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holgué mucho, porque hay pocos; y asimismo me trujo relacion de los señores de la provincia de Ciguatan, que se afirman mucho haber una isla toda poblada de mujeres sin varon ninguno, y que en ciertos tiempos van de la Tierra-Firme hombres, con los cuales han aceso, y las que quedan preñadas, si paren mujeres las guardan, y si hombres los echan de su compañía; y que esta isla 5 está diez jornadas desta provincia, y que muchos dellos han ido allá y la han visto. Dícenme asimismo que es muy rica de perlas y oro 6: yo trabajaré, en teniendo aparejo, de saber la verdad y hacer dello | larga relacion á vuestra majestad.

traer por bien, y si no, los conquistase. El se fué, y de la gente que llevaba y de la que allá tomó juntó cincuenta de caballo y ciento y cincuenta peones, y se fué á la dicha provincia, que está de la ciudad de Zacatula, costa del mar del Sur abajo, sesenta leguas; y por el camino pacificó algunos pueblos que no estaban pacíficos, y llegó á la dicha provincia; y en la parte que al otro capitan habian desbaratado halló mucha gente de guerra que le estaban esperando, creyendo haberse con él como con el otro, y así rompieron los unos y los otros; y plugo á nuestro Señor que la victoria fué por los nuestros, sin morir ninguno dellos, aunque á muchos y á los caballos hirieron; y los enemigos pagaron bien el daño que habian hecho, y fué tan bueno este castigo, que sin mas guerra se dió luego toda la tierra de paz, y no solamente esta provincia, mas aun otras muchas cercanas á ellas vinieron á se ofrecer por vasallos de vuestra cesárea majestad, que fueron 1 Aliman, Colimonte y Ceguatan; y de allí me escribió todo lo que le habia sucedido, y le envié á mandar que buscase un asiento que fuese bueno, y en él se fundase una villa, y que le pusiese nombre Coliman, como la dicha provincia, y le envié nombramiento de alcaldes y regidores para ella, y le mandé que hiciese la visitacion de los pueblos y gentes de aquellas provincias, y me la trajese con toda la mas relacion y secretos de la tierra que pudiese saber; el cual vino y la trajo, y cierta muestra de per las 2 que halló; y yo repartí en nombre de vuestra majestad los pueblos de aquellas provincias á los vecinos que allá quedaron, que fueron veinte y cinco de caballo y ciento y veinte peones. Y entre la relacion que de aquellas provincias hizo, trujo nueva de un muy buen puertos que en aquella costa se habia hallado, de que

1 Coliman y otros pueblos de la diócesis de Michoacan, y tambien tocan en Guadalajara lo que hoy llaman Zacatecas, provincias de Sonora y Sinaloa, de la diócesis de Durango.

2 Desde los puertos de Mazatlan, Sonora y Sinaloa pasan al golfo de Californias à pescar perlas, pues los indios eran muy diestros en el buceo dellas, descubriéndose muchos placeres, y algunas tan exquisitas, que se sabe cierto que, habiendo pasado á Californias Juan Iturbi, capitan nombrado para la expedicion, trajo á la vuelta tanta copia dellas, que admiró á Méjico, y una de tan finos quilates, que por solo ella pagó de quinto al Rey nuevecientos pesos. (Fray Antonio de la Ascension, Relacion del descubrimiento del capitan Vizcaino; Torquemada, en su Extracto, página 4, apéndice 2.0 Venegas, Noticias de Californias, tomo 1, parte 2, §. 4.) Todas las perlas que en abundancia tienen todas las personas aun de mediana calidad bácia el norte, casi todas son pescadas en el golfo de Californias.

3 En un mapa antiguo que de órden de Cortés hizo Domingo del Castillo, piloto en Méjico, año de 1541, pone toda la costa al mar del Sur desde el golfo de Tehuantepec hasta la desembocadura del rio Colorado en el de Californias; y en la diócesis de Guadalajara y Durango expresa los puertos de Colima, el puerto Escondido, el de Xalisco, el de Chimetla y otros muchos frente de la costa de Californias; de donde se colige evidentemente que Cortés tuvo conocimiento de las provincias de Sinaloa, Sonora, Pimeria, Nuevo-Méjico, y de la mayor parte de la peninsula de Californias por la costa del norte hasta el rio Colorado, que Hama el piloto rio de Buena-Guia, puerto de Cruz, subiendo hasta veinte y ocho grados de latitud, que comprehende el puerto de Monte-Rey, aunque no lo especifica; y este apreciable y antiguo documento se guarda en Mejico en el archivo del excelentísimo señor marqués del Valle, con los autos originales de la obligacion que hizo con Cortés el señor Carlos I sobre las tierras que le señaló su majestad y cedió por título de conquistador, y he tenido el mayor gozo de haber visto en los autos firmas originales del esclarecido Hernan Cortés.

