Negra soy en la ventura; Quisiera en el rostro serlo, Que yo sé de vuestro amor Que me vendiérades luego. Desde Sidonia á Sevilla Serán suspiros correos : No hagais justicia de nadic, Si allá llegaren mis ecos.
Con los mismos responded De vuestra salud y empleo, Que por saberlo seré Camaleon de los vientos.
Volvióle el rey la cabeza; Y quitándola el sombrero, Sin hablarla se despide, Enternecido, aunque fiero.
Habiendo alzado de obra Cuatro bellas trabajantes, Salieron á navegar Orillas de Manzanares,
Echándolo todo á doce, Con sombreros y plumajes, Que brillando desde lejos No hay alina se les escape. Faldellin y capotillo, Con petrinas y puñales; Con puntas flamencas blancas, Llevan blancos avantales.
Cuál querida, cuál quejosa, Cuál con malo ó buen semblante, Engañando à mil sospechas, Vuelve la tristeza en baile. Y apenas las castañetas Remontaron por el aire, Cuando los cuyos queridos Vienen al eco arrogantes. Capotillos de dos haldas, Sombreros y mangas grandes, Y á lo de Cristo me lleve, Armas, valona y semblante. Saliéronse à recibir;
Y cercenando lenguaje, llicieron la salva luego Confirmando nuevas paces. Uno y una de los ocho Ensayado habian antes Estas seguidas glosadas De redondo, y fué de baile : Héle por do viene Tierno y celoso,
Pues su amor con él viene, No viene solo.
--Dime, ¿qué señas tiene
Tu enamorada?
Las palabras finas,
Las obras falsas.
Cortesanos amantes, ¿Quién os mantiene? -Esperanzas fingidas Que van y vienen.
¡Ay Amor, qué bien digo
De tus amores
Cuando miro de lėjos
Tus sinrazones!
En haciendo un engaño
La que yo adoro,
Digo que se muere
Por hacer otro.
Vida del amante, Dichoso estado,
Si en faltando célos No hubiera agravios.
Como al sol se parece La mi morena,
¡Ay! si para todos
No amaneciera.
De la que yo adoro El trato es este: Todos della se guarden,
Y adios se queden.
Para recibir á Elisa Sale el claro sol de Oriente, Y requiebran su hermosura Las avecillas alegres,
Divina música forman Con agradables motetes, Y á su son cantando locas Entre mirtos y laureles.
De verla los arroyuelos
Van murmurando entre dientes De cristal; que, pues murmuran, Sin duda que envidia tieneu.
Para recibilla, juntos Álamos y sauces verdes
Sirven de palio, por donde Alegre á los campos viene.
Las flores que el prado adorna Hermosísimos tapetes,
Al son del céfiro manso Su menudo aljófar vierte. Todo se alegra, y Salicio Que tantas desdichas tiene Llora, porque à un desdichado Ajenos gastos le ofenden.
En un instrumento ronco, Como el dueño que le hiere, La partida de Belisa
Lloró y cantó desta suerte: Alba destos montes, ¿Quién podrá vivir, - Si dellos se ausenta Cielo, sol y abril?
ROMANCE DE DON ANTONIO DE MENDOZA.
Minguilla, guarte del cura, Que à todos los escolares Los despierta una belleza
Y los anima un donaire.
No te fies de ti misma, Mira que te aviso, Zaide, Que en gusto y atrevimiento Yo me atengo á los abades. No hay femenil imposible Que no le venza y altane Un solo decir de un creigo, Un solo mirar de un fraile.
No hacen y dicen siempre Los menguadejos seglares; Pero los eclesiastones No dicen y siempre hacen.
No te tengas por hermosa, Con ser más linda que un ángel, Sin decillo licenciados,
Sin sabello guardianes.
Si bonete ó si capilla Se pusiesen, Dios te guarde, Recélate de tu agüelo,
No te fles de tu padre.
