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poblar y convertir aquella tierra. Estaba entonces Balboa infamado y aborrecido por la informacion y quejas del bachiller Enciso, aunque lo abonaba cuanto podia Zamudio, procurador del Darien; y todos en España estaban mal con aquella tierra de Veragua y Uraba, por haber muerto en ella cerca de mil y quinientos españoles que fueron con Diego de Nicuesa, Alonso de Hoje da, Martin Fernandez de Enciso, Rodrigo de Colmepares y otros. Mas empero con la venida y dicho de Juan de Quicedo y del mesino Colmenares, fué Balboa muy alabado, y la tierra deseada ; y hubo muchos principales caballeros que pidieron al Rey aquella gobernacion y conquista; y si no fuera por Juan Rodriguez de Fonseca, obispo de Burgos, presidente de Indias, la quitaran al Pedrarias, y la dieran á otro. Y certísimo la dieran al Vasco Nuñez de Balboa, si un poco antes llegara á la corte Arbolancha. Dió pues el Rey á Pedrarias muy cumplidos y lleueros poderes; pagó las naos en que llevase mil hombres que pedia Balboa. Mandóle guardar la instruccion de Hojeda y Nicuesa. Entre muchas cosas otras que le encargó, fué la conversion y buen tratamiento de los indios; que no pasase letrados ni consintiese pleitos; que requiriese mucho y solemnemente á los indios con la paz y amistad antes de hacerles guerra; que siempre diese parte de lo que hubiese de hacer al obispo, clérigos y frailes que llevaba. Iba por obispo de la Antigua del Darien Juan Cabedo, fraile francisco, predicador del Rey, que fué el primer perlado de tierra firme de Indias y Mundo Nuevo. Partió Pedrarias de Sanlúcar de Barrameda á 14 de mayo del año de 14, con diez y siete naves y mil y quinientos españoles, los mil y docientos á costa del Rey. Si pudieran caber en ellas, se fueran con él otros mil : tanta gente acudió al nombre de Castilla de Oro. Llevó á su mujer doña Isabel de Bobadilla, y por piloto á Juan Vespucio, florentino, y á Juan Serrano, que habia estado ya en Cartagena y Uraba. Llegó á salvamento con toda su armada al Darien á 21 de junio. Salió Balboa una legua á rescibirlo con todos los españoles, cantando Te Deum laudamus. Hospedóle, contóle cuanto habia hecho y pasado, de que mucho se maravilló y holgó, por hallar buena parte de tierra pacificada, donde poblar á su placer, y después guerrear con los indios; ca llevaba gana de toparse con ellos, que habia estado en Oran y otras tierras de Berbería; pero no lo hizo tan bien como blasonaba. Informóse bien, y comenzó á poblar en Comagre, Tumanama y Pocorosa. Envió á Juan de Ayora con cuatrocientos españoles á Comagre; el cual, por deseo de oro, aperreó muchos indios de don Cárlos Panquiaco, servidor del Rey, amigo de españoles, á quien se debian las albricias del sur. Despojóle tambien á él, y atormentó ciertos caciques, é hizo otras crueldades y demasías, que causaron rebelion de indios y muerte de muchos españoles; de miedo de lo cual huyó con el despojo en una nao, no sin culpa de Pedrarias, que disimuló. Gonzalo de Badajoz fué al Nombre de Dios con ochenta; el cual y Luis de Mercado, que fué allí dende á poco, se fueron á la otra mar, haciendo lo que dirémos, cuando lleguemos á Panamá. Francisco Becerra fué con ciento y cincuenta compañeros al rio de Dabaiba, y volvió las manos en la cabe

