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seando preferir la francesa á la española é italiana, fué buscando los ejemplares que le parecieron mejores en la suya, y los que solamente los ignorantes habian alabado en las otras dos lenguas, y despues de un cotejo muy indigno de un hombre de juicio como él era, echó su Fallamos que debemos condenar y condenamos á las dos lenguas española é italiana, publicando una sentencia sumamente injusta.

225 Sepa, pues, todo buen español y todo el mundo que tenemos una lengua abundantísima y suave, y que podemos usar de ella con la mayor propiedad y energía, con brevedad, sublimidad, elegancia, armonía, y por decirlo en una palabra, con elocuencia. Pero este dón no es dado á cualquiera. Los medios para conseguirle son estudiar muchísimo, preguntar y aprender de todos cuanto sea posible, para saber la naturaleza y propiedades de las cosas y sus nombres; averiguar los orígenes de los vocablos y su uso más comun y expresivo para la propiedad; leer los mejores autores para imitarlos, si son de extraña lengua, en el pensar; si de la propia, en el pensar y decir, y ejercitarse en escribir, sujetándose á la censura de los que lo entienden, que son poquísimos. Y despues de toda esta diligencia, como el hablar bien es cosa que pide sumo ingenio, mucha observacion, gran juicio y continuado ejercicio, partes que raras veces se unen, será (como en todo lo demas) lo que Dios quisiere.

1628, muerto en 1702, enseñó humanidades er aquella ciudad, encargándose despues de la educacion de los Príncipes de Longueville, y más tarde de la del Marqués de Seignelay, hijo de Colbert. Sus obras principales son: Entretiens d'Ariste et d'Eugène, Doutes sur la langue française, Manière de bien penser sur les ouvrages d'esprit, Pensées ingénieuses des anciens et des modernes, y una Version du Nouveau Testament. Era hombre instruido y de buen juicio; pero, como ha sucedido á muchos de su nacion, no tenía inconveniente en faltar á la verdad y á la justicia por hacer alarde de bel esprit.

ORACION

EN QUE SE EXHORTA Á SEGUIR LA VERDADERA IDEA

DE LA ELOCUENCIA ESPAÑOLA.

Que las principales lenguas europeas hayan llegado ya á perficionarse tanto que gloriosamente compitan con los antiguos idiomas latino y griego, cosa es de que debemos regocijarnos mucho, pues logramos vivir en tan erudito siglo. Pero que la lengua española, majestuosa entre todas las que hoy se hablan, como la más semejante á su nobilísima madre la latina, haya degenerado tanto que, desconocida ya su natural grandeza, viva tan poco favorecida áun de los ingenios propios, cosa es sensible, cosa por cierto lastimosa. No acabo de admirar que una gloriosísima nacion, que dió á la lengua latina un Porcio Latron, primer profesor de retórica de nombre y fama que tuvo Roma; una tan insigne familia como la de los Anneos Sénecas, seminario ilustre de elocuentísimos varones; un Marco Fabio Quintiliano, que fué el primero que con salario del fisco abrió escuelas públicas en la metrópoli del mundo; no acabo, digo, de admirar que una nacion tan gloriosa sufra que otras la

por criazon de pollos; querencia, por buena voluntad ; rodrigazon, tiempo de rodrigar vides; sangradera, por lanceta; tosegoso, por el que tose mucho; bandero, por hombre de bando. Pero volviendo á la tradicion verbal, sin embargo de ser ésta tan limitada, es tanta la copia de voces españolas que conserva, que dudo haya lengua viva igualmente abundante. Me contentaré con una prueba. Los refranes (1)

(1) Ticknor, más imparcial que nosotros, como extranjero, y ademas hombre de gran instruccion y sano juicio, dice así en su History of spanish literature, t. III, pág. 201, de la edicion de Londres de 1863: «Sin embargo, hay una forma de composicion didáctica, en la cual es superior España á todas las demas naciones. Aludimos á los proverbios ó refranes, que califica Cervantes en su parte primera, capítulo 39, de sentencias cortas sacadas de la experiencia. Hay refranes españoles que pertenecen á los primeros tiempos. Uno de los más conocidos, allá van leyes do quieren reyes, hace relacion á un suceso importante del reinado de Alonso VI, que murió á principios del siglo XII, cuando el idioma castellano apénas existia distintamente, y otro á una costumbre de la época de los Infantes de Lara, siendo probable que su fecha no sea muy posterior. Encuéntranse otros en la Crónica general, escritos de los más antiguos en prosa española, y uno de ellos es el que expresa el desaliento de quien se ve chasqueado en sus esperanzas, citado con frecuencia en Don Quijote, de vino por lana y fué trasquilado. Muchos se leen en el Conde Lucanor de don Juan Manuel, y no pocos en las poesías del Arcipreste de Hita, los cuales vivieron en tiempo de Alfonso XI.

