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1005

Pónganme en el primero nacimiento,
Ó á do las jentes el calor destierra,
Ó á do la nieve cubre el alta sierra,
Ó á donde tigres tienen su aposento.

Póngame la fortuna en lo supremo,
Ó en la parte mas baja de su rueda,
Ó póngame en la estrecha sepoltura:

Que allí vivirá el fuego en que me quemo, Allí estará mi fé inmudable y queda, Allí estará en mi alma tu figura.

Y salga, ó sol, tu lumbre juntamente Con la de mi Lucía deseada ; Que si della no viene acompañada, No hay luz que mis tinieblas ahuyente. Sol, si con esta sigues tu carrera, Tú serás el lucero, y ella guia Y sol de luz más clara y verdadera: Tú causarás el alba, y ella el dia; Tú vendrás á alegrar la primavera, Y ella vendrá á alegrar el alma mia.

SONETO DE JUAN LUIS DE RIBERA.

Jamás mi corazon fué temeroso
De las ondas del mar embravecido;
Nunca temi los rayos, ni he temido
De Júpiter eterno poderoso.

Jamás temi la muerte, ni al bravoso Señor de las batallas, ni he tenido Temor de las serpientes, ni he querido Temer á la fortuna de animoso.

Tú sola, mi señora, lumbre mía, Espejo de mi alma cristalino, Puedes acobardar mi valentía.

De ti tengo temor; triste mesquino Que puedes darme muerte cada dia Con ese tu donaire tan divino.

SONETO DE HERNAN GONZALEZ.

Los lazos de oro fino y red de amores
Contempla un pastorcillo arrodillado,
Y asi como á la luz los ha sacado,
Al sol acrecentó sus resplandores.

Al campo le vistió de nuevas flores,
Al aire le tornó dulce y templado,
Al rio dió un rocío aljofarado
El cielo matizando de colores.

Pudiera este pastor de bien andante
Á todos los nacidos dar consuelo
Teniendo su consuelo allí delante:

Mas Júpiter de envidia bajó al suelo Y robóle su vista al firme amante Diciendo: «Estas reliquias son del cielo.>>

SONETO DEL LICENCIADO DUEÑAS.

Del alto trono de mis pensamientos Bajé buscando la memoria mia,

Y ví muy claro que un pasó, solia

Ser bastante à causar cien mil tormentos.

Los pasados placeres, los contentos, El descanso, la gloria, el alegría, Despues que dejan nuestra compañia, ¿Qué son sino un gran mar de descontentos? El más bajo escalon de desventura Es haber sido un tiempo venturoso;

Y á quien no tuvo bien, no hay mal muy grave.
Del mal pasado la mencion segura

Es gusto entre los gustos muy gustoso,
Y gloria entre las glorias más suave.

SONETO DEL MISMO.

Á lo que saben, Celia, los panales,
Cuidado de la abeja artificiosa,
Ó la camuesa dulce y gloriosa

Ó la pera cojida en los perales;

Y á lo que sabe en claros fontanales El agua á quien la sed es enojosa, Ó el azúcar y ambrosia deleitosa Comida de los dioses inmortales; Á aquesto mesmo sabe la dulzura De vuestros blandos lábios, Celia mia, Á vuestro Donio mas que el vivir cara. Pues si quedo tan rico de ventura Gozando á ratos dellos, ¿qué seria Si no fueseis en dallos tan avara?

SONETO (1).

Cabellos de oro que en divina altura
Sobre la nieve los esparce el viento;
Ojos en quien tal fuerza y poder siento
Que bastan á aclarar la noche oscura;
Risa que quita toda pena dura;
Boca do sale un tan supremo acento
Que basta á hinchir un alma de contento
Do está con el coral la perla pura;

La mano, el cuello, el pecho de alabastro,
La tierna voz, la sangre generosa,
La hermosura nunca imaginada,

En tí doña Isabel sola de Castro,
Se halla de tal suerte fabricada,
Que toda eres suprema y más hermosa.

