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ra de mas aina sojuzgarlos, y con los unos y con lo s otros maneaba y á cada uno en secreto le agradecia el aviso que me daba, y le daba crédito de mas amistad que al otro."

Decidida la marcha á Cholula, los tlaxcaltecas ya que no pudieron disuadir á Cortés de verificarla, le instaron para que les permitiese acompañarle en gran número; pero Cortés no quiso que le siguiesen mas que seis mil hombres. En Cholula fué recibido con las mas grandes muestras de amistad y consideracion; pero á poco se comenzaron á observar señales indefectibles de algun secreto plan que se tramaba contra los españoles, del cual tuvo Cortés noticia cumplida por la comunicacion que hizo á Doña Marina la muger de uno de los caciques que habia trabado mucha amistad con ella. El plan venia de la corte de Mégico y habia sido combinado. por los embajadores megicanos que acompañaban á Cortés, con quienes se habian puesto de acuerdo otros enviados recientemente venidos de la capital, de que Cortés no habia tenido conocimiento. Lo que se intentaba era atacar á los españoles á la salida de la ciudad, cuyas calles habian sido cortadas con estacadas ocultas, para hacer caer en ellas á los caballos, al mismo tiempo que de las azoteas vendria sobre ellos una lluvia de piedras y armas arrojadizas, de que se habia hecho gran provision, entrando á la vez el egército megicano, que estaba acampado en las inmediaciones. Tenian por tan seguro el éxito, que de antemano habian dispuesto sacrificar en Cholula una par

te de los prisioneros, y conducir á Mégico con el mismo objeto todos los demas.

Cortés, descubierto el plan, trató de tomar tales medidas que no solo le sacasen de la dificil situacion en que se hallaba, sino para dar un golpe que convenciese,que si los españoles no podian ser vencidos en el campo de batalla, tampoco podian ser sorprendidos por pérfidos artificios. Por medio de algunos sacerdotes de los ídolos, á quienes con presentes hizo descubrir mas completamente la trama, citó á los principales caciques á sus cuarteles, para anunciarles su próxima partida, y pedirles dos mil hombres para llevar su artillería y bagages.

Llamó en seguida á los embajadores megicanos, á quienes manifestó tener descubierto todo el plan de la conspiracion, y que atribuyéndose ésta al emperador su amo, debia ya tratarle como enemigo y marchar como tal contra su capital. Los embajadores sorprendidos se esforzaron en disculpar á su gobierno, imputando todo á los caciques de Cholula, con lo que Cortés les ofreció que castigaria severamente el desacato de acusar al emperador de una falta tan grave contra las leyes de la hospitalidad. La noche se pasó en continuos temores de un ataque repentino; pero á la mañana siguiente se presentaron los caciques trayendo un número mayor de hombres que el que se les habia pedido. Se hace entrar á estos en un patio gran de del edificio en que estaban acuartelados los españoles, y Cortés llamando aparte á los caciques les echa en cara su perfidia, y ellos se escusan con las órdenes de Moctezuma: Cortés les reprende el

atentado de imputar al emperador su propio delito. y con aire severo les dice que hará por ello un castigo tan egemplar, que resonará en todos los ángulos del Anáhuac. En este momento se dispara un arcabuz que era la señal convenida: un fuego vivo que parte de todas las azoteas del cuartel, aniquila en un instante á los que estaban encerrados en el patio, al mismo tiempo que los tlaxcaltecas que habian acampado fuera de la ciudad, entran en ella sin perdonar mas que á las mugeres y á los niños, matando, ó haciendo es clavos á los hombres, y saqueando todas las casas, con el furor con que se vengan inveterados agravios. La obra de la desolacion caminó de tal manera, que segun el mismo Cortés, en dos horas murieron mas de tres mil hombres. La distribucion del botin se hacia por sí misma, pues los tlaxcaltecas preferian tomar los muebles, ropas y demas comodidades de la vida de que su pobreza les habia hecho carecer, mientras que para los españoles presentaba mayor atractivo el oro y la plata que tomaban como su parte. Cortés puso término á la matanza, y ofreciendo el perdon por lo pasado, dió libertad á dos de los caciques que tenia detenidos, y por su medio hizo volver á sus casas a los habitantes que habian huido despavoridos, y persuadiendo á los tlaxcaltecas que diesen libertad á sus prisioneros, hizo tambien cesar la enemistad que habia entre los dos pueblos. Tal fué la terrible egecucion de Cholula y no es extraño que, como dice Cortés á Cárlos V "despues de este trance pasado, todos han sido y son muy ciertos vasallos de V. M. y muy obe

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