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las viejas preocupaciones que por mucho tiempo tuvieron arrebatado el imperio de los entendimientos, levanten campaña de una vez, y les dejen desembarazados del todo y el pais libre.

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Así en este siglo el anónimo que reimprimió con sus adiciones en Madrid año de 1733 la Plaza universal de todas ciencias y artes del Dr. Cristóbal Suarez de Figueroa, citada en otra parte, en la pág. 277, da noticia de las universidades de España. "Siendo (dice) de las principa«<les Salamanca, que fundada primero en Palencia por el Rey D. Alonso por el año 1209, fué despues transferi« da á Salamanca, donde existe, por el Santo Rey D. Fer<< nando en el año 1239, donde antes se habia principiado <«< su establecimiento por el Rey D. Alonso de Leon, para « que sus vasallos no tuviesen necesidad de acudir á Casti<«<lla á aprender las ciencias. Ne subditis necesse foret eru« ditionis causa in Castellam abire. Con que se convence « que en Castilla habia escuelas anteriores." Así este autor, citando por todo al P. Mariana, lib. XI, cap. 22, y lib. XIII, cap. I, de quien son las palabras latinas.

Diez años despues el P. M. Fr. Enrique Florez, nombre fausto y feliz en España por la multitud y la importancia de sus trabajos literarios, en su mayor parte indagatorios y de preciosos descubrimientos, con que no menos se han enriquecido que ilustrado las antigüedades de la nacion en puntos obscurísimos, escribiendo su Clave Historial el año 1743, como por ella se ve, insiste en la antigua vulgaridad de que en el de 1240 el Santo Rey D. Fernando trasladó la universidad de Palencia á Salamanca (1). Como este autor tuvo justamente la fama que

(1) Siglo XIII al fin, pág. 260-12.' edic. de 1786.

se ha visto por el ramo de antigüedades, y habiendo sobrevivido á la primera publicacion de su libro unos treinta años, repitiendo en este intermedio diferentes ediciones de él, no enmendó la expresada noticia, pudiera alguno persuadirse á que en sus muchas indagaciones encontró algun legítimo apoyo para mantenerla. Para que nadie se deslumbre á pretexto de una razon tan aparente, advierto que cuando el M. Florez escribió este libro en 1743 aun no era un hombre tan grande y consumado en nuestra historia, como se formó despues con el continuo manejo y el estudio, el trato y correspondencia con hombres sabios, el recogimiento de libros raros y piezas curiosas de antigüedad, y la precision de desempeñar la vasta y grande obra que se impuso de la España Sagrada. Y así se aplicó como por ensayo para ver como le salia, á una costa tan fácil como es la formacion de un compendio cronológico para socorro de la memoria nada mas. De modo que si viviera hoy confesaria á buena fe que no esta pequeña obra, sino la grande y principal de la España eclesiástica, fué la que le sacó á él docto, mas bien que docta él á la obra. Y por lo demás, aunque despues hubiese notado poca seguridad en la noticia traslática de los estudios de Palencia á Salamanca, no me hace fuerza que la dejase correr y mantuviese en las ediciones sucesivas de la Clave, porque me consta, y aun por sus mismos escritos y el suceso de algunos se puede bien colegir, que no fué de los mas adictos á enmendarse la plana. Finalmente verémos adelante otro error grande, palpable y manifiesto, que en esta misma materia cometió en dicho libro, y no por eso le enmendó, y por ventura ni observó en medio de tantas vistas y revistas como pudo hacer de él en el discurso de treinta años, y mas para

imprimirle y reimprimirle en tan repetidas ocasiones.

Ya despues de esto, como honestus est error magnos duces secuentibus (1), nada será extraño se vean entrar por las mismas veredas otros menos detenidos, porque tendrán la disculpa de haberles debido parecer segura una senda que transitaron predecesores bien mirados. Así suelen engañar en sus esperanzas los genios rastreros y sendipetas.

Abandonada la sonda que debiera llevar cada cual á la mano para tentar el vado y ver si hay seguridad, es arrebatado de las furias del impetuoso torrente. Son como el clavo grueso que no sabe entrar, sino por donde le guia la barrena, como decia el gracioso Juan de Figueroa allá en aquellos salados diálogos de Pero Mexia (2). Pero ¡ qué error! jamás se formó ningun caballo generoso á la recua y llevado de reata. Ahí solo se forman caballerías de lomo y trasporte, buenas para levantar cargas, malas para tomar destreza, y sacar un paso original y de arte.