Viniendo de la provincia de Pánuco, en una ciudad que se dice Tuzapan 7 llegaron dos hombres españoles que yo habia enviado con algunas personas de los naturales de la ciudad de Temixtitan y con otros de la provincia de Soconusco, que es en la mar del Sur la costa arriba, hacia donde Pedrarias Dávila 8, gobernador de vuestra alteza, docientas leguas desta gran ciudad de Temixtitan, á unas ciudades de que muchos dias habia que yo tengo noticia, que se llaman Uclacan y Guatemala 9, y están desta provincia de Soconusco otras sesenta leguas, con los cuales dichos españoles vinieron hasta cien personas de los naturales de aquellas ciudades, por mandado de los señores dellas, ofreciéndose por vasallos y súbditos de vuestra cesárea majestad, y yo los recibí en su real nombre, y les certifiqué que queriendo ellos y haciendo lo que allí ofrecian, serian de mí y de los de mi compañía, en el real nombre de vuestra alteza, muy bien tratados y favorecidos, y les dí, así á ellos como para que llevasen á sus señores, algunas cosas de las que yo tenia, y ellos en algo estiman y torné á enviar con ellos otros dos españoles para que les proveyesen de las cosas necesarias por los caminos. Después acá he sido informado de ciertos españoles que yo tengo en la provincia de Soconusco, cómo aquestas ciudades con sus provincias, y otra que se dice de Chiapan 10, que está cerca dellas, no tienen aquella voluntad que primero mostraron y ofrecieron; antes diz que hacen daño en aquellos pueblos de Soconusco, porque son nuestros amigos. Y por otra parte me escriben los cristianos, que envian allí siempre mensajeros, y que se disculpan que ellos no lo hacen, sino otros; y para saber la verdad desto, yo tenia á Pedro de Albarado

4 Este país solo de mujeres, que expresa aquí Cortés, es el que llamaron por entonces de las Amazonas, que creyeron habia, y se descubrió falso.

5 Ya está averiguado que la California no es isla, segun la creyeron algunos, sino península.

6 La riqueza de perlas es evidente, y aun de oro; se han descubierto últimamente minas cuya bonanza se promete, y la relacion desto la ha dado el ilustrisimo señor don Josef Galves, que en el año presente ha venido desta península, y la reconoció á costa de muchas fatigas y desvelos, enviando á nuestro actual excelentísimo señor virey, marqués de Croix, muestras de perlas de excelente oriente, y piedras que se sacaron de una mina de oro, y es de muchos quilates.

7 Puede ser el pueblo de Tuspan, diócesis de Puebla.

8 Pedro Arias Dávila fué al que el señor Cárlos I mandó que desde Veragua á Yucatan buscase estrecho en las Indias para ir á las islas Malucas sin valerse de Portugal para la especería.

9 Ucathlan y Goatemala distan, segun Cortés, de la provincia

de Soconusco sesenta leguas, y caen á la mar del Sur.