SONETO DE VADILLO.

Llorad, ojos ausentes, llorad tanto El destierro y dolor que el alma siente, Que aunque es fiero y mortal el accidente Venga igualando á la ocasion el llanto. Llorad pues, ojos tristes, entre tanto Que lágrimas no falten en su fuente. Despues nuevo licor de fuego ardiente Llorareis en señal de mi quebranto.

Tarde vendrá á faltar este elemento; Que amor, cuando templó mi compostura, De agua puso una parte y diez de fuego. Con larga vena cual es el tormento Llorad pues, ojos, vuestra desventura : Llorando acabareis vosotros luego.

SONETO DEL MISMO.

Nace ya, nace, ó sol resplandeciente, Para que luego vaya ahuyentada

La obscura sombra de la noche helada En pareciendo tú en el claro oriente.

SONETO DE GREGORIO SILVESTRE. De relucientes armas la hermosa Venus acaso armada estaba un dia, Á la cual Palas viéndola decia

Con una risa falsa y desdeñosa :

(1) Sin nombre de autor, pero entre dos sonetos de Vadillo. (Nota de Gallardo.)

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SONETO DE TERRAZAS.

¡Ay basas de marfil, vivo edificio Obrado del artífice del cielo,

Columnas de alabastro que en el suelo Nos dais del bien supremo claro indicio! ¡Hermosos chapiteles y artificio Del arco que áun de mí me pone celo! ¡Altar donde el tirano Dios mozuelo Hiciera de sí mismo sacrificio!

¡Ay puerta de la gloria de Cupido, Y guarda de la flor más estimada

De cuantas en el mundo son ni han sido!
Sepamos hasta cuando estais cerrada,

Y el cristalino cielo es defendido
Á quien jamas gustó fruta vedada.

SONETO DE VERGARA.

Cabellos rubios, puros lazos bellos En quien descubre el cielo su tesoro, De cuyo lustre envidia tiene el oro, Por ser de tan bellísimos cabellos.

Hilos que basta atar cualquiera dellos La más hircana fiera, tigre ó toro; Con quien yo muero, vivo, rio y lloro, Y el amor su ponzoña esconde en ellos; ¡Dichosa el alma, alegre y venturosa, Que en esta red de amor fuere prendida Con divino dorado nudo estrecho.

Y á prision dulce, alegre y amorosa, Do verá el más robusto airado pecho Su pena en gloria y su muerte en vida.

SONETO (1).

-¿De dó venis Cupido sollozando ? - Yo vengo, madre Venus, afrentado. -Pues & quién ha sido, hijo, tan osado Que haga un sacrilegio tan nefando? -Quien tiene todo el mundo de su bando, El arco y las saetas me ha quebrado Diciéndome: «Rapaz desvergonzado, No entreis vos á lugar donde yo mando. » -¿Quién pudo cometer tan grave cosa? -Quien te llevára, madre, la manzana, Si presente estuviera.

-Yo la castigaré como á liviana, -No serás, madre, no, tan poderosa, Qu'en mi y en tí poder tiene doña Ana.

SONETO DE TERRAZAS A UNA DAMA QUE DESPABILÓ UNA VELA
CON LOS DEDOS.

El que es de algun peligro escarmentado,
Suele temelle más que quien lo ignora;
Por eso temi el fuego en vos, Señora,
Cuando de vuestros dedos fué tocado.

(1) Tras el Narciso de Figueroa, sin expresar autor. (Nota de Gallardo.)

Mas ¿vistes que temor tan excusado
Del daño que os hará la vela agora?
Si no os ofende el vivo que en mi mora,
¿Cómo os podrá ofender fuego pintado?

Prodigio es de mi daño. Dios me guarde Ver el pábilo en fuego consumido,

Y acudirle al remedio vos tan tarde :
Señal de no esperar ser socorrido
El misero que en fuego por vos arde,
Hasta que esté en ceniza convertido.

