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ta que cae entre las Órcades y Fare, algo salida al ocidente, y en setenta y siete grados, bien que Tolomeo no la situa tan alto. Está Islandia 'cuarenta leguas de Fare, sesenta de Thile, y mas de ciento de las Órcades. A la parte setentrional de Islandia está Gruntlandia, isla muy grande, la cual está cuarenta leguas de Laponia, y pocas mas de Finmarchia, tierra de Scandinavia, en Europa. Son valientes los grutlandeses, y lindos hombres; navegan con navíos cerrados por arriba, de cuero, por temor del frio y de peces. Está Gruntlandia, segun dicen algunos, cincuenta leguas de las Indias, por la tierra que llaman del Labrador. No se sabe aun si aquella tierra se continúa con Gruntlandia, ó si hay en medio estrecho. Si toda es una tierra, vienen á estar juntos los dos orbes del mundo por cerca del norte ó por bajo, pues no hay mas de cuarenta ó cincuenta leguas de Finmarchia á Gruntlandia; y aunque haya estrecho, son harto vecinos, pues de Tierra del Labrador no hay, segun comun dicho de navegantes, sino cuatrocientas leguas al Fayal, isla de los Azores, y quinientas á Irlanda y seiscientas á España.

trujeron al mesmo rey Tolomeo un indio presentado | yor y mas setentrional. Thile propriamente és una isleque habia aportado allí. Comprueba tambien esta nave→ gacion de Cáliz á la India el rey Juba, segun dice Solino, y siempre fué tan celebrada como notable, aunque no tanto como al presente; y como se hace por tierra caliente, no es muy trabajosa. Navegar de la India á Cáliz por la otra parte del norte, que hay grandísimos frios, és el trabajo y peligro. Y así, no hay memoria entre antiguos que haya venido por allí mas de una nave, que, segun Mela y Plinio escriben, refiriendo á Népos Cornelio, vino á parar en Alemaña, y el rey de los suevos, que algunos llaman sajones, presentó ciertos indios della á Quinto Metelo Celer, que á la sazon gobernaba en Francia por el pueblo romano. Si ya no fuesen de Tierra del Labrador y los tuviesen por indianos, engañados en el color; ca tambien dicen cómo en tiempo del emperador Federico Barbaroja aportaron á Lubec ciertos indios en una canoa. El papa Enéas Silvio dice que tan cierto hay mar sarmático y scítico, como germánico y índico. Agora hay mucha noticia y experiencia cómo se navega de Noruega hasta pasar por debajo el mesmo norte, y continuar la costa hacia el sur, la vuelta de la China. Olao Godo me contaba muchas cosas de aquella tierra y navegacion.

Mojones de las Indias por hacia el norte.

La tierra que Indias llamamos es tambien isla como esta nuestra. Comenzaré su sitio por el norte, que es muy cierta señal. Y contaré por grados, que es lo mejor y lo usado. No mido ni costeo la Europa, Africa y Asia, porque lo han hecho muchos. Los mojones 6 aledaños que mas cerca y mas señalados tienen por esta parte setentrional, son Islanda y Gruntlandia. Islandia es una isla de casi cien leguas, puesta en setenta y tres grados de altura, y aun, segun quieren algunos, en mas, diciendo durar allí un dia casi dos meses de los nuestros. Islandia suena isla ó tierra helada; y no solamente se hicla el mar al rededor della, empero cargan dentro de la isla tantas heladas y tan recias, que brama el suelo y paresce que gimen hombres; y así, piensan los isleños estar allí el purgatorio ó que atormentan algunas almas. Hay tres montes extraños, que lanzan fuego por el pié, estando siempre nevada la cumbre; y cerca del uno dellos, que se dice Hecla, sale un fuego que no quema la estopa, y arde sobre agua, consumiéndola. Hay tambien dos fuentes notables, una que mana cierto licor como cera, y otra de agua hirviendo, que convierte en piedra lo que dentro echan, quedándose en su propria figura. Son blancos los osos, raposos, liebres, halcones, cuervos, y otras aves y animales así. Cresce tanto la yerba, que la rozan para que pazca bien el ganado, y aun lo sacan del pasto porque no reviente de gordo. La lana es grosera, y la manteca buena y macha. La cual, y el pescado, son principal mantenimiento de la gente. Andan por allí muchas ballenas, y tan endiabladas, que ponen las nãos en rebato. Tienen hecha una iglesia de costillas y huesos dellas y de otros grandes peces. Los islandeses son muy altos y tragones. Algunos piensan que Islandia es la Thile, isla final de lo que romanos supieron, hácia el norte; mas no es, que Islandia há poco tiempo que se descubrió, y es may

El sitio de las Indias.

