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se abstenia de fundar en dicho su colegio cátedras de cánones y derecho civil, porque habiendo dos célebres universidades en España (aludiendo á las de Valladolid y Salamanca) donde se enseñaban desde lo antiguo estas dos facultades con esmero, no queria que en su colegio hubiese mas que un solo maestro de cánones, bien que este el mas docto que se pudiese encontrar, para que explicase las instituciones ó elementos de este derecho, en el cual queria que todos los que hubiesen de ser promovidos á las sagradas órdenes se hallasen instruidos. Máxima excelente y digna de la elevacion de pensamientos de este grande hombre, y ojalá se hubiese adoptado y hecho general en todo el orbe, y que hoy mismo se ob

servara.

Nadie mejor sabia por experiencia la necesidad que de ello babia, pues á él mismo como Arzobispo le vinieron dirigidos dos breves (1) del papa Alejandro VI de primero de setiembre del año 1499, expedidos á solicitud de los celosísimos Reyes Católicos D. Fernando y Doña Isabel para la reforma del clero en que ¡ mala vergüenza! lamentaban que habia curas en España que ni aun sabian gramática; y que así diesen disposicion los prelados de mejorar tan grande lástima, y ver como en adelante hubiesen de estrechar en los exámenes, de modo que siquiera los que hubiesen de ascender á la cura de almas supiesen latin. Cuyas reconvenciones vergonzosas y

(1) Refiérelos el P. Quintanilla y Mendoza en la Vida del Cardenal, lib. 3, cap. 17, pág. 177 al fin. Y añade haber oido él al señor Arzobispo de Toledo el año 1650 por resulta del concurso de curatos que acababa de despachar, que un cura de este tiempo en comparacion de los de aquel, pudiera muy bien ser presidente de un concilio de los de entónces.

la mucha mas vergonzosa experiencia que el propio Cardenal estaba tocando de esta misma verdad á cada paso, fueron para su espíritu pundonoroso y celador otros tantos estímulos que le llevaron á la empresa de aquellos célebres estudios que estableció en Alcalá, y hacen inmortal su nombre.

Esta ignorancia del clero de España no se habia engendrado ahora de pronto; venia de mas atrás. Ella traia origen del corruptismo y lánguido reinado de D. Enrique IV en cuyas licencias honrosas se relajó grandemente no solo la disciplina civil sino la eclesiástica. El concilio Aranditano, provincial de Toledo, celebrado en el año 1473 bajo el arzobispo D. Alonso Carrillo ad reformandos Cleri populique mores, así como fué el término de un reinado disoluto y escénico, así tambien quiso ser un purificatorio donde se lavasen las manchas contraidas en el discurso de aquel teatro de vicios, para entrar con vida nueva en aquel pio, augusto y feliz de los Reyes Católicos D. Fernando y Doña Isabel, iniciado con mejores auspicios.

Quejáronse en él altamente los PP. de que ¡ mala lástima! no habia clérigos en España exaltados á las sagradas órdenes, y no solo esto, sino aun á canonicatos, dignidades y la cura de almas pastoral, cosa mucho mas delicada, cum ars artium (dicen) sit regimen animarum, que ni aun sabian el latin en que estaban escritas las palabras de la consagracion; por lo que toman sus estrechas providencias para adelante, conjurando de lo íntimo de sus almas á los obispos y examinadores puestos en su lugar para que vean que cuenta han de dar á Dios de este desórden, y si por ellos quedase el no apretar en los exámenes y por su omision se introdujesen menos dignos

ministros en la casa del Señor. Véanse allí los cánones 3 y 10, en la Coleccion del Sr. Aguirre y ántes en la de Binio de la edicion de Colon. año 1618, tom. 4, part. 1, pág. 745 y 746 (4).