10 Esta es la diócesis y provincia de Chiapa, antes sufragánea de la metrópoli de Méjico, y hoy de la Goatemala.

con ochenta y tantos de caballo y docientos peones, en que iban muchos ballesteros y escopeteros y cuatro tiros de artillería con mucha municion y pólvora; y asimisino tenia hecha cierta armada de navíos, de que enviaba por capitan un Cristóbal Dolid, que pasó en mi compañía, para le enviar por la costa del norte á poblar la punta ó cabo de Hibueras 1, que está sesenta leguas de la bahía de la Ascension, que es á barlovento de lo que llaman Yucatan, la costa arriba de la Tierra-Firme, hácia el Darien, así porque tengo mucha informacion que aquella tierra es muy rica, como porque hay opinion de muchos pilotos que por aquella babía sale estrecho á la otra mar?, que es la cosa que yo en este mundo mas deseo topar, por el gran servicio que se me representa que dello vuestra cesárea majestad recibiria. Y estando estos dos capitanes á punto con todo lo necesario al camino, de cada uno vino un mensajero de Santisteban del Puerto, que yo poblé en el rio de Pánuco, por el cual los alcaldes della me hacian saber cómo el adelantado Francisco de Garay3 habia llegado al dicho rio con ciento y veinte de caballo y cuatrocientos peones y mucha artillería, y que se intitulaba de gobernador de aquella tierra, y que así hacia decir á los naturales de aquella tierra con una lengua que consigo traia; y que les decia que les vengaria de los daños que en la guerra pasada de mí habian recibido, y que fuesen con él para echar de allí aquellos españoles que yo allí tenia, y á los que mas yo enviase, y que les ayudaria á ello, y otras muchas cosas de escándalo; y que los naturales estaban algo alborotados; y para mas certificarme á mí de la sospecha que yo tenia de la confederacion suya con el Almirante y con Diego Velazquez, dende á pocos dias llegó al dicho rio una carabela de la isla de Cuba, y en ella venian ciertos amigos y criados de Diego Velazquez y un criado del obispo de Burgos, que diz que venia proveido de factor de Yucatan, y toda la mas compañía eran criados y parientes de Diego Velazquez y criados del Almirante. Sabida por mí esta nueva, aunque estaba manco de un brazo de una caida de un caballo 4, y en la cama, me determiné de ir allá á me ver con él, para excusar aquel alboroto, y luego envié delante al dicho Pedro de Albarado con toda la gente que tenia hecha para su camino, y yo me habia de partir dende á dos dias; y ya que mi cama, y todo era ido

Punta ó cabo de Hibacras; es en Honduras, cuya provincia antes se llamaba Hibueras.

Habiendo sabido Cortés y otros que la tierra se estrechaba mucho por Panamá, de modo que se avistaban los dos mares Norte y Sur desde unas montañas, se persuadieron, y no con ligereza, que por allí podía haber estrecho, como en Gibraltar, y después se descubrió el de Magallanes, con lo que en gran manera se facilitaria la navegacion por los dos mares; mas no es segun creyeron, porque es isthmo el de Panamá que tiene de ancho diez y ocho leguas, y sigue la Tierra-Firme hasta la otra América meridional, y acaba en el estrecho de Magallanes, media el mar, y después ponen la tierra del Fuego, que se puede llamar incóg

nita.

3 Este Francisco de Garay, instrumento de persecucion de Pánfilo Narvaez contra Cortés, hizo cuanto pudo para que el rey de España perdiese todo lo conquistado; pero Dios defendia siempre à Cortés, y parece que le habia puesto muchos ángeles de guarda contra todos sus enemigos.

En una mano ya tenia una herida, en una pierna otra, y ahora dislocado el brazo; mas la diestra de Dios lo vencia todo.

camino, y estaba diez leguas desta ciudad, donde yo habia de ir otro dia á dormir, llegó un mensajero de la villa de la Veracruz casi media noche, y me trajo cartas de un navío que era llegado de España, y con ellas una cédula firmada del real nombre de vuestra majestad, y por ella maudaba al dicho adelantado Francisco de Garay que no se entremetiese en el dicho rio ni en ninguna cosa que yo tuviese poblado, porque vuestra majestad era servido que yo lo tuviese en su real nombre; por la cual cien mil veces los reales piés de vues tra cesárea majestad beso. Con la venida desta cédula cesó mi camino, que no me fué poco provechoso á mi salud, porque habia sesenta dias que no dormia, y estaba con mucho trabajo, y á partirme á aquella sazon no habią de mi vida mucha seguridad; mas posponíalo todo, y tenia por mejor morir en esta jornada, que por guardar mi vida ser causa de muchos escándalos y alborotos y otras muertes, que estaban muy notorias; y despachó luego á Diego Docampo, alcalde mayor, con la dicha cédula, para que siguiese á Pedro de Albarado; y yo le di una carta para él, mandándole que en ninguna manera se acercase adonde la gente del Adelantado estaba, porque no se revolviese; y mandé al dicho alcalde mayor