Lo mas setentrional de las Indias está en par de Gruntlandia y de Islandia. Corre docientas leguas de costa, aun no está bien andada, hasta rio Nevado. De rio Nevado, que cae á sesenta grados, hay otras docientas leguas hasta la bahía de Malvas; y toda esta costa casi está en los mesmos sesenta grados, y es lo que llaman Tierra del Labrador, y tiene al sur la isla de los Demonios. De Malvas á cabo de Marzo, que está en cincuenta y seis grados, hay sesenta leguas. De allí á cabo Delgado hay cincuenta leguas. Desde cabo Delgado, que cae en cincuenta y cuatro grados, sigue la costa docientas leguas por derecho de poniente, hasta un gran rio dicho Sant Lorenzo, que algunos lo tienen por brazo de mar, y lo lan navegado mas de docientas leguas arriba; por lo cual muchos lo llamaron el estrecho de los Tres Hermanos. Aquí se hace un golfo como cuadrado, y boja de Sant Lorenzo hasta la punta de Bacallaos harto mas de docientas leguas. Entre aquesta punta y cabo Delgado están muchas islas bien pobladas, que lla man Cortes Reales, y que cierran y encubren el golfo Cuadrado, lugar en esta costa muy notable para señal y descanso. Desde la punta de Bacallaos ponen ochocientas y setenta leguas á la Florida, contando así: de la punta de Bacallaos, que cae á cuarenta y ocho grados y medio, hay setenta leguas de costa á la bahía del rio. De aquesta bahía, que está en algo mas de cuarenta y cinco grados, hay otras setenta leguas á otru bahía que Haman de los Isleos, y que está en menos de cuarenta y cuatro grados. De la bahía de Isleos ário Fondo hay setenta leguas, y dél á otro rio, que dicen de las Gamas, hay otras setenta leguas, y están ambos rios en cuarenta y tres grados. Del rio de Gamas hay cincuenta leguas al cabo de Santa María, del cual hay cerca de cuarenta leguas al cabo Bajo, y de allí al rio de Sant Anton cuentan otras mas de cien leguas. Del rio de Sant Anton bay ochenta leguas por la costa de una ensenada bastá el cabo de Arenas que está en casi treinta y nueve grados,

De Arenas al puerto del Principe hay mas de cien leguas, y dél al rio Jordan setenta, y de allí al cabo de Santa Elena, que cae en treinta y dos grados, hay cuarenta. De Santa Elena á rio Seco bay otras cuarenta. De rio Seco, que está en treinta y un grados, hay veinte leguas á la Cruz; é de allí al Cañaveral cuarenta; é de la punta del Cañaveral, que cae á veinte y ocho grados, hay otras cuarenta hasta la punta de la Florida. Es Ja Florida una lengua de tierra metida en la mar cien leguas, y derecha al sur. Tiene de cara, y á veinte y cinco leguas, la isla de Cuba y puerto de la Habana, y hácia levante las islas Bahama y Lucaya, é por ser parte muy señalada, descansamos en ella. La punta de la Florida, que cae en veinte y cinco grados, tiene veinte leguas de largo, é della hay cien leguas ó mas hasta el ancon Bajo, que cae cincuenta leguas de rio Seco leste Deste, que son la anchura de la Florida. Del ancon Bajo ponen cien leguas al rio de Nieves, é dél á otro rio de Flores mas de veinte. Del rio de Flores hay setenta leguas á la bahía del Espíritu Santo, á quien llaman por otro nombre la Culata, que boja treinta leguas. Desta bahía, que está en veinte y nueve grados, bay mas de setenta leguas al rio de Pescadores. De Pescadores, que cae á veinte y ocho grados y medio, hay cien leguas hasta el rio de las Palmas, por cerca del cual atraviesa el trópico de Cancro. Del rio de Palmas al rio Pánuco Jay mas de treinta leguas, é de allí á la Villarica ó Ve-racruz setenta leguas. Queda en este espacio Almería. De la Veracruz, que cae en diez y nueve grados, hay mas de treinta leguas al rio de Albarado, que los indios Hlaman Papaloapan. Del rio de Albarado al de Coazacualco ponen cincuenta leguas; de allí al rio de Grijalva hay mas de cuarenta, y están los dos rios en poco menos de diez y ocho grados. Del rio Grijalva al cabo Redondo hay ochenta leguas de costa, y están en ella Champoton y Lázaro. De cabo Redondo al cabo de Cotoche ó Yucatan cuentan noventa leguas, y está en cerca de veinte y un grados. De manera que hay novecientas leguas de costa desde la Florida á Yucatan, que es otro promontorio que sale de tierra hacia el norte, y cuanto mas se mete al agua, tanto mas ensancha y retuerce. Tiene á sesenta leguas la isla de Cuba, que le cae al oriente, la cual casi cierra el golfo que hay entre la Florida y Yucatan, á quien unos llaman golfo Mejicano, otros Florido, y otros Cortés. Entra la mar en este golfo por entre Yucatan y Cuba con muy gran corriente, é sale por entre Cuba y la Florida, é nunca es al contrario. De Cotoche ó Yucatan hay ciento y diez leguas al rio Grande, y quedan en el camino la punta de las Mujeres y la bahía de la Ascension. De rio Grande, que cae á diez y seis grados y medio, hay cien y cincuenta leguas hasta cabo del Camaron, contadas desta manera: treinta del rio á puerto de Higueras, de Higueras al puerto de Caballos otras treinta, y otras treinta de Caballos al puerto del Triunfo de la Cruz, y dél al puerto de Honduras otras treinta, y de allí al cabo del Camaron veinte, de donde ponen setenta al cabo de Gracias á Dios, que está en catorce grados. Queda en medio desta costa Cartago. De Gracias a Dios hay setenta leguas al desaguadero que viene de la laguna de Nicaragua. De allí á Zorobaro hay cuarenta leguas, é mas de