za. El capitan Vallejo fué á Caribana con setenta españoles; mas presto se tornó, porque le mataron cuarenta y ocho dellos los caribes flecheros. Bartolomé Hurtado, que fué con buena compañía de españoles á poblar á Acla, pidió indios á Careta, que cristiano se llamó don Fernando, y que servia al Rey por industria de Balboa, y vendióselos después por esclavos. Gaspar de Morales llevó ciento y cincuenta españoles á la mar del Sur, como en su proprio lugar dirémos; y dióse buena maña en la isla de Terarequi á rescatar perlas. Sin estos envió Pedrarias á otros, que poblaron en Santa Marta y en muchas partes. Sucedian las cosas del Gobernador no muy bien, y burlaba dello Balboa, y aun creo que rehusaba su mayoría, como tenia el cargo y título de la mar del Sur. Pedrarias lo apocaba, desminuyendo sus hechos; en fin, que riñeron. Hizolos amigos el obispo Cabedo, y desposóse con hija de Pedrarias, por donde pensaban todos que perseverarian en paz, pues á entrambos así cumplia; mas luego descompadraron de veras. Estaba Balboa en la mar de su adelantamiento para descubrir y conquistar con cuatro carabelejas que labró. Llamóle Pedrarias al Darien. Vino, echólo preso, hízole proceso, condenóló y degollóle con otros cinco españoles. La culpa y acusacion fué, segun testigos juraron, que habia dicho á sus trecientos soldados sé apartasen de la obediencia y soberbia del Gobernador, y se fuesen donde viviesen libres y señores; y si alguno les quisiese enojar, que se defendiesen. Balboa lo negó y lo juró, y es de creer, ca si temiera, no se dejara prender ni pareciera delante del Gobernador, aunque mas su suegro fuera. Juntósele con esto la muerte de Diego de Nicuesa y sus sesenta compañeros, la prision del bachiller Enciso, y que era bandolero, revoltoso, cruel y malo para indios. Por cierto, si no hubo otras causas en secreto, sino estas públicas, á sinrazon le mató. Así acabó Vasco Nuñez de Balboa, descubridor de la mar del Sur, de donde tantas perlas, oro, plata y otras riquezas se han traido á España; hombre que hizo muy grandes servicios á su rey. Era de Badajoz, y á lo que dicen, rufian ó esgrimidor. En el Darien se hizo cabeza de bando, y por su propria auctoridad; anduvo muy devoto en las guerras; fué amado de soldados, y así, les pesó de su temprana muerte, y aun lo echaron menos. Aborrecian á Pedrarias los soldados viejos,.y en Castilla fué reprehendido, y poco a poco removido del gobierno, bien que lo suplicaba él sintiendo disfavor. Pobló Pedrarias el Nombre de Dios y á Panamá. Abrió el camino que van de un lugar á otro, con gran fatiga y maña, por ser de montes muy espesos y peñas. Habia infinitos leones, tigres, osos y onzas, á lo que cuentan, y tanta multitud de monas de diversa hechura y tamaño, que alegres cocaban, y enojadas gritaban de tal manera, que ensordecian los trabajadores. Subian piedras á los árboles y tiraban al que llegaba; y una quebró los dientes á un ballestero, mas cayó muerta; que acertaron á soltar á un tiempo ella la piedra y él la saeta. Santa Marta, de la Antigua del Darien, fué poblada por el bachiller Enciso, alcalde mayor de Hojeda, con voto que hizo dello si venciese á Cemaco, señor de aquel rio. Despoblóse, por ser muy enfermo, húmedo y caliente, tal, que en regando la casa se hacian sapillos;

falto de mantenimientos, subjecto á tigres y á otros animales dañosos y bravos. Poníanse los españoles de color de tericia ó mal amarillo, aunque tambien toman esta color en toda la Tierra-Firme y Perú. Puede ser que del deseo que tienen al oro en el corazon se les haga en la cara y cuerpo aquel color. No es buena tierra para sembrar ; que hay aguaceros y vienen muchos diluvios y avenidas, que anegan lo sembrado. Caen muchos rayos y queman las casas y matan los moradores. Envió el emperador don Cárlos sucesor á Pedrarias, y fué Lope de Sosa, de Córdoba, que á la sazon era gobernador en Canaria; el cual murió en llegando al Darien, año de 20. Fué tras él Pedro de los Rios, tambien de Córdoba, y fuése Pedrarias á Nicaragua. El licenciado Antonio de la Gama fué á tomarle residencia. Proveyeron de gobernador á Francisco de Barrionuevo, un caballero de Soria, que fué soldado en el Boriquen y capitan en la Española contra el cacique don Enrique. Luego fué el licenciado Pero Vazquez, y después el doctor Robles, que administró justicia derechamente; que hasta él poca hubo.

Frutas y otras cosas que hay en el Darien.

