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quistar á Nicaragua y las demas provincias hasta el istmo de Panamá, castigando de paso á los españoles que de las islas habian venido á saltear indios en aquellas costas; encontrar el ,,secreto del estrecho" para desembocar en el mar del Sur, y seguir descubriendo las costas de este para llegar hasta las islas de la especeria, eran los objetos de que se ocupaba con el ardor que en todo le era genial, cuando los avisos que recibió de Mégico le decidieron á volver allá, y tomadas las disposiciones necesarias para dejar organizado el gobierno de Honduras, en donde quedó por su teniente Hernando de Saavedra, con las instrucciones que se han publicado en el Apéndice, se embarcó con un corto número de personas con direccion á Veracruz. Por dos veces las tempestades le obligaron á retroceder y por último tuvo que desembarcar en Trujillo y volver á emprender sus operaciones en aquella tierra, de donde pensaba que no habia de salir. Estos contratiempos le causaron una enfermedad que le puso tan al extremo, que tuvo dispuesta la mortaja de San Francisco para que le cnterrasen. Las noticias que nuevamente le llegaron de lo que pasaba en Mégico y las instancias de Sandoval le hicieron embarcarse, dejando la tropa á cargo del capitan Luis Marin, para que la volviese á Nueva-España por el camino de Guatemala, y mas dichoso en esta vez que en la anterior, llegó á la Habana, en donde era ya muerto Velazquez, y de allí, aunque no sin nuevos contrastes, siguió su viage á Veracruz y ancló frente á la isla de Sacrificios el dia

24 de mayo de 1526, un año y siete meses despues de su salida de Mégico.

Quedóse allí por aquella noche y el dia siguiente saltó á tierra con veinte soldados, con los que se fué á pié hasta el sitio en que hoy está construida la actual ciudad de Veracruz, donde se encontró con algunos pasageros que venian á embarcarse en San Juan de Ulúa, en cuyos caballos, sin dejar que nadie se adelantase á dar aviso, se dirigió á Veracruz en donde entónces estaba, y habiendo llegado dos horas antes de amanecer, se fué derecho á la iglesia que halló abierta, y se entró en ella con todos los que le acompañaban. El sacristan, que era nuevamente venido de España, no conocia á Cortés, y viendo tanto número de personas en la iglesia á hora tan desusada, salió dando voces y pidiendo favor á la justicia. Los alcaldes y alguaciles y demas gente que acudió con armas, pensando que era otra cosa, comenzaron á decir con palabras airadas que saliesen, y como Cortés estaba tan flaco y macilento por los trabajos y enfermedades que habia pasado, no le conocieron hasta que les habló. Llenos entónces de regocijo, corrieron todos á besarle la mano, y Cortés abrazándolos y llamándolos por sus nombres, los agasajaba y acariciaba; en seguida se dijo misa y le llevaron á aposentar á la mejor casa que era la de Pedro Moreno Medrano. Cortés avisó su llegada al ayuntamiento de Mégico por una célebre carta que se publicará en el Apéndice, en la que comparando el estado en que la capital se hallaba con la obscuridad del limbo

en que yacian los Santos esperando el advenimiento del Salvador, asemeja su llegada en tales circunstancias al triunfo de este, librando á sus amigos de la servidumbre en que estaban.

Me ha parecido conveniente, en obsequio de la claridad, no interrumpir la relacion del viage á las Hibueras, dejando para tratar con igual separacion los ruidosos acontecimientos de la capital que fueron contemporáneos y dieron motivo al regreso de Cortés. Estos sucesos son de un interés peculiar para nosotros, y como se hallan referidos muy por menor en las actas de los cabildos del ayuntamiento de esta ciudad, he creido que interesará la curiosidad la lectura de estos documentos, que contienen las primeras deliberaciones sobre asuntos públicos en nuestro pais, y por esto he puesto en el Apéndice el extracto del libro de cabildo en lo relativo á estas materias, bastando por tanto tratarlas aquí sumariamente en cuanto fuere menester para seguir el hilo de los sucesos.

A la salida de Cortés para las Hibueras dejó gobernando, como en su lugar se dijo, al Licenciado Zuazo, al tesorero Estrada y al contador Albornoz, aunque su primera intencion fué que solo quedasen los dos primeros y qué el tercero le acompañase en la expedicion. Los tres asistieron por primera vez, como tenientes de gobernador, al cabildo que se celebró el 4 de noviembre de 1524. No se habia alejado mucho Cortés de la capital cuando ya se habian desavenido Estrada y Albornoz, que de antemano estaban enemistados, y con la ligera ocasion del nom

bramiento de un alguacil, echaron mano á las espadas, lo que en aquel siglo era frecuente, y no se tenia por hombre de honor el que en cualquiera pendencia no sostenia su razon con las armas. Cortés, instruido de estas desavenencias é importunado por el factor Salazar y el veedor Chirino, que le habian acompañado hasta Goazacoalco, les dió dos nombramientos de que debian hacer uso segun las circunstancias; el uno para que gobernasen ellos con el Licenciado Zuazo, castigando á Estrada y á Albornoz si los encontrasen desavenidos, y el otro para que en caso de estar estos en armonía gobernasen los cinco juntos.

En estos nombramientos anduvo desacertado Cortés, pues habiendo ya desavenencia entre tres individuos, era de temer que mucho mas la hubiese entre cinco que de antes habian manifestado rivalidad: á no ser que, como presume Herrera, sabiendo que es tos oficiales reales habian informado contra él al emperador, esperase que el desacuerdo entre ellos sirviese para deshacer la calumnia, ó lo que es mas cierto, que ansioso de partir para la expedicion, no reparase cuanto era menester en lo que disponia acerca del gobierno que habia de administrar el reino en su ausencia. En esto y en todo lo siguiente es de notar la grande importancia que entonces tenia el ayuntamiento de Mégico: ante él presentaban sus nombramientos los gobernadores; ante él prestaban el juramento, él decidia en las cuestiones que entre ellos se suscitaban, calificaba sus derechos y facultades, é

imponia la pena de muerte á los que desobedeciesen las providencias que de él mismo emanaban.

De regreso á Mégico Gonzalo de Salazar y Pero Almindez Chirino, presentaron en el cabildo celebrado en 29 de diciembre del mismo año de 1524, la provision que los autorizaba á gobernar ellos solos con el Licenciado Zuazo, y reconocidos sin dificultad por el ayuntamiento, continuaron asistiendo á los cabildos sucesivos, sin intervencion alguna de Estrada y Albornoz. Siguieron así las cosas hasta el 17 de febrero de 1525, en cuyo cabildo, despues de reconocido por alguacil mayor Rodrigo de Paz, á quien Cortés dejó administrando sus bienes, lo cual le daba mucho poder é influencia, ademas de ser, como dice Herrera, mas bullicioso de lo que conviniera, se presentaron Estrada y Albornoz, manifestando el abuso que habian hecho Salazar y Chirino de las provisiones de Cortés, quien en las cartas que les escribia los continuaba reconociendo como sus tenientes. La resolucion se dejó al Licenciado Zuazo, quien declaró que todos cuatro debian concurrir al gobierno, y así se aprobó en el cabildo extraordinario que aquella misina tarde se celebró, contra el cual no solo reclamaron Salazar y Chirino, sino que impusieron la pena de muerte y perdimiento de bienes contra el alcalde y regidores que se entrometiesen á aprobar lo que el Licenciado Zuazo habia determinado, y segun el temple de aquellos hombres, la imposicion de estas penas no era solo por atemorizar, sino que las llevaban á efecto con la mayor severidad. severidad. Estrada y

Al

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