ellos con Clemente VIII. El Pontifice le agració con una canongía en Segovia. Cuatro años sirvió su prebenda; pero viniendo á Sevilla por ver á su hermano mayor, el Arzobispo le nombró su visitador y luego de monjas, y la ciudad administrador del hospital de San Cosme y San Damian (que llamaban de las bubas) donde murió muy viejo y pobre año de 1647. Yace en el convento de Dominicas Descalzas de aquella capital de Andalucía. » En las Seiscientas apolegmas de Juan Rufo (Toledo 1596. fól. 74) consta que por aquel año ó el anterior, era Salinas canónigo de Segovia. Y dijo de su mérito el Jurado de Córdoba que era de gracia y donaire con ingenio de azúcar.-Aureliano FernandezGuerra.>> Gallardo copió todas las poesías de Alcázar contenidas en este y en el número anterior. De ellas imprimimos solamente las no incluidas en la Biblioteca de Rivadeneyra. Echose à pescador el dios Cupido, Y la mar en que pesca es el poblado; Rubias y hermosas ninfas el pescado; De plata son las redes que la tendido. El plomo que por ellas ha esparcido Son talegos con mucho del ducado, Cadenas de oro, sayas de brocado, Ambar, perlas, cristal, marfil bruñido. Yo le dije: Amor ciego, no te arrojes; Pon en esta tu red diestra osadía, Ilustre sangre, ingenios celestiales.» Respondió el hi de puta: En los relojes Hay harto ingenio, en fieras valentía, Y hartas armas tienen los reales». Entre los verdes sauces recostado Y do el rigor del caluroso dia, De liberal tendrá inmortal renombre Ningun hombre se llame desdichado Sufrir cualquiera pena es fácil cosa, Di, rapaz mentiroso, es esto cuanto Me prometiste preso y á pié quedo, Andar mirlado entre esperanza y miedo, Cercado de respetos, hecho un santo? Sustos, celos, favores, risa, llanto Dalos, Amor, á quien se lame el dedo; Los que me diste á mí, te vuelvo y cedo No quiero tomar más cosa de espanto. Bien siento tus heridas y que salgo De tu poder para ponerme en cura, Porque tengo aún abiertas las primeras, Y por la fe te juro de hijodalgo, Que si mi buen propósito me dura, No he de partir de hoy más contigo peras. "Al soneto, vecinas! al malvado, Al sacrilego, al loco, al sedicioso, Revolvedor de caldos, mentiroso, Afrentoso al Señor que lo ha criado. Atadle bien los piés, porque el taimado Y las cenizas Euro las derrame Esto dijo el honor de nuestra España Viendo un soneto de discurso infame; Pero valióle poco su buen celo. Ana, decidle à vuestra hermana Dido Que le quiero contar cómo he venido Y que todo el estruendo de mi nombre Ningun Virgilio habrá que dello escriba, Y que le mando un manto, aunque me empeñe. Demás que doy la fe de gentil hombre De no pasar á Italia en cuanto viva, Ni de darle ocasion que se despeñe. Ana, dí á ese galan que dice Dido, Que á quien ha de alojar en mi posada, De la sangre ha de ser no colorada, Sino amarilla, ó blanca descendido. Y que á mí que me importa haber venido Porque en su tierra dió una cuchillada, Que me entriegue la bolsa de callada Si quiere ser Siqueo mi marido. Y que no he menester saber su nombre Mas que si viene puro gentil hombre, Pues considerado bien, Vióse mayor confusion Que quejarme con razon, Sin averiguar de quien? Y así acuerdo reportarme, Y no venirme á quejar Á DOÑA ISABEL DE URREA. Señora doña Isabel, Favorece cuanto halla Dice que no hay culpa en vos, Y quede tambien mi queja, Si encendió en llamas despues Pues si de mi mismo fundo Queja alguna, no