Hay árboles de fruta muchos y buenos, como son mamais, guanabanos, hobos y guaiabos. Mamai es un hermoso árbol, verde como nogal, alto y copado, pero algo abusado como ciprés, tiene la hoja mas larga que ancha, y la madera fofa. Su fruta es redonda y grande, sabe como durazno, paresce carne de membrillo, cria tres, cuatro y mas cuescos juntos como pepitas, qué amargan mucho. Guanabo es alto y gentil árbol, y la fruta que lleva es como la cabeza de un hombre; señala unas escamas como piñas, pero llanas y lisas y de corteza delgada; lo de dentro es blanco y correoso como manjar blanco, aunque se deshace luego en la boca, como nata; es sabrosa y buena de comer, sino que tiene muchas pepitas leonadas por toda ella, como badeas, que algo enojan al mascar; es fria y por eso la comen mucho en tiempo caloroso. Hobo es tambien árbol grande, fresco, sano, de sombra; y así, duermen los indios y aun españoles debajo dél, antes que de otros ningunos. De los cogollos hacen agua muy olorosa para piernas y para afeitar, y de la corteza aprieta mucho la carne y cuero; por lo cual se bañan con ella; y aun los caminantes se lavan los piés por ello, y aun porque quita el cansancio. Sale de la raíz, si la cortan, mucha agua y buena de beber. La fruta es amarilla, pequeña y de cuesco como ciruela; tiene poquita carne y mucho hueso; es sana y digestible, mas dañosa para los dientes, por hilillos que tiene. Guayabo es árbol pequeño, de buena sombra y madera; envejece presto. Tiene la hoja laurel, pero mas gorda y ancha. La flor paresce algo de naranjo, y huele mejor que la de jazmin. Hay muchas diferencias de guayabos, y por consiguiente de la fruta, que es como camuesa. Unasson redondas, otras largas, mas todas verdes por de fuera, con unas coronillas como nispolas. Dentro son blancas á rosadas, y de cuatro cuartos, como nuez, con muchos granillos en cada uno. Sazonadas son buenas, aunque agrillas; verdes restriñen como servas; maduras pierden color y sabor; y crian muchos gusanos; hay palmas de ocho ó diez ma

neras; las mas llevan dátiles como huevos, pero de grandes huesos. Son agretes para comer, mas sacan razonables vinos. Hacen los indios lanzas y flechas de palma, por ser tan recias, que sin bender, ni remachar, ni les poner pedernal, entran mucho. Palmas hay que parescen en el tronco cañas de cebollas, mas gordo en medio que á los extremos, en el cual, como es madera floja, anida el pito picando con el pico. Es un pájaro como zorzal, barreado al través, una barra verde y otra negra, que declina en amarillo. Tiene colorado el cogote y algunas plumas de la cola. Españoles lo llaman carpintero; no es mucho ser el pico de quien Plinio cuenta que cava y anida en lo macizo de los árboles; y que, viendo atapado el agujero de su nido, trae cierta yerba, que puesta sobre la piedra ó cuña, la hace saltar por fuerza de su virtud. Otros dicen que el mesmo pito tiene tal propiedad, que cae luego el cuño ó clavo del agujero en tocándole. Hay muchos papagayos y de muchos tamaños, grandísimos y chicos como pájaros, verdes, azules, negros, colorados y manchados,que parescen remendados. Tienen lindo parescer, gorjean mucho, y son de comer. Hay muchos gallipavos caseros y monteses, que tienen grandes papos ó barbas, como gallos, y las mudan de muchas colores. Morciélagos hay tamaños como gangas, que muerden reciamente á prima noche; matan los gallos, que pican en la cresta, y aun dicen que hombres. El remedio es lavar la llaga con agua de la mar ó darle algun boton de fuego. Hay muchas garrapatas y chinches con alas, lagartos de agua ó crocodillos, que comen hombres, perros y toda cosa viva. Puercos derrabados, gatos rabudos, y los animales que enseñan á sus hijos para correr. Vacas mochas y que siendo patihendidas, parescen mulas, con grandes orejas, y tienen, á lo que dicen, una trompilla como elefante. Son pardas y buena carne. Hay onzas, si lo son las que así llaman españoles, y tigres muy grandes, animal fiero y carnicero si lo enojan; pero de otra manera es medroso y pesado en correr. Los leones no son tan bravos como los pintan, ca muchos españoles los han esperado y muerto en el campo uno á uno, y los indios tenian á sus puertas muchas cabezas y pieles dellos por valentía y grandeza.

Costumbres de los del Darien.

