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Pero saldrá el hombre desta cadena, y todos nos entenderémos; y no digo mas. Mas verdad tambien hué que estando en libertad topé esa mujer en la casa, del padre de Estepa, rota y deshandrajada, y díjome que era cosa que tocaba á Cejudo; y como yo soy tan amigo de amigos como sabes, socorrila allí con cuatro reales; y aun juro á Cristo que Martin, el de la Payana, me los prestó para dárselos. Y á quien te hué con chismerones ....; saldrá el hombre desta cadena, que todos nos entenderémos, y no digo más.

Hle sabido que mientras cumplo el tiempo de ga leras te has acomodado con el Paisano (1, hombre desflorado, a quien los demás no solo no respetan, pero aun le quitan lo que tú le das. Vista esta, le darás un madrugon tomando la vuelta de Jerez de la Frontera, quizá allí te dará gusto de her dos docenas de reales, que por vida de mi libertad que hasta la almilla del rey tengo empeñada; y no digo más.

»Nuevas de galera son que de treinta y dos onzas de bizcocho que daban á cada forzado, no dau ya más de veintiseis; no sé qué es la causa. Polarte queda malo de dos tratos de cuerda, ambos con zabullida, porque se acordó de Dios, y no para rezar. Gambalva por lo mismo pasó azotes toda la crugia. Al patron de mi galera le alzaron á la Leonisa ; echa ojo si la vieres por allá.

»Desta galera Aguila, este tuyo metido en tu cadena, donde hará por tí lo que hacia en libertad, cuando algunos temblaban de verte.

Tuyo basta la muerte (2).

>>El nombre sabes, y no digo más.>>

Esto último venia en lugar de la firma, y luego el señor Molina pintado como galeote con unos grillos á los piés y una cadena larga que salia dellos, la cual iba á parar á las manos de una mujer que tambien venia pintada con tres letras en la boca que decian Ana, y él una cifra que decia Juan, y en medio dellos un corazon pintado con dos saetas, y una letra que le salia á Molina desde la boca, y decia:

«Las saetas de Ana son,

Y de Juan el corazon. »

Y por orla desta carta traia en dos planas un romano, pintado como cabezon de camisa de mujer, dado con sus colores de azafrar como tienen en la estampa de la hoja primera los libros de Caballerías (3), la cerradura de la carta, en forma de un devanador de mujer ó dobladura de servilleta, cuando se pone por curiosidad en una mesa; y encima por sobre escrito «Juan á su Anu;» y luego S y T (clavo) que decia: «Esclavo.>>

Y porque no les parezca á algunos que esta carta no fué propia de Juan de Molina, y que yo la pude componer para adornar ó henchir mi historia ó cuento, digo que no pudiera hombre ninguno por hábil que fuera juntar palabras tan acomodadas á la vida y entendimiento desta gente como las acomodó Molina;

(1) Cervantes le sacó al teatro en el Entremes de la Cárcel de Sevilla. A. F.-G.'

(2) El Caballero de la Triste figura», dice al punto el lector. A. F.-G.

(3) El romano se veia contornado á puntos, como hecho por mano ruda y no experimentada en seguir una línea, dándole las necesarias inflexiones. A. F.-G.

porque éste y los demas que yo be conocido (que ban sido infinitos por ser el que más he defendido con mi oficio), tienen un mesino término y lenguaje cuando hablan ó escriben versos: porque cuando ellos ó los labrones, que es otrogénero, aunque se diferencia un poco en oficio y en lo demas (hablan los unos como los otros), no hay cosa criada en este mundo que no le tengan puesto otro nombre del que tiene; y es afrenta entre ellos nombrar las cosas por su propio nombre; y cuando uno es principiante y yerra, lo llaman blanco, que es lo mesmo que decirle nescio; y al que dice bien le llaman negro, que es lo mismo que hábil.

1

Parecióme poner aquí un breve discurso de algunos vocablos desta gente, porque todos no será posible, que son infinitos; aunque de todos por curiosidad tengo vocabulario escrito de mi mano (1); y porque habiendo visto hasta aquí un personaje que puede, me mandó le diese un tanto, no hubo lugar de escribillo: darélo muy breve con las añadiduras, como lo mesmo ofrezco, que no será de ménos gusto que lo escrito. Etc.

FIN.

TERCERA PARTE DE LAS COSAS DE LA CÁRCEL DE SEVILLA, AÑADIDA Á LA QUE HIZO CRISTÓBAL DE CHAVES (2).