cincuenta de Zorobaro al Nombre de Dios, y está enmedio Veragua. Estas noventa leguas están en nueve grados y medio. Tenemos quinientas menos diez leguas desde Yucatan al Nombre de Dios, que por la poca tierra que hay de allí á la mar del Sur es cosa muy notable. Del Nombre de Dios hay setenta leguas hasta los fallarones del Darien, que cae á ocho grados, y están por la costa Acla y puerto de Misas. El golfo de Urava tiene seis leguas de boca y catorce de largo. Del golfo de Urava cuentan setenta leguas hasta Cartagena. Está en medio el rio de Zenu y Caribana, de donde se nombran los caribes; de Cartagena ponen cincuenta leguas á Santa Marta, que cae en algo mas de once grados, é quedan en la costa puerto de Zambra y rio Grande. Hay cincuenta leguas de Santa Marta al cabo de la Vela, que está en doce grados, é á cien leguas de Santo Domingo. Del cabo de la Vela hay cuarenta leguas hasta Coquibocoa, que es otro cabo de su mesma altura, tras el cual comienza el golfo de Venezuela, que boja ochenta leguas hasta el cabo de Sant Roman. De Sant Roman al golfo Triste hay cincuenta leguas, en que cae Curiana. Del golfo Triste al golfo de Cariari hay cien leguas de costa, puesta en diez grados, é que tiene á puerto de Cañafístola, Chiribichiy rio de Cumaná y punta de Araia. Cuatro leguas de Araia está Cubagua, que llaman isla de Perlas, y ponen de aquella punta á la de Salinas sesenta leguas. De la punta de Salinas á cabo Anegado hay mas de setenta leguas de costa por el golfo de Paria, que hace la tierra con la isla Trenidad. Del Anegado, que cae á ocho grados, hay cincuenta leguas al rio Dulce, que está en seis grados. De rio Dulce al rio de Orellana, que tambien dicen rio de las Amazonas, hay ciento y diez leguas. Así que, cuentan ochocientas leguas de costa desde Nombre de Dios al riò de Orellana, el cual entra en la mar, segun dicen, por cincuenta leguas de boca que tiene debajo de la Equinocial, donde, por caer en tal parte y ser tan grande como dicen, hacemos parada, é otra tal harémos dél al cabó de Sant Augustin. Del rio de Orellana ponen cien leguas al rid Marañon, el cual tiene quince de boca, y está en cuatro grados de la Equinocial al sur. Del Marañon á tierra de Humos, por do pasa la raya de la reparticion, hay otras cien leguas. De allí al Angla de Sant Lúcas hay otras ciento. De la Angla al cabo primero hay otras ciento, é dél al cabo de Sant Augustin, que cae en casi ocho grados y medio mas allá de la Equinocial, hay setenta leguas. E á esta cuenta son quinientas y veinte y cinco leguas las que hay en este trecho de tierra. El cabo de Sant Augustin es lo mas cerca de Africa y de España por aquella parte de Indias, ca no hay mas de quinientas leguas de cabo Verde allá, segun cuenta comun de mareantes, aunque otros la disminuyen. Del cabo de Sant Augustin hacen cien leguas hasta la bahía de Todos Santos, que está en trece grados, é que va la costa siguiendo al sur. Quedan entre medias el rio de Sant Francisco y el rio Real. De Todos Santos ponen otras cien leguas á cabo de Abre-los-ojos, que cae algo mas de diez y ocho grados. Deste cabo al que llaman Frio cuentan cien leguas: es cabo Frio como isla, é hay cien leguas dél á la punta de Buen-abrigo, por la cual pasa el trópico de Capricorno y la raya de la participacion, que

