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de las que han de pacificar los hombres. Sí, pues solo las ciencias, fisico-matemáticas son las que abrigan en su seno los gérmenes del porvenir, ellas solas deben formar el objeto de nuestros desvelos. Si la política se afana, si las pasiones pululan por todas partes, si la sangre se derrama á torrentes, son efimeras las ciencias que cultivais para sanar tamaños males radicalmente. Solo en las fisicomatemáticas hallareis el bálsamo precioso que cure estas dolencias y haga útil vuestro amor y vuestra inteligencia. Esta porque puede emplearse para producir las maravillas del génio, y aquel porque hallará en ellas un manantial fecundo, para dispensar beneficios á los hombres. Jóvenes estudiosos que formais las mas sólidas esperanzas de la patria, ella espera agoviada de males que vuestro génio creador dedicado á estas ciencias, halle medios que no solo alivien su situacion y disipen nuestras divergencias, sino que despleguen un porvenir de ventura al pais que os ha producido. (R. Peninsular.)

CONDUCTOR

DEL ESTRANGERO EN PARIS.

Uno de nuestros ilustrados compatriótas que no hace mucho tiempo ha regresado de sus viages por Europa, nos ha hecho la indicacion de que insertemos en nuestras páginas las útiles observaciones y advertencias que deben tener presente los que quieran visitar á Paris; y sin embargo de contener en ellas la esposicion franca y sencilla de uno de los grandes pueblos del mundo con relacion á sus costumbres, no nos hubiéramos decidido á darles publicacion si no entrase en nuestro plan dar á conocer por todo género de noticias estadísticas la ilustracion, la industria y la poblacion, sobre todo de aquellas capitales que presentan modelos que imitar y abusos que corregir.

La segunda parte de estas apuntaciones es á nuestro juicio de sumo interes, porque ofrece exactas noticias topográficas y geológicas y una estadística completa sobre la poblacion de Paris. Por lo demas, creemos que sacarán mucho provecho de esta lectura los que vayan á visitar aquella capital de Francia.

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,Desde los primeros dias de nuestra llegada á Paris se puso en mis manos un pequeño libro á imitacion de un almanaque ó ό conductor por una de nuestras amables paisanas, con la recomen

dacion de que estudiase detenidamente en él; y que dentro de poco yo le daria las gracias por el ligero servicio que al parecer que dispensaba. Al punto mismo fué aquel libro mi favorita ocupacion, y lo primero que hice fué emprender su traduccion á nuestro bello idioma, para ejercitarme en el que iba á serme tan necesario. Con el trascurso de algunos meses de residencia y observacion, y arreglándome á las lecciones que me daba esta guia, porque aunque no soy misántropo, convengo en la máxima de que no hay mejor amigo que un buen libro, nada he encontrado en él que no sea exactísimo y todas sus advertencias me fueron de gran provecho en todo el tiempo de mi residencia que fué casi todo el año de 1832. Cuando las descripciones y noticias se deben á viageros generalmente preocupados ó mal prevenidos, aconseja la sana crítica una circunspeccion severa, para no dar crédito á hombres que ó no saben observar, ó que ven las cosas de distinto modo y las exageran por una fantástica pintura. Ademas de esto, el espíritu de nacionalidad deja pocas veces de entrar en el cuadro para dar un colorido desagradable. Pero las observaciones que presento, no son mias, son de un frances, escelente patriota, que conoce á su pais y que sabe caracterizarlo; por consecuencia al apropiarme sus trabajos, en vez de presentarlos enteramente mios, al hacer la relacion de este período de mis viages no hago mas que tributarle justicia y homenaje, y comprobar las verdades contenidas en su utilisimo prontuario.

,,Usos y costumbres.-Centro de la civilizacion, de la sociabilidad, de los negocios y de los placeres, Paris es la capital del mundo. Paris es tambien el punto á donde convergen todos los votos, todos los deseos, todas las ambiciones. La gran ciudad dicta despoticamente sus leyes á la Francia. Armada del cetro de la moda gobierna á una poblacion innumerable, constituida á obedecer y á satisfacer la exigencia de sus mas leves caprichos. La tiranía de su espíritu voluble impone á la Francia entera. Paris, por otra parte, es el asiento del gobierno, el teatro de la gloria, de los sucesos y del favor: todo abunda allí, dinero, poder, talento, reputacion.

