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Pues que tus negociaciones

Y grandes ocupaciones

Te dexan poco reposo

Aun para lo nescesario
Al beuir,

Quanto mas para seguir
Lo voluntario.

Poniendo fin al probemio
Seguiré lo proferido ;
Mas, sy fuere desabrido,
Mandallas al fuego pido
Sea su deuido premio,
O roto con los ronpidos
Libramientos.

Desde agora ten atentos
Los oydos.

PRINCIPIA LA FABLA.

¡Ó tá, en amor hermano
Nascido para morir,
Pues lo non puedes fuyr
El tiempo de tu beuir,

Non lo despiendas en vano;
Que vicios, bienes, honores
Que procuras,
Pásanse como frescuras
De las flores!

En esta mar alterada
Por do todos nauegamos,
Los deportes que pasamos,
Sy bien los consyderamos,
Duran como ruçiada.
¡Ó pues tú, onbre mortal,
Mira, mira

La rueda quand presto gira
Mundanal!

Si desto quieres enxemplos,
Mira la grand Babilonia,
Tébas e Lacedemonia,

El grand pueblo de Sydonia,
Cuyas murallas e tenplos
Son en grandes valladares
Trasformados,

Y sus triunfos tornados
En solares.

Pues sy miras las estorias
De los varones romanos,
De los griegos y troyanos,

De los godos y espanos,
Dignos de grandes memorias,
No fallarás al presente
Sy non fama

Transitoria como llama
Daguardiente.

Sy quieres de mas acerca
Fable de nuestras regiones,
Mira las presecuciones
Que fisieron á montones

En la su fermosa cerca,

En la qual aun fallarás
Grandes mellas.

¡Quiera Dios cerrando aquellas Non dar más!

Que tú mismo viste muchos
En estos tiempos pasados,
De grandissimos estados,
Fácilmente derrocados

Con pequeños aguaduchos.
Quel ventoso poderío
Tenporal

Es un muy feble metal

De vedrio.

Pues tú non te fies ya
En la mundana prouança,
En riquesa, nin puxansa
Que con pequeña mudança

Todo te fallesçerá.

Que los tus grandes amigos,

Con fauor

Te serán con disfauor
Enemigos.

Que los bienes de fortuna
Non son durables de fecho;
Los amigos de prouecho
Fallesçen en el estrecho
Como agua de laguna.
Que sy la cabsa y respecto
Desfallesce,

En este punto fallesce

El efecto.

De los que van por las calles
En torno todo cerrado,
Con cirimonias tratado,
Non serás más aguardado

De quanto tengas que dalles.
Que los que por yntereses

Te seguian,

En pronto te dexarian
Sy cayeses.

Bien asy como dexaron
Al puxante condestable.
En le seyendo variable
Esta fortuna mudable,

Todos le desmanpararon.

Pues fazer deues con mando

Tales obras,

Que no temas las soçobras

No mandando.

El alcalde cada enero
Atendiendo ser juzgado
Despues del año pasado,
En el juzgar es tenprado;

Ca teme lo venidero.
Pues sy este tu poder
No es de juro,

Nunca duermas, nó, seguro
De caer.

En el tienpo que prestado
Aqueste poder tonieres,
Afana quanto podieres

En aquello que deuieres,
Por ser de todos amado.
Que fallarás ser partido
Peligroso,

Aun al mucho poderoso,
Ser temido.

El barco que muchos reman

Á muchos ha de traer,

Asy bien ha de tener

El que con su gran poder
Fase que muchos le teman.
Pues procura ser querido
De los buenos,

O por no será lo menos
Aborrido.

Para lo qual los mayores
Han de ser muy acalados,
Los medianos bien tratados,
De los pobres escuchados
Con paciencia sus clamores.
Que si fatigas te syguen
Del oficio,

Los librantes non con vicio

Te persiguen.

Á los que has de librar,
Líbralos de continente;
Los que no graciosamente
Sin yra e sin açidente
Los deues desenpachar.
E non fagan los portales
Tus porteros

Á bestias y caualleros

Ser yguales.

Que tú seyendo ynorante

De lo tal, como lo creo,
Segund lo que de ty veo,
Algunos te fasen reo
E reputan por culpante.
Mas yo dubdo de tu seso
Que mandase

Que bien e mal se pesase
Con un peso.

Que castiga los cohechos
Que fasen arrendadores
A los tristes labradores,

Que sabrás que son mayores

Que sus tributos e pechos.

E á ti todas las gentes

Bendirán ;

Á lo menos no dirán

Que lo consientes.

Desta forma cobrarás Mundana veniuolencia, Mas con mayor diligencia De la diuinal esencia,

A quella procurarás

Que en respecto del çeleste Consistorio,

Es un sueño transitorio

Lo terrestre.

