creido que se ensuciaban y amancillaban con esto. Tambien los muchachos de los moros se descomedian mucho contra los cristianos, y con su mala libertad y 'desvergüenza los perseguian y maltrataban de hoca y de manos, y muchos de los moros de muy supersticiosos se tapaban los oidos cuando tañian las campanas en las iglesias por no oirlas. Cuasi todas estas particularidades ya dichas del estado de los cristianos en Córdoba, se

Tambien habia cerca de Córdoba, en la sierra, iglesia verán ser ciertas por todo lo siguiente, y las mas dede San Sebastian.

Los lugares de Palma y de Ananelos, y otros algunos, tenian sus iglesias, como por todo lo de adelante

veremos.

En estas y en todas las otras iglesias y monasterios, demás de decirse las horas canónicas y misas, y administrarse los sacramentos, habia cuidado y costumbre de enseñará los cristianos, y los templos eran las escuelas donde se aprendia todo lo que se habia de saber. Y no era lo que se enseñaba leer y escribir, y la doctrina cristiana solamente, sino la lengua latina y mucho de filosofía y Sagrada Escritura (harto mas de lo que parece que en tan triste cautiverio y miserias dél podia caber) como por todo lo de adelante se verá. Y para la falta de los libros, habia librerías en las iglesias, y señaladamente hay mencion de la librería de la iglesia de San Acisclo, aunque esto de las librerías era todo poco como algunas veces mostraremos. Habia dignidades de arcediano y arcipreste, y como hay memoria expresa de estas dos, se puede bien creer habia tambien las demás. Las iglesias tenian sus curas á que llamaban abades, como se llamaban tambien los que presidian en los monasterios. Los mas de los monasterios eran juntamente de monges y de monjas, como se usaba

TOMO II.

llas se hallan en las obras del glorioso mártir san Eulogio, y en otros autores destos tiempos, como se dará razon en sus lugares propios, y particularmente dice dellas así en su indículo luminoso el noble caballero cordovés Alvaro, que vivia y florecia en letras ahora, como luego se dirá. Yo trasladaré del latin fielmente todo lo que dice:

Esta hecha escritura y pública, los mandatos della discurren publicados por todos sus reinos, que quien dijere palabras injuriosas á algun moro, lo azoten por ello, y á quien lo hiriere, lo maten. Y vemos ordinariamente como de dia y de noche blasfeman de nuestro Redentor Jesucristo en sus torres y en sus bosques obscuros, igualando con él, y alabando juntamente á su sucio, perjuro, rabioso y malvado profeta. Poco despues dice: cuando ven los moros como llevan los sacerdotes cristianos á enterrar sus muertos, conforme á la costumbre de la Iglesia, con voz alta, y con malditos gemidos dicen: Dios, no hayas misericordia dellos. Y apedrean á los sacerdotes del Señor, cuando pasan, diciendo muchas injurias á su santo pueblo, y arrojando la suciedad del estiércol contra los cristianos, amenazando de hacerles otros peores ultrajes. Y luego dice: cuando algunos sacerdotes acaso 35

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