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con bastante fuerza en nuestras antiguas posesiones ultramarinas; las prensas de Méjico, Colombia, Perú, Buenos-Aires y otras ciudades reproducen nuestros antiguos historiadores, y hasta imprimen relaciones primitivas y curiosas que el sistema político adoptado por nuestra patria respecto á las colonias habia condenado á la oscuridad y al silencio.

Mengua fuera para la nacion cuyos hijos acometieron tan ilustres hechos, y los consagraron después con la pluma para leccion y estudio de la posteridad, quedarse atrás en tan noble tarea: harto tiempo hemos descuidado nuestras glorias, ya arrastrados de una pereza y desidia imperdonables, ya ocupados en cuestiones vitales que nos tocaban mas de cerca y en que se interesaban nuestra seguridad, bienestar é independencia; y estas razones de patriotismo, y hasta de decoro, recomiendan altamente una nueva publicacion de nuestros antiguos monumentos literarios, sobre todo de los relativos al memorable descubrimiento y conquista del continente americano. El benemérito y erudito Navarrete abrió este camino publicando las importantes tareas de los navegantes españoles en los siglos xv y xvi: trabajo lleno de interés y hecho concienzudamente, que llamó la atencion de los sabios; pero suspensa aquella obra, todavía quedaban sumidas en el olvido las primeras relaciones de los escritores de América, que, publicadas en el siglo XVI, solo se habian repetido, y eso inexacta é incompletamente, á mediados del xvin.

Persuadido de esto el editor de la BIBLIOTECA DE AUTORES ESPAÑOLES, ha creido que debia dar lugar en ella á los historiadores antiguos y primitivos de América, es decir, á los que escribieron durante el siglo XVI, porque los posteriores mas deben considerarse como imitadores de los primeros que como autores originales. Pero por razones obvias se ha reducido à cierto número el de los que ha de abrazar en su plan, dejando algunos otros por voluminosos, por poco importantes, por desconocidos ó por puestos ya bajo otra jurisdiccion. Inaugurada por la Academia real de la Historia la publicacion de la Historia general, de OVIEDO, parece haber comenzado una serie de trabajos, que continuará con fray Bartolomé de las Casas y otros autores relegados hasta ahora al polvo de los archivos; pero esta publicacion, hecha por un cuerpo oficial con dispendios autorizados en los fondos públicos y condiciones especiales, nada tiene que ver con la que presentamos á nuestros lectores. Mas modesta en sus formas, redúcese solamente á reproducir y entregar al dominio público libros apreciables, pero poco conocidos, y cuya rareza y escasez los. tienen casi del todo apartados de la circulacion literaria.

Fijando los límites en que há de encerrarse la coleccion que emprendemos, debemos decir que comprenderá el primer volúmen las Cartas relaciones de HERNAN CORTÉS, las dos obras de GÓMARA de la Historia general de Indias y Conquista de Mejico, el Sumario de la historia natural de las Indias, de OVIEDO, y los Naufragios y comentarios de ALVAR NUÑEZ Cabeza de Vaca; reservando para un segundo la Conquista de Nueva-España, de Bernal Diaz del Castillo, y las Historias del Perú, de Francisco de Xerez, Pedro Cieza de Leon, y Agustin de Zárate. Con esto quedarán ilustrados los dos hechos principales de la historia del nuevo continente, y cumplido el deseo de los que no quieren ver sepultadas en un eterno olvido estas reliquias de nuestra grandeza política y literaria.

Aquí debiéramos concluir, si no juzgásemos conveniente y aun necesario hacer algunas reflexiones sobre el carácter de nuestras composiciones en prosa relativas à la América, comparán→→ dolas con los poemas que nuestros antepasados compusieron sobre el mismo asunto. Desde luego llama la atencion la superioridad reconocida é indudable de nuestros escritores de América á los que trataron la historia de la metrópoli. No pueden en verdad competir en atractivo, amenidad: y sencillez Mariana, Morales, Sandoval ni Garibay con GÓMARA, Bernal Diaz y otros, ni se ha escrito ninguna época de la historia patria con la claridad y sustancia que Agustin de Zárate desplegó al referir las guerras del Perú: difícil es explicar este hecho, que ninguno negará; si bien puede tener origen en la misma naturaleza de sus respectivas tarcas: los unos escribian lo que veian delante de sus ojos; los otros encontraban el asunto qne debian esclarecer perturbado con las ti

nieblas de los tiempos y la multitud de falsos cronicones que crearon una devocion indiscreta y una piedad ignorante; de manera que mientras aquellos no tenian mas que copiar la imágen de la verdad, estos se fatigaban en desenvolverla de los falsos ornatos con que la habian ataviado el error y la mentira.

