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la procesion, revestida (2);

que hay clérigo de tal vida,

que á unos roba y á otros mata.
Dicen que librarse trata,
pero ya es mala ocasion:
que la determinacion
del Rey es salgan primero
el de Lerma y el Buldero,
los Trejos y el Confesor.

Hallábase por Marzo de 1622 en Barajas de Melo, donde se le hizo renunciar el cargo de inquisidor general, que habia obtenido à 5 de Enero de 1619; pasó luégo à Hortaleza, y se le sacó para Talavera de la Reina el 13 de Julio de 1623, con expresa órden de no salir de allí mientras S. M. no dispusiera otra cosa: permitiósele, por último, retirarse á su patria Zara. goza; y'alli murió á 3 de Diciembre de 1626.

Quevedo le habia juzgado y retratado de mano maestra en los Anales de quince dias, en el Cabildo de los gatos, y en el vicario de monjas del Cuento de Cuentos, impreso en Huesca por Marzo de 1626 (3). Hallábase entónces Aliaga en Zaragoza: sin detenerse, borrajeó y publicó, en Huesca tambien, otro librillo con título de Venganza de la lengva española, contra el Autor del Cuento de Cuentos. Por Don Iuan Alonso Laureles, Cauallero de habito, y peon de costumbre, Aragones liso, y Castellano rebuelto. En este nuevo seu

(1) Crianza de cerdos, aludiendo al significado de Sancho. (2) La procesion de desterrados por el gobierno del nuevo rey Felipe IV.

(5) Ofrecen tambien noticias de Aliaga las Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614, que à raíz de los sucesos escribia Luis Cabrera de Córdoba; las Historias ecclesiasticas, y secvlares de Aragon, por Blasco de Lanuza, Zaragoza, 1622; la Historia del Santo Cristo de San Salvador de Valencia, publicada por Juan Bautista Ballester, en 1672; las Memorias literárias de Zaragoza, recogidas por D. Inocencio Camón, é impresas en 1768; el departamento de manuscritos de la Biblioteca Nacional; y el archivo de la universidad de Zaragoza...

dónimo, que adoptó quien nunca tuvo uno constante, como ni una opinion ni un amigo, embébese el nombre Luis Alia.a; se hace alarde magnífico de los laureles que suponia ceñir como escritor y ministro, de la nobleza por ellos adquirida, del hábito que vestia, de su costumbre de audar á pié, de su patria Aragon, y de llevar larguísimo tiempo de morar en Castilla;.si no es que fuese oriundo de ella por parte de madre. Ya es de suponer que tan mal librado como Cervantes saldria Quevedo, y que no le perdonaria, ni el famoso gaticidio, ni las fazañas del guardian, abadesa y vicario de monjas del Cuento.

"

Con la muerte de Aliaga murió la poca y no envidiable fama de sus escritos anónimos. Y cuando en el siglo pasado la inmortal obra de Cervantes merecio á la crítica un estudio preferente, haciéndola entrar en codicia de saber el nombre de quien tuvo arrojo para continuar la historia de Don Quijote, fué necesaria toda la atención estudiosa de D. Juan Antonio Pellicer, para desembrozar el camino y acercar el momento en que los estudiosos pudieran resolver definitivamente el enigma. Aun estaba sin desatar por los años de 1854, como lo prueba el testimonio de Don Bartolomé José Gallardo en interesante MS. que intitula-Qijote: Apuntes hechos al 'vuelo, releyendo .esta obra incomp.e para aburrir el tedio de la soledad durante mi persec." por el folleto Las Letras letras de cambio: «Tampoco se me ha logrado (ni creo que á ninguno de los que hoy viven se haya logrado tampoco) el saber quién sea verdadero autor del ficticio Don Quijote. Cervantes se empeña en qué era aragonés. Fuese quién y de dónde quisiere, él no tiene duda que escribió ofeudido de Cervantes por no sé qué pique literario, de que se da claramente por entendido en el prólogo.»

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De repente sabe ó sospecha Gallardo que Aliaga pudiera ser el encubierto Avellaneda; junta las poesías de Villamediana que se referian al último confesor de Felipe III, y pica el amor propio de los eruditos para que den con la prueba decisiva. En 1846, y desde Cádiz, el Sr. D. Adolfo de Castro hizo del dominio de la prensa lo que era ya moneda corriente para los curiosos; y cuatro años despues atribuyó el descubrimiento á D. José de Cavaleri y Pazos, no sin que Gallardo inmediatamente protestase.

