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PRELIMINARES.

CASI pudiéramos dar principio á esta introduccion con la frase expresiva y enérgica de un distinguido escritor, cuyos trabajos han de ocupar un lugar en las páginas siguientes. FRANCISCO LOPEZ DE GÓMARA, dirigiéndose en 1552 al emperador Cárlos V, le decia en su dedicatoria las siguientes palabras: « La mayor cosa, después de la criacion del mundo, sacando la encarnacion y muerte del que lo crió, es el descubrimiento de las Indias.»

En efecto, dificil, cuando no imposible, es hallar en la historia de la especie humana un acontecimiento comparable al descubrimiento del Nuevo-Mundo, ya en su importancia intrínseca, ya en su influencia sobre las generaciones contemporáneas, ya en la magnitud de los resultados que ofrecia á la posteridad, y que contemplamos ahora con sorpresa y admiracion. Si consideramos este gran suceso bajo los diferentes aspectos que interesan á la humanidad, por todos le verémos tan gigantesco, tan grandioso, que desfallecen las fuerzas necesarias para explicarle debida

mente.

Merced á él, la religion cristiana extiende su benéfico dominio á territorios inmensos, abandonados á la ignorancia y al error; la navegacion sale de los andadores que la sujetaban, y abraza mares desconocidos y tormentosos, llevando el pabellon español á los últimos y mas remotos puntos del globo; las ciencias dilatan su imperio con el conocimiento de nuevos productos animales, vegetales y minerales; y por último, hasta la existencia social de los pueblos que habitaban en el antiguo hemisferio sufre importantes modificaciones y alteraciones de resultas del nuevo mundo revelado á la especie humana por el sublime talento de Colon. A vista pues de tales sucesos, no es extraño que la admiracion se apoderase de los hombres mas eminentes, y que Pedro Mártir de Anglería, sobrecogido de gozo y de sorpresa, escribiese, cuando supo el feliz resultado de la empresa de su ilustre compatriota, estas palabras, dando cuenta de sus sensaciones en ocasion tan solemne á su amigo Pomponio Leto: Prae laetitia prosiluisse te, vixque à lachrymis prae gaudio temperasse quando litteras adspexisti meas, quibus de antipodum orbe latenti hactenus, te certiorem feci, mi suavissime Pomponi, insinuasti. Ex tuis ipse litteris colligo, quid senseris. Sensisti autem, tantique rem fecisti, quanti virum summa doctrina insignitum decuit. Quis namque cibus sublimibus praestari potest ingeniis, isto suavior? Quod condimentum gratius? A me facio conjecturam. Beari sentio spiritus meos, quando accitos alloquor prudentes aliquos ex iis qui ab ea redeunt provintia. Implicent animos pecuniarum cumulis augendis miseri avari, libidinibus obscoeni; nostras nos mentes, postquam Deo pleni aliquando fuerimus contemplando, hujuscemodi rerum noti

tia demulceamus. (Epist. 152 Pomponio Laeto.) « Por tus cartas supe, mi queridísimo Pomponio, que las noticias que te di del descubrimiento del mundo de los antipodas, hasta ahora oculte, causaron en tí tal gozo, que te embargaron la voz y te arrancaron casi lágrimas de alegría; y bien muestras en tus palabras el efecto que este suceso ha hecho en tí, propio de tu mucho saber y profundos estudios. Porque ciertamente, ¿qué mejor manjar puede presentarse á los grandes ingenios? Qué convite mas agradable? De mí sé decir que cuando hablo con las personas discretas que han viajado por aquellas regiones, siento al oirlas un deleite inefable. Gócense los miserables con la idea de acumular inmensos tesoros; los viciosos con los placeres; mientras nosotros, elevando nuestra mente á la contemplacion divina, admiramos su inagotable poder, y recreamos nuestros ánimos con la noticia y conocimiento de cosas tan inauditas y singulares. »