OCTAVAS DEL LICENCIADO DUEÑAS à un VERSO QUE DICE: «DICHOSA
EL ALMA QUE POR VOS SUSPIRA.»
Si por vuestra divina hermosura,
Que los ojos humanos enriquece,
Cobra tan alta cumbre de ventura
Quien ese blando rostro ver merece;
Si áun la rabiosa muerte le es dulzura
Cuando por vos, señora, se padece;
Si vuestro gran valor al mundo admira,
¡Dichosa el alma que por vos suspira!

¡Dichoso aquel que en vos, señora mia,
Puso la gloria de sus pensamientos!
¡Dichoso el que ni un punto se desvia
De contemplar el fin de sus tormentos!
¡Dichoso el que en la dulce tiranía
De vuestros ojos busca sus contentos!
Y pues dellos amor sus flechas tira,
¡Dichosa el alma que por vos suspira!
Si en vos sola cifró naturaleza
La suma de beldad y gallardía;
Si de riquezas la mayor riqueza
Es solo contemplaros noche y dia;
Si el mayor mal y la mayor tristeza
Es perder este bien y esta alegría;
Si sois luz de hermosas, dulce Elvira,
¡Dichosa el alma que por vos suspira!
Nacistes vos, dulcisima señora,
Para que todo el mundo os obedezca ;
Y yo nací para que en toda hora,
Sin un punto cesar por vos padezca.
Pues no es tan bella la rosada aurora,
Ni es posible que el sol mas resplandezca;
Pues sois cosa del cielo, dulce Elvira,
¡Dichosa el alma que por vos suspira!

SONETO DE JERÓNIMO DE HERRERA. Bétis que al sacro Occéano extendido Vas con soberbias ondas espumoso, Deten tu curso altivo y presuroso, Oye de Ismenio el canto enternecido.

A quien la brava sombra del olvido, En cuanto el sol ardiente y glorioso Corriere por el cielo luminoso, En parte le podrá haber ofendido. Vos, cisnes, que cortando dulcemente Vais las riberas, levantad su gloria Por agua, tierra, por el aire y cielo :

Vos á quien la celeste luz consiente El canto digno de inmortal memoria, Su fama podreis ser en este suelo.

MADRIGAL DE JUAN DE LA CUEVA. Libre de mi cuidado,

De mi mal descuidado,

La fiera á quien yo sigo con mi llanto,

Al cielo levantando el noble canto

Con que estaba pasado

1009

Una Ninfa olvidada,

Querellosa de amor, dejando el rio

Salió á Fénix diciendo:

«No hay más que estarle oyendo,

Y entender que hay más que esto es desvarío Aunque mejor cantáras,

Si como cantas bien tan bien amáras.» "

SONETO (1).

Ya tengo de suspiros lleno el viento
Y de llantos el mundo importunado;
Vivo en los tristes bosques apartado
Mi soledad llorando y perdimiento,

Donde las bravas fieras tambien siento
Que huyan de me ver tan mal tratado;
Y no sé cómo no es todo acabado,
Ni en qué hace mi mal ya su cimiento.

Que no hay tronco ni piedra en este valle, Ni rama verde, ni hoja, ni hay ninguna Flor en esta montaña tenebrosa,

Que de lágrimas mias no se halle Bañada cien mil veces; y Fortuna De que padezco poco está quejosa.

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En un cierto hospedaje do posaba Amor, vino á parar tambien la Muerte: Ó fuese por descuido, ó mala suerte, Al madrugar Amor, como lo usaba,

Toma de Muerte el arco y el aljaba

(Y no es mucho, si es ciego, que no acierte);
Muerte recuerda al fin, tampoco advierte
Que eran de amor las armas que tomaba.
Sucedió deste error que Amor pensando
Enamorar mancebos libertados,
Y Muerte enterrar viejos procurando,
Vemos morir los mozos mal-logrados,
Y los molestos viejos arrastrando
Se van tras el vivir enamorados.