Muchos somos los que en amistosas conferencias literarias hemos señalado con noble franqueza, en estos últimos años, los pasajes de Aliaga y Cervantes que explican, robustecen y comprueban tan feliz y fundadísima conjetura, deseosos de que se vulgarizase la observacion, sin cuidarnos de quién la hubiese hecho.

Y en efecto, ¿qué importaba lo demas? Para la critica moderna babia quedado resuelto el problema literario en el punto mismo que se pronunció el nombre de Aliaga.

Madrid, 3 de Mayo de 1863.

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02

AURELIANO FERNANDEZ-GUERRA Y ORBE.

ALGUNOS OPÚSCULOS DEL CÓDICE COLOMBINO CITADO.

I.

VEJMEN QUE DIÓ EL DOTOR SALCEDO AL DOTOR DON ALONSO DE SALAZAR EN LA UNIVERSIDAD DE GRANADA

EL AÑO DE 1398 años (1).

Para inteligencia deste vejámen se ha de presuponer que cuando el dotor Salcedo se graduó, el dotor Faría que le dió el vejȧmen, eutre las cosas que le dijo una dellas fué que tenia la cabeza llena de aire (2).

Lo segundo se ha de presuponer que, dando un vejámen el dolor Lobo á un dotor, el dotor Lobo picó á todos los de la universidad, de manera que á cada uno le apuntó en aquello que era notado. En tre los cuales dijo al dotor Salcedo que hablaba mucho; el cual dijo al fin del vejámen que babia hablado en un cuarto de hora el dotor Lobo más que él habia hablado en toda su vida. Con ocasion desto á cabo de seis meses que el dotor Salcedo dijo este vejámen, al principio dél le dieron una cédula que ¿por qué habia dicho que hablaba más el dotor Lobo en un cuarto de hora que el mismo dotor Salcedo en toda su vida, pues sabia lo contrario? Á lo cual respondió: «No estoy obligado agora que estoy desapasionado á dar razon del dicho que dije con pasion ahora seis meses; mas para que se entienda que no lo dije sin fundamento, es menester traer á la meinoria un cuento de un desposado. El cual habiendose desposado de partes de noche, y dormido con la novia, levantóse otro dia triste y melancólico; gastando la mayor parte dél sentado junto à ella sin hablarle palabra. Preguntando la novia: «Señor¿qué teneis, que en todo el dia no habeis hablado palabra? » Respóndió: « Qué diablos quereis que hable? que no os hallé doncella. Dijo la novia : « Ofrezco al diablo marido que tanto habla. » Así señores, que yo hablo toda mi vida sin descubrir faltas de nadie; el dotor Lobo, en un cuarto de hora que se subió aquí, descubrió todas las de la universidad. No es mucho que yo dijese: Ofrezco al diablo señor que tanto habla.» Y viene á quedar probado que habló más en un cuarto de hora, que yo en toda mi vida.

a

)

Lo tercero se ha de presuponer que el dotor don Alonso de Salazar que fué el que se graduó, tenia en la universidad á los señores D. Miguel de Salazar su padre y padrino y dean de la facultad, dotor Pedro de

(1) Desde el fólio 15 al 21, ambos inclusive. A. F.-GUERRA. (2) El doctor D. Francisco de Faría, traductor de Claudiano. A. F.-G.

Salazar su tio, dotor Alonso de Salazar su primo, que fueron concomitantes, licenciado D. Luis de Salazar su hermano que fué uno de los que arguyeron. Echósele al vejador una cédula que decía así: ¿Qué sal hay para salar que esté con azar mezclada? ¿Cuál es la sala pintada con letras que dicen zar? ¿Qué azar hay para jugar que venga con sal primero? Y ¿cuál es el salinero

qué es sal y sala y azar?