Mateo, rio de Santiago y rio de Sant Juan. Del Perú, que cae á dos grados desta parte de la Equinocial, hay mas de setenta leguas al golfo de Sant Miguel, que está seis grados de la Equinocial y que boja cincuenta leguas, y que dista veinte y cinco del golfo de Urava. De Sant Miguel á Panamá ponen cincuenta y cinco leguas. Está Panamá ocho grados y medio de la Equinocial acá;

son dos señalados puntos. De Buen-abrigo hay cincuenta leguas á la bahía de Sant Miguel; é de allí al rio de Sant Francisco, que cae en veinte y seis grados, hay sesenta. De Sant Francisco al rio Tibiquiri hay cien leguas, donde quedan puerto de Patos, puerto del Faraiol y otros. De Tibiquiri al rio de la Plata ponen mas de cincuenta, y así hay seiscientas y setenta leguas del cabo de Sant Augustin al rio de la Plata, donde para-hay diez y siete leguas del Nombre de Dios, por las cuamos, el cual cae en treinta y cinco grados mas allá de la Equinocial. Hay dél, con lo que tiene de boca, hasta la punta de Sancta Elena, sesenta y cinco leguas. De Santa Elena á las Arenas-gordas hay treinta, ydella á los Bajos-anegados, cuarenta, é de allí á Tierra-baja cincuenta. De Tierra-baja á la bahía Sin-fondo hay sesenta y cinco leguas. Desta bahía, que cae á cuarenta y un grados, ponen cuarenta leguas á los arracifes. De Lobos, que tiene de altura cuarenta y cuatro grados, hay cuarenta y cinco leguas al cabo de Santo Domingo. Deste cabo á otro que llaman Blanco hacen veinte leguas. De cabo Blanco hay sesenta leguas hasta el rio de Juan Serrano, que cae en cuarenta y nueve grados, y que otros llaman rio de Trabajos, del cual hacen ochenta leguas al promontorio de las Once mil Vírgenes, que está en cincuenta y dos grados y medio, y en el embocadero del estrecho de Magallanes, el cual dura ciento y diez leguas por una misma altura y derecho leste oeste, y mil y docientas leguas de Venezuela sur á norte. De cabo Deseado, que está á la boca del estrecho de Magallanes, en la mar que llaman del Sur y Pacífico, hay setenta leguas á cabo Primero, que cae en cuarenta y nueve grados. De cabo Primero al rio de Salinas, que está en cuarenta y cuatro grados, ponen mas de ciento y cincuenta y cinco leguas. Del rio de Salinas cuentan ciento y diez leguas á cabo Hermoso, que cae cuarenta y cuatro grados y medio de la Equinocial al sur. De cabo Hermoso al rio de Sant Francisco hay sesenta leguas de costa. Del rio de Sant Francisco, que está en cuarenta grados al rio Santo, que está en treinta y tres, hay ciento y veinte leguas. De rio Santo hay poco á Chirinara, que algunos llaman puerto Deseado de Chile. Hay de Chirinara, que cae á treinta y un grado y casi leste oeste con el rio de la Plata, docientas leguas hasta Chincha y rio Despoblado, que está en veinte y dos grados. Del rio Despoblado hay noventa leguas á Ariquipa, que está en diez y ocho grados. De Ariquipa hay ciento y cuarenta leguas á Lima, qué cae á doce grados. De Lima cuentan mas de cien leguas hasta el cabo de la Enguila, que cae en seis grados y medio. Están en esta costa Trujillo y otros puertos. Del Enguila hay cuarenta á cabo Blanco, é dél á cabo de Santa Elena sesenta leguas. Están en medio Túmbez y Tumepumpa y la isla Puna. De Santa Elena, que cae á dos grados de la Equi-nocial, hay setenta leguas & Quegemis, por do atravie-sa. Quedan en la costa el cabo de Sant Lorencio y Pasao. Miden dende esta costa hasta el cabo de Sant Augustin mil leguas de tierra, que por caer debajo y cerca de la tórrida zona es riquísima, segun lo han mostrado el Collao y el Quito, como después dirémos. De Quegemis hay cien leguas al puerto y rio del Perú, del cual tomó nombre la famosa y rica provincia del Perú. Están en este trecho de costa la bahía de Sant

