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gran novedad en las cosas, revolviendo todo lo que pudiesen. Dejaron por esto de defender su paso, y concertándose con los vándalos, alanos, suevos, y silingos, mezcláronse con ellos, y todos juntos se entraron poderosamente por España, cumpliéndose el deseo destas naciones, que al principio tuvieron, cuando llegaron hasta los Pireneos: y en Didimo y Veriniano hallaron la resistencia que se ha dicho. Por esto se quedaron entonces en Francia; mas con el resistir de los naturales y de los romanos habian prevalecido muy poco, haciendo harto en tener suelo donde pusiesen los piés, y mantenerse en él. Ahora con la traicion de los honoriacos se extendieron con ellos bien à placer por toda esta nuestra tierra. Esta es la verdad de como pasó la entrada destas gentes extranjeras vándalos, suevos, alanos y silingos en España, como Paulo Orosio la refiere, á quien todos los demás siguen. Y aunque la otra vez entraron con Constante, no fué para quedarse acá como ahora. Esto tambien sucedió este año cuatrocientos y once, ó el siguiente. Que pues en éste se alzó Constantino, está claro que enviaria luego sus jueces, y tras ellos á su hijo en España, entendiendo como en la prevencion estaba mucha parte del buen suceso. Y era de tanta importancia tener a España, que ninguna priesa era mucha, para enviarla á sujetar. Y cuando mucho la entrada destas naciones pudo pasar al año cuatrocientos y doce, y en éste la ponen los mas.

Jornandes, como adelante veremos, da otra causa de haberse movido las cuatro naciones á dejar á Francia, y meterse en España: y fué, ver como los godos venian á Francia, y temíanlos tanto, que no esperaban poder resistirles, ni conservar lo poco que allí tenian, aunque de romanos y de los naturales lo habian defendido.

Cuando estas naciones entraron en España, no se sabe que tuviesen otro rey sino Hermenerico, que lo era de los suevos. Este solo nombra por ahora San Isidoro. Y Nicéforo lo llama Modigiselo. Los demás fueron de nuevo instituidos despues, como presto se habrá de decir (1). Y deste tiempo de adelante es el rey Godigisco, con quien Procopio dice trató el emperador Honorio, y así se dirá de él en su lugar (2).

CAPÍTULO X.

Lo que estas naciones hicieron en la conquista de España.

Llegadas ya todas estas gentes terribles y feroces en España, dice Paulo Orosio en general, que hubieron grandes batallas y hicieron muchas destrucciones. Esta guerra se hacia á los romanos, que basta ahora poseian á España como señores, y á los españoles naturales, que siempre permanecieron en ella. Y no hay duda sino que fué ésta una brava contienda. La multitud destas gentes era inmensa, su ferocidad y vigor en la guerra terrible: el verse los romanos desposeer de su señorío, les habia de poner harto coraje, y á los naturales españoles les doleria mucho la triste destruccion que padecian. Todo esto hacia mas cruel la guerra, y la resistencia en ella. Mas todo lo pasan tan en breve los historiadores antiguos, que ninguna cosa se puede escribir en particular. Paulo Orosio y san Isidoro dicen, que de la miseria y continuacion desta guerra sucedió hambre tan desesperada, que horri

(1) Lib. 14, c. 56. (2) Lib. 3, de la guerra con los vándalos.

blemente se comia carne humana. Y sin los que la guerra y la hambre consumian, la pestilencia que siguió hizo mayor mortandad. Otra cuarta plaga nunca oida cuenta el mismo Santo que fatigaba entonces á la miserable España. Los animales con la hambre se acostumbraron á comer carne humana, de que la pestilencia y la guerra les daban harta abundancia, faltándoles todo lo demás de que acostumbran mantenerse. Con eso se hicieron las bestias mas feroces y bravas contra los hombres, estando encarnizadas en tenerlos por mantenimiento. En estos males dice Paulo Orosio, que habia un remedio, y éste era harto triste y desventurado. Los vándalos y los demás dejaban ir libres á los que querian salirse de la tierra, y por poco sueldo les hacian la escolta, para que fuesen seguros. Y este mismo autor dice, que duró esta desventura y destruccion de España dos años así que llegó hasta el cuatrocientos y trece de nuestro Redentor. Blondo Flavio cuenta harta mas particularidad desta guerra. Dice que los vándalos y los demás se metieron la tierra adentro hasta llegar al rio que allí se llama Astorga, y á la ciudad á quien él da nombre, la cual tomaron con poca resistencia. Siguiendo su camino por lo mas interior de España, llegaron á Toledo pensándola tomar tambien con facilidad. No les sucedió así. El sitio fortísimo, y la buena providencia y valentía de los de dentro, se la defendieron con tanta constancia que desesperados de poderla tomar sederramaron á robar sus comarcas. Siguiendo despues la corriente de Tajo descendieron hasta Lisboa, y habiéndola cercado, los de dentro se concertaron con estas gentes, y por dineros que les dieron levantaron el cerco. Discurrieron despues por diversas partes robando y | destruyendo todo lo que hallaban, buscando siempre con mayores daños de la tierra algun asiento en ella. Hasta aquí prosigue Blondo sin nombrar autor de donde lo saca. Por esto no es esto tan cierto como lo que en general yo he contado siguiendo los historiadores antiguos, que por su mucha autoridad merecen ser creidos. Y no hay rio en Astorga que se llame así; y durando hasta ahora en aquella ciudad los muros antiguos gruesos y muy fuertes, dan bien à entender que no se podia tomar tan fácilmente como Blondo refiere.