que notificase aquella cédula al Adelantado, y que luego me respondiese lo que decia; el cual se partió á la mas priesa que pudo, y llegó á la provincia de los Guatescas 5, adonde habia estado Pedro de Albarado, el cual se habia ya entrado la provincia adentro; y como supo que iba el alcalde mayor, y yo me quedaba, le hizo saber luego cómo el dicho Pedro de Albarado habia sabido que un capitan de Francisco de Garay, que se llama Gonzalo Dovalle, que andaba con veinte y dos de caballo haciendo daño por algunos pueblos de aquella provincia y alterando la gente della, y que habia sido avisado el dicho Pedro de Albarado cómo el dicho capitan Gonzalo Dovalle tenia puestas ciertas atalayas en el camino por donde habia de pasar; de lo cual se alteró el dicho Albarado, creyendo que le queria ofender el dicho Gonzalo Dovalle, y por esto llevó concertada toda su gente, hasta que llegó á un pueblo que se dice el de las Lajas 6, adonde halló al dicho Gonzalo Dovalle con su gente; y allí llegado, procuró de hablar con el dicho capitan Gonzalo Dovalle, y le dijo lo que habia sabido, y le habian dicho que andaba haciendo, y que se maravillaba dél, porque la intencion del Gobernador y sus capitanes no era ni habia sido de les ofender ni hacer daño alguno; antes habia mandado que les favoreciesen y proveyesen de todo lo que tuviesen necesidad; y que pues aquello así pasaba, que para que ellos estuviesen seguros que no hubiese escándalo ni daño entre la gente de una parte ni otra, que le pedia por merced no tuviese á mal que las armas y caballos de aquella gente que consigo traia estuviese depositada hasta tanto que se diese asiento en aquellas cosas; y el dicho Gonzalo Dovalle se disculpaba, diciendo que no pasaba así como le habian informado, pero que él tenia por bien de hacer lo que le rogaba; y así, estuvieron juntos los unos y los otros comiendo y holgando, los

5 De los Huastecos.

6 Llaman en la Huasteca lajas á los peñascos lisos y seguidos, que se hallan en las sierras.

dichos capitanes y toda la mas gente, sin que entre ellos hubiese enojo ni cuestion ninguna. Luego que esto supo el alcalde mayor, proveyó con un secretario mio que consigo llevaba, que se llama Francisco de Orduña, fuese donde estaban los capitanes Pedro de Albarado y Gonzalo Dovalle, y llevó mandamiento para que se alzase el dicho depósito, y les volviese sus armas y caballos á cada uno, y les hiciese saber que la intencion mia era de les favorecer 1 y ayudar en todo lo que tuviesen necesidad, no se desconcertando ellos en escandalizarnos la tierra; y envió asimismo otro mandamiento al dicho Albarado para que los favoreciese, y no se entrometiese en tocar en cosa alguna dellos, en los enojar; el cual lo cumplió así.

En este mismo tiempo, muy poderoso Señor, acaeció que estando las naos del dicho adelantado dentro en la mar á boca del rio Pánuco, como en ofensa de todos los vecinos de la villa de Santistéban, que yo allí habia fundado, puede haber tres leguas el rio arriba, doude suelen surgir todos los navíos que al dicho puerto arriban, á cuya causa Pedro de Vallejo, teniente mio en la dicha villa, por asegurarla del peligro que esperaba con la alteracion de los dichos navíos, hizo ciertos requerimientos á los capitanes y maestres dellos para que subiesen al puerto y surgiesen en el de paz, sin que la tierra recibiese ningun agravio ni alteracion, requiriéndoles asimismo que si algunas provisiones tenian de vuestra majestad para poblar ó entrar en dicha tierra, ó en cualesquier manera que fuese, las mostrasen, con protestacion que, mostradas, se cumplirianen todo, segun que por las dichas provisiones vuestra majestad lo enviase á mandar. Al cual requerimiento los capitanes y maestres respondieron en cierta forma, en que en efecto concluian que no querian hacer cosa alguna de lo por el teniente mandado y requerido; á cuya causa el teniente dió otro segundo mandamiento, dirigido á los dichos capitanes y maestres con cierta pena, para que todavía se hiciese lo mandado y requerido por el primero requerimiento; al cual mandamiento tornaron á responder lo que respondido tenian; y fué así, que viendo los maestres y capitanes de cómo de su estada con los navíos en la boca del rio por espacio de dos meses y mas tiempo, y que de su estada resultaba escándalo, así entre los españoles que allí residian, como entre los naturales de aquela provincia, un Castromocho, maestre de uno de los dichos navíos, y Martin de San Juan, guipuzcoano, maestre asimismo de otro navío, secretamente enviaron al dicho teniente sus mensajeros, haciéndoles saber que ellos querian paz y estar obedientes á los mandamientos de la justicia; que le requerian que fuese el dicho teniente á los dichos dos navíos, y que le recibirian y cumplirian todo lo que les mandase, añadiendo que tenian forma para que los otros navíos que restaban asimismo se le entregarian de paz, y cumplirian sus mandamientos. A cuya causa el teniente se determinó de ir con solo cinco hombres á los dichos navíos, y llegando á ellos, fué recibido por los dichos maestres;

4 Véase cuán justa y de buena fe habia sido siempre la intencion de Cortés, no obstante que debía recelar alguna traicion por parte de Velazquez y los aliados de Narvaez.