les deja de ser isla el Perú, que como dije, tiene de
ancho mil leguas, y mil y docientas de largo, y boja cua-
tro mil y sesenta y cinco. De Panamá, que tomamos
por paradero, hacen seiscientas y cincuenta leguas á
Tecoantepec, midiendo setenta leguas de costa desde
Panamá á la punta de Guera, que cae á poco mas de
seis grados; quedan en aquel espacio Paris y Natan. De
Guera á Borica, que es una punta de tierra puesta en
ocho grados, hay cien leguas costa á costa. De Borica
cuentan otras ciento hasta cabo Blanco, donde está el
puerto de la Herradura, del cual hay cien leguas al
puerto de la Posesion de Nicaragua, que cae acerca de
doce grados de la Equinocial. De la Posesion á la balıía
de Fonseca hay quince leguas, de allí á Chorotega vein-
te, de Chorotega al rio Grande treinta, y dél al rio de
Guatimala cuarenta y cinco, de Guatimala á Cirula hay
cincuenta leguas, y luego está la laguna de Cortés, que
tiene veinte y cinco leguas en largo y ocho en ancho.
Hay della cien leguas á puerto Cerrado, y de allí cua-
renta á Tecoantepec, que está norte sur con el rio Coa-
zacoalco, y en algo mas de trece grados. Así que se
cumplen las seiscientas y cincuenta leguas en que hace-
mos parada. Todo el trecho desta tierra es angosto de
una mar á otra, que paresce que se va comiendo para
juntarla; y así, tiene muestra y aparejo para abrir paso
de la una á la otra por muchos cabos, segun en otra
parte se trata. De Tecoantepec á Colima ponen cien le-
guas, donde quedan Acapulco y Zacatula. De Colima
hacen otras ciento hasta cabo de Corrientes, que está
en veinte grados, é queda allí puerto de Navidad. De
Corrientes hay sesenta leguas al puerto de Chiametlan,
por el cual pasa el trópico de Cancro, y están en esta
costa puerto de Xalisco y puerto de Banderas. De Chia-
mellan hay docientas y cincuenta leguas hasta el estero
Hondo ó rio de Miraflores, que cae en treinta y tres gra-
dos. Están en estas docientas y cincuenta leguas rio
de Sant Miguel, el Guayaval, puerto del Remedió, cabo
Bermejo, puerto de Puertos y puerto del Pasaje. De
Miraflores hay otras docientas y veinte leguas hasta la
punta de Ballenas, que otros llaman California, yendo
á puerto Escondido, Belen, puerto de Fuegos, y la ba-
lía de Canoas y la isla de Perlas. Punta de Ballenas está
debajo del trópico y ochenta leguas del cabo de Cor-
rientes, por las cuales entra este mar de Cortés, que
paresce al Adriático y es algo bermejo, é por ser cosa
tan señalada paramos aquí. De la punta de Ballenas hay
cien leguas de costa á la bahía del Abad, é della otras
tantas al cabo del Engaño, que cae lejos de la Equino-
cial treinta grados y medio. Algunos ponen mas leguas
del Abad al Engaño, empero yo sigo lo comun. Del ca-
bo del Engaño al cabo de Cruz hay casi cincuenta le-
guas. De cabo de Cruz hay ciento y diez leguas de costa
al puerto de Sardinas, que está en treinta y seis grados.