No es menos notable el fenómeno que resulta de la comparacion de nuestros prosadores y poetas de América. Ya el ilustre Humboldt, en su Cosmos, ha hecho esta curiosísima observacion, que por poco conocida creemos conveniente repetir, arriesgando, aunque con timidez, alguna explicacion de ella. Al paso que los historiadores descubren alguna vez la impresion que en ellos causaba aquella naturaleza nueva, gigantesca y sublime, apenas se encuentra en ninguno de nuestros poetas el menor vislumbre de este sentimiento, eminentemente poético. La Araucana, de Ercilla, el Cortés valeroso y la Mejicana, de Laso de la Vega, el Arauco Domado, del padre Oña, las Elegias de varones ilustres de Indias, de Castellanos, la Argentina, de Barco Centenera, y otra porcion de escritos métricos, malamente llamados poemas, nada dicen de los efectos que en la imaginacion de sus autores debió causar el espectáculo de un nuevo continente con una vegetacion del todo desconocida; sus inmensos bosques, sus caudalosos rios, sus volcanes, sus cordilleras, cubiertas de eternas nieves, ninguna inspiracion comunicaron á los hombres que, dedicados al culto de las musas, parece deberian mirar con predileccion y cariño las bellezas naturales; y así es que los poemas citados son simplemente relaciones rimadas de los hechos que ocurrian. Si es permitido aventurar alguna conjetura sobre esta circunstancia notable, que invierte, por decirlo así, el carácter é índole de estos dos géneros literarios, parécenos que puede consistir en dos causas: la primera en el sello que imprimió á nuestra poesía la novedad introducida en ella á principios del siglo xvi por los partidarios de la escuela italiana, y la segunda en el modo de ver las cosas los respectivos escritores. Estas indicaciones merecen alguna explicacion, que si bien puede juzgarse ajena del asunto principal que tratamos, no lo es tanto como á primera vista parece, pues conduce en último resultado á demostrar el principal mérito de nuestros historiadores de América.

La alteracion que sufrió la poesía española en la época que hemos citado consistió principalmente en dar toda importancia á las formas, descuidando hasta cierto punto las demás condiciones, y haciéndola de pura imitacion; perdió pues su carácter nativo, su originalidad y frescura, ganando por otra parte en pureza, correccion y elegancia; los ritmos italianos la dieron mayor armonia, y la copia de las ideas y pensamientos clásicos se llevó á tal extremo, que en cualquiera situacion en que se hallase el poeta, su imaginacion le trasladaba á los tiempos mitológicos y á los antiguos imperios de Grecia y Roma. Solo así puede explicarse, por ejemplo, que Ercilla, para entretener á los soldados después de una marcha penosa por las soledades de los Andes, les cuente una noche los amores de Dido y Enéas, en vez de trasmitir á sus lectores los efectos que en su fantasía causaba el grandioso espectáculo que la naturaleza ofrecia á sus ojos; solo así se comprende el olvido de este elemento poderoso de poesía entre los que se dedicaron á celebrar en verso las hazañas de los conquistadores del Nuevo-Mundo.

Si pasamos á los escritores en prosa, hallamos satisfactoriamente explicada la circunstancia de la mayor atencion que prestaron á los objetos naturales: muchas de las relaciones originales son obra de los mismos capitanes y aun soldados: las marchas trabajosísimas que tuvieron que hacer por un país enteramente desconocido, los obstáculos que la naturaleza les oponia, las sierras ásperas y encumbradas que tenian que vencer, los inmensos rios, pantanos y ciénagas que con grandes peligros se vieron obligados á salvar, les hacian forzosamente fijar su atencion en ellos, dándoles algun lugar, y no el menos importante, al referir sus hechos y aventuras. Del mismo modo las diligencias que practicaban para buscar el sustento necesario en ocasiones de escasez y aun hambre, les condujeron como por la mano al exámen y reconocimiento de animales y vegetales, dando principio de este sencillo modo al estudio de las producciones de aquellas tier

ras; y si á esto se añade el estado de exaltacion de los ánimos, arrastrados unos á tamaña empresa por la codicia, otros por el sentimiento religioso, y otros, finalmente, por el ansia de distincion y de gloria, verémos que este mismo calor y entusiasmo pudo dar muy bien cierto colorido poético á narraciones que hoy leemos con interés muy inferior al de los que las extendian en medio de aquella conmocion que naturalmente excita en el hombre un país nuevo, unos pueblos ignorados y una naturaleza que jamás ha conocido.