¿Quién osaría poner en duda la influencia de la capital? Se estiende mas allá de los Pirineos, salta las barreras del Rhin; el estrangero mismo á pesar de su terca nacionalidad, no quiere hacerse estraño en Paris. Para los ingleses, los italianos, los rusos y los austriacos el complemento de la educacion política y moral es un viage á la capital de esta Francia tan favorecida y tan envidiada á la vez.

,,No es ciertamente un cicerone lo que mas falta hace á los viageros. La topografia, la geografia no les ha hecho falta para dirigirse en las calles, en las plazas y parages públicos de la capital:

la tienda del mas infeliz librero está plagada de itinerarios, de guias, de conductores de todos precios, méritos y formas. Dulaure por otra parte, abre al estrangero los tesoros de las antigüedades de Paris, en la voluminosa historia en que ha trazado las diferentes edades de esta capital. Se puede seguir el desarrollo progresivo de esta gran ciudad que comenzó asi como Roma por una aldea compuesta de algunas cabañas de pescadores, ¿pero esta instruccion basta al viagero?

,,El placer, la necesidad de las distracciones, no son los únicos motivos de viage para una multitud de individuos que van á Paris; y una ley comun á todos les prescribe una circunspeccion escrupulosa, un conocimiento exacto de la moral, asi como el itinerario para conducirse.

,,Antes de todo el viagero debe instruirse en los pormenores de la vida parisiense: para él, la cosa mas interesante es tener una tarifa exacta para sus transaciones en las diversas industrias con que tiene que ponerse en contacto diariamente. Es preciso comer, pasar la noche en alguna parte, ponerse en contacto con Paris; sè tocan con mil necesidades, mil relaciones, y es preciso en fin sujetarse á las condiciones de viagero.

,,Existe regularmente entre los franceses de provincia y los estrangeros una prevencion que los desanima y minora su deseo de visitar á Paris. Mentidos relatos, necias teorías de viage le hacen representar la capital conspirando contra su bolsa, especulando con su buena fé, su entusiasmo y su credulidad. Si se diese crédito á sus terrores, pareceria que todos los parisienses los esperan para aprovecharse de la ignorancia de los recienvenidos. Con todo, sabe Dios si alguien se inquieta de la entrada ó salida de los innumerables visitadores de la capital; y sin embargo, esta opinion generalmente repartida, obra desventajosamente sobre la conducta y modales del estrangero y del provincial desde que han puesto el pié en la antigua y renombrada Lutecia. De aquí el aire embarazoso, timorato y sospechoso; y de este modo se ve un estado permanente de hostilidad entre el viagero y el parisiense: la urbanidad sin embargo, la obligacion y el respeto á la hospitalidad, son el carácter distintivo de los habitantes de la capital.

,,No tomaremos aquí la defensa del pueblo de Paris: seria una locura inútil. Las recriminaciones del mal humor y de la injusticia, jamas han exigido una refutacion séria. Todos los viageros por otra parte no son inclinados á la maledicencia; ni todos los franceses que van á Lóndres se complacen de la acogida que han tenido de los británicos. Preguntad á un ingles que viaja por Rusia, que ha trazado el plan moral de S. Petersburgo, si la capital del imperio es á su juicio irreprensible; leed las relaciones prohijas de los viageros y sabreis á lo que debemos atenernos so

bre la equidad de aquella crítica escepcional de que Paris es objeto.

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Todas las capitales se tocan entre sí en muchos puntos de semejanza: todas pierden generalmente, cuando se miran con rapidez: cuando son examinadas con detencion la realidad va mucho mas allá de las magnificencias pomposas, con que la imaginacion ha procurado embellecerlas. Despues de haberlas mirado al traves del prisma de las ilusiones engañosas, el observador se ve obligado á corregir su admiracion en presencia de lo positivo y establece un paralelo casi siempre en ventaja del nacionalismo. ¡Ah qué patriota es aquel que siente haber gastado su dinero! ¡Con qué propiedad el ruso es ruso, el ingles es ingles cuando, despues de un largo viage, recuerdan los billetes de banco que han dejado en circulacion estrangera, en el tocador de una bailarina, en la mesa de las fondas!