Respondió el vejador: « Toda esta enigma quiere decir el nombre y apellido del que se gradua y de su familia; en cuyo nombre hay sal que da sabor á lo que tratan, hay salas de recreacion para los que los tratan, hay azares para los que no siguen la virtud. Y en efecto hay muchas cosas que, porque no vengo de propósito á loar este nombre de Salazar, lo dejaré para mejor ocasion. De esta enigma ó que-es-y-que-es se levantan dos dificultades que pudieran malograr mi acto.

La primera es que toda esta baraja está llena de azares, porque hay azar en el padre, azár en los tios, azar en los hermanos, azar en el graduando: parece que tantos azares amenazan una cierta pérdida.

La segunda es que aunque es verdad que por falta de sal los guisados suelen ser desabridos, tambien por sobra de sal suelen ser salobres y amargos. Y en el caso en que estamos, parece que se nos ha de bacer todo salitre: porque hallamos sal en el padre, sal en los tios, sal en los hermanos, sal en el vejado, sal en el vejador; porque en efecto Salcedo y Salazar todos entramos con sal, no querria que se nos biciese todo una salina. Para remedio dello, primero pretendo hacer lo que hacen los fulleros cuando juegan á la carteta: que barajando muchas veces, vienen con maña á poner los azares en lo alto de la baraja, para poder con seguridad otorgar á lo parado y hacer alguna ganancia con algun encuentro. Asi, señores, que, barajando, pienso poner los azares que tenemos entre manos en lo alto de la baraja, para poder gozar en este juego de algun encuentro con que se gane algo.

Tras esto pretendo poner lo que dijere debajo de la proteccion y amparo de tan grave y generoso auditorio, para que continuando la merced que en todas mis cosas me suele hacer, ni por falta de sal sea desabrido, ni por sobra della sea amargo; si no que dándole con su mucha discrecion su punto á lo que dijere, pueda ser de algun gusto á los circunstantes. Y confiado en esta comienzo.

VEJÁMEN. Inventó la naturaleza humana poner veletas en los campanarios ó torres altas, para que heridas con el aire volviesen señalando con sus harpones la parte donde el aire corre, para que mirando en ellos los hombres conociesemos los temporales,

El aire que esta tarde ba de correr, es de mi cabeza; ha de dar en esa veleta de campanario ó jiralda de la torre de Sevilla. Conforme á esto, será necesario que os volvais hacia mi; señalaréis la parte donde el aire os corre, y por ahí se conocerá el temporal desta tarde.

Decia el emperador Segismundo que decir motes agudos era nidal de discretos, y sufrirlos con discrecion era valor de sábios. Y aunque es verdad que eran menester ambas cosas para este acto,-en mi agudeza para decir, y en vos discrecion para sufrir, entiendo nos han de faltar ambas cosas, porque yo á diestro y á siniestro os he de dar en las mataduras, y vos á tuerto y á derecho habeis de tirar coces. Mas, hermano mio, todo tiene su remedio, que mi defeto se escusa con la fuerza que me hicieron para subirme en este lugar, y vuestra demasía se corrije con un trabon y un aciar, de que vienen prevenidos estos dos doma-potros desos bedeles que teneis á los lados,

Alzad la cara, que no es por ladron mucho creo que he podido, pues os hago mudar vuestra propia naturaleza. Llaman os todos por ahí mira-cielos, porque cuando vais por la calle parece que os habeis tragado el cazo; y agora, solo de veros delante de mi, habeis abajado el morro. Pues, prestad paciencia que es manjar de poltrones.

Diré à vuesas-mercedes una cosa que se me ofreció de paso, de que soy testigo de vista; y es que yendo nuestra madre la Universidad á acompañar á este Monserrate (y no es mucho que la universidad fuese por el, porque en efecto celebramos fiestas de inocentes, que al mas triste monigote le hacemos obispillo), yo en efeto adelantéme como más obligado á la casa de sus padres; y llevéle á mi señora doña Ana para que le echase la bendicion. La cual llamó à una criada: «¡Hola Medina! traedme aquí un poquito de lumbre.» Y traida sacó tres cogollitos de romero, y comenzó á sahumar á nuestro almadraque. Yo le dije: Señora Doñana, si es para que huela,

no hay un coleto aderezado, unos guantes de ambar, ó poma de olores?» Respondióme: «Señor, no es por eso; sino como mi Alonso es lindo y tiene la sangre tan liviana, temo no me le hagan mal de ojo.