En la cárcel real dicha estuvo preso un morisco mucho tiempo, el cual por la antigüedad que en ella tenia y por favores é intercesiones de personas que le ayudaron con el alcaide, vino á ser portero de la última reja que llaman de Plata. Y en este tiempo que fué portero, usó de mucha industria é inteligen cias, haciendo que algunos de los presos que eran oficiales de diversos oficios, trabajasen en ellos, cada uno en el suyo, algunos ratos del dia; y para ello traia esparto y se lo daba para que hiciesen emplcita, y á otros hacia hacer della esteras y espuertas. Traia lana, hacia bacer medias, y otros que lo sabian, bilábanla y hacian las medias calzas, las cuales el portero vendia muy bien. Y a otros les hacia hacer buenos ejercicios, de que sacaba provecho para su bolsa. Y como era portero, to los se holgaban porque los tratase bien y los acomodase de trabajar un rato para él; y con esta órden se aprovechaba de todos los oficiales que en la dicha cárcel estaban. Y fué de manera el aprovechamiento, que habiéndole condenado á galeras por los delitos por que estaba preso, cuando lo vinieron á entregar en ellas, sacó de la cárcel más de mil y trescientos escudos de oro, que llevó en su poder.

(1 ¡Qué lástima que no haya este vocabulario llegado á nosotros! A. F.-G.

(2) D. Bartolomé José Gallardo sospechaba si tal vez seria Cervantes el adicionador incógnito. Poco difiere de las anteriores el estilo de esta Tercera parte; pero, sin embargo, muy bien pudo el continuador seguir el genio al licenciado Chaves, y más proponiéndose únicamente completar su Relacion con algunas curiosas noticias sueltas. Lo que no se puede poner en duda es que este librillo en sus tres partes fué muy conocido y estudiado del inmortal autor del Quijote. A. F.-G.

Estuvo preso en la dicha cárcel un hombre que con firmas y negociaciones que tuvo con el alcaide, vino á alcanzar dél que le diese uno de tres bodegones que bay en ella; dióselo luego, y fué bodegonero hasta que murió. El cual al tiempo de su muerte declaró que tenia metidos dineros en la pared que estaba en la cabecera de su cama, hecha alcancía, en la cual habia ido echando lo que ahorraba despues que entró en el dicho bodegon. Y siendo difunto acudieron á la pared, donde dijo que estaba, y se halló un agujero que apenas cabia un escudo ó real sencillo; y sacando de la pared el dinero y contándolo, hallaron más de setecientos escudos en oro: los cuaies tomaron para el gasto de los pobres.

Habiendo saćadó de la iglesia la Justicia á un hombre que se llamaba D. Gomez de Tarán, fué puesto en la dicha cárcel, donde estuvo tiempo de cuatro años en uno de los calabozos, y al cabo deste tiempo, fué mandado restituir á la iglesia por mandado de los señores alcaldes; para cuyo efecto dieron su provision á Diego de Nieva alguacil de la real Audiencia, para que lo llevase á la iglesia de donde lo habian sacado. Y el dicho alguacil fué á cumplir la dicha provision; y el D. Gomez no quiso salir de la cárcel, ni que lo llevasen á la iglesia, sino estarse preso, defendiéndose y haciéndose fuerte entre las dos rejas de la dicha cárcel diciendo no queria salir della; y fue necesario que el alguacil buscase gente para sacalle, y llevarle á la iglesia. Su vida de aquel hombre era estarse en aquel calabozo; y cuando veia que entraban en la cárcel algunos presos que tenian pelo, los llevaba à él y allí los aposentaba y hospedaba y regalaba; y ellos le daban de comer á él y á su mujer, que estaba siempre con él y de tal manera se gobernaba, que todos los presos nuevos que entraban, iban á reconocelle y regalalle; porque si no lo bacian, daba órden que se les hiciesen tales obras, que no tenian paz basta ser sus amigos.

En una ocasion hubo cantidad de galeotes condenados á galera y rematados, que así los llaman á los que son sentenciados eu vista y en revista. Y como suelen algunas veces venir galeras á Sevilla por algunas provisiones, entonces se les entriegan los galeotes. Y tardando de venir en la dicha ocasion, pareciendo conveniente enviar los que habia al Puerto de Sancta María donde siempre hay galeras, así los alcaldes proveyeron que dos alguaciles los Ilevasen por el rio, bien aherrojados con sus grillos y cadenas, los cuales eran treinta y seis. Y los dos alguaciles los embarcaron; y llegando á la venta de la Magarzuela, que es en el rio, seis leguas de Sevilla, y tomándoles la noche, les pareció á los alguaciles sacarlos en tierra á dormir y cenar en la venta, porque llovia é iban mojados y con poca ropa los más dellos. Y habiéndolos sacado, se dieron tal maña, que se desaherrojaron todos; y dellos se huyeron los doce, y los veinte y cuatro restantes recogieron los alguaciles en los barcos y los volvieron á Sevilla (1). Y estando ya en ella, tuvieron temor los al