Mucho pedir fuera que el autor del Arte histórica y legal, D. Tomás Manuel Fernandez de Mesa, impresa en Valencia, cuatro años despues en el de 1747, hubiese evitado un escollo donde vararon los mejores pilotos. Porque á lo que podemos entender por la carta que publicó contra él el año inmediato su sabio pariente, y en otro tiempo mi amigo y coresponsal literario D. Gregorio Mayans, bajo del nombre de D. Miguel Sanchez (3), el tal Mesa no fué mesa

(1) Quintilian. Institution. Orator., lib. 1, cap. VI in princip. (2) El II del Convite, fol. 32 vuelto, impresos en Zaragoza año 1547-8.°

(3) Impresa en la Coleccion de las del señor Mayans, Valenc. 1773, tom, 3.o, desde la pág. 309 hasta la 373, sin la cual no debe leerse este libro sino inútilmente.

de los mejores manjares, sino una Mesopotamia de todo género de aguas turbias, aguas revueltas, lleno, perdóneme su ausencia, de insulseces tontas. Tal es el Arte histórica legal que manejan incautos sin el preservativo de la carta mayansiana los alumnos de la Belona forense. Sin embargo su autor nos ha querido enseñar en el libro 1.°, cap. 12, pág. 87, núm. 152, que San Fernando debió componer su Consejo con los letrados españoles, que habian estudiado en Bolonia el derecho de Justiniano y el canónico, los cuales "puestos en dignidades y judi«< caturas procurarian para su lucimiento influir á los Príncipes, que instituyesen cátedras de derecho civil y ca« nónico, y que arreglasen á ellos las leyes patrias; y <«< pudiéndolo recabar de dicho Santo Rey, es verosímil « que para facilitar este estudio, debió de trasladar á Sa« lamanca el año 1239 la universidad que tenia en Palencia, donde la fundó su abuelo D. Alonso."-Cita á Garibay, lib. 4, cap. 25, y á Morales, lib. 17, sin decir el capítulo, porque no le cogiesen en mentira. El lector podrá excusarse la fatiga de comprobar estas citas, porque ninguna es cierta. No obstante él prosigue: "Y luego pensó hacer las Partidas, aunque no cumplió este deseo, <<< porque tenia el cielo destinada esta gran obra para la

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sabiduría de su hijo D. Alonso." No es mi ánimo mezclarme ahora en esas otras especies que envuelve de Bolonia, Consejo y Partidas, porque todos estos son unos puntos que tienen mucho que decir, y mas por ventura de lo que piensa el señor Mesa, y han pensado otros que están en posesion de arrancar á las boladas con cualquier especie que se les presenta, desgajada de este ó el otro libro, sin tomarla á peso, ni levantarla á exámen.

Acercándonos ya al último término de esta pesadí

sima nomenclatura, despues de este autor, en el año 1770 imprimieron los sabios PP. Mohedanos en el tom. 3.o de su Historia literaria de España, obra cuyos elogios amanecieron casi tan temprano como ella (1), y que si se concluyese segun los principios que lleva, haria el honor de España, como ha hecho el de sus autores. Y en la página 249, núm. 117, unos hombre de crítica tan refinada y capaces de arrebatar á muchos á su opinion, corrieron tambien con la noticia, aunque de verdad con mayor rapidez de lo que yo hubiera querido, de que la universidad de Salamanca fué erigida primero en Palencia. No nos dicen sus fundamentos. Deseariamos, haberlos oido, entre tanto creemos no tuvieron otros que ser esta la opinion vulgar.

Dos años adelante en el de mil setecientos setenta y dos, como se dijo en otra parte, salió en Madrid el Diccionario geográfico de la última mano y disposicion de D. Juan de la Serna. En cuyo tom. 3.o, pág. 3, verb. Palencia, leemos lo siguiente: "Fué trasladada su univer«sidad á Salamanca en el siglo XIII. En esta ciudad tuvo « sus estudios Santo Domingo de Guzman..... Este es << un terreno fértil sobre el Carrion en Castilla la Vieja." Hizo bien en prevenir esto último, y no menos lo hará en repetirlo cualquiera que trate este asunto, porque los autores que buscan algun pretexto á la traslacion de los estudios de Palencia á Salamanca por San Fernando, injustamente calumnian al suelo y cielo palentino de me

(1) Se podrá ver al cura del Buen-Retiro D. Francisco Cayetano de la Puente, legionense, admirable teólogo de nuestros estudios valisoletanos, en su obra eruditísima de Jure Parochor. ad oblationes, publicada en Madrid año 1767, Prælog., pág. CIV et CV.

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