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examinados cuanto ellos merecen se les crea segun sus excepciones ó sus circunstancias. Empezando, pues, por el presente como el primero de todos en órden, se debe considerar que ya nos viene tachado lo uno tico y lo otro por principal interesado en la causa.

por domés

El mismo se reconoce con esta excepcion, y por ella de poco influjo en este negocio, pues se le ha oido decir

en la 5. octava

Y porque su fama no tenga razon
sospecha, diciendo, que hago mi parte
prosigo mostrando su gran estandarte
que va por las tierras del Rey de Aragon.

Y en la siguiente:

De sus hijos presos en Soria y Curiel deciende el linaje ques hoy en Castilla,

Reconócelo tambien (como luego verémos) su sobrino el dean de Toledo D. Diego de Castilla, cuando citó las coplas callando su nombre, porque no desmereciesen publicándose de autor tan parcial y doméstico.

Aun el P. Fernando de Avila el mas acérrimo, y acaso el mas ingenioso y hábil apologista que ha tenido el Rey D. Pedro con todo lo que favorece á los Castillas, y procura deprimir la autoridad de Ayala, conoció que D. Francisco era un testigo muy débil. Habiendo copiado sus tres primeras octavas, pág. 55 de su Arbitrio entre el Marte Francés y las vindicias gálicas, prosigue número 213: No niego que D. Francisco de Castilla era lestigo apasionado y sospechoso por ser tercero nieto del Rey D. Pedro.

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Es verdad que en este conflicto el astuto Padre recurre al socorro de su ingenio, y exprimiéndole como en una prensa le hace reventar esta pequeña gota de sustancia.

"Pero (así procura sostenerle) si los que tenian sangre suya no habláran por él, ¿quién habia de tomar la mano contra tantos? Que como dice el Toledano que citamos: Cualquier extraño se acomodaria con el comun sentir; mas pues un testigo solo no hace fé, aunque sea Caton, pasaré en esta crónica con la comun. Habló don Francisco como nieto interesado; pero habló porque él lo debia hacer, y con la verisimilitud, con la autoridad del obispo de Jaen, y con la verdad de muchas cosas, que han ido descubriendo los tiempos."

Ya verémos en adelante quien es este Toledano, hasta donde llega esa verisimilidad, si hay tal escrito del obispo de Jaen, y si esas cosas que el tiempo ha descubierto, son mas bien engaños del Padre que desengaños del tiempo. Por ahora le aceptamos la confesion así como se la aceptó el Dr. D. Diego Josef Dormer en la Razon de las Emiendas de Zurita, plana 8 (ántes de ellas). Y quedemos de acuerdo en que una cosa es la accion de vindicar la fama de un ofendido, la cual ni á los extraños se niega, cuanto mas á los parciales domésticos, y otra muy diferente, que el mismo que vindica pueda atestiguar en la causa por sí. A lo menos, dejando ahora las decisiones de una jurisprudencia vulgarísima que puede estar sujeta á dudas, y acogiéndonos á otra mucho mas sublime, que no las admite, el Redentor de otro modo lo entendió: Si cgo testimonium perhibeo de me ipso, testimonium meum non est verum. Y en otra parte: Tu de te ipso testimonium perhibes: testimonium

tuum non est verum. Y fué necesaria toda la autoridad del Salvador sobrecartada por su eterno Padre, y calificada con muchos signos maravillosos, que obró en su crédito, para eludir la fuerza de estas excepciones, que siendo tan estrechantes contra los hombres nada valen para con Dios, primero y sumo testimonio de que desciende toda verdad.

AUTORES QUE PRODUJERON EL TESTIMONIO DE DON FRANCISCO EN LA PRESENTE CUESTION, CALLANDO CON ARTE EL NOMBRE DEL AUTOR.