es razon; Que yo sigo la opinion Más justa que tiene el mundo. Y aunque este caso es violento, Que quiera dar mal por bien. Que para mi pretension Pues de mis ojos no es justo; Por ellos al alma vienen Y es poner esto en olvido Dios desagradecido. Del tiempo no puede ser, Que suele causar bonanza, Y contra toda esperanza Me trajo á vuestro poder. Y en la fortuna que sigo Podrá ser que ordene Dios Qu'el tiempo haga con vos Lo que Amor hace conmigo. Porque me mostrais vos luego Que recibo y cobro aliento, Y quedo en un punto tal, El bien al mal que padezco, Se sigue gloria sin par; En la pena que me veo, El bien que al daño sucede, El mal de donde procede. No hay descanso si no es veros Quien en lo contrario piensa Y es dañoso el ofenderos. No me engaño Qu'el que huye como extraño De vuestra jurisdicion, Descubre su sinrazon, Y pronostica su daño. ¿A quién pudo dar amor Que á los ojos con que os veo, Que de mi mal es autor? Y asi han hecho Un fuego ardiente en mi pecho, Que consumió como diestro Todo lo que no era vuestro, Como cosa sin provecho. Y así mi alma, señora, Ila venido á conocer Donde ella y el corazon, Perdida la libertad, Viven á su voluntad Sin saber de la razon. Para trompicar al Cid El pico de un Trinitario. ¡Y tú, Amor, que eres mi abrigo Y á los dos juez igual, Te has declarado parcial Y acudes á mi enemigo! Pues si tú me eres contrario, Á DONA ISABEL. Señora doña Isabel, El verme de vos ausente No lo extraña ni lo siente Porque supo retrataros En mi gozo un bien extraño En mi os hablo, y en mí os veo, Y en mí sin impedimento Mi desenvuelto deseo. Mas dicen, y con derecho, Mis ojos que, pues os vieron, Que del bien que me adquirieron Usurpo todo el provecho. Piden como á verdaderos Autores del bien que tengo Les dé parte, y asi vengo, Por dársela siempre, á veros. CANCION. Ya que me dabas contrario, Contrario bravo que asombre, Y no amar con un contrario Y así entiendo de ordinario AL RETRATO DE FRANCISCO PACHECO. Pacheco es este que debe Llamarse Fénix por sólo Favorecido de Apolo Y de las hermanas nueve. Dejóle el cielo encargada Con artificiosa pluma Saca del sepulcro al hombre, Y de allí sube el pincel Hasta parar en el cielo. Donde pinta en aquel puesto, Quien se le pueda oponer, Allí sugetó la idea De su arte no vencida, Y él, glorioso de tenella Y así no es de humano intento Lo que Pacheco nos pinta; De otra materia es distinta De celestial fundamento. Pues con destreza invencible Su vida en suma nos dice, Que su memoria eternice. La Vandalia le celebra. A DON JUAN ZAPATA, INQUISIDOR. Si fuera la fuerza tanta De mi pluma, que de un vuelo Dando de vos larga muestra Quedarades en el mundo, Claro don Juan sin segundo, Yo inmortal por causa vuestra. Pero ya mis confianzas El temor las ha secado: Sujeto tan levantado No es de humanas alabanzas. Solas llegaron à vos Y haberme vencido el miedo Y si el hombre se le niega, ¿De qué sirve que la mira Se ponga en vos, pues la vira Todo, en efecto, es rodeo Á DON FÉLIX, ESTANDO POBRE. Si juzgas bien y penetras Súfrelo, pues eres hombre, Qu'el cielo hará que adquieras ELOGIO Á SU HERMANO MELCHOR DEL ALCÁZAR. Este alcázar soberano, Donde estableció su asiento El más alto entendimiento Que cupo en sugeto humano, Es el que por justa ley Fama puso en su registro, Como á famoso Ministro De su patria y de su ley. Tuvo la facundia y copia Del Griego tan celebrada, No con