Y para que se entienda cuánto se precia de la sangre liviana, trataba con una pecadora la cual entre los requiebros que le decía, le llamaba joyel mio: no sé que fuese la causa, si no es traer siempre la cara relumbrando, como alcuza de Santero.

Díjole el bobo una vez: « Señora, si soy vuestro joyel ¿por qué no me traeis colgado de una sartilla?» -Si hiciera, mas no os podré sustentar; que sois pesado. Respondió él entonces: «¡ Pesado, señora? Juro à Dios que en toda la ciudad hay hombre mas liviano que yo, y que por tal soy habido y tenido entre todos los que me conocen; de tal manera que si como Dios me hizo liviano, me hiciera asno, para liviano de recua valia un peso de oro.»

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Anduve con cuidado para este vejámen quien seria coronista de la vida y costumbres de nuestro buen D. Alonso; y dijéronme que su ayo Romano, que al fin le habia criado á sus pechos. Queriendome valer dél para que me dijese algunas cosas me dijo: «Aunque sea contra la autoridad de mi clientulo, yo os he de decir la verdad como al confesor. Sabed que don Alonso todo es ventisquera; no tiene mas que una cabeza llena de aire. Yo le respondí; Hermano, no vais bien encaminado. Cuando á mí me dijo don Francisco Faria que tenia la cabeza llena de aire, fué porque conoció de mí que tenia la mollera cerrada. Mas este casquivano no veis que tiene barrenadas las sienes? ¿Cómo puede tener la cabeza llena de aire, pues el que entra por un barreno sale por otro; de tal suerte que le ha acontecido lo que al barnero ó criba que llamais, que apurando el tiempo del abu-, har suele dejar salir el trigo, y venirse á quedar con los granzones? Así ha hecho nuestro doctorando, que apurando las dificultades de las leyes ha dejado salir, la sustancia dellas, y se ha venido á quedar con los granzones y paja. »

Dirá el Sr. D. Miguel de Salazar que no le he cumplido la palabra, porqué deseaba oir un vejamen donde no se mentára este animal de las orejas largas tan perseguido de todos. Yo le dije:

Aquesa empresa buen rey, para mi estaba guardada (1).

yahora paréceme que le hemos venido á dar de medio á medio. Pues atribuyase á sí la culpa, que cuando el santo cuya fiesta se celebra, es mártir, el rezado no ha de ser de confesor: y si nos trajo á graduar un simple, no hemos de rezar de un discreto; y trayendonos á doctorar un asno, no hemos de vejar un avestruz.

Despues que hubo noticia en la ciudad de este grado, me han preguntado muchas personas, unas ¿Cuándo graduais à aquel morueco?» Otras «¿Cuándo dotorais á Gallo-Cayro?» Otras ¿Cuándo vejais à Panza-en-gloria?» Yo confieso, de los varios epitetos Morueco, Gallo-Cayro, Panza-en-gloria, me puse á escudriñar su derivacion; y al fin vine á alcanzar algo dello. Y es que este gatazo de refitorio es goloso por extremo, tanto que queriendose venir de Salamanca dejó el manteo empeñado en casa de un confitero por cosas dulces que comer por el camino; y hizo creer á su padre que lo habia dejado allá por ahorrar el porte. Finalmente, habiendose de graduar de licenciado, dijóle á mi señora doña Ana su madre; «Señora, ahora es tiempo de fomentar y cultivar la memoria, porque la he de poner en mucho trabajo.» Respondió su madre: «Pues, hijo ¿qué es bueno para cultivalla ó fomentalla, como vos decis?» «Señora dicen los dotores que azúcar y almendras.» Deseosa la madre de que acertase á hacer buen examen, metióle en caponera, y túvole cebandole dos meses con hallullos de masa de mazapan, y convirtiósele en masa de mazacote, y cayó malo de ahito. Mirad qué enfermedad abito y de mazacote.

(1) Versos que tambien citó despues Cervantes en el Quijote, A. F.-G.