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y de allí envió al capitan Juan de Grijalva 2, que era general de aquella armada, que estaba y residia en la nao capitana á la sazon, para que él cumpliese en todo los requerimientos y mandamientos pasados del dicho teniente, que le habia antes mandado notificar; y que el dicho capitan no solamente no quiso obedecer, pero mandó á las naos que estaban presentes se juntasen con la suya en que estaba, y todas juntas, excepto las dos de que arriba se hace mencion; y así juntas al contorno de su nao capitana, mandó á los capitanes dellas tirasen con la artillería que tenian á los dos navíos hasta los echar á fondo; y siendo este mandamiento público, y tal que todos lo oyeron, el dicho teniente en su defensa mandó aprestar el artillería de los dos navíos que le habian obedecido. En este tiempo las naos que estaban al rededor de la capitana, y maestres y capitanes dellas, no quisieron obedecer á lo mandado por el dicho Juan de Grijalva, y entre tanto el dicho capitan Grijalva envió un escribano, que se llama Vicente Lopez, para que hablase al dicho teniente; y habiendo explicado su mensaje, el teniente le respondió justificando esta dicha causa, y que su venida era allí solamente por bien de paz, y por evitar escándalos y otros bullicios que se seguian de estar los dichos navíos fuera del dicho puerto, adonde acostumbraban á surgir, y como cosarios que estaban en lugar sospechoso para hacer algun salto en tierra de su majestad, que sonaba muy mal, con otras razones que acudian á este propósito; las cuales obraron tanto, que el dicho Vicente Lopez, escribano, se volvió con la respuesta al capitan Grijalva, y le informó de todo lo que habia oido al teniente, atrayendo al dicho capitan para que le obedeciese, pues estaba claro que el dicho teniente era justicia en aquella provincia por vuestra majestad, y el dicho capitan Grijalva sabia que hasta entonces por parte del adelantado Francisco de Garay ni por la suya se habian presentado provisiones reales algunas á que el dicho teniente con los otros vecinos de la villa de Santisteban hobiesen de obedecer, y que era cosa muy fea estar de la manera que estaban con los navíos, como cosarios, en tierra de vuestra majestad cesárea. Así, movido por estas razones, el capitan Grijalva con los maestres y capitanes de los otros navíos obedecieron al teniente, y se subieron el rio arriba donde suelen surgir los otros navíos. E así, llegados al puerto, por la desobediencia que el dicho Juan de Grijalva habia mostrado á los mandamientos del dicho teniente, le mandó prender. E sabida esta prision por el mi alcalde mayor, luego otro dia dió su mandamiento para que el dicho Juan de Grijalva fuese suelto y favorecido con todos los demás que venian en los dichos navíos, sin que tocase en cosa alguna dellos; y así se hizo y se cumplió.

Asimismo escribió el dicho alcalde mayor á Francisco de Garay, que estaba en otro puerto diez ó doce leguas de allí, haciéndole saber cómo yo no podia ir á me

El capitan Juan de Grijalva hizo todo el esfuerzo para no obedecer á Cortés; pero Dios movió los corazones de los maestres de los navíos y demás gente con tal eficacia, que obedeció por fuerza, ó por mejor decir, por necesidad; el auxilio de Dios para con Cortés se hacía siempre palpable, y por grandes hazañas que han hecho otros conquistadores, sin agraviarles, se advierte el favor particular del cielo en esta Nueva-España.

