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bellaco loco: yo te digo, loco, dirigiéndose al bufon, que si te tomo, que te haga y te acontezca. Todos los concurrentes se burlaron del dicho del truhan, pero no Velazquez, en cuyo espíritu habia hecho impresion, y ayudada esta por las reflexiones de sus amigos que venian en apoyo de su sospecha, se determinó por fin á quitar el mando de la armada á Cortés. Súpolo este en aquella misma noche por el contador Amador de Lares que habia influido mucho para que se le diese, y teniendo comprometida en la empresa toda su fortuna y la de sus amigos, y fincado en ella todo su porvenir, se resolvió sin vacilar á partir al momento, despertando á los suyos para que fuesen á embarcarse, y con algunos de ellos fué á la carnicería para hacer llevar á bordo toda la carne que hubiese, como lo verificó, no obstante la oposicion del obligado, á quien dió una cadena de oro. Velazquez, avisado de esta novedad, se levantó ocurrió á la marina con toda la ciudad espantay da, y habiéndose acercado á tierra Cortés en una lancha bien armada, le dijo aquel: ¿Pues cómo compadre así os vais? Buena manera es esa de despediros de mí. A lo que Cortés le respondió: Señor, perdóneme vuesa merced porque estas cosas, y las semejantes, ántes han de ser hechas que pensadas: vea vuesa merced que me manda. Velazquez quedó atónito con tan atrevida respuesta, y la armada habiéndose hecho á la vela, vió desaparecer con ella sus esperanzas y todos los cálculos de su ambicion.

Esta precipitada salida de Cortés ha sido fuerte

mente censurada por algunos escritores, pero si se reflexiona que Cortés no podia ser considerado como un mero subalterno de Velazquez, sino mas bien como un sócio en una empresa en que habia comprometido su fortuna y la de sus amigos; que estos le seguian en mucho número, atraidos por su influjo personal; que ademas habia obtenido un nombramiento legal y que no habia para despojarle de él mas que meras sospechas; será menester convenir en que muy pocos habria habido tan poseidos del espíritu de obediencia y subordinacion, que en las circunstancias, no hubiesen hecho otro tanto. Nada prueba ademas que Cortés, partiendo de esta manera, quisiese defraudar de sus derechos en la empresa á Velazquez, y mas bien se vé que el intento era asegurar los suyos, para lo cual no le dejaba otro camino la conducta de Velazquez. Este, si cometió una falta en confiar el mando de la armada á un hombre en quien no tenia. absoluta confianza, la cometió todavía mayor pretendiendo quitarle, de una manera tan violenta, ese mismo mando de que le habia revestido.

Tan decidido era Cortés para tomar una resolucion como activo para egecutarla. Habiendo salido de Cuba desprovisto de todo lo necesario, y persuadido de que Velazquez circularia inmediatamente sus órdenes á todos los puntos de la isla para hacerle detener y privarle de los recursos que necesitaba, previno con su celeridad el efecto de estas. De Cuba se dirigió á Macaca, donde habia cierta hacienda del rey, de la que tomó porcion de bastimentos con

nombre de préstamo ó compra para pagarlos, y descubriendo un barco que venia de la Jamaica con cerdos, tocino y pan de casave se apoderó de él y mandó á Diego de Ordaz que hiciese lo mismo con otro buque que llevaba comestibles á las minas de Jagua. Pagó sus valores con obligaciones que firmó, y aun persuadió al dueño del primero, Antonio Sedeño, que le siguiese en su empresa. Casas refiere que le contó estas y otras cosas el mismo Cortés, ,,despues de marqués, riendo y mofando con estas palabras: A la mi fé, anduve por allí como un gentil

corsario.

