Imágenes de página
PDF
ePub

pero que esta redondez no era esférica, sino que,es de la forma de una pera, que sea toda muy redonda, salvo allí donde tiene el pezon que allí tiene mas alto, y que esta parte de este pezon sea la mas alta y mas propincua al cielo, y sea debajo de la línea equinoccial en estamar Occéana en fin del Oriente." Deduciendo en seguida consecuencias sobre esta base, viene á inferir „,que el paraiso terrenal sea en el colmo, allí donde dijo el pezon de la pera, y que poco ά andando hacia allí se va subiendo á él, y que poco pueda salir de allí esa agua (la del Orinoco) bien que sea lejos y venga á parar allí donde él venia y faga este lago, y si de allí del paraiso no sale, parece aun mayor maravilla, porque no cree que se sepa en él mundo de rio tan grande y tan fondo:" ofrece en seguida mandar al adelantado su hermano con tres navíos á hacer un reconocimiento de aquellas tierras, ,,en que tiene asentado en el ánimo que allí es el paraiso terrenal."

Verificado el descubrimiento del nuevo mundo, los reyes católicos obtuvieron bula pontificia por la cual se les concedieron las tierras descubiertas y que se descubriesen por su mandado, para que en ellas se estendiese y propagase la religion católica, en la misma forma y con las mismas gracias dispensadas á los reyes de Portugal, en lo que habian descubierto en las costa de Africa. Esta bula fué expedida por Alejandro VI en 3 de mayo de 1493, y en aquellos tiempos este título se consideraba como el mas legítimo, y era admitido y reconocido por todos. Así es que

no fué en manera alguna contestado, pues el rey de Portugal que hizo oposicion á la concesion, de ninguna suerte disputaba la validez del título, sino que habiendo obtenido otra concesion igual y mas antigua aquella corona del Papa Martino V, creia que la que de nuevo se hacia á los reyes de Castilla recaia sobre tierras que eran ya de su pertenencia. Este recelo se fundaba en las mismas opiniones de Colon, cuyo intento, como hemos visto, no fué descubrir un mundo nuevo, lo que no podia entrar en el cálculo de nadie, sino llegar por otro camino á la India Oriental, á cuyo extremo creyó haber tocado arribando á las Antillas y costas de Colombia, de donde vino el dar el nombre de Indias á las tierras nuevamente descubiertas y de indios á sus habitantes, y el aplicar al imperio del Catay ó la China, cerca del cual creia estar, cuantas noticias recogia del continente americano, hasta el punto de ofrecerse á llevar á España al emperador de aquel pais para ser instruido en la fé de Cristo. Esta disputa con Portugal se cortó con la designacion que se hizo por el pontífice de los límites entre los descubrimientos de ambas coronas, por medio de un meridiano á cien leguas al Occidente de las islas de Cabo verde; pero como esta demarcacion solo se contraia al Occéano Atlántico, la cuestion volvió á suscitarse cuando al dar la vuelta al mundo los españoles, se encontraron nuevamente con los portugueses en los.antípodas de la línea de demarcacion y fué menester fijar otra nueva por otro convenio. Los reyes católicos, llenos siempre del

mayor respeto hacia la silla apostólica, le presentaron las primicias del nuevo mundo que se acababa de descubrir bajo sus auspicios, y el primer oro que de él se recibió se empleó en dorar el artesonado que forma el techo de la Basílica de Santa María la Mayor.

El derecho concedido por esta bula era muy suficiente y respetable á los ojos de la piadosa Isabel, pues la condicion con que se le daba de la propagacion de la religion entre los habitantes del nuevo mundo, fué siempre el objeto de su predileccion y el fin de sus deseos. D. Cristobal Colon estaba tan persuadido de la legitimidad de tal título, que escribiendo á los reyes católicos, desde la costa de Veragua, les dice:,,tan señores son vuestras Altezas de esto, ,,como de Jerez 6 Toledo:" y esta misma conviccion obraba igualmente en todos. El rey Fernando, que habia despojado con mil artificios del reino de Nápoles á sus parientes, y que en el lecho de la muerte declaró que se consideraba tan legítimo poseedor de la Navarra, que habia invadido sin derecho alguno sino por meras consideraciones de conveniencia, como de sus estados hereditarios de Aragon, no necesitaba sin duda de tantos motivos para decidirse á una empresa á que en sus principios no tuvo grande inclinacion, y por estó no tomó parte alguna en ella por su corona de Aragon.

Si bien se considera esta famosa bula por los efectos que produjo, sin haber sido la causa de la conquista que se habria verificado igualmente sin ella,

fué benéfica á los paises conquistados. Estableciendo como objeto de la conquista la propagacion de la religion cristiana, obligó á los monarcas españoles á tomar el mas decidido empeño en el cumplimiento de esta condicion, y proporcionó así á los pueblos oprimidos los consuelos de la religion y el apoyo y defensa de sus ministros. La inhibicion que en ella se hace con todo el rigor de las censuras eclesiásticas, respetadas entonces por todas las naciones, para que no pudiesen ir á comerciar ni con ningun otro pretexto á las islas y tierra firme concedidas á los reyes católicos, sino aquellos á quienes estos lo permitiesen, impidió que el nuevo continente viniese á ser el campo de batalla entre las potencias europeas, como lo era por aquel mismo tiempo la desgraciada Italia, y salvó así á los americanos de todos los males que sobre ellos hubieran recaido, si las naciones beligerantes los hubiesen obligado á tomar parte en sus cuestiones, como ha sucedido en tiempos posteriores con las tribus del Norte, que armadas las unas en favor de la Inglaterra y aliadas las otras de la Francia, se han destruido entre sí mismas en guerras, en que para ellas no se disputaba sino quien habia de ser su

opresor.

Las dudas que en lo sucesivo se suscitaron sobre los casos en que podia considerarse legítimo el uso del derecho concedido á los reyes de Castilla por esta bula, y en que debian ser tenidas por justas las guerras que se hacian á los pueblos á donde se presentaba un conquistador, dieron lugar á la risible in

timacion que se les hacia, en una lengua que ellos no entendian, y generalmente á una distancia á que no podian oir, haciéndoles saber que habia un Dios en el cielo cuyo vicario en la tierra era el pontífice romano; que éste, en virtud del poder absoluto que tenia sobre todos los reyes y pueblos del universo, habia concedido á los reyes de Castilla el dominio de los paises que descubriesen en las islas y tierra firme del mar Occéano, por lo cual los requerian para que se reconociesen por sus vasallos y admitiesen la fé cristiana, so pena de ser invadidos y hechos esclavos. Esta intimacion, segun Herrera, fué redactada por el Dr. Palacios Rubios, del consejo de los reyes y jurisconsulto de gran reputacion en aquellos tiempos.

ΕΙ papa Paulo III, por una bula posterior, declaró que no podia darse tal extension á la bula de Alejandro VI, y que ella no autorizaba á despojar de sus dominios temporales á ningun príncipe, por solo el hecho de ser infiel; pero para entonces la conquista estaba concluida, y esta bula no pudo aprovechar mas que para mejorar la condicion de los pueblos conquistados.

Establecido así el derecho de la corona de Castilla á las tierras nuevamente descubiertas, se trató de formar en la isla española, mas conocida despues con el nombre de Santo Domingo por el de su capital, el primer establecimiento, que vino á ser por algun tiempo el centro y cabeza de todos los demas. D. Cristobal Colon, segun sus capitulaciones, debia ser virey, almirante y gobernador de todo lo que se descubriese,

« AnteriorContinuar »