El señor dotor Soria que tiene cuidado de su salud, fuéle á visitar y preguntóle cómo estaba; respon dió el enfermo: «Señor, la panza en gloria, el cuerpo en el limbo, la cabeza en el purgatorio. Respondió el señor dotor: «Pues para esas enfermedades traigan un médico del otro mundo que las entienda,» yendose por la escalera abajo. Mi señora doña Ana alborotada de oir decir «de la otra vida» le tiró de la capa preguntándole «Señor ¿muérese mi Alfonso? está desahuciado? Empáñase mi espejo?» Respondió el señor dotor médico riéndose: «Aunque la enfermedad es incurable, por ser abito de necio, no morirá deste mal Mari-Lopez.» De aquí, señores, le quedó Panza-en-gloria. Los otros nombres dirán su derivacion estas damas que se los llaman; á ellas lo remito. Y para que se vea cuan incurable és el mal que hoy en dia le dura (hacer vómitos de necedad como otros de cólera), trató el señor Miguel de Salazar su padre con los alcaldes de Espejo, que pues habian de sentenciar los presos con asesor, que fuese su hijo don Alonso, siquiera por quitarle andar hecho papa-moscas. Nombraronle por asesor. Dijole el padre «Hijo, lo que mas frecuentemente viene á sentenciarse son causas criminales, y cada delito tiene su pena por ley; no hay desviaros della. Y porque algunos vienen perdonados de la parte, donde hubiere perdon podeis proveer, atento al perdon de la parte, que condenais en la prision y costas y en las armas con que delinquió aplicadas á quien de derecho le pertenecen. Quiso Dios y su ventura que el primer pleito que le traen á sentenciar es sobre un estrupo, donde el padre de la moza por concierto é interese que le habian dado, otorgó perdon en forma. Tomó su proceso nuestro juez, y pronunció en él una sentencia deste tenor siguiente: «Fallo que debo de declarar y declaro al dicho fulano por hechor del estrupo por que es acusado; mas, atento al perdon de la parte, le debo condenar y condeno en la prision que ha tenido y costas y en las armas con que hizo el delito, las cuales aplico á quien de derecho le pertenezcan. Y firmóla de su nombre.

Tenia un labrador una borriquilla, que fué gran parte y ayuda para que ganase un poco de hacienda que tenia, quedando preñada de un jumentillo. El labrador murió; y en el testamento dejó que sin que mas trabajase la borriquilla por lo restante de su vida, se le diese perpetuamente medio celemin de cebada cada día en reconocimiento del buen servicio. Parida la borrica, preguntó el heredero á nuestro licenciado si conforme á está cláusula deste testamento si despues de los dias de la borrica, el jumentillo recien nacido heredaba el medio celemin de cebada mandado á su madre. Púsose nuestro almadraque (1) muy confuso, y al cabo preguntó: «Ese borriquillo ¿fué habido de legítimo matrimonio? porque si fué, heredará la cebada; y si no, no».

Quisiera dejar de contar el muy felice suceso de vuestros amores; pero paréceme que era mas vejar á vuestro padre que á vos. Pero no, no puedo; que me han mandado espresamente que lo diga para ejemplo de otros.

(1) Tonto, modorro, bausán. A. F.-G.

Servia nuestro Lanzarote á una Quintañona, color baya, cabos negros, cuya habitacion era á las vertientes de Darró, (que por otro nombre dicen Darrillo), una sola privada suya, aunque ella sin él tenia mu-> chos privados. Gozó el mozo, el tiempo de sus amo→ res, de los cencerroncillos y del rebusco, porque ya cuando llegó estaba vendimiado el majuelo; y sin! embargo pusieronle demanda del esquilmo, queriéndole prender por la cosecha. El señor D. Miguel de Salazar su padre concertó el negocio por cierto precio de maravédises, el cual pagó. Sabido por el señor D. Nuño de Ocampo, como más taimado, llevólo muy mal; y reprehendiendo al señor dotor por el con-' cierto le dijo: «¿Qué es esto, señor? No ve vuesamerced que nos tendrán por guillotes? ¿Tan boquirubios somos, que habiendo otros comido, habemos de pagar el escote?» Respondió el señor dotor: «D. Nuño, yo sé lo que me hago; y lo hecho está bien hecho: no quiero que sea Alonso el primer Salazar que caiga en la cárcel por derramamiento de sangre, aunque sea postiza. »

Quebrósele al cocinero de San Francisco este dia . pasado la mano del mortero, y como es tiempo de vaca y llegaba la hora del comer, estaba fatigado porque no tenia con que hacer la mostaza. Dijole un religioso de los que le ayudaban: «Vaya por nuestro vecino D. Alonso de Salazar; que, por el hábito de San Francisco, que es tan lindo majadero como el que se nos quebró. »-Respondió otro: «No hay para que vayan; porque lo llevaron ál batan, porque faltaba un mazo. >> Parece, señor Sancto Mocarro, que cual vos sois, tal os paran.