CAPÍTULO XI.

El levantamiento de Máximo y de otros en España y la muerte de Geroncio.

Alterado el emperador Honorio con el levantamiento de Constantino, y con la pérdida de España y Francia, envió contra el tirano á Constancio, excelente capitan, á quien dió el cargo que entonces liamaban maestro de la guerra, y era ser capitan general en ella. En el mismo tiempo hubo otro nuevo levantamiento con nueva tiranía en España. Geroncio, capitan de los mas principales que el tirano Constantino acá en España tenia, por pasiones y enemistades secretas se levantó contra él, y alzó por emperador á uno llamado Máximo. A éste dejó, como dicen Nicéforo y Sozomeno (1), en Tarragona, y se pasó él con su ejército en Francia contra Constantino, matándole de camino a su hijo Constanto en Viena. Mas entendiendo luego como venia Constancio muy poderoso por el emperador Honorio

(1) Sozom. en el lib. 9, c. 12.

| jarlos dentro en España, y contar las otras alteraciones destos años, me ha sido estorbo para no tratar entretanto de los godos, de quien hay tambien que contar en estos mismos como murió Alarico poco despues de haber tomado á Roma, y los godos eligieron por su rey Ataulfo su cuñado, y cuñado tambien de Honorio, casado con Gala Placidia su hermana; por la mejor cuenta que se puede tener parece fué elegido el año de nuestro Reden

contra Constantino, tambien él temió por la tiranía de Máximo, de que él habia sido causa y principio. Huyó por esto con los pocos que le quisieron seguir; y Nicé foro y Sozomeno, de quien yo tomo todo esto, dicen que el huir fué á España, y hacelo mas verisímil el haber salido de acá, y dejado tambien acá á su nuevo emperador que él habia elegido; y certifícalo mas lo que adelante en aquel autor se sigue, donde cuenta muy á la larga la muerte de Geroncio. Dice que los españo-tor cuatrocientos y once, por haber sucedido en éste la les teniendo á Geroncio por vil y apocado viéndole venir huyendo, determinaron matarle. Cercaron para esto de noche su posada, donde estaba con su mujer Nuniquia, á quien él mucho amaba, siendo amada igualmente della. Comenzando los españoles á combatir ja casa, y sintiendo Geroncio lo que era, subióse al tejado con un soldado Alano mucho su amigo, y algunos sus parientes y criados. De allí hicieron tan buena defensa, que en poco rato mataron trescientos de los enemigos. Mas ibanles ya faltando las piedras y las otras armas que arrojaban, y así algunos de los suyos le comenzaron á desamparar pasándose por los tejados á lugares seguros. Tambien pudiera salvarse Geroncio, mas el grande amor de su mujer no le consentia apartarse de donde la dejaba. Llegando ya la mañana, los españoles pusieron fuego á la casa por muchas partes, sin que ya Geroncio pudiese escapar. Con esta rabia de verse así encerrado, y con el amor de su mujer, que le abrasaba mas de lo que el fuego de la casa pudiera encenderle, tomó una determinacion llena de crueldad y fiereza. Cortó de un golpe con la espada la cabeza de aquel su amigo Alano, que le pedia lo hiciese así, Juego mató á Nuniquia su mujer que se le metia por la espada, y con lágrimas le conjuraba por su amor le concediese este don postrero de que muriese por su mano, y no la dejase para verse viva y des honrada en poder de sus enemigos. Despues desto se hirió Geroncio tres veces á sí mismo con la espada sin poderse acabar de matar. Sacó al fin el puñal y metióselo por el corazon. Tan en particular como esto cuentan los dos autores la muerte deste capitan, celebrando mucho el ánimo y constancia de Nuniquia, que era cristiana. Y señalan esto así porque Geroncio parece era gentil, como en todas partes habia aun muchos gentiles. Orosio dice tenia Geroncio dignidad de conde, y no dice ningun bien dél. Faltándole á Máximo el ayuda deste capitan, en quien tenia toda su fucia, dejó las insignias de emperador, y quedóse en España con solo castigo de ser desterrado, y vivir en pobreza. Y aun era vivo en esta miseria cuando Paulo Orosio escribia. Constantino y otro su hijo Juliano fueron deshechos y muertos por Constancio; y así se acabaron tambien luego otros dos hermanos Jovio y Sebastiano, que uno tras otro se levantaron en Francia con el imperio. Y todo esto sucedió dentro del año cuatrocientos y trece,

