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y á la fama de las riquezas del nuevo mundo, se apresuraron gran número de personas á ponerse bajo sus banderas, en el segundo viage que emprendió. La carrera que ántes se presentaba á los jóvenes españoles, reducida á distinguirse en las guerras contra los moros, habia venido á ser mucho mas ámplia desde que las guerras de Italia y el descubrimiento de América les ofrecian un vasto campo para ganar gloria, honores y riquezas. Estas sin embargo, estaban lejos de ser en la española lo que se habian prometido los que acompañaban á Colon, persuadidos que corrian á una fortuna fácil y segura, y estas esperanzas burladas dieron ocasion á graves inquietudes y al descrédito en que en breve cayó el nuevo descubrimiento. Sin embargo, el empeño que el gobierno tomó en fomentar los nuevos establecimientos, hizo que acudiesen á ellos otros especuladores. El sistema que se adoptó fué abrir el campo al espíritu de empresa particular, haciendo contratos ó capitulaciones con los varios individuos que armaban expediciones para nuevos descubrimientos, cediéndoles una parte de las utilidades que de estos resultasen, y reservando el resto para sí la corona; y como en esta distribucion de ganancias, quedaba siempre para el fisco una parte del oro y plata que se recogiese, cuya proporcion habiendo variado, vino por fin á fijarse en el quinto, este es el origen del derecho que conservó largo tiempo este nombre, y que pagan todavía el oro y plata que se extraen de las minas, el cual se redujo luego al décimo, hasta que las cortes de Madrid de 1821 lo

disminuyeron á 3 por 100, cuyo decreto, aunque recibido despues de la proclamacion de la independendia, tuvo todo su efecto, habiéndolo adoptado la junta soberana que entonces se hallaba reunida.

Pudiera decirse que el carácter de aquel reinado fué emprender graudes cosas con medios que parecian ser muy inferiores al objeto, y aumentar la monarquía con muy cortas erogaciones del erario. Hasta aquel tiempo la guerra se habia hecho concurriendo á ella los feudatarios con sus vasallos, de cuyo servicio se ha conservado la memoria hasta nuestros dias en el derecho de Lanzas, que pagaban las personas tituladas, en lugar de los hombres que antes daban; pero como el tiempo por el cual estaban obligados á este servicio, se reducia á un número determinado de meses en el año, concluidos estos, el soberano se encontraba sin egército y en la imposibilidad de seguir un plan de operaciones que requiriese un tiempo prolongado. Este sistema tampoco podia ser practicable en expediciones distantes, y así hubo de terminar, cuando habiendo adquirido los gobiernos mayor poder y consistencia, se amplió tambien la esfera de su ambicion. Las tropas regulares, pagadas por el tesoro público y prestando un servicio permanente, sucedieron á los egércitos feudales; pero todavía las rentas reales no estaban en estado de hacer frente á las erogaciones que requiere una larga guerra y la manutencion de egércitos numerosos. Así vemos en este reinado que la guerra de Granada, base de toda la grandeza á que llegó la monarquía, no hubiera podido

continuarse, á pesar del empeño que en ella tenian los soberanos, si el cardenal D. Pedro Gonzalez de Mendoza, arzobispo de Toledo, no hubiese ofrecido, en nombre del clero español, tomar á su cargo la manutencion del egército hasta la conclusion de la campaña. La conquista de Navarra la hizo el duque de Alva con sus vasallos, y cuando la proximidad de un egército frances hizo necesario mover mayores fuerzas en defensa de aquel reino, se hizo marchar á él al duque de Nájera con los suyos. La campaña brillante de las costas de Africa la hizo el cardenal Cisneros á su costa; y para la conquista de Nápoles fueron tan pocos los recursos que el gran capitan recibió de España, que tuvo que subsistir á expensas del pais mismo que iba ocupando, expuesto siempre á los tumultos militares y á la insubordinacion que causaba la falta regular de paga. Este fué tambien el motivo de la campaña del virey de Nápoles, D. Ramon de Cordona, á los estados venecianos, para hacer subsistir en ellos su egército; y la division que pasó á Italia, á las órdenes de Sarmiento, se hallaba de tal manera destituida hasta de lo mas preciso, que los italianos llamaban á los soldados i bisognosi los necesitados. Aun en el brillante reinado de Cárlos V, sus egércitos en Italia estuvieron siempre privados de fondos, lo que obligó al marqués de Pescara á precipitar la batalla de Pavía, y dió luego motivo á las extorsiones que sufrieron los milaneses y al terrible saqueo de

Roma.

Para la adquisicion de las posesiones de América,

solo se hicieron por la corona los gastos de las primeras expediciones, contribuyendo á ellas por su parte Colon, segun los términos de su capitulacion, pero en lo succesivo todo fué obra de especulaciones particulares. Este sistema, si bien era muy adecuado para acelerar el curso de los descubrimientos, fué tambien una de las causas que mas contribuyeron á la ruina y desolacion de lo que se iba descubriendo. Como sucede siempre en la formacion de una nueva nacion, ó en el establecimiento de una colonia remota, la clase de habitantes que pasa á ella no es nunca la mas recomendable. Roma para aumentar su poblacion abrió un asilo á los malhechores de los paises circunvecinos, y aquella ciudad que habia de ser la señora del mundo, comenzó á robustecerse llamando á tomar parte en su engrandecimiento á los que por sus crímenes eran perseguidos en su patria. Con respecto á las nuevas colonias españolas, aunque se previno por repetidas órdenes que nadie pasase á ellas sin expresa licencia del gobierno, para que no se poblasen de gente viciosa y vagamunda, siendo muy corto el número de individuos que se presentaba, el gobierno mismo, no obstante la oposicion de Colon, se vió en la necesidad de ocurrir al arbitrio de mandar se llevasen á ella los delincuentes que hubiesen de ser desterrados de la península ó condenados al trabajo de las minas, y tambien se concedió indulto á los criminales que quisiesen pasar á servir en los nuevos establecimientos, conmutando la pena muerte en dos años de residencia en las islas. Mas

de

adelante, cuando las colonias fueron tomando mayor cónsistencia, no hubo ya necesidad de estos estímulos, y la clase de la poblacion mejoró notablemente. No es extraño pues, que con tales elementos la obra de la propagacion de la religion cristiana, objeto principal de la conquista, y continuamente recomendada por los reyes, se perdiese mucho de vista, y que en su lugar se atendiese á intereses mas profanos. Con el fin de hacer trabajar á los naturales del pais y tenerlos reunidos para facilitar la enseñanza de la religion se hicieron los repartimientos, distribuyendo aquellos entre los colonos que debian doctrinarlos, y como la poblacion fuese escaseando en la española, se ocurrió á las otras islas y á la tierra firme para suplir la falta con los individuos que de ellas se conducian, y aunque por repetidas órdenes estaba prohibido hacer esclavos á los indios, como esto se permitió con respecto á los caníbales ó comedores de carne humana, bajo este pretexto eran condenados á la esclavitud muchos en quienes no habia este motivo. Esta rápida destruccion de los habitantes de las islas y de la costa firme, así nombrada por ser la parte del continente americano que primero se descubrió despues de las Antillas, llamó la atencion y excitó el celo de algunos hombres humanos y religiosos, especialmente eclesiásticos, entre los cuales se distinguió mas que ninguno el licenciado Bartolomé de las Casas, que despues tomó el hábito de Sto. Domingo y fué obispo de Chiapas, cuya celebridad nos obliga á entrar en algunos pormeno

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