Todo lo dicho hasta aquí, señores, ha sido violento, para cumplir con el antiguo y pesado estatuto de nuestra universidad; que así como cosa violenta, no puede ser durable. Lo que es más natural y más digno deste lugar es que sepais, señor, la grandísima obligacion que teneis de dar infinitas gracias á Dios, que con larga mano partió con vos de sus bienes: pues en su Iglésia os hizo uno de los católicos, vuestra pátria uno de los principales, en vuestra república uno de los importantes, en vuestro linaje uno de los mejores, en vuestra casa uno de los queridos, en el audiencia uno de los aceptos, en la universidad uno de los sabios. Hágaos Dios en esta vida uno de los dichosos, y en la otra uno de los bienaventurados. etc. »

II.

en.

PARADOJA TRATA QUE NO SOLAMENTE NO ES COSA MALA NI VERGONZOSA SER UN HOMBRE CORNUDO, MAS QUE LOS CUERNOS SON BUENOS, HONROSOS Y PROVECHOsos (1).

No há muchos dias que ballándome en una buena conversacion, donde se hablaba de los cornudos, fuí harto reprebendido porque, movido à piedad de ver

(1) Su autor Gutierre de Cetina. Vease el discurso que precede á estos documentos. En el siglo xvII, en el pasado y en el presente, varios poetas han hecho suyos los argumentos de la paradoja, sus noticias y aun sus frases.

Ocupa desde el fólio 89 al 105, del códice sevillano. Los

los así maltratar, dije solamente que no eran tan malos como el mundo los juzgaba, y que es una ironía y una cierta mala opinion, nacida de jente baja y de poco discurso, el estar mal con ellos. Y no habiéndome consentido los que allí se hallaron que dijese todo lo que sentia en esto, quedé con un gran deseo de declarar esta ceguedad, asi por probar mi intencion, como para que el mundo entienda el engaño que recibe; y que no solamente no son malos ni dignos de ser vituperados, mas à quien sanamente los entiende son buenos, honrosos y provechosos, como lo pienso mostrar en esta mi paradoja.

Así, digo que generalmente aquellas cosas son más dignas y más excelentes en sí y de mayor autoridad acerca de los otros que tuvieron más altos, más buenos, antiguos y más honrosos principios, y que fueron hechas y usadas por hombres más famosos, y en lugares más señalados y preeminentes. Y siendo esto así, ninguno puede negar que los cuernos sean la cosa más excelente, más buena, más honrosa y de mayor autoridad de cuantas tienen los hombres acá en el suelo, ó á lo menos de aquellas que la fortuna y la buena diligencia pueden dar á ninguno: porque si los principios y lâ antigüedad se mira, desde que hubo cielo hay cuernos...

Para probar la antigüedad dellos ¿qué mejor autoridad ni cuáles más abonados testigos que el mismo Júpiter y el mismo cielo? Ved en el cielo la luna con cuernos; y tan conocidos y estimados, que cuando queremos encarecer mucho una cosa decimos que está en el cuerno de la luna: como tambien encareciendo una cosa y peligro grande, se suele decir que se vió en los cuernos del toro.

Mas volvamos al cielo, y verémos algunos de ellos y de los signos con cuernos: el Norte rodeado y guardado con la cabra Amaltea con sus cuernos, el cabron del dios Baco con cuernos, el carnero de Amfirio... con cuernos, el toro de Europa con cuernos, tres con el cornucopia, y la hermosa Vénus, madre del Amor y abuela de los cuernos. ¿Quién no sabe que viéndose casada con aquel malaventurado herrero, (con quien acordó de casarla aquel desdichado de su padre de puro avaro, porque se la tomó sin dineros ni dote), viéndolo tan feo, sucio, tiznado y tan para poco, acordó de ponerle los cuernos, porque pareciese y para que tuviese algo de nuevo?...