Caen en esta costa el arzon de Sant Miguel, bahía de los Fuegos y costa Blanca. De las Sardinas á SierrasNevadas hacen ciento y cincuenta leguas yendo á puerto de Todos Santos, cabo de Galera, cabo Nevado y bahía de los primeros. Sierras-Nevadas están en cuarenta gra-gal, y quien diga que á la Madera ó á otra de las islas de

dos, é son la postrera tierra que por aquella parte está señalada y graduada; aunque la costa todavía sigue al norte para llegar á cerrar la tierra en isla con el Labrador ó con Gruntlandia. Hay en este postrer remate de tierra quinientas y diez leguas, y costean las Indias tierra á tierra, en lo que hay descubierto y aquí va notado, nueve mil y trecientas y mas leguas, las tres mil y trecientas y setenta y cinco por la mar del Sur, y las cinco mil y novecientas y sesenta por nuestra mar, que llaman del Norte; y es de saber que toda la mar del Sur cresce y mengua mucho, y en algunos cabos dos leguas y hasta perder de vista la surgente y descrecencia; y la mar del Norte casi no cresce, si no es de Paria al estrecho de Magallanes y en algunas otras partes. Nadie hasta hoy ha podido alcanzar el secreto ni causas del crescer y menguar la mar, y mucho menos de que crezca en unas partes y en otras no crezca; y así, es superfluo tratar dello. La cuenta que yo llevo en las leguas y grados va segun las cartas de los cosmógrafos del Rey, y ellos no resciben ni asientan relacion de ningun piloto sin juramento y testigos. Quiero decir tambien cómo hay otras muchas islas y tierras en la redondez del mundo, sin las que habemos nombrado; una de las cuales es la tierra del estrecho de Magallanes, que responde á oriente, y que segun su muestra, es grandísima y muy metida al polo Antártico. Piensan que por una parte va hácia el cabo de Buena Esperanza, y por la otra hacia los Malucos. Ca los de las naos del virey don Antonio de Mendoza toparon una tierra de negros que duraba quinientas leguas, y pensaban que se continuaba con aquella del sobredicho estrecho; así que la grandeza de la tierra aun no está del todo sabida; empero las que dicho habemos hacen el cuerpo de la tierra, que llaman mundo.

El descubrimiento primero de las Indias. Navegando una carabela por nuestro mar Océano tuvo tan forzoso viento de levante y tan continuo, que fué á parar en tierra no sabida ni puesta en el mapa ó carta de marear. Volvió de allá en muchos mas dias que fué; y cuando acá llegó no traia mas de al piloto y á otros tres ó cuatro marineros, que, como venian enfermos de hambre y de trabajo, se murieron dentro de poco tiempo en el puerto. Hé aquí cómo se descubrieron las Indias por desdicha de quien primero las vió, pues acabó la vida sin gozar dellas y sin dejar, á lo menos sin haber memoria de cómo se llamaban, ni de dónde era, ni qué año las halló. Bien que no fué culpa suya, sino malicia de otros ó invidia de la que llaman fortuna. Y no me maravillo de las historias antiguas, que cuenten hechos grandísimos por chicos ó escuros principios, pues no sabemos quién de poco acá halló las Indias, que tan señalada y nueva cosa es. Quedáranos siquiera el nombre de aquel piloto, pues todo lo al con la muerte fenesce. Unos hacen andaluz á este piloto, que trataba en Canaria y en la Madera cuando le acontesció aquella larga y mortal navegacion; otros vizcaíno, que contrata

ba en Inglaterra y Francia; y otros portugués, que iba ó venia de la Mina ó India, lo cual cuadra mucho con el nombre que tomaron y tienen aquellas nuevas tierras. Tambien hay quien diga que aportó la carabela á Porto

los Azores; empero ninguno afirma nada. Solamente concuerdan todos en que fallesció aquel pilotò en casa de Cristóbal Colon, en cuyo poder quedaron las escripturas de la carabela y la relacion de todo aquel luengo viaje, con la marca y altura de las tierras nuevamente vistas y halladas.

Quién era Cristóbal Colon.