Si contra un hábito luengo Y una sotana te vales, Pardios, mozuela, que puedes Pasar los bancos de Flandes.
Por diez veces diez escudos Dió á cierta mozuela un fraile,
Y por aquesto se dijo:
Quien tal hace, que tal pague. Para numerar las veces Que trabajan estos padres, Se inventó el cuento de cuentos,
Y aun¡ plegue al Señor que baste!
Reniega de sus parientes, Porque como todos hacen Sangre de la carne propia, Ellos de la sangre carne. Á fe, linda picarilla, Ques un animal la sangre Que apetece, como todos, Tambien á su semejante.
Es Amor un mancebete Que en parentescos más graves Él se dispensa á sí mismo, Sin que el papa se lo mande.
Es muy poco escrupuloso; Que la obediencia en el aire Quitára á su santidad Y á todas las santidades. Mañana, hermosaza mia, Con licencia de tu madre, Destos celos sacerdotes Irá la segunda parte.
LETRILLA DE TOMÉ HERNANDEZ.
Travesilla ha salido
Mi Magdalena;
Pero no es la primera
Ni la postrera.
Parió un niño como un oro Habrá poco más de un mes, Y con ser comun de tres
Á todos guardó el decoro. Sacó un pedazo de moro Y el otro de italiano, Lo demas de castellano, Que así fué la sementera. Pero no es la primera Ni la postrera.
Usa de algunas traiciones Que son malas de entender, Que conocer de mujer Es conocer de melones. Sigue ya con bobarrones, Echa quínolas que espanta, Con veinte «primera canta, Y tráganla por primera. Pero no es la primera Ni la postrera.
Á nadie se muestra ingrata, Que, como le hagan la costa, Corre mil veces la posta Del camino de la Plata. Brevedad con todos trata Por volverse á la posada, Que posta desocupada Nuevo caminante espera.
Pero no es la primera
Ni la postrera.
Con personas principales De palacio ó clerecia Gasta coronas de dia
Y de noche gasta reales. Todo va por sus cabales; Que al más duro en el gaslar, Para obligalle à sacar Ella busca la manera. Pero no es la primera Ni la postrera.
ROMANCE DE LUIS VELEZ. Escollo armado de yedra, Yo te conocí edificio; Ejemplo de lo que acaba La carrera de los siglos. De lo que fuiste primero Estás tan desconocido, Que de tí mismo olvidado No te encuentras en tí mismo. Gloriosamente ocupaba
La majestad de tu sitio, Torre que ser contra el cielo Gigante sin alma quiso.
Ya fuiste lisonja al sol
Y de sus rayos registro ; Si ciudadano del monte, De las estrellas vecino. Agora difunto, yaces Tan inútil y abatido, Que de tus propias cenizas Eres selvaje obelisco.
Nada se escapa del tiempo, Que aunque tarda à los principios, Como hay para tristes muerte, Hay para piedras castigo.
Que la fortuna que en ellas Tambien conoce distrito, Te subió de risco à torre, Y bajó de torre à risco. Si bajare Galatea, Sirena del llanto mio, Sin ser eco de mis quejas Å ser del cielo Narciso,
Dile mudo, con las lenguas Que te han dado mis suspiros, Que yo contra su soberbia Te presento por testigo.
Y verá en tu confesion, Leyendo lo que en ti miro, Aunque esté el papel borrado, Sus desengaños escritos.
Escarmiente en la mudanza Que hacen los tiempos contigo, Porque la hermosura humana No tiene imperio infinito.
Y dile que me perdone, Que éstos que por ti le digo, Si son groseros ejemplos, Son verdaderos avisos.
Esto á las sordas ruinas De un peñasco Lauro dijo, Que de castigos de Amor Tambien es peñasco vivo.
JACARA DE FELIPE DE SIERRA.