>> Léjos, no obstante, de considerarlos como dichos aislados y sin enlace histórico, han de mirarse como pertenecientes á la antigua raza española, y usados siempre como enteramente familiares y notorios. Pero en el reinado de D. Juan Il, y por su órden, reunió un centenar de ellos en verso el Marqués de Santillana, de los cuales hemos ya hablado en otro lugar, ademas de otros seiscientos, que, segun dicen, solian repetir las viejas tras del fuego. Desde este período, ó más bien desde 1508, en que fué publicada dicha coleccion, los antiguos y sabios refranes de la lengua consiguieron un lugar importante en la literatura didáctica.

» Su número, á la verdad, llegó á aumentarse de tal modo, y no ya sólo el de los que se usaban en la conversacion ordinaria, sino tam

que andan de boca en boca, y son una pequeñísima parte de la tradicion verbal, son tantos en la lengua española, que no hay otra (cualquiera que sea) que contenga igual número de ellos, como se puede observar en las colecciones que hicieron Iñigo Lopez de Mendoza por mandado del rey Don Juan el Segundo, el comendador griego Fernan Nuñez, á quien habia comunicado muchos el eruditísimo Juan

bien el de los reunidos é impresos, que comenzaron á contarse. Garay, de la catedral de Toledo, que vivia por tanto en el centro de lo que se llamaba especialmente Castilla, escribió una larga carta, cuyos pensamientos, uno á uno, estaban expresados por un refran popular, y añadió á ésta otras dos cartas semejantes, halladas, segun dice, casualmente, y escritas tambien en refranes. Pero como á la mitad del siglo, alcanzaron más alto honor los antiguos refranes españoles. Pedro Vallés, que escribió la historia del Marqués de Pescara, publicó una serie alfabética de cuatro mil trescientos en 1549, y el famoso helenista y distinguido noble Hernan Nuñez de Guzman, catedrático sucesivamente en Alcalá y en Salamanca, se entretuvo ya anciano, en hacer otra compilacion de los mismos hasta el número de seis mil. Explicó algunos y comparó varios con los usados en otros idiomas; pero sintiendo que le faltaban las fuerzas, encomendó esta tarea á un amigo suyo, catedrático tambien en Salamanca, que los publicó todos en 1555, dos años despues de la muerte de Nuñez, más bien, segun advierte, por consideracion à la persona que le hizo la recomendacion, que por la importancia del asunto.

» Ademas de estos refranes, otro de los amigos de Hernan-Nuñez, el sevillano Mal-Lara, reunió mil, y añadiendo un comentario á cada uno, los publicó en 1568, bajo del título muy oportuno de Filosofia rulgar, obra que, no obstante su farraginosa erudicion, se lee con placer, tanto por su estilo en general, cuanto por las singulares anécdotas históricas en que abunda. Otra coleccion, hecha por el valenciano Palmireno en 1569, comprende unos doscientos proverbios, relativos à la mesa, demostrando así la abundancia de estas sentencias populares, cuando tantas ofrece el lenguaje castellano para un objeto exclusivo. En 1608 fué publicado otro en París por Verdin, para el uso de los extranjeros, probando á su vez evidentemente lo extendido que estaba en toda Europa el idioma castellano. Sorapan, en 1616 y 1617, publicó dos colecciones, en las cuales se propone

sériamente que el que corre más por el camino errado es el que se adelanta ménos hácia donde se debe ir, siguió el trillado y único de imitar á Tulio, y así llegó á ser en muy pocos años un Ciceron cristiano.

Pues ¿qué haceis, señores, que no seguis aquellas venerables pisadas que para memoria eterna de su admirable sabiduría nos han dejado impresas los más elocuentes españoles?

En el estilo familiar (ademas de las epistolas históricas del bachiller Fernan Gomez de Ciudad Real, que feamente adulteró Don Antonio de Vera y Zúñiga, conde de la Roca, imitando los antiguos caractéres y la impresion de Burgos del año mil cuatrocientos noventa y nueve, y ademas tambien de las ingeniosas de Hernando del Pulgar, de las eruditísimas, así del bachiller Rhua como del doctor y canónigo de Toledo Juan de Vergara, y de las sábias y utilísimas cartas pastorales de aquel virtuosísimo y prudentísimo prelado el patriarca de Antioquía y arzobispo de Valencia Don Juan de Ribera, de inmortal memoria) tenemos, entre otras muchas que publiqué, las serio-burlescas de Don Francisco de Quevedo Villegas, las juiciosas y graves de Don Nicolás Antonio, las doctas de Don Juan Lucas Cortés, las discretas de Don Antonio de Solís, y las eruditas y elocuentes de Don Manuel Martí, dean de Alicante, y singular esplendor de la elocuencia española, latina y griega.

En la ficcion entretenida, ó bien se llame jocosidad milesia, que es un género de narracion fabulosa que pide ménos gravedad y más arte en deleitar que la verdadera ó histórica, tenemos á Miguel de Cervantes Saavedra y á Don Francisco de Quevedo, que en mi opinion se aventajaron, el primero á Heliodoro en la eutrapelía y en la pureza y suavidad de estilo, y el segundo á Apuleyo en el ingenio, gracia y facundia.

En el estilo filosófico, que es el propio de los hombres

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