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TORRES. ¿Creeis que pueda haber alguno que tenga buen ingenio y sea falto de juicio, ó tenga buen juicio y sea falto de ingenio?

VALDÉS. Infinitos hay desos; y áun de los que vos conoceis y platicais cada dia os podria señalar algunos.

TORRES. ¿Cuál teneis por mayor falta en un hombre, la del ingenio ó la del juicio?

VALDÉS. Si yo hubiese de escoger, más querría con mediano ingenio, buen juicio, que con razonable juicio, buen ingenio.

TORRES. ¿Por qué?

VALDÉS. Porque hombres de grandes ingenios son los que se pierden en herejías y falsas opiniones, por la falta de juicio (1). No hay tal joya en el hombre que el buen juicio.

MARCIO. Dejaos deso; tornaos á vuestros libros y decid cuál es el otro romanzado de latin que os contenta.

VALDÉS. El Enquiridion de Erasmo, que romanzó el Arcediano de Alcor, que, á mi parecer, puede competir con el latino cuanto al estilo (2).

MARCIO. Si el estilo castellano no es mejor para el castellano, que el latino para el latino, poco hizo el que romanzó. VALDÉS. No es posible que vosotros concedais que uno que no sea italiano tenga buen estilo en latin.

(1) El autor sostiene aquí una opinion tan juiciosa como verdadera, y que por cierto no se concilia muy bien con la otra, muy extendida, de que sea en efecto Juan Valdés, y de que se hizo luterano, á ménos que no sea él el autor de esta obra, ó que se suponga que la escribió antes de apostatar de su religion, ó que, áun en el caso de haber profesado las doctrinas de la reforma, no la considerase herejía. Sobre esta cuestion puede consultar el curioso la obra de Ticknor, n. de la pág. 20 del t. II, y el parr. 3.o de la pág. 459 del

tomo III.

(2) Esta version parece ser la de 1529, de autor anónimo.

MARCIO. ¿No habeis leido otro libro romanzado que os contenta?

VALDÉS. Si lo he leido, no me acuerdo.

MARCIO. Pues he oido decir que el del Pelegrino y el del Cortesano, están muy bien romanzados (1).

VALDÉS. No los he leido, y creedme que tengo por mayor dificultad dar buen lustre á una obra traducida de otra cualquier lengua en la castellana, que en otra lengua ninguna.

MARCIO. ¿Por qué?

· VALDÉS. Porque siendo así que la mayor parte de la gracia y gentileza de la lengua castellana consiste en hablar por metáforas, atándose el que traduce á no poner más de lo que halla escrito en la lengua de que traduce, tiene grandisima dificultad en dar al castellano la gracia y lustre que escribiendo de su cabeza le daria; porque si uno traduce aquello de Terencio ¿Idne estis auctores mihi? no quiriendo apartarse de la letra, habia de decir: ¿Desto me sois autores? y así se entenderá lo que el poeta quiso decir. Pero si escribiendo de su cabeza querrá decir aquella mesma sentencia, dirá: ¿Esto me aconsejais á mí? y es lo mesmo que sintió el poeta, aunque se dice por otras palabras. Y de la mesma manera, si otro querrá poner en romance aquello. mesmo de Terencio : ¡Oh factum bene! Beasti me, dice ¡Oh cómo está hecho bien! Hasme hecho bienaventurado, no hablará el propio castellano, ni exprimiria tan bien lo que el poeta quiso decir, como si no curando de mirar á las palabras, sino al sentido, dice esto: Lo mejor del mundo, hasme dado la vida.

MARCIO. Digo que me parece ésa una cosa muy bien considerada y muy verdadera.

(1) El Cortesano de Castiglione, traducido por Boscan en 1528, impreso en 1534; y El Pelegrino, de Fr. Vicente Mazuelo.

VALDÉS. Pláceme que os contente.

TORRES. Pues yo me maravillo mucho de vos que digais que de los libros romanzados os contentan solamente esos dos, habiendo tanta muchedumbre dellos muy buenos, como son, devotos, Las Epistolas y Evangelios del año, Los Cartujanos, Las Epistolas de Santa Catalina de Sena, San Juan Climaco, Las vidas de los padres, que compuso San Hierónimo; y otros muy muchos y muy buenos; y profanos, como Tito Livio, César, Valerio Máximo, Quinto Curcio y otros desta calidad (1).