(1) Este suceso inspiró, á mi ver, la aventura de la libertad que dió Don Quijote á muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no quisieran ir.

guaciles de que si parescian los alcaldes los mandarian prender por el descuido que habian tenido; y así se huyeron los alguaciles, dejando los galeotes sueltos y en su libertad. Los cuales de un acuerdo y conformidad, no solamente no se buyeron ni ausentaron, sino se volvieron à la dicha cárcel de donde los habian sacado, pareciéndoles la vida della muy acomodada y á su gusto mientras no los entregaban á las galeras; de donde despues los entregaron, y entre ellos un mulato desbarbado, que anduvo en Sevilla mucho tiempo con una demanda en hábito de mujer, sin que se echase de ver si era hombre; por lo cual fué azotado y galeras.

En la dicha cárcel estuvo preso un hombre facineroso, por muchos delitos que había cometido, y estaba en uno de los calabozos del patio. Y éste tuvo tal astucia é inteligencia que desde la mesma cárcel trabó amistad con una mujer casada, de forma que le venía á ver ella, y le traia la comida para él y los que con él estaban, y le proveia de dineros bastantemente para el pleito y para vestir y jugar; y fué parte lo que gastó con él, que con estar preso por muchos delitos y todos atroces, bastó para lo volver á la iglesia, de donde fué sacado. Y en el tiempo que estuvo preso, le venia á visitar los dias de fiesta en la tarde la dicha mujer, saliendo de su casa muy bien aderezada de oro y seda, y cuatro criadas y un escudero que la acompañaba; la cual en llegando á una iglesia donde decia iba á vísperas, allí se quedaba con una de las criadas de su secreto, y con buenas razones despedia á las demas y al escudero para que se fuesen á pasear hasta la hora que ella mandaba que volviesen; y luego con la criada se iba en casa de una amiga, donde se vestia otros vestidos viejos y viles, y con ellos se iba á la cárcel, á la puerta de la cual se quedaba la criada; y la ama entraba y pasaba por todas las rejas adentro con grandísimo ánimo basta. llegar al calabozo donde estaba el preso; y cuando

No recuerdo se haya coleccionado un curioso papel del siglo xvi, que el señor Sancho Rayon posee de impresion ménos antigua, y se intitula La vida de Galera muy graciosa, y por galano estilo sacado, y compuesta agora nueuamête por Mateo de Bizuela, á pedimento de Don Yñigo Meneses Lusitano. Da cuenta en ella, los trabajos grandes que se padecen. Es obra de exercicio, y no menos de exéplo para enmienda de muchos. Aora nueuaméte impressa en este presente año de 1628 (en Jaen, por Pedro de la Cuesta). Copio estos versos por

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le parecia hora se volvia á salir, y hallaba á su criada en el puesto que la dejaba, y con ella se tornaba á donde dejaba los vestidos; y volviéndose á vestir se iba á la iglesia, donde acudia su escudero y demas criadas, con quien se volvia à su casa con la autoridad con que della habia salido. Y un dia el alcalde de la justicia la halló en el dicho calabozo desnuda en una cama bien sucia: porque vean lo que pueden estos desta vida de cárcel, y á lo que se ponen mujeres por ellos.

Por el mes de agosto de 1595 estuvo preso en la dicha cárcel por algunos delitos un mozo vicioso, natural de Sevilla; y dos mujeres della trajeron pleito ante uno de los tenientes diciendo cada una dellas que aquel era su hijo, y lo pedia por tal. Y el pleito se recibió á prueba, y ambas à dos probaron bastantemente con buen número de testigos que era su hijo; y ambas vinieron á la cárcel muchas veces, y reñian en ella públicamente diciéndose malas palabras sobre ello. Y habiendo dado y tomado sobre esto mucho, se metió mucha gente en ello por ponerlas en paz; y se acordó que el mozo escogiese cuál era su madre y aquella le llevase. Se hizo así, y el mozo escogió la una dellas, y siendo libre de sus delitos se fué con ella dejando á la otra sin hijo y gastada del pleito que por él había tenido (1).

En la dicha cárcel estuvo preso un barbero, el cual usó su oficio en ella el tiempo que estuvo preso; y habiéndose librado del caso de su prision, se estuvo en la dicha cárcel más de seis años y se está usando el dicho oficio sin salir de la cárcel, aunque está libre. El cual con su oficio gana muy bien de comer; y si alguna vez sale, que son pocas, se vuelve luego á comer y á dormir á ella, como si fuera su propia

casa.

