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Cantabrum indoctum juga ferre nostra (1).

Pero el mismo Horacio en el libro III, oda 8, ya cantó la sujecion de los cántabros :

Servit Hispana vetus hostis ora

Cantaber serâ domitus catenâ (2).

Llamó á la cadena tardía, porque tardaron los romanos en labrarla, ó la echaron tarde á los cántabros, siendo necesaria para eso una y muchas guerras, como lo atestiguó el mismo Horacio en la epístola 18 del libro 1, escribiendo así á su amigo Lolio :

Denique savam

Militiam puer, et Cantabrica bella tulisti,

Sub duce qui templis Parthorum signa refixit.

Et nunc, si quid abest, Italis adjudicat armis (3).

En efeto; Augusto adjudicó, ó por mejor decir aplicó al pueblo romano con la superioridad de las armas cuanto bastó para no dejarle enemigo alguno, pero con tanta gloria de los españoles, como escribió Trogo Pompeyo, historiador del siglo de Augusto, y despues de él su abreviador Justide quien pondré las palabras (lib. 44, cap. 5). Ni despues de sujetada la provincia pudieron las Españas recibir el yugo, sin que primero César Augusto huviese acabado de domar el mundo y transfiriese á los españoles sus armas ven

no,

(1) Oh Septimio! tú, que me seguirias á Cádiz y hasta á la Can. » tabria, rebelde á nuestro yugo.»

(2) « El Cántabro, nuestro antiguo enemigo de la costa española, » es ya nuestro esclavo, cargado con tardías cadenas.»

(3) «Niño, por último, hiciste dura campañía, y la guerra cantá»brica, á las órdenes de aquel capitan que implantó de nuevo en nues>>tros templos los estandartes de Craso, arrebatados por los Partos, y que ahora, si algo queda, lo sujeta á las armas romanas.»>

cedoras, reduciendo en forma de provincia aquel pueblo bárbaro y fiero, trasplantado por las leyes á un género de vida mucho más culta. Sin apartarnos de Horacio, él mismo celebró entre las glorias de Augusto la gustosa sujecion de los cántabros, Carm. lib. IV, oda 14:

Te Cantaber non ante domabilis,

Medusque, et Indus, te profugus Scythes

Miratur, o tutela præsens

Italiæ dominæque Roma! (1).

Y como cosa que debia celebrarse una y muchas veces, la repitió Horacio en el fin de aquella su admirable oda:

Te non paventis funera Galliæ,
Duraque Tellus audit Iberia

Te cæde gaudentis Sicambri

Compositis venerantur armis (2).

Tito Livio, contemporáneo tambien del emperador Augusto, afirmó lo mismo, lib. XXIII, cap. 7, diciendo que España fué la primera provincia del Continente en que el pueblo romano puso el pié, y fué la postrera de todas que finalmente en su edad acabó de domarse debajo la conduta y feliz direccion de Augusto César.

41 Marco Valerio Corvino Mesala (3), que nació en la

(1) «El cántabro, nunca antes domado, el medo, el indo y el errante escita te veneran, oh protector visible de Italia y de Roma, señora del mundo. »>

(2) Rindente homenaje, depuestas sus armas, la Galia, que no » teme la muerte, la Iberia, pueblo feroz, y los sicambros, ávidos de asangre.D

(3) Marco Valerio Corvino Mesala, el Mecenas del poeta Tibullo, orador romano que siguió primero el partido de Bruto, y fué proscrito con tantos otros por los triunviros el año 43 ántes de Jesucriso. Despues de la batalla de Filipos se agregó á Octavio, quien lo elevó al consulado, le encargó la sumision de la Aquitania, y lo cr prefecto de Roma. Murió á los setenta años.

olimpiada CLXXX, año 2. (Euseb. in Chron.), y segun Suetonio (In Aug. cap. 58), fué el primero que saludó al emperador Augusto Padre de la Patria, ó quien quiera que sea el autor del librito de la Ascendencia de Augusto, dice así: Nuestras armas, no sin derramamiento de sangre de los romanos, sujetaron las Españas, gente feroz en las armas (Genus armorum ferox. Leerémos ferax?). Los celtiberos, cántabros, asturianos, lusitanos, Numancia y toda la Galicia doblaron la cerviz. Si Mesala no dijo esto, á lo menos el antor, que, segun los mayores críticos, fué de la media edad, lo copió de otro historiador antiguo.