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Empieza con el fin de un Coloquio entre un Médico, Mejía barbero, un Teatino, Clemente enfermo, Cifuentes su bermano, el Diablo, etc.

Este volúmen debió formar parte de una Coleccion, que por lo menos tendria seis, pues he disfrutado tambien el siguiente:

Suave estímulo de virtudes, por el Mendigo: VI parte, en que se tratan varios asuntos de virtudes en todo género de metro á onrra y gloria de Jesus María y Josef.

MS. en 8. 309 ps. ds. letra de fines del siglo xvi ó principios del XVII.

Generalmente son poesías á lo divino.

El Mendigo es autor castizo, pero sus argumentos son santas simplezas. Sin duda fué jesuita; estuvo en Indias.

ROMANCE. CARGO DEL AMOR HUMAMO AL PECADOR, Y DESCARGO QUE ÉL DA.

Ajustémonos, Amor,

Para ver quien debe á quien ;

Juntas están las partidas

Del debe y el ha de haber.

Quiero referir el cargo,

Y mejor satisfacer

Q'en setenta años de vida
Me le podias poner.

Supongo los he vivido,
Porque esta es la comun ley,
Y tan llena de ojecciones
Como el mundo da á entender.
De los quince años primeros
No tengo que responder,
Sino es que cual Fares piensas
Á nueve años enjendré.

De allí hasta cincuenta
El cargo te admitiré,
Sacando veinte que estuve

En el hospital del rey.

Que los demás, hasta ochenta, Enfermedad y vejez, Terribles acreedores, Libran todo el alquilé,

No como tiendas de á año,

Y ménos como de á mes;

Mas por dias, como suelen,

Y en las posadas se vé.

Acepto las condiciones

Á Amor, y escucha si quies,
Y verás á pocos lances
Sin duda te cogeré.

No cuento el tiempo perdido
(Bien se deja esto entender)
En locutorios de monjas,
Tántalos en padecer,

Ni en los bailes y saraos;
Que la gracia de los piés
Cautivan el alma á veces
Como á Marte el otro en red.
No en los tablajes y juegos
De dados y comegen,
Donde se comen las capas
Y las haciendas tambien.
Dejando aquestas partidas,
Que son acíbar y hiel,

Y otras que callo sin cuento,
Que no dan que merecer.

Y de los dones de gracia
Cargos no te he de poner,
Porque serán infinitos

Que ignora el más bachiller.

1011

Solo algunos naturales,
Y no todo su tropel,
Porque era proceso largo
Para haberse de leer.

Por servirte, el aire fresco
La tierra hace estremecer
Cuando te siente encerrado,
Que desea hacerte placer.
La tierra produce flores,
Frutos para tu comer,
En señal de que te quiere
Regalar y entretener.

El agua con sus cristales
Dos fuegos con el que ves,
Que te influyen cualidades
Más que decirte sabré.

Partidas de amor son estas,
Hechas de aquel Sumo bien,
Que discurriendo sobre ellas
Te darán en qué entender.

Si á lo dicho no te rindes,
Te habré más de proponer
De otros infinitos dones
Que podrias en tf ver.

Mas pues los sabes, advierte,

Y no me quieras hacer
Que lo refiera yo aquí,

Si el tiempo lo has de perder.

Basta, Amor, que no entendi

Lo habia contigo esta vez;
Mas con el vendado niño
À quien vencer intenté.

No era mucho lo hiciera,
Segun con él me empeñé,
Alma, fuerzas y sentidos;
Mas no me guardó la fe.

Prometíame contentos,
Mas todo salió al revés;
Y cuantos empleos hice,
Di con todos al través.

Y así dejando su trato,
Al tuyo pienso volver;

Que es mejor que yo te deba
Que no que me deba aquel.
Con él me hago cautivo
Más que cristiano en Argel;
Contigo libertad cobro,
Si á Dios le sirvo fiel.