No contradice todo esto á la entrada de las cuatro naciones en España, que va dejamos contada, porque entrando ellos por lo mas septentrional de los Pireneos hácia Navarra y Guipúzcoa, y comenzando por allí sus conquistas quedaba lo de los Pireneos, que toca en Aragon y Cataluña, para suceder por allí todo esto de los levantamientos que en este capítulo se han contado.

CAPÍTULO XII.

Los godos tomaron la Francia Narbonense, y de alli pasaron en España.

El seguir tras los vándalos y su compañía hasta de

muerte de su predecesor. Y san Isidoro en este año la pone, y su cuenta va de aquí adelante siempre bien concertada y cierta. Túvose cuenta en su eleccion con su linaje, valentía y prudencia, y con la buena gracia de su persona. Porque aunque no era muy alto de cuerpo, como Jornandes, autor godo de nacion, escribe, era hermoso de rostro y bien proporcionado. A su mujer Placidia le da Orosio, con mucho cuidado de la religion cristiana, agudo ingenio, y buena sagacidad para poner á su marido en lo que quisiese, y siempre queria lo mejor, y mas acertado. Ella, pues, persuadiendo siempre al rey la paz y el amor con el emperador Honorio, ya que habia entrado este rey tambien en Roma sin ponerse nadie à resistírselo, y destruido lo poco que del saco pasado habia quedado: le hizo que dejase libre á Italia y se pasase en Francia, donde ya los vándalos con las otras gentes de su compañía se habian mucho apoderado y extendido. Mas llegando el rey godo, se retiraron y estrecharon para poderse mejor defender. Van tan cortos en todo esto los escritores, que es menester suplir por fuerza sus faltas con alguna buena conjetura. Por ella y por lo que despues sucedió, parece cierto como Ataulfo paró en la Narbonesa, y éste es el principio de poseer los godos aquella parte de Francia que tomó despues el nombre dellos llamándose la Galia Gótica. Y una de las causas principales que pudo mover á los vándalos y á los demás para dejar á Francia, y pasar á España cuando los honoriacos los llamaron á su compañía, fué ver venir á los godos á Francia, y entender por experiencia de muchos siglos pasados, como no eran poderosos para prevalecer contra ellos. Y esta causa dan Jornandes y san Isidoro de la entrada de aquellas naciones en España, y puédese creer que movidos por esto hallaron buen aparejo para su propósito en la compañía de los honoriacos. Y pues de una cosa tan señalada como es haber tomado los godos la Narbonesa, no hay sino tan breve memoria en los historiadores auténticos, nadie se maravillará de mí si no diere mas larga cuenta de muchas otras cosas que pasan con la misma brevedad.

San Isidoro dice que entró Ataulfo en Francia el año quinto de su reino, y éste habia de ser el cuatrocientos y quince de nuestro Redentor. Próspero Aquitanico va tan diferente, que dice fué esta entrada el año cuatrocientos y doce. El conde Marcelino no hizo memoria desto, mas por el poco tiempo que le da de reinar á Ataulfo, parece concierta con Próspero, y con Casiodoro tambien que lo dice expresamente. Jornandes al parecer alarga el reino de Ataulfo como san Isidoro, y así tambien se puede colegir dél, que siente fué esta entrada de los godos en Francia mas adelante del año de san Isidoro. De Paulo Orosio se puede tomar poco tino y fuera el mas cierto si señalara el año desta entrada, mas todavía parece se puede pensar por rastro suyo, que fué despues de la muerte del tirano Constantino y los demás. Así que se vaya á conformar él tambien con nuestro Santo. Y á él sigo yo por la buena

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