Ya se sale de Sevilla, Á los postreros de abril, Benito Jimenez, bravo Que en ella temió su fin. Lleva consigo la Mendez, Que con un famoso ardid Le rescató de la trena
En hombros de un palanquin. Un treinel famoso llevan (Por otro nombre mandil), Mandadero de la Chula, Y de Benito Candil.
Derechos van á la corte, Á la famosa Madrid, Á pescar, no con anzuelos, Sino con garras de miz.
Es otro Caco, Benito Que, entre el matar y morir, Da la muerte á un escritorio
Sin que le valga mastin.
Y cuando llegó á Getafe,
Así comenzó á decir Á su familia godeña, Cosa muy para sentir:
-A la corte vamos, Querida mia.
-¡Dios nos libre, Benito,
De la justicia!
-En llegando, mi socarra,
Para portarnos allí
Es menester gran recato
Y que se sepa vivir.
Tú has de poner tu tabanco Hácia la Red de San Luis, Con vieja, estrado y guitarra, Aderezos de reñir.
Buscarás los boquirubios, Y con un traidor finjir Dirás al valiente ¡zape!
Y al adinerado ¡miz!
De prometer lisonjeros
No has de tomar un cuatrin, Pero del adelantado Tomarás sesenta mil.
Con alguacil y escribano Serás como el volatin; Al vuelo un pasavolante,
Que lo demas es morir. Si músicos ó poetas De ti quisieren asir, Por el cantar ó garlar Has de responder así:
No se come cantando, Ni versos quiero, Que en la plaza no pasa Sino el dinero.>>
Será tu nombre desde hoy Doña Tomasa 6 Beatriz; Y dirás por sobrenombre Que desciendes de Merlin.
De un escudero barbon Y un pajecillo sutil,
Y una dueña con sus tocas, Amiga, te has de servir. Del plato de mogollon
De todo puedes muquir,
Del capon, la polla, el pavo
Y la sabrosa perdiz.
Del cabrito ó solomillo Podrás por antojo asir;
Y aquesto se entiende dado Sin que te cueste pernil. Al platero y al ropero Siempre les has de pedir, Si debes entretenellos, Y sobre todo mentir.
Y en estando bien fardada, Les darémos San-Martin; Porque aquesto de la córte No siempre se ha de sufrir. Esto dijo Benito;
Y ellos cantando Á la córte vinieron Á dar gatazos.
DON FRANCISCO DE LA CUEVA.
Los celos desengañados Son terribles y afrentosos, Pero los celos dudosos Son afrenta descuidados. Matan siendo averiguados, Engañan si no se ven.
¡Qué gran mal y qué gran bien! La ofensa ya conocida Requiere olvido ó venganza, Pero la que no se alcanza Solo obliga á ser temida. Ella pena entretenida,
Y es un cierto desden. ¡Qué gran mal y què gran bien! Son una incierta sospecha Y un principio de olvidar, Que un necio perseverar Más engaña que aprovecha. Ellos hacen su desecha, Aunque aclarados estén. ¡Qué gran mal y qué gran bien !
JUAN PARDO DE RIBADENEIRA.
Los ojos por quien suspiro, Que han de remediarme espero; Aunque si los miro muero,
Y muero si no los miro.
Con esperanzas de gloria Paso mis ligeros años; Efectos de desengaños De mi lamentable historia. Entretengo la memoria Con un dudoso penar, Dudando si he de llegar Á la grandeza que aspiro. Los ojos por quien suspiro, Que han de remediarme espero; Aunque si los miro muero, Y muero si no los miro. ¡Ay divinas luces bellas, Fuego que al alma abrasais! El fuego al amor quitais,
Y la luz à las estrellas. De vos nacen las centellas Poderosas á matarme, Ojos, volved á mirarme ; Vereis que no me retiro.
Los ojos por quien suspiro, Que han de remediarme espero; Aunque si los miro muero,
Y muero si no los miro.