Que los más más sublimados

E temidos son temientes,

E los en fuerça valientes,
E riquesas poseyentes,

Ya fueron dellas menguados.
Que todas son enprestadas
Estas cosas,

E non duran mas que rosas

Con eladas.

Alixandre fué señor
De toda la redondesa,
Hércoles de fortalesa,
Mida de tanta riquesa
Que no pudo ser mayor.
Pero todos se morieron
Y dexaron
Estotras que trabajaron
Y corrieron.

Pues no gastes tu biuir
En los mundanos seruicios,
Nin en deleytes e vicios,
Que de tales exercicios
Te podrás arrepentir,

Y mesclando á estos tales
Pensamientos

El themor de los tormentos
Ynfernales.

En seruir á Dios trabaja,

Echa cobdiçias atrás,
Que quando te partirás
Del mundo non leuarás
Sy non sola la mortaja.
Pues nunca pierdas el sueño

Por cobrar

Lo que tiene de fincar

Á su dueño.

Este dueño que te digo
De los temporales bienes,
Tras los quales vas e vienes,

Es el mundo, con quien tienes,
E tiene guerra contigo,

Al qual sy sigues, aberes

Te dará ;

Pero quitártelos ha
Quando partieres.

Desta trabajosa vida

De miserias toda llena, En que reposo syn pena

Ni jamas un ora buena Tú puedes aver conplida, No es al sino deseo

Su cimiento,

Su fin arrepentimiento
Y devaneo.

Pues sy son perecederos, Y tan caducos y vanos,

Los tales bienes mundanos,
Procura los soberanos
Para siempre duraderos.

Que so los grandes estados

E riquesas,

Fártas fallarás tristesas

E cuydados.

Que vestiduras netas
Y ricamente bordadas,
Sabe que son enforradas
De congoxas estremadas,
E de pasyones secretas.
E con las traças, febridas
De bestiones,
Amargas tribulaciones
Son venidas.

Mira los enperadores,
Los reyes e padres santos,
So los riquisimos mantos
Trabajos tienen atantos
Como los coltiuadores.
Pues non fies en los onbres

Que padesçen,

Que con sus vidas perescen

Sus renonbres.

Que quanto mayores tierras Tienen e maserias, Más ynmensas agonías Sostienen noches e dias

Con labrantes e con guerras.
Para lo qual con la corona
Altamente,

El que dixo lo seguiente
Se rasona:

«¡ Ó joya de grand valia, Quien te bien considerase

Y tus trabaxos pensase,
Aunque en tierra te fallase,
Nunca te leuantaria ! »
Syguese que los ynperios
Y reynados

Non son, no, desaforrados
De laserios.

Pues mira los cardenales, Arcobispos y perlados,

No más bien aventurados Son, ni ménos congustiados, Que los sinples menestrales. Que sobre sus mantonadas Mucho largas

Portan grandissimas cargas Y pesadas.

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Los fauoridos priuados
Destos principes potentes,
Á los quales van las gentes
Con seruicios y presentes
Como piedras á tablados,
En las sáuanas de Olanda
Más sospiran

Que los remantes que tiran
En la vanda.

Que los bienes y fauores
Que los tales siempre han,
Non los lieuan sin afan;

Pues el blanco comen pan

Con angustias y dolores.
Que privança y señoria
Non quisieron

Ygualdad, ni consintieron
Conpañía.

Pues los ricos oficiales
De las casas de los reys,
Aunque grandes teneis greys,
Non syn dubda destas leys
Soys ajenos, mas parciales.
Probarlo quiero contigo,
Que serás,

Sy la verdad me dirás,
Buen testigo.

Que fartos te vienen días,
De congoxas tan sobradas,
Que las tus ricas moradas
Por las choças ó ramadas
De los pobres trocarias.
Que so los techos polidos

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Pues tú non pongas amor
Con las personas mortales,
Ni con bienes tenporales
Que mas presto que rosales
Pierden la fresca verdor.
E non son los sus cimientos
Sy non juego,

Menos durable que fuego
De sarmientos.

FYN.

E no fundes tu morada Sobre tan feble cimiento; Mas elige con grand tiento Otro fyrme fundamiento De mas eterna durada

Queste mundo falaguero,

Es sin dubda ;

Porque más presto se muda Que Febrero.

487. Cancionero.

MS.-70 ps. ds.-letra de principios del siglo XVI.

