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albigenses que habia picado en Leon, tocó tambien en Palencia y hizo allí sus incomodidades. Testigo de vista D. Lúcas de Tuy, entónces diácono de Leon, y presente en aquella ciudad, en sus libros contra ellos, publicados por el P. Mariana, donde habla de lo que en esta ocasion padecieron ambas ciudades (1); como tambien una carta del papa Gregorio X que cita Raynaldo dirigida al obispo de Palencia, D. Tello, para que absuelva y admita á la reconcilacion á los que han abjurado (2). Pero este suceso á buena fe (á no ser que hubiesen quedado algunas reliquias posteriores) fué con anterioridad en tiempo de San Fernando y del obispo D. Tello por los años 1236 y 37, y ya hemos visto que lejos de haber trastornado, no interrumpió el curso de los estudios de Palencia; ántes bien entónces seria cuando ellos se mostrasen en su mayor explendor, manifestando la potencia y saber de sus doctores, como arguye el hecho de que extirpada ya aquella plaga, permanecian en 1243 dignos de la memoria del arzobispo de Toledo, metropolitano de Palencia y primado de España.

Otro motivo se presenta, y para mí mas verosímil, en la introduccion de las dos grandes religiones de Santo Domingo y San Francisco en Palencia, que se verificó en este intermedio, con la fundacion de sus conventos. El de San Francisco se fundó el año 1246 el mismo dia de la muerte del obispo D. Tello, y á pasos lentos fué creciendo cada dia mas. El de Santo Domingo habia tenido principio por este Santo Patriarca el año 1249 en esta

(4) Lib. 3, cap. 9, extractado en esta parte por Pulgar cit. libro y tom. 2, pág. 304 á 307, y por el M. Risco en el tom. 35 de la Esp. Sagr., pág. 295, 296, 301, 302 y 304 á 307.

(2) Ap. Pulgar alli cit. pág. 304, col. 1.

ciudad de sus antiguos estudios. Pero tardó en avenirse con el Obispo y Cabildo, grandemente discordes con los religiosos, por la admision de entierros de feligreses en su iglesia y derogacion de derechos parroquiales, sobre que tuvieron por largo tiempo terribles encuentros, hasta llegar el obispo á fulminar excomuniones. De modo que uno de los encargos que trajo á España el Cardenal Legado, obispo de Sabina, Juan de Abbeville, de órden del papa Gregorio IX, el año 1228, cuando presidió el cuarto concilio de Valladolid, fué ver como podia concordar estas disensiones palentinas demasiadamente enardecidas, y no poco funestas á la salud espiritual de las almas, y al ejemplo y edificacion de los fieles. No obstante, duraron hasta 17 de agosto de 1257, en que el papa Alejandro IV dió la última resolucion, permitiendo al convento los entierros, salva la canónica porcion de las parroquias (1). Y desde entónces vivieron en paz los religiosos y quedaron bien aceptos en Palencia; sus cosas crecieron y fueron cada dia en mayor prosperidad. Bien que aun ántes de esto ellos pudieron serlo, viendo lo mucho que habian trabajado en Leon con su predicacion y letras, no menos que los franciscos (2), para reprimir aquella pestífera heregía de que hablamos, lo que tambien harian en Palencia, habiendo tocado en esta ciudad los amagos de una infeccion tan incómoda.

Hé aquí como de este modo el mayor fervor de las

(1) Consta todo de los documentos del convento que exhiben Monopoli y Pulgar, aquel en su 3. Parte de la Hist. de la Orden, cap. 33, y este en la de Palenc., lib. y tom. 2.o pág. 320 á 326.

(2) Véase el elogio que hace por ello á las dos religiones D. Lúcas de Tuy, testigo presencial, extractado por Risco, tom. 35, página 305. col. 2.

dos religiones en Palencia viene al justo con el tiempo preciso, en que faltan allí los estudios públicos. Con cuyo motivo, si ellos por ventura á esta ocasion se hallaban ya extinguidos, ó tan decadentes como puede muy bien. creerse, despues que faltó su sostenedor el celoso obispo D. Tello, que se considerase difícil su restauracion, pudieron tenerse por excusados, habiendo ya dos nuevas escuelas de letras en estos conventos, con que pudiesen suplirse de algun modo, y á menos costa, á mas de lo difícil que se representaria balancear hácia los gimnasios de Palencia la concurrencia que entre tanto fué ladeando hácia los de Valladolid y Salamanca, ciudades donde no habia, ó á lo menos no se sabe que hubiese, las sempiternas inquietudes que en aquella.