Porque serville es reinar,
Y honra y provecho hallaré;
Q'es cosa dificultosa,
Mas imposible no es.

Reconózcote el alcance
Que al falso amor le negué,
Que es maña suya esta vieja
De pedir, aunque le den.

¡Mal haya quien dél se fia,

Y digan todos amén!

Pues es raro el que dél huye
Siendo Dafne para él.

ROMANCE AL ALBA.

Deja de Titon el lecho Al tiempo que el ronco gallo Avisa al mundo que viene La que enriquece los prados. La que de verse se rie En traje disimulado, Por el manto cristalino

Deja el turquí tachonado.

La madeja trae suelta,
Que al oro fino hace agravio,
Y aun á Absalon y sus hebras,
Y al Setentrion Insulano.

Y con su bella hermosura
Cautiva los más osados,
Que sus rojos resplandores
Llena el mundo de cuidados.
Deja el reposo por verla
El desvelado soldado,
La doncella recojida

Y el más cartujo encerrado.
Y las aves de los nidos
Saltan por verla volando,
Y le dan la bienvenida
Con orgulloso reclamo.

El sirguerillo se alegra
Su contrapunto quebrando;
Con el ruiseñor celoso
Se la estaban requebrando.
Y la calandria parlera
Con el facundo canario;
Lucianos y chamarices
Y otros pajarillos varios.

Vierte perlas por las rosas,
Los lirios viene dorando,
Granates, finos rubies
Por los claveles sembrando.
Y con aljófar menudo,
Sobre esmeraldas brillando,
Escarchados rizos borla
Y de alcatifas mil lazos.

Y los andantes cristales
Se regalan á sus rayos,
Que con su ausencia suspensos

Se detenian pasmados.

Y al fin el orbe recobra
Lo que le habia quitado

Su contraria y enemiga,
Volviendole el color vario.

1012

ROMANCE. UN ALMA ENFADADA DE LAS OCUPACIONES EXTERIORES.

Al tiempo que el sol se esconde,

Deja su esfera bordada;

Y la luna con su ausencia

La tierra toda escarchada.

Á ese tiempo mis congojas
Muestran sus quejas dobladas,
Desplegándolas al viento
Que en mi estaban represadas.
Cansado y prolijo dia,
Verdugo de mi esperanza,
Tu dilacion me fatiga,

Tu veloz curso me mata.

Para impedirme mil bienes
Eres veloz y te pasas;

Y para ser mi verdugo
Las horas largas dilatas.
En ti me veo anegado
Con ocupaciones varias;
Y cuanto en silencio gozo,
Tus memorias me lo aguan.
Cesará tu tiranía
Cesando mi vida amarga;
Que aunque sea de mil años
Será breve antes que larga.

Con tu ausencia veré à aquel
Por quien suspira mi alma;
Que de su vista y presencia
La traes dél apartada.

No la dejas que repose Yéndote á tí poco ó nada, Y viniendo la atormentas Con una muerte cansada.

Sus glorias todas envidias, Y cualquier gozo le empatas; Que parece que tú pierdes Con lo mucho que ella gana.

No seas, tiempo, envidioso;
Deja ya tus malas mañas;
Gozar muriendo pretendo,
Que es fuerza así libertalla.

Tus cadenas son terribles,
Deseo vellas quebradas,
Y gozar eternamente

En las cternas moradas,

Á donde el grande y el chico

Ya huyen de tus pisadas,

Y el esclavo se halla libre

De su señor y su vara.

Allí con estos pretendo Ver aquella hermosa cara, Que sólo en su vista libro Perpétua y feliz holganza.

ROMANCE DE UNO QUE AGUARDÓ CUARENTA DIAS UNA NAO.

