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buen estilo, y tambien de cuáles teneis por bien nos guardemos.

VALDÉS. Demanda es más dificultosa que pensais. Ya sabeis en qué labirinto se mete el que se pone á juzgar las

obras ajenas.

CORIOLANO. Vos decís verdad cuando lo que se dice es público; pero aquí estamos solos, y todo puede pasar.

VALDÉS. Con condicion que no me deis por autor de lo que aquí sobre esto diré, soy contento deciros mi parecer acerca de los escritores. Ya sabeis que así como los gustos de los hombres son diversos, así tambien lo son los juicios; de donde viene que muchas veces lo que uno aprueba condena otro. Yo, que hago profesion de estar bien con todo el mundo, no querría sin propósito ofender á otros por complacer á vosotros.

MARCIO. Seguramente podeis decir lo que quisiéredes, que yo por todos tres prometo el secreto.

VALDÉS. Confiando en esa promesa, digo que, como sabeis, entre lo que está escrito en lengua castellana, principalmente hay tres suertes de escrituras: unas en metro, otras en prosa, compuestas de su primer nascimiento en lengua castellana, ahora sean falsas, ahora verdaderas; otras hay traducidas especialmente de la latina. El leer en metro no lo apruebo en castellano, ni en ninguna otra lengua, para los que son aprendices en ella.

MARCIO. Mucho ha que soy desa misma opinion.

VALDÉS. Pero porque digamos de todo, digo que de los que han escrito en metro, dan todos comunmente la palma á Juan de Mena; y á mi parecer, aunque la merezca cuanto á la doctrina y alto estilo, yo no se la daría cuanto al decir propiamente, ni cuanto al usar propios y naturales vocablos, porque, si no me engaño, se descuidó en esta parte mucho, á lo menos en aquellas sus Trescientas, donde queriendo mostrarse doto escribió tan escuro, que no es enten

dido; y puso ciertos vocablos, unos que por groseros se debian desechar, y otros que por muy latinos no se dejan entender á todos, como son: Rostro yocundo, fondon del polo segundo, y ciñe toda la esfera, que todo esto pone en una copla, que todo, á mi ver, es más escribir mal latin que buen castellano. En las coplas de amores que están en el Cancionero general me contenta harto, adonde en verdad es singularísimo (1). En el mismo Cancionero hay algunas coplas que tienen buen estilo, como son las de Garci-Sanchez de Badajoz (2), y las del bachiller de la Torre, y las

(1) Juan de Mena nació en Córdoba en 1411, y murió repentinamente en 1445. Estudió en Salamanca y en Roma, y á su vuelta fué veinticuatro de su ciudad natal, y despues secretario latino del rey D. Juan II é historiógrafo de Castilla. El Monarca, el infante don Pedro de Portugal y el Marqués de Santillana lo protegieron y apreciaron especialmente. Escribió innumerables versos. Sus obras principales son el poema Sobre los siete Pecados capitales, pedantesco y metafísico; La Coronacion, en loor del Marqués de Santillana, bien versificado, con descripciones notables, aunque oscuro con frecuencia por el abuso de la erudicion; y El Labyrinto ó Las Trescientas, á que alude el autor del diálogo, en versos de arte mayor, en que el poeta, á imitacion del Dante Alighieri, se propone enseñar, valiéndose de visiones y alegorías, cuanto se refiere á los deberes y al destino del hombre. El plan es embrollado, oscuros los conceptos, y el lenguaje lleno de giros y palabras nuevas, pedantescas y atrevidas. Los retratos que hace de algunos personajes de su época, y el episodio del Conde de Niebla, es lo mejor del poema. El mérito principal de Juan de Mena es haber osado trazar el rumbo que debian seguir sus imitadores para perfeccionar el castellano, puesto que si bien erró con frecuencia y abusó de su buen deseo, no puede negarse que fué el primero que llamó la atencion de los escritores hácia la necesidad de enriquecer con nuevas voces el lenguaje poético.

(2) Poeta, cuyos versos ó coplas se encuentran en El Cancionero general, que se distingue por su dulzura, y es famoso por haberse muerto de locura de amor. (V. á Ticknor, edicion de 1863, t. 1, páginas 495, 397 y 402, y las Memorias de la Academia de la Historia, tomo vi, pág. 404.)

de Guevara, aunque éstas tengan mejor sentido que estilo, y las del Marqués de Astorga (1), y son mejores las de D. Jorge Manrique, Recuerde el alma dormida, las cuales, á mi juicio, son muy dinas de ser loadas y estimadas, así por la sentencia como por el estilo (2). Juan del Encina escribió mucho, y así tiene de todo. Lo que me contenta más es la Farsa de Plácida y de Vitoriano, que compuso en Roma (3). El estilo que tiene Torres Naharro y su Propaladia, aunque peca algo en las comedias no guardando bien el decoro de las personas, me satisface mucho, porque es muy llano y sin afectacion ninguna, mayormente en las comedias de Calamita y Aquilana, porque en las otras tiene

(1) El bachiller La Torre, Guevara ó Guivara y el Marqués de Astorga son poetas cuyos versos se encuentran tambien, como los de D. Antonio de Velasco y Garci-Sanchez de Badajoz, en El Cancioero general. Casi todas estas poesías, que formaron las delicias de sus contemporáneos, no ofrecen hoy interes más que á los literatos é historiadores, porque cansan y fastidian hasta á los más entusiastas. (2) Conocidísimo es de todos los amantes de nuestras glorias literarias el poeta Jorge Manrique, digno descendiente de la distinguida familia que ganó tantos laureles en armas y en letras. Los versos á la muerte de su padre, impresos por primera vez en 1492, son repetidos hoy por todos como en la época en que se escribieron, y en el fondo y en la forma de lo mejor que hay en la poesía castellana.

