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Raymundo ejusdem Sedis Episcopo, Magistro nostro, viro nobili et Deum timenti (1). Así como tambien se me ofrece, que el motivo de haber sido muerto el jóven Rey Don Enrique I en Palencia el año 1217, estando divirtiéndose en el patio del palacio episcopal con otros jóvenes ilustres al juego del tejo, fué porque se hallaba allí estudiando á la sazon, y esos otros muchachos debian ser sus condiscípulos, como entónces los hijos de los Reyes no se dedignaban concurrir á unas mismas escuelas con los hijos de los nobles. Don Iñigo de Mendoza, hijo de esta ilustre casa alavesa, fué el que tuvo la desgracia de darle el golpe fatal (2).

En el año 1129 á 24 de marzo se celebró en Palencia un concilio nacional de órden del Emperador Don Alonso VII (nieto del VI), y con su asistencia y la de Don Raymundo, arzobispo de Toledo, primado de las Españas, que le presidió como legado pontificio; el cual se convocó para restablecer la disciplina eclesiástica, y en parte la civil, muy deterioradas por resulta de las guerras intestinas de casi diez y ocho años de duracion, primero entre la madre y el hijo reinantes, y despues de los dos en union contra el Rey de Aragon D. Alonso el Batallador, pretenso marido de la Reina en segundas nupcias, quien se habia entrado por sus dominios con gruesos ejércitos haciendo terribles hostilidades. Las actas de este concilio nos las ha conservado la historia compostelana del arzobispo D. Diego Gelmirez, que se iba escribiendo á la sazon y allí podrán verse (3).

(1) Pulgar, cit. tom. 2.°, pág. 121 y 123.

(2) Crónica general, fol. 402, col. 4, de la edicion de Ocampo en Zamora, año 1541.

(3) España Sagrada, tom. 20, pág. 482 á 487.

Ignoramos el motivo particular que hubiese intervenido para celebrar este concilio en Palencia mas que en otra ciudad de los dominios de D. Alonso, y especialmente la de Leon, que era la corte de su reino, la cual siempre hubiera sido preferida, no mediando causa especial que obligase á señalar otra (1). Alguno dirá que por ventura fué escogida Palencia porque habiendo allí escuelas á ese tiempo, convino tener á mano los teólogos y hombres doctos de estos estudios para lo que pudiese ofrecerse á los padres; pues no es la primera vez que con tal motivo se han destinado los concilios á semejantes ciudades literarias..

Pero sea de esto lo que se quiera, lo que á mí me parece y ha parecido tambien á algun otro antes de mí, es que el siguiente concilio palentino de 1148, tambien nacional, no tuvo otra causa para congregarse en aquella ciudad con preferencia á todas las demás del reino. Me explicaré. El caso fué este: Gilberto Porretano, ahora obispo de Poitiers y ántes cancelario de Chartres (2) que habia sido maestro en sagrada teología, y enseñado en las escuelas con grande reputacion por su doctrina y escritos que mostraban no poco ingenio y sutileza, especialmente aristo-télica, por haberse versado en esta escuela, entre muchas cosas, dice Roberto de Monte, que escribió útiles, dejó caer otras en materia de la divinidad que por demasiado sutiles y peligrosas fueron delatadas á la santidad del papa Eugenio III, que por entónces gobernaba la

(4) Tal fué el motivo de haberse celebrado tantos concilios en Leon por aquel tiempo; el de 1020, el de 1090, 1106, 1414, 1134, 1135, etc.

(2) Juan Saxesberiense in Metalogic. lib. 1, cap. 5, et lib. 2,. cap. 17.

Silla de S. Pedro, para que las hiciese examinar, y no ocasionasen algun escándalo ó perversa inteligencia á los ficles (1).

El Gefe de la iglesia, con el celo que le poseia del bien de las almas y de la pureza del dogma, mandó examinar en todas las escuelas la doctrina de Gilberto, de que envió una minuta, y á mas de esto se puso en camino para Francia, donde juntó varios concilios preventivos al mismo fin con ánimo de convocar despues otro general donde se viese el resultado de todas las conferencias escolásticas y sinodales, y se decidiese la cosa con la dignidad y madurez correspondiente, como la iglesia acostumbra, á mas de lo que era debido á un doctor de tanto nombre y prelado de una iglesia de las mas principales de la cristiandad. Cuyo general concilio en efecto asignó para la ciudad de Rhems á mitad de la cuaresma de este año 1148. Y entre tanto á imitacion de lo que habia hecho en Francia, queriendo que esto mismo se ejecutase en España, pasó el edicto convocatorio con la minuta de las proposiciones á manos de nuestro emperador D. Alonso VII, con la anticipacion correspondiente para que tuviesen tiempo nuestros obispos y teólogos de conferir entre sí, hacer el exámen y ponerse de acuerdo, á fin de que cuando llegasen al citado concilio general de Rhems todos ó

