Imágenes de página
PDF
ePub

valerosos, de los cuales se sirven, así en las cosas que ocurren en las ciudades adonde viven, como en acompañarse dellos cuando sus personas van á la guerra, ó por alguna cosa señalada á la córte, dejándolos estar todo el otro tiempo en sus casas; y á lo que dan á estos tales llaman acostamiento.

MARCIO. ¿Y tienen muchos destos?

VALDÉS. Sí tenian antiguamente; pero ya agora, que con la grandeza del Emperador no es en Castilla lo que solia, no curan tanto destas grandezas.

MARCIO. Y lo que gastaban en aquello ¿en qué lo gastan ahora?

VALDÉS. ¿Qué sabréis? Cada uno tiene sus desaguaderos en que se le va.

CORIOLANO. ¿A qué llamais desaguaderos ?

VALDÉS. Al juego, al vestir, al banquetear, que son tres cosas que con la venida de Su Majestad en España han crecido en tanta manera, que os prometo que se siente largamente por todas partes (1).

MARCIO. No queremos saber nada deso; proseguid en vuestros vocablos, que hace más al propósito.

VALDÉS. Soy contento; pero ya sabeis que estos parén

(1) El juego, el lujo y la gula, importadas, como dice el autor, en España por la fastuosa córte borgoñona de Cárlos V, juntamente con el descubrimiento de la América y las guerras del Imperio, acabaron por siglos con nuestra grandeza. Lástima fué sin duda que la disparatada intentona de los Comuneros no hubiese sido secundada por los grandes, y que unidos todos los españoles, no hubieran arrancado de su monarca las concesiones que arrancaron del suyo los ingleses. Y esta observacion del autor es tanto más de extrañar en él, cuanto que, suponiendo que sea Juan Valdés, no se concilia, ni mucho menos, con la pasion por el Emperador, que Ticknor y otros autores le echan en cara. Sin duda observaba la máxima de Amicus Plato, sed magis amica veritas.

tesis no son malos á ratos, como entre col y col, lechuga. Si tengo de decir doliente, digo enfermo.

MARCIO. ¿Son todos dos castellanos?

VALDÉS. Todos dos están celebrados en los refranes. Uno dice: Con lo que sana el hígado, enferma la bolsa; y otro: Con lo que sana Pedro, Sancho adolece. Cuando tengo de decir de cada parte, digo de cada canto.

MARCIO. ¿Y puédese decir en castellano?

VALDÉS. Así hallo que dice uno en mis refranes: De cada canto, tres leguas de mal quebranto. Si puedo decir fenestra no digo ventana, ni cumple cuando está bien conviene. Antes digo comprar que mercar, ántes letra que carta, ántes hinojos que rodillas, ántes lecho que cama.

CORIOLANO. Lecho ¿es español?

VALDÉS. Preguntaldo al refranejo, que dice: La pierna en el lecho, la mano en el pecho. Más presto diré malencólico que mohino.

CORIOLANO. A lo ménos no significa lo mesmo el refran que dice: Dos á dos, y tres al mohino.

VALDÉS. Antes, si bien mirais en ello, es lo mesmo: es verdad que tomamos algunas veces mohino por desgraciado, ó desdichado en el juego; y así decimos á uno mohino cuando pierde, y decimos se amohina cuando toma alguna cosa por agüero; pero esto no impide que yo no pueda usar, en el lugar de mohino, del malencólico adonde cuadra bien.

MARCIO. Teneis razon; proseguid adelante.

VALDÉS. Antes digo planto que lloro, ántes candela que vela, ántes tapete que alhombra, ántes abrasar que quemar, ántes máscara que carátula, ántes cuello que pescuezo, ántes roña que sarna, ántes presto que aína, ántes segur que hacha, y ántes antorcha que hacha, ántes acostumbrar que soler, antes digo de buena voluntad que de buen talante, y ántes jardin que verjel, y ántes favorecido que privado, y ántes demandar que pedir, y ántes can que perro.

CORIOLANO. Sé que can no es vocablo español.

VALDÉS. Sí es, porque un refran dice: El can gosto, á su amo vuelve el rostro; y otro: Quien bien quiere á Beltran, bien quiere á su can. Antes diré mur que raton, pues tambien es castellano el uno como el otro, porque dicen: Lo que has de dar al mur, dálo al gato; y tambien : Al mur que no sabe sino un agujero, presto lo toma el gato. Por deshonrar diré denostar, pues me lo permite el refran que dice: Casa hospedada, comida ó denostada; y el otro: Fuí á casa de mi vecina, y denostéme; vine á mi casa, y conhortéme. Por mañana diré cras, pues me da licencia el refranejo que dice: Hoy por mi, y cras por tí. Muro y adarve son una mesma cosa, y así ántes diré muro que adarce.