1.° Don Diego de Castilla, su sobrino, dean de Toledo (segundo impugnador de que luego hablarémos) en una de sus notas al enmascarado Gracia Dei (obra del mismo) tiró, como dicen, la piedra y escondió la mano, citándole como anónimo, porque no desmereciese por doméstico y parcial. Item se prueba por lo que otro historiador escribió en copla en el Epilogo que hizo de los Reyes de Castilla, que llegando al Rey D. Pedro, dice: El gran Rey D. Pedro quel vulgo reprueba: y sigue copiando esta y las dos octavas siguientes. Accion que le arguye de no buena fe, y muy separado de la ingenuidad y legalidad que debe brillar en semejantes escritos apologéticos, donde no la astucia y el fraude, sino la abundancia de documentos y la fuerza de la razon deben ser la confianza de los autores para prometerse la victoria.

AUTORES QUE LAS ALEGAN CITANDO Á DON DIEGO.

Unicamente D. Nicolás Antonio en su Bibliotheca, don de se vió precisado á tomarlas del Dean, bien que en con

cepto de anónimas (como quiera que este grande hombre no impugna á Ayala, sino que le defiende y le elogia) por no haber manifestado D. Diego el autor y no haberle á él constado por otro conducto, siendo cierto que Antonio no leyó todos los libros de que se trata, sino que de muchos adquirió noticia por informes de sus amigos de España escribiendo dentro de Roma.

2. El Dr. Francisco de Pisa, presbítero toledano, que fué capellan de los mozárabes, en la 1.a parte de la Descripcion é Historia de aquella ciudad, que acabó de escribir despues del año 1601, é imprimió allí en el de 1605 (aunque la edicion de que yo uso es la reimpresa por su amigo D. Tomás Tamayo de Vargas en la misma ciudad, año 1617, uno despues de su muerte) lib. 4, cap. 24, fol. 195, col. 2, callando al Dean é igualmente á su tio D. Francisco, opone á Ayala las dos primeras octavas de este, citándole así casi con las palabras del Dean: Y un historiador que escribió en verso castellano, en el Epilogo que hace de los Reyes de Castilla lo testifica, y llegando á D. Pedro entre otras coplas dice asi:—El gran Rey Don Pedro, etc.

Este es (como verémos) otro de los amotinados que han tomado las armas contra el crédito del gran Ayala. Pero no podemos pasarle ahora en disimulo el encubrimiento que comete, igual al de el Dean, en no citar á este ni al legítimo autor de los versos D. Francisco, su tio; siendo así que no pudo menos de saber que lo fué, ya por su continuo trato y proximidad al Dean, ya por las reiteradas impresiones de estas piezas, que es increible dejarse de ver.

Lo que al paso que arguye muy poca ingenuidad en este autor y en otros que verémos comprendidos en la

misma coligacion, acredita ciertamente que aquí se tiró á engañar al público con pruebas equívocas, y á ganar gente para engrosar el partido, y presentar en campaña escuadrones de descontentos. Pase, pues, semejante ocultacion, á lo menos en Pisa, por un efecto de la servil y sofística lisonja con que quiso engrandecer la causa de aquel partido, á cuyo sueldo militaba: y escarmienten otros, si quieren verse libres de la severidad de esta

censura.

AUTORES QUE LAS ALEGARON CITANDO Á PISA.

Ya se empieza á ver el daño de un mal ejemplo. Pisa se ha hecho responsable al engaño de otros, que vién– dole citar las coplas, como de anónimo, las reputaron de autor imparcial, descargando sobre él sus citas. De estos es el primero D. Martin Ximena en sus Anales de Jaen, que se imprimieron en Madrid año 1654. En la pág. 357, suponiéndole autor ingénuo, copia las mismas dos primeras octavas, y lo demás que él agregó, sin hacer casi otro oficio que el de un mero transcriptor.

3.o Don Fernando Alvia de Castro, hijo de Logroño, que en el Memorial Político por esta ciudad, escrito é impreso en Lisboa año 1633, pág. 48 y 49, moja la pluma en el tintero de Pisa para arrojar borrones á la cara del insigne Canciller Ayala.

4.o El P. Fr. Francisco de Berganza, benedictino, que nada mas hizo que referirle brevemente en el tom. 2 de sus Antig. de Esp., pág. 207.

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