42 Veleyo Patérculo (1), que ciertamente vivió en tiempo de Augusto y militó debajo del mando de Tiberio, dice (lib. 2, cap. 38): Los primeros que llevaron ejércitos á las Españas y los mandaron, fueron Neyo y Publio Cipion al principio de la segunda guerra púnica, docientos y cincuenta años há. Despues de cuyo tiempo se poseyó de várias maneras, y muchas veces se perdieron partes de ella. Finalmente, toda España se hizo tributaria siendo caudillo Augusto. Poco más adelante dice (Cap. seq.): Tiberio César, así como su padre (Augusto), habia obligado por fuerza á los españoles á que confesasen su obediencia, forzó asimismo á los ilirios y dálmatas. Y en otra parte (cap. 90), despues de haber celebrado el valor de los españoles, añade: Estas provincias, pues, tan extendidas, tan pobladas, tan fieras, cincuenta años

(1) Veleyo Patérculo, historiador latino, nació hacia el año 19 án. tes de Jesucristo, sirvió nueve años bajo Tiberio como comandante de caballería, y fué sucesivamente cuestor, tribuno del pueblo, pretor, cónsul segun algunos biógrafos, y probablemente pereció envuelto en la caida de Seyano. Habia escrito una historia de Grecía, del Oriente, de Roma y del Occidente; pero sólo se conserva de él un fragmento relativo á la historia griega y romana, desde la guerra de Perseo hasta el año vi del reinado de Tiberio. Aunque adula á éste, es, sin embargo, un historiador notable.

hú las redujo Augusto César á tal género de paz, que las que nunca habian estado sin grandes guerras, aquellas mismas, por la conduta de Cayo Antistio, y despues por la del legado Publio Silio y de otros, y áun más adelante, estuvieron libres de latrocinios. La cuenta de Patérculo viene justa, porque habiendo sido cónsules Marco Vinicio Cuartino y Cayo Casio Longino en el año de la fundacion de Roma DCCLXXXIII, si quitamos L no cumplidos, hallarémos por cónsules á Quinto Emilio Lépido y Marco Lolio, debajo cuyo consulado fué sujetada Cantabria enteramente.

43 Flavio Josefo (1), que escribió en tiempo del emperador Vespasiano y de Tito su hijo, en el libro segundo de la guerra Judaica (cap. 16), introduce al rey Agripa exhortando á los judíos á que no quieran guerra con los romanos, diciéndoles que sus fuerzas siempre fueron vitoriosas en todo el mundo; tanto, que áun intentaron traspasar los términos á que habian llegado, porque ni los conturieron los de todo el Eufrates hacia el Oriente, ni los del Istro hacia el Setentrion, ni el haber andado toda la Lybia hacia el Mediodía hasta lo más impenetrable de sus arenales, ni el haber llegado hasta Cádiz húcia el Occidente, sino que navegando el Océano, adelantaron sus armas hasta descubrir un nuevo

(1) Flavio Josefo, historiador y general judío de la familia de los Macabeos, nació en Jerusalem en el año 37 de Jesucristo, y era de la secta de los Fariseos. Gobernador de la Galilea por sus compatriotas rebelados contra los romanos, sostuvo en Jotapata un largo sitio contra Vespasiano y contra Tito. Habiéndose rendido al primero, se concilió su amistad, prediciéndole su elevacion al imperio. Lleváronlo á Roma, señalándole una pension considerable, y se cree que murió el año 95. Escribió la Historia de la guerra de los judíos, las Antigüedades judaicas, su Vida, dos libros contra Apion, y el Elogio de los siete mártires Macabeos. Se distingue por la claridad y la elegancia de su lenguaje griego, aunque su veracidad como historiador haya sido negada.

mundo, sujetando á los britanos, desconocidos ántes. ¿Qué me decís, pues? prosigue Agripa hablando con los judíos. ¿Por ventura vosotros sois más ricos que los galos, más fuer_ tes que los germanos, más sabios que los griegos, y más en número que los habitadores de todo el mundo? ¿Qué vana confianza es la vuestra que así os anima contra los romanos? Y poco despues, más á nuestro intento, añade: Ni bastó á los españoles, en una guerra emprendida por la libertad, el oro sacado de las entrañas de la tierra, ni la separacion de los romediando entre unos y otros tanta tierra y mar, ni los lusitanos y cántabros, gentes guerreras, ni la vecindad del Océano, espantoso áun á los naturales por causa de sus crecimientos, sino que extendidas sus armas más allá de las colunas de Hércules, habiendo pasado los romanos los montes Pirineos por medio de las nubes, tambien sujetaron á éstos (esto es, á los lusitanos y cántabros), los cuales, aunque dificiles de vencerse y aunque tan distantes, sin embargo, con sola una legion están reprimidos. Hasta aquí Flavio Josefo, traducido á la letra.

manos,

44 Suetonio Tranquilo (1), escritor gravísimo, que vivió en tiempo de los emperadores Trajano y Adriano, de quien fué maestro de las epístolas, refiere con mayor distincion y claridad (in Aug. cap. 21) que Octaviano, parte por sí y parte por su dichosa direccion, domó la Cantabria y Aquitania, Panonia, Dalmacia, con todo el Ilirico. Tambien la

(1) Cayo Suetonio Tranquilo, biógrafo latino nacido hacia el año 70 de Jesucristo, fué hijo de un tribuno militar, abogado y secretario (magister epistolarum) de Adriano y cayó en desgracia por su comportamiento demasiado familiar con la emperatriz Sabina, hácia el año 121. Amigo de Plinio el Jóven, habia escrito sobre los juegos griegos, los espectáculos, las leyes y costumbres de Roma, aunque hoy sólo se conserven de él las Vidas de los doce Césares y algunas noticias acerca de varios literatos. Es muy amante de la verdad, pero poco decente.

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