CORIOLANO. Bien; pero muro no creo sea puro castellano. VALDÉS. Yo sé que un refran dice: No pasa seguro quien corre por el muro. Cuanto á las maneras de decir, hago desta arte. Si tengo de decir No quiero tener que dar, ni tomar con ros, digo No me quiero empechar con vos; y si tengo de decir Con la cual hube mucho placer, digo La cual me fue muy agradable. De la mesma manera cuando quiero decir Mañana me purgo, digo Mañana tomo medicina.

MARCIO. No digais más, pues lo dicho basta, y áun sobra para entender lo que quereis decir; y si quereis que alabemos vuestra prudencia con esto, y que tengamos en merced la honra que nos haceis en ello, no nos desavendrémos, con tal que nos digais qué quieren decir ciertas palabrillas que algunas personas en su habla usan ordinariamente; las cuales, ni se escriben, ni tampoco me acuerdo oirlas decir jamas á vos.

VALDÉS. ¿Qué suerte de palabras es ésa? Decidme algunas dellas.

MARCIO. Aqueste, pues, así, no sé qué.

VALDÉS. ¿De qué manera habeis visto usar ese no sé qué? MARCIO. De muchas; pero donde me ha contentado es

en una copla compañera de la que os dije antes, sobre halagüeña y zahareña.

VALDÉS. Bien me acuerdo, decid la copla.

MARCIO.

La dama boquicerrada,
Sorda y muda, no sé qué,
No sé para qué se fué

Entre las otras criada.
La necia desamorada,

Que nada no da ni vende,
Tírala dende.

VALDÉS. ¿Adónde, diablo, habeis aprendido esas coplas? MARCIO. Qué sé yo; entre vosotros.

VALDÉS. Nunca las oí; ¿sabeis más que las dos que habeis dicho?

MARCIO. Sí, sé otra.

VALDÉS. Decilda.

MARCIO.

La dama que dama fuere

De las de dar y tomar,

Solamente con mirar
Ha de matar do quisiere

Matar, y mostrar que muere ;

Y si desto nada entiende,

Tírala dende.

VALDÉS. En extremo me contentan; ojalá hubiera hecho más el que hizo ésas; pero tornando á esa materia, digo que el no sé qué es muy diferente desotras partecillas; porque el no sé qué tiene gracia, y muchas veces se dice á tiempo que sinifica mucho; pero esotras partecillas son bordones de necios. Vese en esas palabras y otras tales que algunos toman á que arrimarse cuando están hablando, no les viene á la memoria el vocablo tan presto como sería menester; y así unos hay que se arriman á entendéisme y os lo dicen muchas veces, sin haber cosa que importa entenderla,

ό

115

que sea menester mucha atencion para alcanzarla; por donde conoceis que no os preguntan, si los entendeis por duda que tengan dello, sino porque mientras os preguntan aquello, les venga á la memoria lo otro: Otros hay que por la mesma razon se arriman á No sé si me entendeis, aunque conozcan claramente que son entendidos. Otros dicen: ¿Estais comigo? que vale tanto como Entendeisme? Otros se sirven de despues y otros de tal, y repítenlo tantas veces, que os vienen en fastidio grandísimo. Muchos se sirven de aqueste, y se sirven más dél, que de caballo de muchas sillas. Otros se sirven de así, y á cada paso os dan con él en los ojos. Otros se sirven de tomé y tomamos, diciendo : tomé y víneme; y tomamos y venímonos; y si les preguntan qué es lo que tomaron, no os podrán decir con verdad, sino que aquel vocablo no sirve sino para un mal arrimo y feo. Otros semejantes á éstos creo yo hay de que no me acuerdo. Si más quereis, por buen dinero.

MARCIO. Sí, que queremos más; pero no buen dinero, sino de balde.

VALDÉS. ¿Qué es lo que quereis?

MARCIO. Que nos digais lo que guardais y observais acerca del escribir y hablar en vuestro romance castellano, cuanto al estilo.

VALDÉS. Para deciros la verdad, muy pocas cosas observo, porque el estilo que tengo me es natural y sin afectacion ninguna. Escribo como hablo; solamente tengo cuidado de usar de vocablos que sinifiquen bien lo que quiero decir; y digolo cuanto más llanamente me es posible; porque á mi parecer en ninguna lengua está bien la afectacion (1). Cuanto al hacer diferencia en el alzar ó abajar el

(1) Esta observacion del autor es de lo mejor que hay en su libro. Nótase, en efecto, que esa sencillez y naturalidad que recomienda y observa, es la cualidad que distingue esencialmente á las literaturas

« AnteriorContinuar »