VALDÉS. Por ventura yo no alabo ninguno desos, porque no los he leido; por eso no os debeis maravillar; y haréis mejor en dejarme decir de los que han escrito de sus cabezas. Comunmente se tiene por mejor estilo el del que escribió los cuatro libros de Amadis de Gaula, y pienso que tienen razon. Bien que en muchas partes va demasiado afectado y en otras muy descuidado; unas veces alza el estilo al cielo y otras lo abaja al suelo; pero al fin así á los cuatro libros de Amadis, como á los de Palmerin y Primaleon (2), que por cierto respeto han ganado crédito conmigo, terné y juzgaré siempre por mejores que esotros, Esplandian, Florisandro, Lisuarte, Caballero de la Cruz (3) y los otros, no

(1) D. Diego Lopez de Toledo tradujo á fines del siglo xv los Comentarios de César, imprimiéndose esta traduccion en Toledo en 1498. Mosen Diego de Urries tradujo á Valerio Máximo hácia la misma época, imprimiéndose su obra en Zaragoza, en 1494.

(2) Novelas caballerescas, imitaciones del Amadís, escritas por la hia de un carpintero de Burgos á principios del siglo XVI (1511-1514). (3) Libro de caballería, continuacion del Amadís, por Montalvo, pero muy inferior á aquél en mérito. Esta obra fué una de las condenadas al fuego por el Cura, en el Quijote, porque, como dice Cervántes, no vale al hijo de Amadis la bondad de su padre.

D. Lisuarte de Grecia y Florisando fueron tambien continuaciones del Amadís, puesto que el primero es el hijo de Esplandian y el

ménos mentirosos questos, Guarino Mezquino, La linda Comesina, Reynaldo de Montalvan con la Trapisonda, Oliveros, que es intitulado de Castilla, los cuales demas de ser mentirosísimos, son tan mal compuestos, así por decir las mentiras tan desvergonzadas, como por tener el estilo desbarazado, que no hay buen estómago que lo pueda leer (1). MARCIO. ¿Habéislos vos leido?

VALDÉS. Sí, que los he leido.
MARCIO. ¿Todos?

VALDÉS. Todos.

MARCIO. ¿Cómo es posible?

VALDÉS. Diez años, los mejores de mi vida, que gasté en palacios y córtes, no me empleé en ejercicio más virtuoso que en leer estas mentiras, en las cuales tomaba tanto sabor que me comia las manos tras ellas; y mirad qué cosa es tener el gusto estragado, que si tomaba un libro en la mano de los romanzados en latin, que son de historia verdaderos, ó á ló ménos que son tenidos por tales, no podia acabar conmigo de leerlos.

MARCIO. Ésa es cosa tan natural, que no nos maravillamos della.

TORRES. Mucho me maravillo de lo que decís de Amadis, porque siempre le he oido poner en las nubes, y por tanto, querría me mostrásedes en algunos vocablos de los que no os satisfacen, y algunos lugares adonde no os contenta el estilo, y algunas partes adonde os parece que peca en las

cosas.

VALDÉS. Larga me la levantais.

segundo sobrino de Amadís. Lepolemo 6 el Caballero de la Cruz, por Pedro de Lujan, pertenece tambien á la misma familia.

(1) (V. el erudito prólogo sobre los libros de Caballería, escrito por D. Pascual de Gayángos, al t. XL de la Biblioteca de Autores Españoles.)

TORRES. No es tan larga que no sea más largo el dia de aquí á que sea hora de irnos á Nápoles.

VALDÉS. Pues así lo quereis, sin salir de los dos primeros capítulos os mostraré todo lo que pedís. Cuanto á los vocablos, no me place, como dice, estando en aquel solaz por estando en aquel placer ó regocijo. Tampoco me contenta, como dije, cuando vió ser sazon por cuando vió ser tiempo. Mejor lo usa en otra parte, diciendo á aquella sazon, y ménos me satisface donde dice: En vos dejo toda mi hacienda por todo lo que me toca. No me suena bien viniera por habia venido, ni pasára por habia pasado. ¿Tengo razon?

TORRES. No mucha.

VALDÉS. ¿Por qué?

MARCIO. Porque si esos vocablos se usaban en Castilla en el tiempo que él escribió, ó si ya que no se usasen entonces se usaron en algun tiempo, el autor del libro tuvo más razon de usarlos para acomodar su escritura á lo que en su tiempo se hablaba, ó por querer mostrar el antigüedad de lo que escribia, que vos teneis de reprendérselos.

VALDÉS. Y si quiero decir que no son imitables para este tiempo, ¿terné razon?

TORRES. Sí que la terneis; pero con tanto que no le reprendais que los haya usado en su historia.

VALDÉS. Sea así; y digo que él hizo bien en usarlos, y creo que en aquel tiempo parecian bien; y digo que vosotros haríades mejor en no usar de ninguna manera ni destos, ni de otros, que hay semejantes á ellos. En el estilo mesmo no me contenta, donde de industria pone el verbo al fin de la cláusula, lo cual hace muchas veces, como aquí: Tiene una puerta que á la güerta salle por que salle á la huerta. Tampoco me place dejar las cláusulas eclipsadas, como hace en los tres verbos primeros, adonde dice el cual siendo en la ley de la verdad de mucha devocion y muchas maneras acompañado este rey, adonde, ó habia de haber un era

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