Son los indios del Darien y de toda la costa del golfo de Uraba y Nombre de Dios, de color entre leonado y amarillo, aunque, como dije, se hallaron en Cuareca negros como de Guinea. Tienen buena estatura, pocas barbas y pelos fuera de la cabeza y cejas, en especial las mujeres. Dicen que se los quitan y matan con cierta yerba y polvos de unas como hormigas; andan desnudos en general, principalmente las cabezas. Traen metido lo suyo en un caracol, caña ó cañuto de oro, y los compañeros de fuera. Los señores y principales visten mantas de algodon, á fuer de gitanas, blancas y de color. Las mujeres se cubren de la cinta á la rodilla, y si son nobles hasta el pié. Y estas tales traen por las tetas unas barras de oro, que pesan algunas docientos pesos, y que están primamente labradas de flores, peces, pájaras y otras cosas relevadas. Traen

Concluyen los pleitos en tres dias, y hay justicia ejecutoria. Entiérranse generalmente todos, aunque en algunas tierras, como la de Comagre, desecan los cuerpos de los reyes y señores al fuego poco a poco hasta consumir la carne. Asanlos, en fin, después de muertos, y aquello es embalsamar. Dicen que duran así mucho; atavíanlos muy bien de ropa, oro, piedras y pluma; guárdanlos en los oratorios de palacio colgados ó arrimados á las paredes. Hay agora pocos indios, y aquellos son cristianos. La culpa de su muerte cargan á los gobernadores, y la crueldad á los pobladores, soldados, y capitanes.

Cenu.

Cenu es rio, lugar y puerto grande y seguro. El pueblo está diez leguas de la mar; hay en él mucha contra

de vaciadizo y doran con yerba. Cogen oro en do quieren, y cuando llueve mucho paran redes muy menudas en aquel rio y en otros, y á las veces pescan granos como huevos, de oro puro. Descubriólo Rodrigo de Bastidas, como dije, el año de 2. Juan de la Cosa entró en él dos años después, y en el año de 9 aconteció lo siguiente al bachiller Enciso, yendo tras Alonso de Hojeda; el cual echó gente allí para rescatar con los naturales, y tomar lengua y muestra de la riqueza de aque→ lla tierra. Vinieron luego muchos indios armados con dos capitanes en son de pelear. Enciso hizo señas de paz, y hablóles por una lengua que Francisco Pizarro Hlevaba de Uraba, diciendo cómo él y aquellos sus compañeros eran cristianos españoles, hombres pacíficos, y que habiendo navegado mucha mar y tiempo, traian necesidad de vituallas y oro. Por tanto, que les rogaba se lo diesen á trueco de otras cosas de mucho precio, y que nunca ellos las habian visto tales. Respondieron que bien podia ser que fuesen hombres de paz, pero que no traian tal aire; que se fuesen luego de su tierra, ca ellos no sufrian cosquillas, ni las demasías que los extranjeros con armas suelen hacer en tierras ajenas. Replicóles entonces él que no se podia ir sin