estudio alcanzada, Sino natural y propia. En toda dificultad Fué de celestial consejo, Sus acciones, luz y espejo D'esta nuestra ciega edad. En suma, cuanto en él hallo De prudencia y de valor, Pudo envidiarse mejor, Que mortal hombre imitallo. Cumplió la fatal medida De sus años, y la cuenta Puntualmente los setenta De su generosa vida. Fuése al cielo, y trocó á gloria Qu' eternice su memoria. Por otro nombre Pacheco. A LOS CUARTOS SELLADOS. Una vez uno hay alguno Que pueda decir que es dos? Pucs yo sé quien (y no es Dios) Hizo dos una vez uno. Si osare decir quien es Por enigma ó como fuere, Es quien hará, si quisiere, Que una vez uno sean tres. Déjome entender de alguno Como una vez uno es dos. Si me entiende, ruegue à Dios No sean tres una vez uno. Más claro quereis que vaya: Perdonadme, que no puedo; Que es alto de cuerpo el miedo Que me hace estar á raya. Lugar es bien oportuno Ver que una vez uno es dos, Para juzgar quien sin Dios Hizo dos una vez uno. Mas tengo por más llaneza Tener por averiguado, Que en el contar se ha trocado La vieja naturaleza. Y así no extrañe ninguno Facia bona vila ogniuno: CANCION. Juana, si á pasos contados Vinieres á lo que quiero, Por la fe de caballero De darte he dos mil ducados. Si te parece que es juego Y que he de dejarte en blanco, Yo te los libraré luego. Mas por ser adelantados Mira si es logro primero, Que yo á fe de caballero Y por que vengan iguales Y si á remiendos pagados Porque despues no te quejes, Que para mí y mis criados Que llegue à dos mil ducados. Si llegares à la copia Haz cuenta que ya los tienes Bien habrá dos mil ducados. Y si al cobrar se te ofrece Quien impedirtelo quiera, Dos cuentos tengo prestados En la guerra de Alemania Se los presté, y no se acuerda: Debe querer que los pierda; Mas voto á Dios que se engaña. Los testigos son pasados Deste siglo; mas infiero Que no faltando dinero, Testigos habrá sobrados. Si quisieres la mitad En homenages y arreos; Te darê cien camafeos Que valen la cantidad En que los tengo empeñados Desde el pasado Febrero, Yes, à fe de caballero, Por solos cuatro ducados. VILLANCICO. Desde el corazon al alma Determino de mudaros, Para jamás olvidaros. Tanta beldad y valor No está bien aposentada: Mejoreseos la morada, Pues hay morada mejor. El alma es quien dice, Amor, Que merece aposentaros Para jamás olvidaros. Aunque el corazon se ofende No quiere volver por sí, Porque granjea de aqui Todo cuanto bien pretende. Mudaros al alma entiende Que es un firme aseguraros Para jamás olvidaros. El corazon al fin muere; No es bien que moreis en él, Que aunque os ha de ser fiel, Serlo ha en tanto que viviere. Sola el alma es la que quiere Y la que puede hospedaros, Para jamás olvidaros. Téngaos el alma, señora, Que es su fin el interes, El de los agravios es El corazon que os adora. CANCION. Quisiera la pena mia (1) Porque si en versos refiero Ejemplo: Inés me provoca A decir mil bienes d'ella : Y si la alabo de aguda, Su consonante picuda. Y así la llamo en sustancia Y es detrimento que impide, Y no siéndote notoria La causa que hay, harás bien; Y es no acertar describirte, Sin poder, aunque lo intento, Reparar lo que así fuere, De suerte que si mintiere, Forzado del verso miento. Demas d'esto tengo duda Que mi verso te contente, Mirado menudamente, Porque despuntas de aguda. (1) Fernandez. (Tomo xvin, pág. 76.) Muy incorrecto. (Nota de Gallardo.) |