Compré este Cancionero en Sevilla con otros libros de la librería de un difunto ex-colegial de maese Rodrigo; y ahora (7 Enero 1836) me le encuentro en Madrid, entre los libros de D. Manuel María Gamez, señalado en el catálogo de su librería, núm. 357, con esta nota al frente, puesta de su puño:

«Anónimo. Cancionero, MS. letra de Tortis. Hay muchas poesías que no están ni en el Cancionero general, ni en ningun otro libro impreso; v. g. en el Triunfo de Amor traducido por Alvar Gomez, hay en este Cancionero 132 estrofas más que en el de la Diana de Montemayor (Madrid, 1622, 8.o) que viene á ser casi un doble: pues el de dicha edicion no tiene más que 176 estrofas, y el de este Cancionero tiene 308 estrofas. Y así de lo demas. >>

La substancia de esta nota está sacada de un cuaderno de observaciones que acompañaba á este mi Cancionero; el cual ha desaparecido con casi otro tanto volúmen como el que el ejemplar tiene al presente.

Su actual contenido es:

Coplas de ay panadera. (f. 1-4).
Empieza :

Un miércoles que partiera...

El Triunfo de Amor, de Francisco Petrarca, traducido por Álvar Gomez, en Guadalajara. (f. 5-16). Empieza :

Al tiempo que en mi profía...

Una especie de «Lamentacion» que lleva intercalados algunos versos italianos de Petrarca (f. 17-25).

Empieza :

La estrella de Citerea En mi triste nacimiento Ha emfluido,

Para que en cuanto yo vea
Se presente mi tormento
Esculpido.

Semejanza de mi mat
Verse en todo lo criado

Ya es posible;

Mas sacarlo al natural
De mal presente pasado,
Imposible.

20

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COPLAS DE AY PANADERA!

Un miércoles que partiera

El principe don Henrique

Á buscar algun buen pique

Para su espada ropera,

Y salió sin otra espera

De Olmedo, tan gran compañia,
Que con muy hermosa maña

Al puesto se retrujera,

El Rey, de que aquesto viera,

Como el príncipe venia
Con muy gran malencolía,
Luego al puesto proveyera,
Se hizo sacar de fuera
El su pendon ensalzado,
Para pasar luego el vado
Con noble jente guerrera.
La de Zúñiga que era
Escuadra bien comviniente,
La metad de la su jente
Sabe Dios lo que quisiera;
Mas como jente granjera
De su señor natural,
Con ardimiento leal
Acompañó su bandera.

En cátreda de madera
Va el obispo de Barrientos,
Con un dardo sin avientos
Que á predicarles subiera,
Y por conclusion pusiera
Quel que allí fuese à morir,

Que le haria subir

Al cielo sin escalera.
Aforrado en pena vera
El perlado de Toledo
No se movió solo un dedo
De cabe la talanquera,
Diciendo quien se acelera
Cuando un tal fecho deviene,
Nunca jamas queda tiene
La barba en la cebadera.

Por más seguro escojiera
El obispo de Sigüenza,
Estar, aunque con vergüenza,
Junto con la cobijera.

Mas tan gran pavor cojiera

En ver huir labradores,
Que á los sus panos menores
Fué menester lavandera.
Con una rica cimera
Armado muy jentilmente
Se halló el de Benavente
En esta escuadra tercera.
Mas su jente regatera,
Malandantes campesinos,
Como cobardes mesquinos
Hicieron la persegera.

Con lengua brava parlera,
Con corazon de alfeñique
El comendador Manrique
Escojió bestia lijera.
Y dió tan gran correndera
Fuyendo muy á deshora,
Que seis leguas en una hora
Dejó tras si la barrera.

Con costumbre vocinglera,
Temblando como las hojas,
Va don Fernando de Roxas
Muy manso de la cadera;
Y por verdad bien certera,
De miedo muy amarillo,
Fué à la villa de Portillo
Donde guarecer quisiera.
Salido como de Osera
Ruy Diaz el mayordomo,
Tan bello de vientre y lomo
Como osa colmenera,
Si la fee que prometiera
La guardase segun fallo,
No comiera su caballo

En el real la cibera.

Tomando yegua lijera
Con mayor miedo que safia,
Fernan Lopez de Saldaña,
Mas negro que una caldera,
Saltando la barbilera
Encomenzó de decir
Que el que quisiere huir
Que le iria á la estribera.
Por persona mensajera
Se partiera el Mariscal,
Desvióse del real

Con maña sotil artera.

Y magüer Diez que allí era,
Por poner paz en el ruido,
Si él no fuera partido

El mismo lo resolviera.

Su bondad no encubierta
Don Henrique de Zamora,
Por ganar honra á deshora
Los contrarios ofendiera.
Mas la gran jente capera
Que con él fue à desranchar,
Fizo por cierto quedar
Su presona prisionera.

Magüer de malla y gorguera
Se armaba..... mozo,
Mas no hobo menester bozo,
Pues á ninguno mordiera;
Antes diz que s'ascondiera,
Con gran sabor de mirar,

Si le cumplia pelear

Por guarecer á la vera,

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