ellas, y aun ellos, cercillos en las orejas, anillos en las narices y bezotes en los bezos. Casan los señores con cuantas quieren, los otros con una ó con dós, y aquella, no hermana ni madre ni hija. No las quieren extranjerus ni desiguales. Dejan, truecan y aun venden sus mujeres, especial si no paren; empero es el divorcio y apartamiento estando ella con su camisa, por la sospecha del preñado. Son ellos celosos, y ellas buenas de su cuerpo, segun dicen algunos. Tienen mancebías públicas de mujeres, y aun de hombres en muchos cabos, que visten y sirven como hembras sin les ser afrenta, antes seexcusan por ello, queriendo, de irá la guerra. Las mozas que yerran, echan la criatura con yerbas que para ello comen, sin castigo ni vergüenza. Múdanse como alárabes, y esta debe de ser la causa de haber chicos pueblos. Andan los señores en mantas á hom-tacion de sal y pesca. Gentil platería de indios. Labran bros de sus esclavos, como en andas; son muy acatados; ultrajan mucho los vasallos; hacen guerra justa é injustamente sobre acrecentar su señorío. Consultan las guerras los señores y sacerdotes sobre bien borrachos é encalabriados con humo de cierta yerba. Van muchas veces con los maridos á pelear las mujeres, que tambien saben tirar de un arco, aunque mas deben ir para servicio y deleite. Todos se pintan en la guerra, unos de negro y otros de colorado como carmesí. Los esclavos de la boca arriba, y los libres de allí abajo. Si caminando se cansan, jásanse de las pantorrillas con lancetas de piedra, con cañas ó colmillos de culebras, ó lábanse con agua de la corteza del hobo. Las armas que tienen son arco y flechas, lanzas de veinte palmos, dardos con amiento, cañas con lengua de palo, bueso de animal ó espina de peces, que mucho enconan la herida, porras y rodelas; casquetes no los han menester, que tienen las cabezas tan recias, que se rompe la espada dando en ellas; y por eso ni les tiran cuchilladas ni se dejan topetar. Llevan en ellas grandes penachos por gentileza. Usan atabales para tocar al arma y ordenanza, y unos caracoles que suenan mucho. El herido en la guerra es hidalgo y goza de grandes franquezas. No hay espía que descubra el secreto, por mas tormentos que le dén. Alles decir primero á lo que venia. Hízoles un largo sercaptivo de guerra señalan en la cara, y le sacan un diente de los delanteros. Son inclinados á juegos y hurtos; son muy haraganes. Algunos tratan yendo é veniendo á ferias. Truecan una cosa por otra, que no tienen moneda. Venden las mujeres y los hijos. Son grandes pescadores de red todos los que alcanzan rio y mar; ca se mantienen así sin trabajo y con abundancia. Nadan mucho y bien, hombres y mujeres. Acostumbran á lavarse dos ó tres veces al dia, especial ellas, que van por agua; ca de otra manera hederian á sobaquina, segun ellas confiesan. Los bailes que usan son areitos, y los juegos pelota. La medicina está en los sacerdotes, como la religion; por lo cual, y porque hablan con el diablo, son en mucho tenidos. Creen que hay un Dios en el cielo, pero que es el sol, y que tiene por mujer á la luna; y así, adoran mucho estos dos planetas. Tienen en mucho al diablo, adóranle y píntanle como se les aparece, y por esto hay muchas figuras suyas. Su ofrenda es pan, humo, frutas y flores, con gran devocion. El mayor delito es hurto, y cada uno puede castigar al ladron que hurta maíz, cortándole los brazos y echándoselos al cuello.

mon, que tocaba su conversion á la fe y baptismo, muy
fundado en un solo Dios, criador del cielo y de la tierra
y de los hombres; y al cabo dijo cómo el santo padre de
Roma, vicario de Jesucristo en toda la redondez de la
tierra, que tenia mando absoluto sobre las almas y la re-
ligion, habia dado aquellas tierras al muy poderoso rey
de Castilla, su señor, y que iba él á tomar la posesion
dellas; pero que no les echaria de allí, si querian ser
cristianos y vasallos de tan soberano príncipe, con
algun tributo de oro que cada un año le diesen. Ellos
dijeron á esto, sonriéndose, que les parecia bien lo
de un Dios, mas que no querian disputar, ni dejar
su religion; que debia ser muy franco de lo ajeno
el Padre Santo, ó revoltoso, pues daba lo que no era
suyo; y el Rey, que era algun pobre, pues pidia, y al-
gun
atrevido, que amenazaba á quien no conocia; y
que llegase á tomarles su tierra, y porníanle la cabeza
en un palo á par de otros muchos enemigos suyos, que
le mostraron con el dedo junto al lugar. Requirióles otra
y muchas veces que lo recibiesen con las condiciones
sobredichas, si no, que los mataria ó prenderia por escla-

Santa Marta.

Rodrigo de Bastidas, que descubrió á Santa Marta, la gobernó tambien; fué á eso el año de 24, pobló y con

vos para vender. Pelearon por abreviar, y aunque murieron dos españoles con flechas enhervoladas, mataron muchos, saquearon el lugar y captivaron muchas personas. Hallaron por las casas muchas canastas y espuer-quistó buenamente, que le costó la vida; ca se enojaron tas de palma llenas de cangrejos, caracoles sin cáscara, cigarras, grillos, langostas de las que destruyen los pa- | nes, secas y saladas, para llevar mercaderes la tierra adentro, y traer oro, esclavos y cosas de que carecen.

Cartagena.