,,No se deduzca por esto que pretendemos que Paris sea lo mejor. ¿Los viageros al llegar á la capital están seguros de encontrar siempre tratantes desinteresados, y placer á justo precio? No están espuestos á desprecios, á errores á equivocaciones, que hasta cierto punto les dan un derecho de creerse engañados? Concluiremos afirmativamente la cuestion; pero nos atreveremos á decir que esa misma es la suerte de todo viagero que se encuentra en medio de una poblacion, cuyas costumbres, hábitos y tradicciones ignora.

,,No estamos ciertamente en la edad de oro; y hay mucho tiempo que la diosa Astrea se ha refugiado en el cielo; á lo menos asi lo dicen los poetas; y ya sea el siglo de hierro, ya el de plata, el tiempo que corre es seguramente aquel en que cada cual piensa en su interes personal: en el dia de hoy el primun mihi podria servir de divisa al género humano.

,,Considérese el estrangero que llega á Paris, si tal es su fantasía, que pisa una tierra inhospitalaria, con tal que sea hombre de buen sentido y de buen gusto: no será muy grave el inconveniente. Sin embargo, en esta misma suposicion debemos darles algunos consejos dictados por la esperiencia, cuya utilidad y exactitud no dejaran de apreciar en alto grado.

Eleccion de posada.-La morada en una pieza amueblada siempre es preferible para el viagero, cualquiera que sea el motivo que le conduce á Paris, á la de una casa particular. Vivir independiente es el primero de sus goces; y por su dinero está seguro de encontrar en la capital todos los cuidados, toda la vigilancia, todos los consuelos y auxilios que pueda desear. Debe elegir su posada en en el barrio ó cuartel en que mas regularmente tenga sus negocios ó atencion. La imediacion de los boulevards y los teatros conviene al que va á divertirse sin contar mucho con su bolsa. El bar

rio de San German el que busca placeres tranquilos: el cuartel Latino el estudioso amigo de las ciencias que desea la instruccion sin mucho costo.

,,Hay un género de engaño de que deben ponerse á cubierto los viageros: es el de los anuncios pomposos de los periódicos, y cartas oficiosas, remitidas por los buboneros ó por los mismos conductores. Suele tambien el viagero preferir una posada que tiene el nombre de su pais, y entonces es raro que encuentre compatriotas. Lo mejor es, ántes de ponerse en camino consultar con las personas que hayan viajado á Paris. De esta eleccion dependen regularmente las comodidades y placeres que ha de producir un viage á Paris."

Sin embargo, yo no veo en esto un gran mal pues uno no se contrata con el posadero todo el tiempo que ha de permanecer en la capital. Si se ha hecho mala eleccion, el disgusto dura pocos dias, pues algun amigo ó compatriota y nuevas diligencias proporcionarán morada mas cómoda y mejor dispuesta. El carácter y sobre todo el gusto del viagero es al que toca pronunciar en materia de elegir la mejor posada.

,,Mesa-redonda.—Fondas. (Restaurateurs.) Toda posada tiene su mesa de huéspedes: en ella se encuentran reunidos á la hora y precio determinado, los comensales de la casa, amigos, parientes, viageros de costumbre: cada cual se cree en su casa. El recien llegado, el intruso dicho de otro modo, no debe esperar en la mesa ni miramiento ni atencion: cada uno es para sí: por tanto es una necedad pedir cubierto eu la mesa de la posada en que se habita. Si la comodidad ú otras consideraciones inclinan al viagero á no salir fuera para comer, debe hacerse servir en su cuarto. Allí á lo menos evita los discursos necios, las historietas vulgares y las parásitas repeticiones de los periódicos.

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,Hay otro género de mesas en las posadas contra las que jamas declamarémos demasiado. Permítannos nuestros lectores tomar aqui un tono mas grave: el objeto vale la pena; y una esperiencia adquirida á gran costa nos dá el derecho de dirigir á todo el que visite à Paris, consejos, cuya exactitud y estencion le será fácil apreciar.

,,Hay muchas casas en que se brindan placeres fáciles al estrangero; bajo el pretesto de una comida agradable, y cuyo precio no pasa de una cosa regular, se inclina á una casa en donde todo se prepara para encantarlo y seducirlo. A la comida, servida con delicadeza y sencillez, sucede el vino de champagne; el café y los licores se ofrecen bien prouto; las mesas de juego se preparan al momento en que la razon, ménos fuerte, no osa resistir á las seductoras tentaciones. Hombres llenos de agudeza, buen humor y de persuasion se acercan al recienvenido: su bolsa es el objeto de estos

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