ver con él, y que le enviaba á él con poder mio, para que entre ellos se diese asiento en lo que se habia de hacer, y en ver las provisiones de la una parte y de la otra, y dar conclusion en lo que mas servicio fuese de vuestra majestad; y después que el dicho Francisco de Garay vido la carta del dicho alcalde mayor, se vino adonde el alcalde mayor estaba, adonde fué muy bien recibido, y proveido él y toda su gente de lo necesario; yasi, juntos entrambos, después de haber platicado y vistas las provisiones, se acordó, después de haber visto la cédula de que vuestra majestad me habia hecho merced, el dicho adelantado, después de ser requerido con ella por el alcalde mayor, la obedeció, y dijo que estaba presto de la cumplir, y en cumplimiento della, que se queria recoger á sus navíos con su gente para ir á poblar á otra tierra fuera de la contenida en la cédula de vuestra majestad; y que pues mi voluntad era de favorecerle, que le rogaba al dicho alcalde mayor que le hiciese recoger toda su gente; porque muchos de los que consigo traia se le querian quedar, y otros se le habian ausentado, y le hiciese de proveer de bastimentos, de que tenia necesidad, para los dichos navíos y gente. E luego el dicho alcalde mayor lo proveyó todo, como él lo pidió, y se apregonó luego en el dicho puerto, adonde estaba la mas gente de la una parte y de la otra, que todas las personas que habian venido en el armada del adelantado Francisco de Garay lo siguiesen y se juntasen con él, so pena que el que así no lo hiciese, si fuese hombre de caballo, que perdiese las armas y caballo, y su persona se le entregase al dicho adelantado presa, y al peon se le diesen cien azotes, y asimismo se lo entregasen.

Asimismo pidió el dicho adelantado al dicho alcalde mayor que, porque algunes de los suyos habian vendido armas y caballos en el puerto de Santisteban y en el puerto donde estaban y en otras partes de aquella comarca, que se los hiciese volver, porque sin las dichas armas y caballos no se podria servir de su gente; y el alcalde mayor proveyó de saber por todas las partes donde estuviesen caballos ó armas de la dicha gente, y á todos los hizo tomar las armas y caballos que habian comprado, y volverlas todas al dicho adelantado.

Asimismo hizo poner el dicho alcalde mayor alguaciles por los caminos y prender todos cuantos se iban huyendo, y se los entregó presos, y le entregaron muchos que así tomaron 1.

Asimismo envió al alguacil mayor á la villa de Santistéban 2, que es el puerto, y á un secretario mio con el dicho alguacil mayor, para que en la dicha villa y puerto hiciesen las mismas diligencias y diesen los mismos pregones, y recogiesen la gente que se le ausentaba, y

adelantado. Todo lo cual se hizo con mucha diligen-
cia; y el dicho adelantado se partió al puerto para se ir
á embarcar, y el alcalde mayor se quedó con su gente
por no poner mas en necesidad el puerto de la en que
estaba, y porque mejor se pudiesen proveer, y estuvo
allí seis ó siete dias para saber cómo se cumplia todo lo
que yo habia mandado y lo que él habia proveido; y
porque habia falta de bastimentos, el dicho alcalde ma-
yor escribió al adelantado si mandaba alguna cosa, por-
que él se volvia á la ciudad de Méjico, donde yo resido;
y el adelantado le hizo luego mensajero, con el cual le
hacia saber cómo él no hallaba aparejo para se ir, por
no haber fallado sus navíos perdidos, que se le habian
perdido seis navíos, y los que quedaron no estaban para
navegar en ellos, y que él quedaba haciendo una in-
formacion para que á mí me constase lo susodicho, có-
mo él no tenia aparejo para poder salir de la tierra; y
que asimismo me hacia saber que su gente se ponia
con él en debate y pleitos, diciendo que no eran obli-
gados á le seguir, y que habian apelado de los manda-
mientos que el mi alcalde mayor había dado, diciendo
que no eran obligados á los cumplir por diez y seis 6
diez y siete causas que asignaban; una dellas era que
se habian muerto ciertas personas de hambre de las que
en su compañía venian, con otras no muy honestas, que
se enderezaban á su persona; é asimismo le hizo saber
que no bastaban todas las diligencias que se hacian pa-
ra detenerle la gente, que anochecian y no amanecian,
porque los que un dia le entregaban presos, otro dia se
iban en poniéndoles en su libertad, y que le aconteció
desde la noche á la mañana faltarle docientos hombres.
Que por tanto, que le rogaba muy afectuosamente no
se partiesen hasta que él llegase, porque él queria ve-
nir á verse conmigo á esta ciudad, porque si allí lo de-
jaban, pensaria de ahogarse de enojo. Y el alcalde ma-
yor, vista su carta, acordó de aguardallo; y vino dende
á dos dias que le escribió, y de allí despacharon men-
sajero para mí, por el cual el alcalde mayor me hacia
saber cómo el adelantado veníase á ver conmigo á esta
ciudad, y porque ellos se venian poco á poco hasta un
pueblo que se llama Cicoaque 3, que es á la raya destas
provincias, y que allí aguardaria mi respuesta; y el di-
cho adelantado me escribió dándome relacion del mal
aparejo que de navíos tenia, y de la mala voluntad que
su gente le habia mostrado, y que porque creia que yo'
ternia aparejo para le poder remediar, así proveyéndole
de la gente que yo tenia, como del demás que él ho-
biese menester, y que porque conocia por mano de i
otro no podia ser remediado ni ayudado; así, que habia
acordado de se venir á ver conmigo, y que me ofrecia
á su hijo mayor con todo lo que él tenia, y esperaba de-