En la villa de la Trinidad mandó poner su estandarte delante de su posada proclamando la jornada, y allí se le reunió porcion de gente, entre otros los cinco hermanos Alvarados y otros hombres de cuenta. Estando allí llegaron las órdenes de Velazquez para detenerle, haciendo saber á Francisco Verdugo, alcalde de aquella villa, que Cortés no era ya capitan de la armada por haberle revocado los poderes, pero Verdugo conoció que no era tiempo de efectuar tales disposiciones, y aun de los que las llevaron, el uno se quedó con Cortés y el otro volvió con una carta de este á Velazquez en que le decia, que se maravillaba de que hubiese tomado tal acuerdo, cuando su deseo era servir al rey y á él en su nombre. Iguales órdenes se comunicaron á Pedro de Barba, teniente de Velazquez en la Habana, ciudad que se hallaba entonces situada al Sur de la isla, de donde se trasladó despues al punto que hoy ocupa, pero para entonces

el influjo de Cortés sobre los soldados era ya tal, que ,,todos nosotros, dice Bernal Diaz del Castillo, pusiéramos la vida por él." Cortés escribió nuevamente á Velazquez:,,con palabras tan buenas, dice el mismo Bernal Diaz, y de ofrecimientos que los sabia muy bien decir," y terminaba con que,,á otro dia se haria á la vela y que le seria muy servidor."

En consecuencia, la armada salió de la Habana el dia 1o de febrero de 1519 con direccion al Cabo de San Antonio, y reunidas todas las fuerzas en Guaniganigo Cortés las pasó en revista y halló que subian á ciento y nueve marineros y quinientos y ocho soldados, con cosa de doscientos indios de Cuba y algunas indias para hacer los ranchos. La artillería consistia en diez piezas pequeñas. Habia ademas diez y seis caballos, que habia sido dificil adquirir y habian costado de 400 á 500 pesos cada uno, pues todavía eran escasos y muy caros en las islas, pero que Cortés habia tenido gran empeño en procurarse, conociendo lo importantes que le eran en el género de guerra que iba á emprender. Los buques eran once de los cuales solo el que montaba Cortés era de cien toneladas, otros tres de 80 y de 70 y los demas eran barcas pequeñas y sin cubierta. Cortés enarboló su estandarte, en que se veia una cruz roja en campo blanco y azul, con una inscripcion latina que decia: ,,Amigos, sigamos la cruz, y si tuviésemos fé, en esta

señal venceremos."

Tales fueron las débiles fuerzas con que Cortés acometió derribar el imperio megicano y sojuzgar to

da la Nueva-España, pero si ellas eran cortas para tal empresa, á todo suplia la capacidad del capitan. Cortés tenia entonces de 33 á 34 años: en la flor de la edad, ambicioso de gloria y de riquezas, multiplicaba los recursos con su ingenio y á este solo le debió el éxito de su empresa. En las conquistas de las demas provincias de América, los conquistadores no tuvieron que luchar con pueblos guerreros que supiesen defender su libertad, ni emplearon mas que la fuerza de las armas á la que todo cedió. Cortés por el contrario, tuvo que combatir con naciones valientes, acostumbradas á la guerra y resueltas á defenderse, y para triunfar de ellas tuvo necesidad de todos los artificios de la política y de todos los recursos de la táctica, moviendo al mismo tiempo con singular destreza todos los resortes del entusiasmo y de la codicia en los que le seguian.,,Yo acometo, dijo á sus soldados, en el cabo de San Antonio, una grande y famosa hazaña, que será despues muy gloriosa. He hecho en ella grandes gastos, en que tengo puesta toda mi hacienda y la de mis amigos, y aun me parece que cuanto menos tengo de ella, he acrecentado en honra, pues se han de dejar las cosas chicas cuando las grandes se ofrecen. Callo cuan agradable será á Dios nuestro Señor, por cuyo amor he puesto de muy buena gana el trabajo y los dineros. Vamos á comenzar guerra justa y buena y de gran fama. Dios Todopoderoso en cuyo nombre y fé se hace, nos dará victoria. Yo os propongo grandes premios, mas envueltos en grandes trabajos, pero la virtud no quiere

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