No sé cómo el pensamiento No está ya desengañado,
Viendo que ha sido llevado Tantas veces por el viento. Ni sé cómo el sufrimiento No desmaya y desfallece : Sin duda que se engrandece De la belleza que miro.
Los ojos por quien suspiro. Que han de remediarme espero; Aunque si los miro muero, Y muero si no los miro.
Pero si mucho se tarda Podrá remediarlo Dios.
Á las once me levanto, Yoigo misa de un capon; Porque tiene en brevedad Lo que le falta en vigor. En esto paso la vida,
Y hago la de san Anton,
Siendo el cuervo un mozo roto
Que me tray la provision.
Agora que estoy despacio, Que no es poco estarlo yo, Segun me traen acosado Tiempo, fortuna y amor,
Quiero entrar conmigo en cuenta,
Pues que le dan ocasion El tiempo y las soledades
Á mi pluma y á mi voz.
Hoy hace justos seis meses Que en cierta conversacion En presencia de mi dama
El seso se me ausentó.
Empecé á hacer disparates, Y el primero y el mayor Es que pretendí casarme; ¡Ved qué loca pretension! Era mi señora novia Afable de condicion, Aguda de entendimiento, Adamada de color.
Mujer de estrado y bufete; En la cama pabellon, Que como esperaba guerra Tienda de campaña armó.
Gran persona de un vaquero ; Pero no me espanto yo, Que es bien que tenga vaquero Quien toro encerrar pensó.
Yo quc, estando punto ménos De dalla el sí, la di el no, Porque en descubrir su vida Fuí un vigilante Colon.
Pasan de doce galanes Á quien les pide la flor,
Siendo así que se da à cala Como barato melon.
Por aquesto contra mí Otra Dafne se volvió; Pero yo quise más ser Su Apolo que su Anteon. Á Roma me partíluėgo, Adonde al presente estoy, Entre lego y sacerdote, Entre ocioso y pretensor.
Tengo de mi buen despacho Pronósticos en favor, Que una acèmila del papa Me dió en llegando una coz.
Que la letra con sangre entra
Dice un adagio español;
Mas que mi pierna entre en Roma
Con sangre, pienso que no.
Yo, pues, entré con dos sangres
Y hánme sacado las dos;
La de la vena un barbero,
La de la bolsa un dotor,
Flaqueza siento en los pulsos, Breve cura, en conclusion;
SONETO DE DON PEDRO DE MENDOZA.
Pasan los años y la vida pasa Como el veloz caballo en la carrera, Y de la edad la verde primavera En medio de su flor el tiempo abrasa. Es con algunos la fortuna escasa; Con otros liberal y lisonjera; Pero la muerte desabrida y fiera Limita gustos y trabajos pasa.
Aqueste alcanza lo que aquel procura; Que para ser algunos venturosos, Por fuerza han de ser otros desgraciados. No es general en todos la ventura; Que no se conocieran los dichosos, Si no hubiera en el mundo desdichados.
Todos me desean
À nadie quiero,
Mas¿qué haré, que me goza Quien vale menos?
Del amor me rio, Burlo de los celos,
De mi, que me adoro, Solo envidia tengo. Desestimo galas, Joyas atropello, Grandezas humillo, Noblezas desprecio. Cuando el oro loco Me envia soberbio Las dos Indias juntas En ofrecimientos,
Más riquezas miro En mis ojos negros, En mis rojos labios, En mis dientes bellos. Los Narcisos vanos, Los Adonis tiernos, Los valientes Martes
Y Apolos discretos, Son feos, son torpes, Cobardes y nescios, Que aun para mí es poco El merescimiento.
Burlo á cuantos miro, Mato á cuantos veo, Mas¿qué haré, que me goza Quien vale ménos?
No sé qué es piedad
Ni agradecimiento,
Ni un ver agradable, Ni un hablar risueño.
Mi noble hermosura Abrasara luego
Si se prometiera Nadie el vencimiento.