se le entregase y recogiese todo el bastimento que pujalle para me le dar por yerno, y que se casase con una

diesen, y proveyesen las naos del dicho adelantado, y dió mandamiento para que tambien tomasen las armas y caballos que hobiesen vendido, y se las diesen al dicho

↑ No admiraria que Cortés se quisiese valer de la gente de Garay; mas para su magnánimo corazon todo sobraba, y socorrió aun para la conquista del otro reino del Perú por medio de Albarado.

Esta villa perdió el nombre de Santisteban, y hoy el puerto está junto à la villa de Tampico, que es de corta poblacion y de gente pobre.

hija mia pequeña 4; y en este medio tiempo, constándole al dicho alcalde mayor, al tiempo que se partian para se venir á esta ciudad, que habian venido en aqueİla armada de Francisco de Garay algunas personas muy sospechosas, amigos y criados de Diego Velazquez, que se habian mostrado muy contrarios á mis cosas, y viendo que no quedaban bien en la dicha provincia, y

3 El pueblo de Cicoaque de las sierras acá.

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que de su conversacion se esperaban algunos bullicios
y desasosiegos en la tierra, conforme á cierta provision
real que vuestra majestad me mandó enviar para que
las tales personas escandalosas salgan de la tierra, los
mandó salir della, que fueron Gonzalo de Figueroa, y
Alonso de Mendoza, y Antonio de la Cerda, y Juan de
Avila, y Lorenzo de Ulloa, y Taborda, y Juan de Gri-
jalva, y Juan de Medina, y otros; y esto hecho, se vi-
nieron hasta el dicho pueblo de Cicoaque, donde les to-
mó mi respuesta que hacia á las cartas que me habian
enviado; por lo cual les hacia saber holgaba mucho de
la venida del dicho adelantado, y que llegando á esta
ciudad se entenderia con mucha voluntad en todo lo
que me habia escrito, y en cómo, conforme á su deseo,
él fuese muy bien despachado; y proveí asimismo para
que su persona fuese muy proveida por el camino, man-
dando á los señores de los pueblos le diesen muy cum-
plidamente todo lo necesario; y llegado el dicho adelan-
tado á esta ciudad, yo le recibí con toda la voluntad y
buenas obras que se requerian y que yo pude hacerle,
como lo haria con hermano verdadero 1; porque de ver-
dad me pesó mucho de la pérdida de sus navíos y desvio
de su gente, y le ofrecí mi voluntad, como en la verdad
yo la tuve de hacer por él todo lo que á mí posible fuese.
E como el dicho adelantado tuviese mucho deseo que hu-
biese efecto lo que me habia escrito cerca de los dichos
casamientos 2, tornó con mucha instancia á me impor-
tunar á que lo concluyésemos; y yo, por le hacer placer,
acordé de hacer en todo lo que me rogaba (y el dicho
adelantado tanto deseaba), sobre lo cual se hicieron de
consentimiento de ambas partes con mucha certidum-
bre y juramentos ciertos capítulos que concluian el di-
cho casamiento, y lo que de ambas partes para se ha-
cer se habia de cumplir (con tanto que ante todas co-
sas, después que vuestra majestad fuese certificado de
lo capitulado, de todo ello fuese muy servido ); en ma-
nera que, demás de nuestra amistad antigua, queda-do, con algunos otros vecinos de la dicha villa, que