Era Cristóbal Colon natural de Cugureo, ó como algunos quieren, de Nervi, aldea de Génova, ciudad de Italia muy nombrada. Descendia, á lo que algunos dicen, de los Pelestreles de Placencia de Lombardía. Comenzó de pequeño á ser marinero, oficio que usan mucho los de la ribera de Génova; y así, anduvo muchos años en Suria y en otras partes de levante. Después fué maestro de hacer cartas de navegar, por do le nasció el bien. Vino á Portogal por tomar razon de la costa meridional de Africa, y de lo mas que portogueses navegaban para mejor hacer y vender sus cartas. Casóse en aquel reino, ó como dicen muchos, en la isla de la Madera, donde pienso que residia á la sazon que llegó allí la carabela susodicha. Hospedó al patron della en su casa, el cual le dijo el viaje que le habia sucedido y las nuevas tierras que habia visto, para que se las asentase en una carta de marear que le compraba. Fallesció el piloto en este comedio, y dejóle la relacion, traza y altura de las nuevas tierras, y así tuvo Cristóbal Colon noticia de las Indias. Quieren tambien otros, porque todo lo digamos, que Cristóbal Colon fuese buen latino y cosmógrafo, y que se movió á buscar la tierra de los antípodas, y la rica Cipango de Marco Polo, por haber leido á Platon en el Timeo y en el Cricias, donde habla de la gran isla Atlante y de una tierra encubierta mayor que Asia y Africa; y á Aristóteles ó Teofrasto, en el Libro de maravillas, que dice cómo ciertos mercaderes cartagineses, navegando del estrecho de Gibraltar hácia poniente y mediodía, hallaron, al cabo de muchos dias, una grande isla despoblada, empero proveida y con rios navegables; y que leyó algunos de los autores atrás por mí acotados. No era docto Cristóbal Colon, mas era bien entendido. E como tuvo noticia de aquellas nuevas tierras por relacion del piloto muerto, informóse de hombres leidos sobre lo que decian los antiguos acerca de otras tierras y mundos. Con quien mas comunicó esto fué un fray Juan Perez de Marchena, que moraba en el monesterio de la Rábida ; y así, creyó por muy cierto lo que dejó dicho y escripto aquel piloto que murió en su casa. Parésceme que si Colon alcanzara por esciencia donde las Indias estaban, que mucho antes, y sin venir á España, tratara con genoveses, que corren todo el mundo por ganar algo, de ir á descubrillas. Empero nunca pensó tal cosa hasta que topó con aquel piloto español que por fortuna de la mar las halló.

Lo que trabajó Cristóbal Colón por ir á las Indias. Muertos que fueron el piloto y marineros de la carabela española que descubrió las Indias, propuso Cristó

*

bal Colon de las ir á buscar. Empero cuanto mas lo de-
seaba, tanto menos tenia con qué; porque allende de no
tener caudal para bastecer un navío, le faltaba favor de
rey para que si hallase la riqueza que imaginaba nadie
se la quitase. Y viendo al rey de Portogal ocupado en la
conquista de Africa y navegacion de Oriente, que urdia
entonces, y al de Castilla en la guerra de Granada, en-
vió á su hermano Bartolomé Colon, que tambien sabia
el secreto, á negociar con el rey de Inglaterra Enri-
que VII, que muy rico y sin guerras estaba, le diese
navíos y favor para descobrir las Indias, prometiendo
traerle dellas muy gran tesoro en poco tiempo. E como
trajo mal despacho, comenzó á tratar del negocio con el
rey de Portogal don Alonso el Quinto, en quien tampoco
halló favor ni dineros para ir por las riquezas que pro-
metia; ca le contradecia el licenciado Calzadilla, obis-
po que fué de Viseo, y un maestre Rodrigo, hombres
de crédito en cosmografía, los cuales porfiaban que ni
habia ni podia haber oro ni otra riqueza al occidente,
como afirmaba Colon; por lo cual se paró muy triste y
pensativo; mas no perdió por eso punto de ánimo ni de
la esperanza de su buenaventura que después tuvo. Y
así, se embarcó en Lisbona y vino á Pálos de Moguer,
donde habló con Martin Alonso Pinzon, piloto muy
diestro, y que se le ofreció, y que habia oido decir có-
mo navegando tras el sol por via templada se hallarian
grandes y ricas tierras; y con fray Juan Perez de Mar-
chena, fraile francisco en la Rábida, cosmógrafo y hu-
manista, á quien eu puridad descubrió su corazon, el
cual fraile lo esforzó mucho en su demanda y empre-
sa, y le aconsejó que tratase su negocio con el duque
de Medina-Sidonia, don Enrique de Guzman, gran se-
ñor y rico, é luego con don Luis de la Cerda, duque de
Medinaceli, que tenia muy buen aparejo en su puerto
de Santa María para darle los navíos y gente necesaria.
Y como entrambos duques tuvieron aquel negocio y
navegacion por sueño y cosa de italiano burlador, que
así habian hecho los reyes de Inglaterra y Portugal,
animólo á ir á la corte de los Reyes Católicos, que hol-
gaban de semejantes avisos, y escribió con él á fray
Fernando de Talavera, confesor de la reina doña Isa-
bel. Entró pues Cristóbal Colon en la corte de Casti-
lla el año de 1486. Dió peticion de su deseo y negocio
á los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, los
cuales curaron poco della, como tenian los pensamien-
tos en echar los moros del reino de Granada. Habló con
los que le decian privar y valer con los reyes en los ne-
gocios; mas como era extranjero y andaba pobremente
vestido, y sin otro mayor crédito que el de un fraile
menor, ni le creian ni aun escuchaban; de lo cual sen-
tia él gran tormento en la imaginacion. Solamente
Alonso de Quintanilla, contador mayor, le daba de co-
mer en su despensa, y le oia de buena gana las cosas
que prometia de tierras nunca vistas, que le era un en-
tretenimiento para no perder esperanza de negociar
bien algun dia con los Reyes Católicos. Por medio pues
de Alonso de Quintanilla tuvo Colon entrada y audien-
cia con el cardenal don Pero Gonzalez de Mendoza, ar-
zobispo de Toledo, que tenia grandisima cabida y au-
toridad con la Reina y con el Rey, el cual lo llevó delan-
te dellos después de haberle muy bien examinado y en-