Juan de la Cosa, vecino de Santa María del Puerto, piloto de Rodrigo de Bastidas, armó el año de 4 cuatro carabelas con ayuda de Juan de Ledesma, de Sevilla, y de otros, y con licencia del Rey, porque se ofreció á domar los caribes de aquella tierra. Fué pues á desembarcar á Cartagena, y creo que halló allí al capitan Luis Guerra, y entrambos hicieron la guerra y mal que pudieron; saltearon la isla de Codego, que cae á la boca del puerto. Tomaron seiscientas personas, discurrieron por la costa, pensando rescatar oro, entraron en el golfo de Uraba, y en un arenal halló Juan de la Cosa oro, que fué lo primero que de allí se presentó al Rey. Llevaban muy llenos de gente los navios, dieron vuelta á Santo Domingo, que ni hallaban rescate ni mantenimiento. Alonso de Hojeda fué allá dos veces, y la postrera le mataron setenta españoles; y él, como ya estaban dados los caribes por esclavos, cogió la gente, oro y ropa que pudo. Pedro de Heredia, natural de Madrid, pasó á Cartagena por gobernador, el año de 32, con cien españoles y cuarenta caballos, en tres carabelas bien artilladas y bastecidas. Pobló y conquistó; mató indios y matáronle españoles en el tiempo que gobernó. Tuvo émulos y pecados, por donde vinieron á España él y un su hermano presos; y anduvieron fatigados muchos años tras el consejo de Indias en Valladolid, Madrid y Aranda de Duero. Nombráronla así los primeros descobridores, porque tiene una isla en el puerto como nuestra Cartagena, aunque mayor, y que se dice Codego. Es larga dos leguas, y ancha media. Estaba muy poblada de pescadores cuando los capitanes Cristóbal y Luis Guerra y Juan de la Cosa la saltearon, Los hombres y mujeres desta tierra son mas altos y hermosos que isleños. Andan desnudos como nacen, aunque se cubren ellas la natura con una tira de algodon, y usan cabellos largos. Traen cercillos de oro, y en las muñecas y tobillos cuentas, y un palillo de oro atravesado por las narices, y sobre las tetas bronchas. Ellos se cortan el cabello encima de las orejas, no crian barbas, aunque hay hombres barbados en algunas partes. Son valientes y belicosos. Précianse mucho del arco; tiran siempre con yerba al enemigo y á la caza. Pelea tambien la mujer como el hombre. Una tomó presa el bachiller Enciso, que siendo de veinte años, habia muerto ocho cristianos. En Chimitao van las mujeres á la guerra con uso y rueca; comen los enemigos que matan, y aun hay muchos que compran esclavos para comérselos. Entiér→ ranse con mucho oro, pluma y cosas ricas, sepultura se halló en tiempo de Pedro de Heredia que tuvo veinte y cinco mil pesos de oro. Hay mucho cobre, oro no tanto, ca lo traen de otras partes por rescate y trueco de cosas, Los indios que bay son cristianos, tienen su obispo.