Si la relacion de estos hechos, trasmitida por los testigos de vista, causaba tales efectos en los hombres eminentes de aquel tiempo, fácil es presumir que serian mayores en los que con sus mismos ojos contemplaban aquellas maravillas. El espectáculo de una vegetacion nueva y absolutamente desconocida, de frutas, aves y animales nunca vistos, de accidentes de la naturaleza en una escala á la cual nada que se parezca podia presentar el mundo antiguo; aquellas montañas gigantescas coronadas de eternas nieves, aquellos rios que parecen mares, debieron causar honda impresion en los aventureros ilustrados que, encendidos por el deseo de las riquezas ó por la curiosidad, acometian la empresa de cruzar el Atlántico. Por eso sin duda se observa que desde el principio de la historia del descubrimiento aparecen escritores distinguidos que trasmitian al papel las noticias de cuanto veian, por aquel sentimiento tan natural en el hombre, de comunicar á sus semejantes el fruto de sus trabajos, desvelos y fatigas; sentimiento que toma mayor vuelo cuando los conocimientos adquiridos lo han sido à costa de inminentes riesgos y peligros. Dejando aparte las cartas de Colon, que pueden considerarse como el primer vagido de la historia americana, vemos á Martin Fernandez de Enciso, alguacil mayor de Castilla del Oro, nombre que los primeros descubridores dieron al istmo del Darien, que en 1519 publicó en Sevilla una Summa de geografia, en la que figuran las noticias que entonces se tenian de América, y entre ellas el curiosísimo requerimiento ordenado por los casuistas y teólogos españoles, para que nuestra nacion se hiciese dueña de aquellos territorios inmensos, y la no menos curiosa respuesta del Cacique á dicho requerimiento, en que se contempla con placer la lucha de la recta razon y el buen sentido del salvaje con la argucia, el ingenio y la ambicion del hombre civilizado.

Por el mismo tiempo un compañero de Enciso, el famoso GONZALO FERNANDEZ DE OVIEDO, nombre que no pueden pronunciar sin respeto los labios de todo amante de la historia patria, escribia su grande obra de la Historia general de las Indias, de la que anticipó un breve extracto relativo á la historia natural, que publicó en Toledo en 1527, dando después á luz en Sevilla el primer volúmen en 1555, acogido con tal aceptacion, que se reimprimió en Salamanca en 1547. Suspensa quedó con la muerte de su ilustre autor la publicacion de tan importante trabajo, y los aficionados á estos estudios deploraban esta falta, que el celo de la Academia de la Historia y de algunos particulares dignos de elogio, está llenando, habiendo dado principio á la publicacion integra de la obra de OVIEDO, hecha con los mejores y mas acreditados códices à la vista, y reproduciendo con el grabado los mapas, bosquejos y diseños de frutas, plantas y otros objetos que aquel benemérito historiador consignó en el original de su obra.

Por los años de 1519 y 20 verificó el inmortal FERNANDO CORTÉS la inaudita empresa del descubrimiento y conquista del imperio mejicano; hazaña memorable, donde campean los mas altos talentos militares á la par de los políticos, y que acredita á su autor de uno de los seres mas privilegiados que ha producido la humanidad. Historió él su expedicion, á imitacion de César, justificando que sabia manejar la pluma con el mismo nervio y entereza que la espada; y sus Cartas al Emperador, impresas en esta coleccion, son y serán un testimonio imperecedero de su ánimo resuelto, su heróica constancia en los peligros y su sagaz penetracion para llevar a cabo un he

cho que, si no por la imprenta, calificaria la posteridad de fabuloso, poniéndolo al lado de la expedicion de los argonautas.