partes diversas, de tres en tres, de seis en seis; y en
esta manera escondidos, sin que pudiesen ser habidos
ni poderse recoger, que fué causa principal que los in-
dios naturales de aquella provincia se alterasen, así por
ver á los españoles todos derramados por muchas partes,
como por las muchas desórdenes que ellos cometian
entre los naturales, tomándoles las mujeres y la comi-
da por fuerza, con otros desasosiegos y bullicies3, que
dieron causa á que toda la tierra se levantase, creyendo
que entre los dichos españoles, segun que el dicho ade-
lantado habia publicado, habia division en diversos se-
ñores, segun arriba se hizo relacion á vuestra majes-
tad, y de lo que el dicho adelantado publicó al tiempo
que en la tierra á los indios della (con lengua que pu-
dieron entender bien), y fué así, que tuvieron tal as-
tucia los dichos indios, siendo primeramente informa-
dos dónde y cómo y en qué partes estaban los dichos
españoles, que de dia y de noche dieron en ellos por
todos los pueblos en que estaban derramados; y á esta
causa, como los hallaron desapercebidos y desarmados
por los dichos pueblos, mataron mucho número de-
llos, y creció tanto su osadía, que llegaron á la dicha
villa de Santisteban del Puerto, que tenia poblado en
nombre de vuestra majestad, donde dieron tan recio
combate, que pusieron á los vecinos della en grande
necesidad, que pensaron ser perdidos, y se perdieran,
si no fuera porque se hallaron apercebidos y juntos,
donde pudieron hacerse fuertes y resistir á sus contra-
rios, hasta en tanto que salieron al campo muchas
veces con ellos, y los desbarataron. Estando así las co-
sas en este estado, tuve nueva de lo sucedido, y fué
por un mensajero, hombre de pié, que escapó huyendo
de los dichos desbaratos; y me dijo cómo toda la pro-
vincia de Pánuco y naturales della se habian rebelado, y
habian muerto mucha gente de los españoles que en
ella habian quedado de la compañía del dicho adelanta-

mos con lo contratado y capitulado entre nosotros, juntamente con el deudo que habiamos tomado con los dichos nuestros hijos, tan conformes y de una voluntad y querer, que no se entendia entre nosotros en mas de lo que á cada uno estaba bien en el despacho, principalmente del dicho adelantado.

En lo pasado, muy poderoso Señor, hice relacion á vuestra católica majestad de lo mucho que mi alcalde mayor trabajó para que la gente del dicho adelantado, que andaba derramada por la tierra, se juntase con el dicho adelantado, y las diligencias que para esto intervinieron (las cuales, aunque fueron muchas, no bastaron para poder quitar el descontento que toda la gente traia con el dicho adelantado Francisco de Garay); antes creyendo que habian de ser compelidos que todo el dia habian de ir con él, conforme lo mandado y apregonado, se metieron la tierra adentro por lugares y

4 Hacer bien à un sugeto sospechoso y contrario, como á un hermano, es virtud heróica.

Este casamiento del yerno de Garay con una hija de Cortés débese entender que esta hija seria del primer matrimonio que hizo en Cuba; el segundo, aunque oculto, dicen algunos que fué con doña Marina de Escobar, y otros lo niegan; yo no me meto en juzgar; y el tercero con la señora doña Juana de Zúñiga, hija del conde de Aguilar y sobrina del duque de Béjar.

yo allí en nombre de vuestra majestad fundé, y creí que, segun el grande desbarato habia habido, que ninguno de los dichos castellanos era vivo; de lo cual Dios nuestro Señor sabe lo que yo sentí; y en ver que ninguna novedad semejante se ofrece en estas partes, que no cuesta mucho y las traiga á punto de se perder; y eldicho adelantado sintió tanto esta nueva, que así por le parecer que habia sido causa dello, como porque tenia en la dicha provincia un hijo suyo, con todo lo que habia traido, que del gran pesar que hubo adoleció, desta enfermedad falleció desta presente vida en espacio y término de tres dias.

Y para que mas en particular vuestra excelsitud se informe de lo que sucedió después de sabida esta primera nueva, fué que después que aquel español trajo la nueva del alzamiento de aquella gente de Pánuco, porque no daba otra razon sino que en un pueblo que se dice Tacetuco 4, viniendo él y otros tres de caballo y un peon, les habian salido al camino los naturales dél, y habian peleado con ellos y muerto los dos de caballo y el peon, y el caballo al otro, y que ellos se habian es

3 Cortés padeció de los españoles tanto y aun mas que de los indios. Foris pugnæ, intus timores.

Es el que hoy se llama Tanjuco.

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