dél los soldados en Tarbo, pueblo rico, porque no se lo dejó robar. Enojados pues y descontentos, murmuraban dél terriblemente, diciendo que queria mas para los indios que para ellos; entró ambicion en Pedro de Villafuerte, nacido en Ecija, á quien Bastidas honraba mucho y procuraba de levantar, y á quien confiaba sus secretos y hacienda; el cual pensaba que muriendo Bastidas, se quedaria él por gobernador, pues tenia la mano en los negocios, así de guerra como de justicia, por la gota y otros males de Bastidas. Con este pensamiento tentó á ciertos soldados, y como los halló aparejados para seguir su voluntad, propuso de matarlo. Juramentóse con cincuenta españoles, de los cuales eran los principales Montesinos de Librija, Montalvo de Guadalajara y un Porras; fué con ellos una noche á casa del gobernador Bastidas, y dióle cinco puñaladas en su propia cama, estando durmiendo, de que al cabo murió. Después fueron gobernadores los adelantados de Tenerife, don Pedro de Lugo y su hijo don Alonso Luis de Lugo, que se hubo en la provincia como suelen codiciosos. Alonso de Hojeda pacificó al cacique Jaharo mucho antes que fuese á Uraba, al cual robó Cristóbal Guerra, á quien después mataron indios. Yendo Pedrarias de Avila por gobernador al Darien, quiso tomar puerto, tierra y lengua aquí. Juntó los navíos á la costa por asegurar la gente que salia en los bateles, acudieron muchos indios á la marina con armas para defender la tierra escarmentados de semejantes navíos y hombres, ó arregostados á la carne de cristianos. Comenzaron á chiflar y tirar flechas, piedras y varas á las naos; encendidos en ello, entraban en el agua hasta la cinta; muchos descargaron sus carcajes nadando : tanta es su braveza y ánimo. Empavesáronse muy bien los nuestros, por miedo de la yerba, y aun con todo eso fueron heridos dos españoles, que después murieron dello; jugaron en los indios la artillería, con que hicieron mas miedo que daño, ca pensaban que de las naos salian truenos y relámpa➡ gos como de nubes. Tuvo Pedrarias consejo si saldrian á tierra ó á la mar; hubo diversos pareceres. Al fin pudo mas la honrada vergüenza que la sabia cobardía; salieron á tierra, echaron de la marina á los indios, y luego ganaron el pueblo y mucha ropa, oro, niños y mujeres. Cerca de Santa Marta es Gaira, donde mataron cincuenta y cinco españoles á Rodrigo de Colmenares. Hay en Santa Marta mucho oro y cobre que doran con cierta yerba majada y esprimida; fregan el cobre con ella y súcanlo al fuego tanto mas color toma cuanto mas yerba le dan, y es tan fino, que engañó muchos españoles al principio. Hay ámbar, jaspe, calcidonias, zafis, esmeraldas y perlas; la tierra es fértil y de regadío, multiplica mucho el maíz, la yuca, las batatas y ajes. La yuĉa que en Cuba, Haiti y las otras islas es mortal estando cruda, aquí es sana; cómenka cruda, asada, cocida, en cazuela ó potajes, y como quiera es de buen sabor; es planta, y no simiente; hacen unos montones de tierra grandes y en bila, como cepas de viñas. Hincan en cada uno dellos los palos de yuca que les parece, dejando la

mitad fuera; prenden estos palos, y lo que cubre la tierra hacese como nabo galiciano, y es el fruto lo que no cubre; crece un estado, mas o menos. La caña es maciza, gorda y ñudosa, pardisca, la hoja es verde y que parece de cáñamo; es trabajosa de sembrar y escardar, pero segura y cierta, por ser raíz; tarda un año á venir, y si la dejan dos es mejor; los ajes y batatas son casi una misma cosa en talle y sabor, aunque las batatas son mas dulces y delicadas. Plántanse las batatas como là yuca, pero no crecen asi; ca la rama no se levanta del suelo mas que la de rubia, y echa la hoja á manera de yedra; tardan medio año á sazonarse para ser buenas; saben á castañas con azúcar ó á mazapan; hay muy gran ejercicio de pescar con redes y de tejer algodon y pluma; por causa destos dos oficios se hacian gentiles mercados. Précianse de tener sus casas bien aderezadas con esteras de junco y palma, teñidas ó pintadas; paramentos de algodon y oro y aljófar, de que mucho se maravillaron nuestros españoles; cuelgan en las puntas de las camas sartas de caracoles marinos para que suenen. Los caracoles son de muchas maneras y gentiles, muy grandes y mas resplandecientes y finos que nácar. Van desnudos, pero cubren lo suyo en unos como embudos de calabaza ó canutillos de oro; ellas se ciñen unos delantales; las señoras traen en las cabezas unas como diademas de pluma grandes, de las cuales cuelgan por las espaldas un chia hasta medio cuerpo. Parecen muy bien con ellas, y mayores de lo que son, y por eso dicen que son dispuestas y hermosas; no son menores las indias que las mujeres de acá, sino que como no traen chapines de á palmo ni de palmo y medio como ellas, ni aun zapatos, parecen chicas. La obra de las diademas tiene arte y primor; las plumas son de tantas colores y tan vivas, que atraen mucho la vista; muchos hombres visten camisetas estrechas, cortas y con medias mangas. Ciñen faldillas hasta los tobillos, y atan al pecho unas capitas. Son muy putos y précianse dello; ca en los sartales que traen al cuello ponen por joyel al dios Priapo, y dos hombres uno sobre otro por detrás, relevados de oro : tal pieza de aquestas hay que pesa treinta castellanos. En Zamba, que los indios dicen Nao, y en Gaira, crian los putos cabello y atapan sus vergüenzas como mujeres, que los otros traen coronas como frailes; y así, los llaman coronados; las que guardan virginidad allí siguen mucho la guerra con arco y aljaba; van á caza solas y pueden matar sin pena al que se lo pide. Caponan los niños porque enternezcan para comer; son estos de Santa Marta caribes, comen carne humana, fresca y cecinada, hincan las cabezas de los que matan y sacrifican, á las puertas por memoria, y traen los dientes al cuello (como sacamuelas) por bravosidad, y cierto ellos son bravos, belicosos y crueles; ponen por hierro en las flechas hueso de raya, que de suyo es enconado, y úntanlo con zumo de manzanas ponzoñosas ó con otra yerba, hecha de muchas cosas, que hiriendo mata. Son aquellas manzanas del tamaño y color que nuestras magrillas; si algun hombre, perro ó cualquier otro animal come dellas, se les vuelven gusanos, los cuales en brevísimo tiempo crecen mucho y comen las entrañas sin que haya remedio, á lo menos muy poco; el árbol que las produce es grande, comun,