(1) Robert. de Monte in supplement. ad Chronic. Sigiberti, an. 1148: Contra Gislebertum quoque Petavorum Episcopum, qui cum esset scholarum magister nominatissimus, multa quidem utilia scripserat, scd quodam modo nova subtilitate verborum in ipsis suis scriptis scandalizabat Ecclesiam, multa sunt dicta et disputata. Unde et quædam quæ defendere non præsumpsit, vel non potuit ab ipso sunt damnata. Los demás testimonios coetáneos de este caso se podrán ver en el tom. 12 de Baronio, y en el 2.o del Epitome de Spondano sobre

este mismo año.

algunos de ellos en nombre de los otros (lo que tambien ordenaba el Papa) se hallasen conformes ó á lo menos suficientemente instruidos para hacer resolucion con los demás prelados concurrentes.

Señaló, pues, nuestro Emperador este concilio nacional preparatorio para la ciudad de Palencia, en medio de hallarse á la sazon en Leon, y ser esta la corte de sus reinos, donde se juntaron nuestros obispos en principios del mes de febrero, y tratado el asunto, con lo que resolvieron, pasaron algunos de ellos, y aun el arzobispo mismo de Toledo, á expresar el dictámen de todos á la ciudad de Rhems en la cuaresma siguiente, segun lo ordenado por el Papa. Agitado allí el asunto con asistencia del gran P. San Bernardo, que lució en esta ocasion como en todas la felicidad de su talento y doctrina, salieron condenadas, principalmente hasta unas cuatro proposiciones de Gilberto, y no el autor, por no haber mostrado obstinacion en defenderlas; antes bien desde el principio se sujetó como verdadero sabio, buen prelado y católico á la infalible decision de la iglesia, con lo que quedó en la suya, y se volvió á ella sin experimentar el menor detrimento en su dignidad y buen nombre, á lo menos de parte de aquella sacra asamblea. Y aun se dice, como verémos, que despues renunció Ꭹ entró en religion, donde vivió el corto resto de sus dias con tanto arrepentimiento y ejemplo, como puede inferirse del Necrologio de la iglesia de Luca, donde testifica el Ilmo. Mansi, obispo de ella, haber encontrado apuntada su muerte con el título Santæ memoria (1). Y el Sarisberiense que le conoció y escribió des

(1) En su edicion y adic. á la Biblioth. med, et infim, latinitat., de Fabricio, tom. 3, pág. 58, col. 2, Padua 1754.

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pues de su muerte, habla de él con honor y estimacion sin suponerle en nota alguna (1).

Disuelto el concilio, á la vuelta de nuestros obispos á España, el Papa escribió por ellos las gracias al Emperador D. Alonso, como se ve por la epist. IV de las suyas, publicada en la Coleccion general de concilios del P. Labbé, y en la particular de España del Emmo. cardenal Aguirre. Y á mas de esto la celebracion del presente en Palencia con insinuacion de la causa, aunque no se conservan las actas, se acredita por los privilegios que en el discurso del libró allí el Emperador. De tres nos queda memoria. Los dos de 13 de febrero; el uno para adquirir de la Santa Iglesia de Leon el monasterio de canónigos de Carvajal, á que queria trasladar las monjas de San Pelayo de aquella ciudad, pasando los canónigos al que estas dejaban; el cual dice ser librado quando habuit in eadem Palentia prænominatus Imperator colloquium cum Episcopis suis et Baronibus. El otro para hacer entrega á los canónigos de Carvajal del monasterio de San Pelayo que estas religiosas dejaban, y autorizarles para la posesion de todos sus bienes. Facta carta, Palentiæ 13 Kalendas Mar· tii. Era MCLXXXVI; quando præfatus Imperator habuit ibi colloquium cum Episcopis et Baronibus sui Regni de vocatione Domini Papæ ad Concilium. Por cuyas subscripciones se ve los prelados que asistieron escritos de este modo: Raimundo, arzobispo de Toledo y primado-Pedro, obispo de Segovia-Bernardo, de Sigüenza-Pelayo, de Mondoñedo-Arnaldo, de Astorga-Martin, de Oviedo-Berengario, de Salamanca-Bernardo, de Zamora-Victor, de Búrgos-Pedro, arzobispo de Compos

(1) En el Metalogic. cit., lib 1, cap. V.

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