tendido. Los Reyes oyeron á Colon por esta via y leyeron
sus memoriales ; y aunque al principio tuvieron por va→
no y falso cuanto prometia, le dieron esperanza de ser
bien despachado en acabando la guerra de Granada, que
tenian entre manos. Con esta respuesta comenzó Cris-
tóbal Colon á levantar el pensamiento mucho mas que
hasta entonces, y á ser estimado y graciosamente oido
de los cortesanos, que hasta allí burlaban dél; y no se
descuidaba punto en su negociacion cuando hallaba co-
yuntura. Y así, apretó el negocio tanto, en tomándose
Granada, que le dieron lo que pedia para ir á las nue-
vas tierras que decia, á traer oro, plata, perlas, pie-
dras, especias y otras cosas ricas. Diéronle asimesmo
los Reyes la decena parte de las rentas y derechos reales
en todas las tierras que descubriese y ganase sin per-
juicio del rey de Portugal, como él certificaba. Los ca-
pítulos deste concierto se hicieron en Santa Fe, y el
privilegio de la merced en Granada y en 30 de abril
del año que se ganó aquella ciudad. Y porque los Reyes
no tenian dineros para despachar á Colon, les prestó.
Luis de Sant Angel, su escribano de racion, seis cuen→
tos de maravedís, que son en cuenta mas gruesa diez
y seis mil ducados.

Dos cosas notarémos aquí: una, que con tan poco caudal se hayan acrescentado las rentas de la corona real de Castilla en tanto como le valen las Indias; otra, que en acabándose la conquista de los moros, que habia durado mas de (ochocientos años, se comenzó la de los indios, para que siempre peleasen los españoles con infieles y enemigos de la santa fe de Jesucristo.

El descubrimiento de las Indias, que hizo Cristóbal Colon.

Armó Cristóbal Colon tres carabelas en Pálos de Moguer á costa de los Católicos Reyes, por virtud de las provisiones que para ello llevaba. Metió en ellas ciento y veinte hombres, entre marineros y soldados. De la una hizo piloto á Martin Alonso Pinzon, de otra á Francisco, Martin Pinzon, con su hermano Vicente Yáñes Pinzon; y él fué por capitan y piloto de la flota en la mayor y mejor, y metió consigo á su hermano Bartolomé Colon, que tambien era diestro marinero. Partió de allí viérnes, 3 de agosto: pasó por la Gomera, una isla de las Canarias, donde tomó refresco. Desde allí siguió la derrota que tenia por memoria, y á cabo de muchos dias topó tanta yerba, que parescia prado, y que le puso gran temor, aunque no fué de peligro; y dicen que se volviera, sino por unos celajes que vió muy lejos, tenién dolos por certísima señal de haber tierra cerca de allí. Prosiguió su camino, y luego vió lumbre un marinero de Lepe y un Salcedo. A otro dia siguiente, que fué 11 de octubre del año de 1492, dijo Rodrigo de Triana : «Tierra, tierra; » á cuya tan dulce palabra acudieron todos á ver si decia verdad; y como la vieron, comenzaron el Te Deum laudamus, hincados de rodillas y llorando de placer. Hicieron señal á los otros compañeros. para que se alegrasen y diesen gracias a Dios, que les habia mostrado lo que tanto deseaban. Allí viérades los extremos de regocijo que suelen hacer marineros: unos besaban las manos á Colon, otros se le ofrecian por criados, y otros le pedian mercedes. La tierra que pri-, mero vieron fué Guanahani, una de las islas Lucayos,

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