En esta cárcel estuvo preso un hombre llamado Medina, mucho tiempo, el cual fué condenado á galeras; y olvidado en la cárcel muchos dias, tuvo traza cómo venir á ser portero, y lo fué muchos años de la

(1) Cervantes pasó el año de 1595 en Sevilla, y por el otoño del de 1597 se vió en aquella cárcel real mezclado con tantos facinerosos y asesinos. A. F.-G.

puerta de la calle sin huirse, con salir. Fué despues advertido, y fué dada noticia á los alcaldes; y prendiéronle en su cárcel, de donde se huyó que nunca más pareció..

Algunas veces, cuando sentencian á galeras á algunos de los presos de la dicha cárcel, suelen para que no los entreguen por galeoles, fingirse potrosos, dándose con cierta yerba en las partes vergonzosas, con la cual se les hinchan; y luego dan peticion ante los alcaldes cómo son inútiles para servir en galeras á causa de la dicha enfermedad en lo cual mandan los alcaldes que los vean los médicos, los cuales los ven, y hallándolos de aquella manera dicen que es verdad, y que no pueden servir en las galeras. Y con esta declaraciou se les conmutan las galeras en azotes y destierro, y con esto los sueltan; y en saliendo de la cárcel, fácilmente se curan de aquella enfermedad.

En la dicha cárcel estuvo preso y condenado à galeras un hombre por ladron, el cual apretaba los dedos de la mano izquierda cerrando el puño de manera que no hubo remedio de se la hacer abrir, fingiendo ser manco. Viéronlo los médicos por mandado de los alcaldes, y dijeron ser verdadera la manquedad; por lo cual se conmutó la pena de galeras en cien azotes y destierro, y lo soltaron. Y despues de suelto abria la mano y la cerraba como la sana, y hurtaba con ella como con la derecha.

Los alcaides de la dicha cárcel suelen ordinariamente de su propia autoridad, porque se lo pagan y por ruegos, soltar gran gantidad de presos que están por deudas, y aun por delitos. Y acaece que por quejas que dan de los alcaides, de las tales solturas, á los jueces, vienen á visitar la cárcel; y para ello.toman las llaves de las puertas, y tienenlas consigo, y comienzan á hacer lista de los presos; y antes que la acaben, aunque falten cien presos, están en la cárcel todos: porque los llaman apriesa, y acuden á entrar por los tejados y por otras partes que saben, de manera que se escriben en la dicha lista por el juez, como si desde el principio allí estuvieran. Y los que los llaman son tan aspertos en ello, que con solo el mirar de los alcaides entienden, y luego andan recogiendo la gente para este dicho efecto.

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(1) Al fólio 293 vuelto, y despues del Entremes famoso de Los Habladores, se incluyó en la Séptima parte de las comedias de El Fénix de España, Lope de Vega Carpio, Familiar del Santo Oficio, impresa año 1617, «con privilegio, En Madrid, Por la viuda de Alonso Martin, A costa de Miguel de Siles, mercader de libros; Vendese en su casa, en la calle Real de las Descalças.»

Lope de Vega no reconoció por suyas las piezas entremesiles que contienen los ocho primeros tomos del Teatro publicado con su nombre; y el Sr. D. Cayetano Alberto de la Barrera sospecha si escribiria Cervantes el entremes de La Cárcel de Sevilla. A toda luz le pertenecen los tres sainetes anónimos que aderezan esta Séptima parte á saber: Los Habladores, La Cárcel de Sevilla y El Hospital de los Podridos. Espíritu, genio, estilo, son unos mismos en todos por algo se pusicron juntos. Impreso en Cádiz, año de 1646, con el ilustre nombre de su autor, poseo yo Los Habladores; ¿quién sabe si allí entonces, sueltos tambien, y tambien con la marca de su verdadero dueño (reproduciendo ediciones más o menos antiguas y ya agotadas), volvieron á darse á la estampa los otros dos sainetes? Que el primero es hijo legitimo del nú men de Cervantes, hoy no ofrece ocasion de litigio: siendo esto así, y estando el fallo ejecutoriado, forzosamente hay que hacerlo extensivo á las otras dos piececitas.

Gustoso ha de ser para quien haya leido la relación del licenciado Chaves, observar en el entremés que llena estas påginas, cómo da el ingenio cervántico aliento y vida extraordinarios á uno de los episodios de aquel curioso libro.

(2) Interviniendo en la fábula, se olvidó su nombre en la lista de personas que muestra el ejemplar de 1617.

AURELIANO FERNANDEZ-GUERRA.

Salen GARAY Y SOLAPO Y PAISANO, con grillos en los piés, y guitarras.

GARAY.

Loado sea Dios, que veo el cielo de Cristo,

SOLAPO.

Loado sea Dios, que veo el nubifero.

PAISANO.

Loado sea Dios, que veo el Sempiterno.

SOLAPO.

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