Mirad la tierra, y veréisla toda llena de cornudos...

Pues si dejamos la tierra, y pasamos á la region del aire, alli se verán muchas aves que tienen cuernos; y algunos dellos tan estimados y tenidos de todos los que los conocen, que de pura invidia los matan por quitarles los cuernos, los cuales traen despues los hombres en los bonetes por ornamento de las cabezas, y por suplir por arte aquello en que la naturaleza los hizo faltos.

En las montañas de Lombardía he visto yo cierto género de aves como escarabajos,que parecen aves y vdelan tanto como algunas aves, y son llamados en

puntos suspensivos, indican las supresiones en que mi copia la de Gallardo convienen, por habernos á uno y á otro parecido impertinente y pesado lo que segui a. A. F.-GUERRA.

aquella tierra bochezucare (1) Estos tienen en la frente un par de cuernos, á imitacion de los de los ciervos, con sus ganchos ó'puntas, que ninguna cosa se pue” de ver más hermosa en su calidad. Son muy estimados y tenidos en mucho de los que los pueden haber. Acuérdome haber traido un par dellos en una meda Ha, ligados con oro, con una letra Nemo est qui se abscondat.....

Dejemos el aire, y volvamos á la mar; y en ella veréis muchos peces con cuernos de muchas maneras. Pues si en el cielo se usaron cuernos... «(en la tierra cuernos)», en el aire cuernos, ¿quién pondrá duda en su antigüedad, en su dignidad ni en su autoridad? ¿Quién no tendrá en mucho, si tiene juicio, una pren-. da tan cara y de tanto valor?...

Lisímaco, famoso capitan de Alejandro Magno, sabiendo la dignidad de los cuernos, los amó tanto que los traia por adorno de su cabeza; y no se dejára retratar de muchos pintores que lo sacáran al natural sin ellos, á causa de su gran hermosura, si no lo pintáran con cuernos; y se ve en algunas medallas antiguas que del hallarán.

Pirro, famoso capitan griego, traia los cuernos de un cabron sobre su celada, por ser más conocido, más señalado y más temido por ello en las batallas.

Fueron siempre los cuernos tan estimados, que algunas naciones antiguas los usaron en las guerras, y en los ejércitos se los ponian en las cabezas, por parecer más tieros y más valientes á sus enemigos. Y aun en algunas partes de nuestras Indias Occidentales 'me dicen que los usan los indios.

Y así, la mayor honra y la mayor gloria que en un dia de batalla podian dar los romanos á sus capitanes era entregarles el cuerno derecho del ejército; y no querria que pensase alguno que esta órden de milicia esté hoy del todo perdida ni olvidada, aunque en parte esté pervertida, porque en los ejércitos del Emperador, nuestro señor, la he visto yo, y usarse cada dia (2). Y así veréis que, despues de hecho balance de los escuadrones, sacan y hacen dos cuernos de arcabucería, poniéndolos en la frente y en los lados de ella; y si algunos los llaman mangas ó alas, no saben lo que dicen; que no son sino cuernos, así por la autoridad antigua que he dicho, como porque si fuesen alas, estarian en los hombros ó en los sobacos de los ejércitos ó de los escuadrones, y no en las frentes, donde los ponen, que son los mesmos lugares donde nacen los cuernos.

Y no solamente los ejércitos guardan hoy tan buena órden y esta preeminencia de los cuernos, mas aun cada soldado particular, visto que no puede tenerlos, movidos de cierta invidia honesta y valerosa, los van imitando en cierta manera; y de aquí vienen los penachos y las plumas que vemos usarse hoy sobre las celadas y las gorras y sombreros, los cuales no sou en efeto ni parecen otra cosa que cuernos. Y no parece mal á ninguno esta virtuosa disimulacion de los hombres por los cuernos; pues aun lo vemos en las

(1) El presente dato y los muchos que arrojan las poesias inéditas de Cetina, prueban que recorrió la Italia á donde fué siguiendo las banderas det emperador Carlos V.-A. F.-G.

(2) Otro dato biográfico de Cetina, que confirma lo que se ha dicho. A. F.-G.

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