(3) «En 1514, dice Ticknor (en su History of spanish Literature, tomo 1, nota 4 de la pág. 247 de la edicion de Londres, 1863), publicó Encina en Roma una obra dramática titulada Plácido y Vitoriana, que él llamó égloga, muy celebrada por el autor del DIÁLOGO DE LAS LENGUAS; pero fué inserta en el indice expurgatorio, 1559, y de nuevo en el de 1667, pág. 733. Sólo conozco una copia de ella, que se encuentra en la rica librería de D. Vicente Salvá, en Valencia. >> Schak, en su Geschichte der dramatischen Kunst und Literatur in Spanien, t. 1, pág. 146, dice á su vez que en el año de 1514 imprimió Encina en Roma una farsa titulada Plácido y Vitoriana, prohibida más tarde por la Inquisicion, y que, segun parece, ha desaparecido sin dejar huella alguna.

de todo, y áun en éstas hay algunas cosas que se podian decir mejor, más casta, más clara y más llanamente.

MARCIO. Decidnos alguna.

VALDÉS. En la Aquilana dice:

Pues ¿qué es esto?
¿Tórnome loco tan presto
Por amores de una dama,
Que tarde niega su gesto
Lo que promete su fama?

Adonde, si no me engaño, dijera mejor, más clara y más galanamente:

Que trae escrito su gesto
Lo que publica su fama.

TORRES. Mejor hubiera dicho así; pero no se lo neguemos, que mucho ha ilustrado la lengua castellana.

VALDÉS. No os negaré yo eso jamás, ni tampoco quiero que me negueis vos á mí que así como escribia bien aquellas cosas bajas y plebeyas, que pasaban entre gentes con quien él más ordinariamente trataba, así se pierde cuando quiere escribir lo que pasa entre gente noble y principal, cual se ve claramente en la comedia Aquilana (1); pero esto

(1) Bartolomé de Torres Naharro, extremeño, que estuvo cautivo en Argel, y despues de rescatado marchó á Roma, en donde residió hácia el año de 1513, pasando despues á Nápoles, y muriendo en la miseria en época incierta. La Propaladia ó Primicias de su ingenio comprende sátiras, epístolas, baladas, diversas poesías y ocho farsas, que él llama comedias, las cuales tratan de los asuntos más opuestos, en verso, y cada una con su prólogo ó introito. Su versificacion es fluida y armoniosa, y contiene diálogos animados y naturales, y á veces trozos líricos estimables. Hay, sin embargo, en ellas muchas extravagancias y groserías, como indica el autor del DIÁLOGO DE LAS LENGUAS; una está escrita en cuatro idiomas, y otra en seis. (V. á Ticknor, tomo 1, páginas 265-274, y á Schak, t. I, páginas 180-197.)

no hace al caso, pues aquí no hablamos sino lo que pertenece á la lengua. Muchas otras cosas hay escritas en metro que se podrian alabar; pero así porque muchas dellas no están impresas, como por no ser prolijo, os diré solamente esto: que aquella comedia ó farsa que llaman de Fileno y Zombardo me contenta (1).

TORRES. Y de Yanguas, ¿qué os parece?

VALDÉS. Que muestra bien ser latino.
TORRES. Eso basta; ya os entiendo.

MARCIO. Deseo que nos dijésedes algunas señales por donde conociésemos cuáles son buenas coplas y cuáles no. VALDÉS. Por buenas tengo las que tienen buena y clara sentencia, y buenos vocablos acomodados á ella, buen estilo sin superfluidad de palabras, y sin que haya ninguna sílaba superflua por causa del metro, ni un vocablo forzado por causa del consonante; y por malas tengo las que no son desta manera; y mirad que digo buena y clara sentencia, porque hay algunas cosas trovadas que al parescer dicen algo, y si las quereis examinar bien, hallaréislas vacías de sentencia; y porque veais que esto es así, escuchad este villancico que al tiempo que yo partí de España reinaba entre los músicos, y mirad cómo hallaréis en él lo que digo.

Pues que os ví, merecí veros;
Que si, señora, no os viera,
Nunca veros meresciera.

MARCIO. Cuanto á mí, bien me contenta; no sé qué mal le hallais,

VALDÉS. Con razon os contentára si el primer verso que dice Pues que os ví, mereci veros, dijera Porque os ví, me

(1) Fileno y Zombardo, égloga de Juan de la Encina, que representa la pasion y suicidio de un amante desgraciado, escrita casi toda en versos de arte mayor.

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