y de tan pestilencial sombra, que luego duele la cabeza al que se pone á ella. Si mucho se detiene allí, hínchasele la cara y túrbasele la vista, y si duerme, ciega; morian, y aun rabiando, los españoles heridos della, como no sabian ningun remedio, aunque algunos sanaban con cauterios de fuego y agua de mar. Los indios tienen otra yerba que con el zumo de su raíz remedia la ponzona desta fruta y restituye la vista y cura todo mal de ojos. Esta yerba que hay en Cartagena, dicen que es la hipérbaton con que Alejandro sanó á Ptolomeo, y poco há se conoció en Cataluña por industria de un esclavo moro, y la llaman escorzonera.

Descubrimiento de las esmeraldas.

Para ir á la nueva Granada entran por el rio que llaman Grande, diez ó doce leguas de Santa Marta al poniente. Estando en Santa Marta el licenciado Gonzalo Jimenez, teniente por el adelantado don Pedro de Lugo, gobernador de aquella provincia, subió el rio Grande arriba por descubrir y conquistar en una tierra que nombró Sant Gregorio. Diéronle ciertas esmeraldas; preguntó de dónde las habian, y fuése al rastro dellas; subió mas arriba, y en el valle de los alcázares, se topó con el rey Bogotá, hombre avisado, que por echar de su tierra los españoles, viéndolos codiciosos y atrevidos, dió al licenciado Jimenez muchas cosas de oro, y le dijo cómo las esmeraldas que buscaba estaban en tierra y señorío de Tunja. Tenia Bogotá cuatrocientas mujeres, y cada uno de su reino podia tomar cuantas pudiese tener, pero no habian de ser parientas; todas se habian muy bien, que no hacian poco. Era Bogotá muy acatado, ca le volvian las espaldas por no le mirar á la cara, y cuando escupia se hincaban de rodillas los mas principales caballeros á tomar la saliva en unas tohallas de algodon muy blancas, porque no tocase á tierra cosa de tan gran príncipe; allí son mas pacíficos que guerreros, aunque tenian guerra muchas veces con los panches. No tienen yerba ni muchas armas, justifícanse mucho en la guerra que toman, piden respuesta del succeso della á sus ídolos y dioses, pelean de tropel, guardan las cabezas de los que prenden; idolatran reciamente, especial en bosques; adoran el sol sobre todas las cosas; sacrifican aves, queman esmeraldas y sahuman los ídolos con yerbas. Tienen oráculos de dioses, á quien piden consejo y respuesta para las guerras, temporales, dolencias, casamientos y tales cosas; pónense para esto por las coyunturas del cuerpo unas yerbas que llaman jop y osca, y toman el humo. Tienen dieta dos meses al año, como cuaresma, en los cuales no pue→ den tocar á mujer ni comer sal; hay unos como monesterios donde muchas mozas y mozos se encierran ciertos años. Castigan recio los pecados públicos, hurtar, matar y sodomía, que no consienten putos; azotan, desorejan, desnarigan, ahorcan, y á los nobles y honrados cortan el cabello por castigo, ó rásganles las mangas de las camisetas; visten sobre las camisetas ropas que ciñen, pintadas de pincel. Traen en las cabezas, ellas guirlandas, y los caballeros cofias de red ó bonetes de algodon; traen cercillos y otras joyas por muchas partes del cuerpo; mas han primero de estar en monesterio. Heredan los hermanos y sobrinos, y no los

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