No menos digna de atencion es la Historia general de las Indias que, por el tiempo de que va→ mos hablando, escribió en tres gruesos volúmenes el célebre obispo de Chiapa fray Bartolomé de las Casas, y que por razones que penetrará fácilmente el lector ha quedado inédita. Este escritor eminente, objeto de los elogios exagerados de los extranjeros, y de las críticas apasionadas de los propios, es indudablemente uno de los mas notables en su clase, y su obra constituye el mas precioso depósito de noticias relativas à la América en los primeros tiempos de su descubrimiento: sin negar que la vehemencia de su carácter pudo arrastrarle á declaraciones y proyectos poco prudentes y menos meditados; sin desconocer que la violencia de su lenguaje haya podido dar armas á los enemigos de la España para empañar el lustre y las glorias de los memorables hechos de sus hijos, tampoco es justo suscribir á las declamaciones de un falso patriotismo; y la base de las opiniones y conducta de Casas tiene tan noble orígen, que por mucho que se trabaje, no podrá nunca rebajarse del alto puesto que ocupa al apóstol de la religion y la humanidad. Con razon dice un eminente historiador de nuestros dias, que la defensa del hombre de quien hablamos está hecha por el mismo gobierno español, que estableció las inmortales leyes de Indias so→ bre los principios predicados por Casas, á quien en una ocasion calificó el Consejo de Indias de piadoso escritor, á quien no se le debia contradecir, sino comentar y defender».

Dos hechos culminantes aparecen entre los descubrimientos y conquistas de los españoles en el continente americano, y que por su importancia y magnitud son los dos principales episodios de aquella magnífica epopeya : hablamos de las conquistas de los imperios de Méjico y del Perú. Ambas encontraron, no uno, sino varios historiadores, que consagraron sus vigilias á trasmitir á la posteridad la narracion de aquellos hechos portentosos. Hemos citado ya como primer autor en la materia al insigne conquistador HERNAN CORTÉS ; sigue en el órden cronológico, ó mas bien le acompaña, Bernal Diaz del Castillo, natural de Medina del Campo, y autor de la Verdadera historia de la conquista de Nueva-España, en la que tomó una parte activa, como soldado de la expedicion, y que nos dejó en su Historia uno de los monumentos mas singulares y curiosos de su especie; libro, como dice Robertson, único y cual no le posee literatura alguna. Fué su principal objeto combatir á GÓMARA, y esto hace presumir que te escribió después de haber leido su obra y en época bastante posterior á los hechos que refiere. FRANCISCO LOPEZ DE GÓMARA, que fué capellan de la casa del primer marqués del Valle, hombre de grandes estudios y de estilo castizo y candoroso, escribió la Historia general de las Indias, dando cuenta de su naturaleza física y producciones; y además en obra aparte refirió la conquista de Nueva-España, valiéndose de los materiales que le suministraron varios de los conquistadores; por último, algunos de estos emprendieron tambien breves relaciones de tan importante suceso, que han quedado manuscritas: unas, como los Comentarios de Alonso de Ojeda, han desaparecido, sin que pueda hallarse el menor rastro; otras han tenido mejor fortuna, como la escrita por el capitan Andrés de Tapia, amigo y compañero de CORTÉS, que se ha encontrado en la riquísima coleccion de don Juan Bautista Muñoz, existente en la real Academia de la Historia.

No menos escritores cuenta la conquista del Perú: figura á la cabeza de ellos Francisco de Xerez, secretario del marqués Pizarro, que imprimió su relacion en Sevilla el año de 1534, parte original de aquellos sucesos, extendido, por decirlo así, al otro dia del combate y sobre el mismo campo de batalla, y obra digna de atencion, por ser de un testigo presencial de ellos y revestido de la confianza del hombre singular que los dirigia : reimprimióse en Salamanca el año de 1547, y la reprodujo después con algunas alteraciones el consejero don Andrés Gonzalez de Barcia en sus Historiadores primitivos de las Indias Occidentales.

Otro de los conquistadores primitivos del Perú, llamado don Pedro Sancho, escribió tambien una breve relacion, cuyo original castellano desconocemos, pero que insertó Ramusio en su co

HA.

leccion, traducida al latin: estas dos obritas solo alcanzan hasta la muerte de Atahualpa, y son id base principal y las noticias originales de la conquista del Perú, pues tanto Xerez como Sancho se restituyeron á Sevilla en 1534, es decir, muy al principio de los acontecimientos.