De modo que es un dolor verle decir al P. Mariana (que para estas pinturas cáusticas solia darle el naipe): "La ignorancia se apoderára de los eclesiásticos en Es<«<paña en tanto grado que muy pocos se hallaban que supiesen latin, dados de ordinario á la gula y deshones<«<tidad, y lo menos mal á las armas. La avaricia se apo«deraba de la iglesia y con sus manos robadoras todo lo << tenia estragado. Comprar los beneficios en otro tiempo « se tenia por simonía, en este por granjería. No enten«dian los Príncipes ciegos y los prelados que esta sa«< crílega manera de contratacion mucho enoja y ofende « á Dios, así bien el disimularlo como el hacerlo. En la junta que se hizo de los eclesiásticos para acudir á lo « que el Legado pedia (que era dinero para su Santidad) <«< se trató de poner remedio á estos daños. Entre otras «< cosas acordaron de hacer instancia con el Papa para << que en las iglesias catedrales se proveyesen por voto << del Obispo y del Cabildo dos canonicatos, el uno á un jurista y el otro á un teólogo. La demanda era tan jus«<tificada que el Padre Santo otorgó con ella, sobre que «< expidió una Bula."

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Tal es la enérgica pintura que este escritor patético nos hace de la lubricidad y la superchería de aquel tiempo, en su Historia de esta nacion, lib. 23, cap. 18 al fin. Y no queremos melancolizarla mas añadiendo otras me

(1) El prólogo está bellamente motivado, y merece leerse mas de una vez.

morias sensibles que podriamos. Baste tocarlo para alabanza sempiterna de los que despues con la mejor educacion y los mejores estudios reformaron un estado tan deplorable, dilatando las ventajas hasta estos nuestros dias.

Hace tambien cierta memoria de honor á nuestra universidad el que en ellas se hubiese enseñado en otro tiempo no solo la lengua griega, sino tambien la Santa tan necesaria para la comprension de las Sagradas Escrituras en sus propias fuentes hebráicas; habiendo mantenido, mientras pudo y lo permitieron los cortos ensanches de sus rentas (cuya estrechez es la causa de que no haya podido poner su competencia á la par de la de Salamanca y Alcalá), dos cátedras de estas lenguas, cuya existencia consta hácia los fines del siglo XVI y principios del próximo pasado XVII con gran fruto, siendo por lo mismo tanto mas doloroso el que hoy nos falte especialmente la última, porque la de griego ya se suple en el modo posible. Y mas cuando sabemos que dentro de Valladolid se está enseñando á puerta cerrada en el colegio de ingleses de San Albano: y á poca providencia que se diesc, seria fácil hacerla salir al teatro público, ó que allí mismo se abriesen las puertas para que participase de este bien el que quisiese concurrir, con algun género de método para horas fijas y otras prevenciones. Las rentas se las ha dado esta nacion por las manos de sus Príncipes benéficos, y á ella fuera justo redundase alguna parte del beneficio. Por muy corto tendrian este sus atertísimos individuos, en comparacion del que desean hacernos mucho mayores.

Finalmente, en gloria de Valladolid y sus estudios, pondré aquí una anécdota, que por tal me parece se puc

de reputar en medio de que se halle impresa. Poco importa lo esté, si el libro donde se encuentra es ya tan raro como pudiera serlo un manuscrito curioso de aquellos que se buscan con linterna, y cuyo hallazgo por lo mismo no suele celebrarse con menos aprecio. Ejusmodi Codices, decia Cano, non semper hominum obveniunt diligentiæ sed fortuna (1). Por que ¿quién habla hoy del Dr. Bernardino Montaña de Monserrat, médico de cámara del Emperador Cárlos V, y de su Sueño Anatómico, dirigido al marqués de Mondejar, impreso en Valladolid año 1551? ¡O qué libro tan excelente! Pluguiera á Dios todos los sueños fueran tan despiertos como este! Para que se vea que no teniamos tan olvidadas por entónces en nuestra ciudad las ciencias de gusto y de importancia que hoy se estiman, este hombre sabio hablando de la diseccion anatómica dice en el proemio, fol 3: "Y porque esta division es dificultosa de hacer como cumple y requiere cirujano sabio y experimentado en ello que la haga, conviene que el cirujano que quiere bien hacella, vaya aprender este ejercicio á las universidades donde se acostumbra de hacer ordinariamente, como en Francia á Mompiller, en Italia á Bolonia, en España á Valladolid, donde agora nuevamente se comienza á hacer muy artificiosamente con auctoridad del Consejo de su Magestad por el Bachiller Rodriguez, cirujano, muy excelente hombre y experimentado en este arte."

Creo firmemente que aunque mi obra no trajera mas utilidad á mis amados ciudadanos, que la de renovarles una noticia tan agradable y tan olvidada que iba ya á

(1) De Locis Theolog., lib. 11, cap. 6, pág. 83, tom. 2.o, Matriti 1764.

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