Hado, desdicha y fortuna,
El mundo desto está lleno:
De adversidades y penas
Todos querrian lo menos...
¿Quién acerba purga toma,
Que dá mil bascas al pecho,
Si no entendiera con ella
Poner á su mal remedio?

Yo escojo por menos mal

El que a veces es más fiero,
Y aun esto, por mi desdicha,
No me lo concede el tiempo.
¿Cuántos por buscar salud

Se sujetan al vil hierro,
Y å insípidas medicinas
Por ser de salud empleo?

Yo pido del mar la fúria
Y de Bóreas el aliento,
Que á las veces es más bravo
Que de Marte el duro acero.

Sus olas pido hinchadas
Por cama de mi sosiego,
Y espero sus arrecifes
Por cumplir con mi deseo.

No temo á Scila y Caribdes,
Paso que muchos temieron
Por huir los rayos rojos
Del pastorcillo de Admeto.
Deseo, por ménos mal,
Del mar la calma sin viento,
Que la tormenta mayor
Que se vé en el gran Nereo.
Espero contra esperanza,
¿Hay mayor desasosiego?
Y tengo por menos mal
El que es el colmo de ellos.

Y es tan corta mi ventura,
Que permite todo aquesto,
Sólo por no darme gusto
En lo que á otros es tormento.

Que á saber no me lo daba,
Por no dármelo en aquesto
Hiciera venir más naos
Que contra Troya vinieron.

Pues si es aqueste mi hado,
Podré usar de aquel remedio
Contra vientos de fortuna
Que usó en un tiempo Carreno.
Pediréle al sol tinieblas,

Y darme há de su luz Febo :
Aguas saladas al mar,

Y darme ha dálces vénenos.

Pues, Fortuna, te conozco; Usaré deste derecho,

Que lo será para mí

En aqueste mi destierro.

CANCION A LA ADMIRABLE ASCENSION DEL SEÑOR.

Á los balcones de bruñida plata

La trina diosa se mostró este dia:

El manto deja negro turquesado

De estrellas tachonado.

De flesta viste llena de alegría,

Mostrándose risueña toda grata,

Y el gozo lo dilata.

No deja lanza por mover enhiesta,

Que al cielo y tierra en todo no haga fiesta
Y gasta con franqueza,

Llenando á los mortales de riqueza
Con perlas, esmeraldas y escarchados
Que vierte en abundancia por los prados.
Á los montes más altos y subidos
Les hace viertan mil cristales puros;
Y en los picachos riscos no hollados,
De nieve coronados,

Que diputó por guardas y por muros
De mil tesoros varios escondidos,

Y en los campos floridos

Esmeraldas y aljófar repartia

Con que el mundo le llena de alegría,

Y ahuyenta la pena,

Cual á noche importuna alba serena;

Q' el nuevo sol que triunfa y ella adora
Es por quien hace fiesta esta señora.

Y como el triunfador en carro de oro,
Bajo los ejes de la ardiente zona
Å los signos celestes tras sí lleva.
Al fin es cosa nueva,

Y que se hallen es justo á su corona,
Del triunfo soberano con decoro,
Desde el carnero al toro;

Y los dioses antiguos soberanos,

A quien deidad ofrecen los paganos,
Se muestran este dia

Con libreas vistosas de alegria;

Y el elocuente Dios deja su estrado

Y el triunfo solicita con cuidado.

Y el que amores reparte con su fuego, Con su madre á hallarse al triunfo viene Deseoso de ver tanta grandeza

De adorno y de riqueza

Que no estallo á él quedára ciego;

Y el que dominio sobre reyes tiene,

Al triunfo se previene;

Y el dios de las batallas más valiente
Humilló aqui su erguida altiva frente;
Al triunfo hoy venciendo

Las armas con amor l' está rindiendo,

Y el benevolo Dios con alegría
Favor y dicha infunde en este dia.

El caduco que influye frialdades,

Å la luz deste fuego se recrea;
Y todos á porfia dan señales
De bienes celestiales;

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