Ninguno me obliga
Con locos extremos; Que si muchos haze, Muchos más merezco. Por desvanecido Quien me sirve tengo, Y al que no me adora Tengo por grosero.
Yo soy como el siglo; Que en mi tienen lėjos Los méritos dicha Y las gracias premio.
Con miedo tal vez Me miro al espejo, Y en decirme amores Me pierde el respeto. No me dirá tantos Encarecimientos De mi beldad nadie
Como yo merezco.
Nadie me da gusto, Todo lo aborrezro;
Mas ¿qué haré, que me goza
Quien vale ménos?
Pero en tantos males ¿Qué me desvanezco, Și más puedo dar Lástima que celos? Á cuantas envidian Mis lindos ojuelos, Y cuantos adoran La hermosura dellos,
Ya con tan injusto Mal buscado dueño Á ellos doy venganza, Á ellas escarmiento.
¡Ay Dios, qué mal gusto
Tlene el que sabiendo Que del mio ocupo Brazos tan ajenos,
Me quiere y desea, Que con razon puedo Causar más que amor Aborrescimiento! Vanagloria nescia Es la que me ha puesto
En la estimacion Que en vano sustento.
De opinion honrada Ya de hoy más reniego, Sustentada à costa De arrepentimientos.
Que me cansan todos Medrosa confieso;
Mas ¿qué haré, que ma goza Quien vale ménos?
DON PEDRO DE MENDOZA. ¡Recogéme una noche ó dos Por amor de Dios!
Soy un pobre peregrino Que á cierta jornada voy, Y de veros tal estoy, Que quedarme determino. Haced, aunque soy indino, Caridad.en vuestra casa, Que mientras la noche pasa Yo rogaré á Dios por vos.
¡ Recogéme una noche o dos Por amor de Dios!
La noche que hace mirad Tan tenebrosa y oscura;
Y pues teneis hermosura, Tened tambien caridad. Ya duerme la vecindad, Haced lo que os he pedido; Que en habiéndome metido, Yo sé que os holgareis vos.
¡ Recogéme una noche o dos Por amor de Dios!
No me negueis este bien, Señora, pues no dormis; Porque si vos no me abris, En el lugar no habrá quien. ¡Ansi os guarde el cielo, amén ! Que aquesta limosna hagais, Que de mi segura estais Aunque durmiera con vos. ¡Recogéme una noche ó dos Por amor de Dios!
Pues pareceis una santa, Aquí lo podeis mostrar; Porque en todo este lugar Vuestra caridad espanta. Mi necesidad es tanta Que con ninguna se mide, Y podrá ser que la olvide Comunicando con vos.
¡ Recogéme una noche é dos Por amor de Dios!
ROMANCE DE LUIS VELEZ,
Murmuraba entre unas peñas Una humilde fuentecilla Que llena de risa y plata Daba al sol los buenos dias. Á los difuntos esposos Lloraban las tortolillas, Porque el verdadero amor
Ni aun con la muerte se olvida, Cuando caminando Lauro
Á los montes de Castilla, Bajaba á Sierra Morena De los del Andalucía.
Tras unos blancos corderos, Blancos de tantas desdichas, Pobres prendas y ganado De una esperanza perdida, . Trasformado en Galatea Tan triste el pastor camina, Que entrelos pardos peñascos Peña tambien parecia.
Desde los montes del Tajo Los de Manzanares mira,
Y entre lágrimas y quejas
Dijo recibiendo al dia:
«En las Fuentes del Prado, Madre, de Madrid, Lloraré soledades
De Guadalquivir.»
SONETO DE DON PEDRO DE MENDOZA.
Con la ventura el que pretende alcanza, Y aunque no quiera bien, será querido ; Quien quiere sin ventura aborrecido, No espere siendo pobre otra mudanza. Si en la riqueza tiene confianza El que en amor ventura no ha tenido, Quien pobre y sin ventura firme ha sido Aun no puede fiar de la esperanza,
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