Con mas detencion, profundidad y acierto los refirió el contador Agustin de Zárate en su Historia de la conquista del Perú, que imprimió en 1554, y que después se reimprimió en Sevilla, ocupando tambien un lugar en el tomo ш de la coleccion de Barcia; y ciertamente que era acreedor á estas señaladas muestras del aprecio público este trabajo histórico. Su autor, hombre de cuenta y de instruccion, segun Robertson, presenta un cuadro exacto de la conquista y las guerras civiles que la siguieron : como contador real que era, tuvo relaciones con los principales personajes que figuraron en aquel teatro, y noticias exactísimas de cuanto pasaba: fiel al Emperador en los disturbios de los Pizarros, y aficionado á la historia, tuvo que escribirla con reserva y cautela, pues asegura él mismo que á haberse sabido se ocupaba en esta tarea, quizá le hubiera costado la vida su atrevimiento. Volvió por fin á Europa por los Países-Bajos, y publicó la primera edicion de su libro en Ambéres. Sin temor de exageracion puede decirse que la obra de Zárate es quizá el monumento histórico mas bello y acabado que posee nuestra lengua, porque además de un estilo puro y castizo, de una diccion clara, de lo ameno y variado de la materia, y finalmente, de un profundo conocimiento de ella, ostenta en alto grado la sensatez, cordura y veracidad, prendas las mas principales de un escritor de historia.

Por el mismo tiempo dió á luz en Sevilla la primera parte de su Crónica del Perú Pedro Cieza de Leon, escritor poco conocido, pero tal vez el mas digno de atencion de cuantos han tratado del imperio de los Incas: una residencia de veinte y tantos años en aquellas remotas regiones, un conocimiento vasto de sus calidades, producciones y recursos; un estudio concienzudo de las cosas y los hombres de aquel país, le proporcionaron datos que casi puede asegurarse no ha poseido español ninguno de aquellos tiempos; y ciertamente, si hubiese llegado á imprimir las tres partes completas de su obra, difícil seria que compitiese ningun otro escritor con él, ni en la copia de noticias, ni en la suma de hechos importantes, ni en la exacta y completa descripcion de aquella tierra. Por desgracia solo se imprimió un volúmen, que contiene esto último, quedando el resto desconocido ó extraviado; pero tal cual es, la obra de Cieza es la mejor pintura geográfica, natural y física del Perú en aquellos tiempos, y revela sucesos que la timidez ó mala fe de otros historiadores ocultó al público. Esta obra se reimprimió en Ambéres al año siguiente de 1555, y ha tenido la mala suerte de no volver á publicarse después, echándola muy de menos los aficionados á la lectura de las cosas del Nuevo-Mundo.

En 1572 imprimió tambien en Sevilla Diego Fernandez su Historia del Perú, dedicada principalmente á referir las guerras intestinas de los Almagros y Pizarros y la pacificacion de la tierra por el licenciado Pedro de la Gasca. El autor estuvo largos años en América ejerciendo un cargo importante de la magistratura, y es por lo mismo probable adquiriese noticias fidedignas de cuanto refiere, haciéndolo en lenguaje claro, sencillo y natural.

Tales son los trabajos históricos mas conocidos, hechos por los españoles para dar cuenta al mundo sabio de sus empresas en aquel continente: muchos pudiéramos citar todavía que han quedado inéditos, y algunos impresos relativos á expediciones de menor importancia; pero fuera una tarea inútil y pesada la de enumerarlos. Terminado el siglo xvi, continuaron con mayor afan estos estudios, y el inca Garcilaso, Herrera, fray Pedro Simon, Torquemada, el obispo Piedrafita, y otra porcion de escritores distinguidos siguieron la senda abierta por GÓMARA, Bernal Diaz, Zárate y los demás que hemos citado. A proporcion que se extendia la conquista hasta los rinconeş mas apartados del nuevo continente, aumentaban los viajes, relaciones y noticias, formando un ramo especial de literatura, que ha excitado poderosamente la atencion en los tiempos en que vivimos, y que se cultiva con extraordinario esmero y afan en una y otra orilla del mar Atlántico. El progreso intelectual de los Estados-Unidos se hace sentir, si no con la misma actividad,

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