Desde que GONZALO Fernandez de OVIEDO abrió la puerta al estudio de la historia natural de América con su Sumario breve, impreso en Toledo el año de 1527, trabajo en que incidentalmente se ocuparon GÓMARA, Cieza y de propósito el famoso Francisco Hernandez, entre otros, fué progresando el conocimiento de aquellas regiones, hasta el punto de que á mediados del siglo XVII el talento perspicaz del jesuita Cobo vislumbró ya el sistema ingenioso y pintoresco de la geografia de las plantas, que el insigne Humbold ha desenvuelto con tanta elegancia como verdad en nuestros tiempos. Hé aquí explicado ligeramente el genio de nuestra historia americana, y el atractivo irresistible que proporciona su lectura, aun comparándola con las obras que tratan de la misma materia revestidas con los encantos del verso. Largo tiempo ha pasado desde que HERNAN CORTÉS, GÓMARA y demás autores que nuevamente publicamos cogieron la pluma para comunicar á la posteridad las noticias de aquellos países y sucesos en ellos ocurridos: un aplauso constante y no interrumpido ha galardonado sus tareas; y al darlas á luz después de un olvido casi completo, tenemos fundadas esperanzas de que la generacion actual no les dispensará menos favorable acogida que las pasadas.

NOTICIA

DE LA

VIDA Y ESCRITOS DE FRANCISCO LOPEZ DE GÓMARA.

Son tan escasas las noticias que tenemos de GóMARA, que apenas puede decirse pormenor alguno de su vida; recogiendo, sin embargo, algunos datos de sus mismas obras, y aprovechando las ligeras indicaciones esparcidas en nuestros escritores bibliográficos, vamos á referir en breves palabras cuanto nos ha sido dable inquirir sobre tan distinguido escritor.

FRANCISCO LOPEZ de Gómora ó GómARA, porque de ambos modos le nombran los autores que hablan de él, si bien ha prevalecido el último apellido, nació en Sevilla por los años de 1510, y es extraño por cierto que ninguna mencion haga Ortiz de Zúñiga en sus anales de aquella ciudad, de un hijo suyo tan distinguido, al enumerar en ellos y en el año de 1598, los escritores que ha producido.

Ignoramos absolutamente las circunstancias de los padres de GÓMARA, así como su infancia, y solo sabemos que su familia era distinguida, y que fué enviado á la universidad de Alcalá, célebre entonces y de importancia por el impulso que habia dado en ella á los estudios el gran cardenal Jimenez de Cisneros, celoso promotor de aquellas enseñanzas: es probable que á su salida de la universidad, donde afirman desempeñó con brillantez la cátedra de retórica, se ordenase de sacerdote, y que entonces, y con este sagrado carácter, pasase á Roma, en donde, segun dice él mismo en los capítulos 3.o y 10 de su Historia general de las Indias, trató con intimidad á Saxon Gramático, famoso historiador de Alemania, y al arzobispo de Upsala, Olao Magno, que ilustró las antigüedades y la historia de los pueblos septentrionales, y el cual referia en sus conversaciones á GÓMARA muchas cosas de aquella tierra y navegacion.

A su vuelta de Roma es cuando debió entrar al servicio de Hernan Cortés, ya marques del Va→ lle, como capellan de su casa y familia, es decir, hácia los años de 1540 en que aquel ilustre guer rero se restituyó á la metrópoli; y no parece errada la conjetura de Robertson, que presume comenzase entonces á escribir su Historia de las Indias por complacer á su patrono y favorecedor: para este trabajo se valió de las noticias comunicadas por el mismo Hernan Cortés y por otros conquistadores, de los cuales cita en el capítulo 72 de su Crónica de la conquista de Nueva-España, á Andrés de Tapia y Gonzalo de Umbría; y no le serian de menos auxilio los datos que debieron suministrarle personas eminentes y peritas en las cosas del Nuevo-Mundo, entre ellas Pero Ruiz de Villegas y el famoso navegante Sebastian Gaboto, jueces de la comision de demarcacion de los límites que para distribuir los descubrimientos entre España y Portugal se estableció por consejo del papa Alejandro VI; á quienes asegura alcanzó en vida. Sea como fuere, lo cierto es que, consagrado á esta tarea, la dió término y publicó el año de 1552 en Zaragoza, dedicando la primera parte ó Historia de las Indias al Emperador, y la segunda ó Crónica de la conquista de Nueva-España á don Martin Cortés, hijo y heredero del conquistador. El libro de GÓMARA fué aco→ gido con aplauso, y lo prueban bien las reimpresiones hechas el año siguiente de 1553 en Medinadel Campo, y las de 1554, una en Zaragoza y otra en Ambéres; tampoco dejó de tener aprecio en el extranjero, donde se buscaban con afan noticias de la América, y principalmente por conducto de los españoles, como primeros descubridores de ella. Por esto sin duda se tradujo la obra de GÓMARA al italiano, al francés, y parte de ella al latin.

En medio de las satisfacciones que naturalmente causaria á GÓMARA el éxito brillante de su

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