En efecto, una parte del instituto de estas religiones, en especial de la dominica, fué para tener escuelas y enseñar las artes á la juventud, como no falta quien lo asegure, y el efecto mismo lo dice en las mas de sus casas. Y así entre muchos ejemplos que pudiéramos citar, Francisco Cascales en su Historia de Murcia, pág. 335, col. 2, de la nueva edic., cuando nos da las principales funciones del convento de Santo Domingo de aquella ciudad, restablecido en 1272, asegura que "recien fundada esta «< casa hubo (en ella) estudio general de artes y theologia, «y de lenguas arábiga y hebrea, porque comodamente pudiesen predicar à los moros y judíos."

Judíos y moros en todas nuestras ciudades los teniamos, bien que de paz. Y aunque allí cargaba mas el motivo, por ser pueblo de frontera, con los moros rebeldes y enemigos, á los cuales pasarian á predicar los religiosos, todavía los que vivian tierra adentro en lo interior del reino, no dejarian de prevenirse con igual instruc

cion, para hacer otro tanto, ó para los casos ocurrentes de conferencias con ellos en puntos de religion: como la famosa que hubo en Valladolid entre dominicos y judíos, el año 1336 á presencia del Rey D. Alonso XI y de grande concurso, para convencerlos sobre la oracion imprecatoria contra los cristianos que tenian en sus libros, y repetian todos los dias en sus sinagogas, cargándonos de maldiciones: de cuyo congreso testifica el mismo Rey en un diploma, prohibiéndosela para lo sucesivo con grandes penas (1).

El historiador propio de Palencia reconoce aulas antiguas de estudios en el convento de San Francisco (2),

y

del de Santo Domingo, no puede negarse que las tuvieron. Al principio se enseñaria en estos conventos gramática, lógica, artes, y por ventura algun poco de teología, bien que solo intra claustra para los religiosos. Despues se abrieron las puertas para que gozasen de este beneficio los hijos de los ciudadanos, y mas si estos contribuyeron algo, como es regular, para que los estudios fuesen comunes, y aunque pocos, los sostuviesen los padres en aquel pié; pues al pronto, mientras tenian facilidad de aprender esto en casa, excusaban la molestia de salir á buscarlo fuera. Y he aquí el origen de la promiscuidad de estos estudios de regulares, y de que muchos de ellos fuesen tomando cuerpo, y exaltándose á

(4) Tráele traducido en latin con fecha en Valladolid á 25 de febrero de dicho año 1336 el doctisimo franciscano Fr. Alonso de la Espina en su Fortalitium Fidei (que como de él consta, escribia aquí en este convento de San Francisco por los años 1458, 59 y 60) lib. 3, de Bello Judæor. crudelit. XVI, fol. 193 de la edicion de Leon año 1511; y en el dice el Rey haber sido el delator maestre Alonso el Converso, sacristan de la iglesia mayor de esta ciudad. (2) Tomo y lib. 2, pág. 283, col. 1.

universidades. Hoy, dice Ponz, hablando del convento de predicadores, este convento es casa de estudios para seglares, cuyo número se halla muy disminuido respecto de lo que era treinta años hace (1). Y por lo que toca al antiquísimo y universal de nuestro asunto, quedaba solo el de gramática, y ese á cargo de la Santa Iglesia, cuando su penitenciario D. Pedro Fernandez de Pulgar acababa de escribir en 1679 y 80 (2), que es el único residuo que hoy subsiste de toda aquella grandeza, Pero que prueba en ese mismo hecho que el total estudio en su principio fué eclesiástico, procedente de la iglesia misma, y á su cargo y obligacion por instituto; así como lo fué de todas las iglesias catedrales y mayores, por la primitiva disciplina de dar estudios de las ciencias eclesiásticas al principio solo para sus propios alumnos, de que habian de salir en adelante, como de otros tantos seminaristas, los ministros eclesiásticos, y despues aumentados con otras cátedras y facultades, extensivas á los seculares, ó por ejercicio de piedad, ó porque se hubiese interesado en ello el pueblo, contribuyendo para aquella parte mas de gusto; cosa mas fácil que el haber de levantar toda carga de raiz, lo que acaso sus facultades no en todas partes permitirian. Pero de esto se tratará fundamentalmente en otro lugar, porque no es para tocado de paso. Entre tanto no debemos cerrar este periodo, sin hacer alguna memoria, aunque sea ligera, de otra insigne reliquia de las antiguas escuelas palentinas. Esta era su librería, que quedaba en poder de aque

(1) Viaje a Palenc., tom. 14, pág. 166, núm. 37.

(2) Al principio del tomo 2.o, en la Prolus. §. 3, núm. VIII, fol. 9.

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