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tivo de admiracion los rápidos aumentos de los Estados-Unidos, cuando para ellos no ha habido mas dificultad que superar que el derribar bosques antiguos para reducir las tierras á cultivo, contando para ello con todos los auxilios de las artes modernas y con grande facilidad de comunicaciones: lo que se hizo en nuestro pais en los tres años inmediatos á la conquista excede en mucho á lo que se ha verificado en los Estados-Unidos, y atendidas todas las circunstancias, apenas parece posible que la actividad del hombre pueda llegar á tanto.

Antes de dar fin á esta disertacion debo proponer una idea que me ha sugerido el curso mismo de la redaccion de esta obra. El aprecio con que ha sido recibida por el público, que ha sido tal que es ya necesario hacer nueva impresion de la primera disertacion, que se tiró en menor número de egemplares que los cuadernos siguientes, en la que se correjirán algunas erratas que se han notado en la primera, prueba el deseo que hay en la nacion de ocuparse de lecturas importantes y sérias, y los muchos documentos que se han puesto á mi disposicion por diversas personas que los poseen, y de que haré uso para dar al trabajo que he emprendido mayor extension que la que me habia propuesto en su principio, correspondiendo así al aprecio que ha merecido á mis lectores, demuestran que hay materiales sobrados para escribir con buenos datos nuestra historia, así como buena disposicion para comunicarlos á quien de ella se ocupa. Pero estos materiales se van perdiendo y desaparecen todos los dias: ya no existe el libro manual de los gastos del Sr. arzo

bispo Zumarraga, que debia ser tan interesante y que D. Cárlos de Sigüenza vió; tampoco se halla la obra del Dr. Cervantes, Mégico por dentro, escrita en diálogos, en que se describia la ciudad como era pocos años despues de la conquista, obra que tuvieron el mismo Sigüenza y el P. Pichardo que hace pocos años murió, y que existia en la biblioteca de la Universidad. El archivo de la Audiencia y el de la Acordada, en su mayor parte, se vendieron por papel viejo, y el mismo riesgo corrió el de la casa del Sr. duque de Terranova. Es menester pues buscar algun medio para que la historia nacional no siga sufriendo estas pérdidas irreparables, y para ello seria conveniente formar una sociedad de literatos con algunos fondos, para que pudiesen adquirir todos los documentos antiguos que calificasen de importantes, ó los hiciesen copiar de donde existen originales, con anuencia de sus dueños, y de esta inanera tendriamos un archivo de la historia nacional que se pudiera consultar fácilmente por todos los que se ocupasen de estas materias. Si el supremo gobierno adoptase esta idea y la propusiese al congreso, no dudo seria aprobada, y se haria con esto una cosa útil y honrosa á la nacion.

Esta sociedad debiera ocuparse tambien de conservar con inscripciones la memoria de los lugares en que se han verificado los acontecimientos principales de nuestra historia, desde la mas remota antigüedad hasta nuestros dias. Por tres siglos ha durado el nombre del Salto de Alvarado y ha permanecido abierta la acequia, en que por una tradicion constante se dice que este memorable suceso acaeció. Ya se hà cerra

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do construyéndose en aquel sitio una casa, con lo que no le quedará este recuerdo á la posteridad. Muchas inscripciones antiguas se han quitado, solo porque tenian el nombre del virey en cuyo tiempo se pusieron, haciendo olvidar la época en que se construyeron los edificios ó monumentos en que estaban. Una inscripcion, un nombre antiguo, debe ser respetado como un recuerdo duradero, destinado á ligar la generacion pasada con la actual, y á prolongar, por decirlo así, la existencia del hombre, haciéndole ver como presente todo lo que aconteció en los siglos que precedieron á su nacimiento (1).

[1] En otros paises que estuvieron unidos á la España, no ha habido este celo destructor de los recuerdos de aquella dominacion. En los Paises Bajos, apesar de tantas vicisitudes políti cas como han tenido, pasando á ser independientes, en seguida siendo parte de la república y luego del imperio francés, y de nnevo independientes bajo la monarquía de aquel nombre y de Holanda, se hallan muchas inscripciones y memorias del gobierno español, y aun algunas de las mas adulatorias. Sobre la puerta de la ciudad de Amberes, que sale al muelle del rio Escalda, ví la siguiente en honor del rey Felipe IV.

Cui Tagus et Ganges, Rhenus cui servit et Indus
Huic gaudet famulas volvere Scaldus aquas.
proavo vexit sub Cæsare puppes

Et

quas

olim

Has vehet auspiciis, magne Philipe, tuis.

En Nápoles las dos calles principales se llaman de Toledo y de Medina, por los vireyes españoles D. Pedro de Toledo marqués de Villafranca y duque de Medina, y en un puente construido por el conde de Monterey para comunicar dos calles altas, pasando sobre otra que queda debajo de ellas, hay una pomposa é inflada inscripcion, aludiendo al título del virey que dice:

Siste gradum, viator, mirabilem rem aspicis: é Monteregio pons ortus est regius.

Largo seria referir otros muchos hechos de esta clase, cutre los cuales es notable el del nombre de la ciudad de Apricena, en el mismo reino de Nápoles, que proviene de la cena que hizo el rey Manfredo último descendiente de los conquistadores normandos, en aquel punto que era entonces un bosque, con un javalí de tamaño extraordinario que mató andando á caza, y para conservar la memoria del suceso, fundó una ciudad con este nombre que permanece, no obstante lo estraño de su orígen.

do construyéndose en aquel sitio una casa, con lo que no le quedará este recuerdo á la posteridad. Muchas inscripciones antiguas se han quitado, solo porque tenian el nombre del virey en cuyo tiempo se pusieron, haciendo olvidar la época en que se construyeron los edificios ó monumentos en que estaban. Una inscripcion, un nombre antiguo, debe ser respetado como un recuerdo duradero, destinado á ligar la generacion pasada con la actual, y á prolongar, por decirlo así, la existencia del hombre, haciéndole ver coaconteció en los siglos que mo presente todo lo que precedieron á su nacimiento (1).

[1] En otros paises que estuvieron unidos á la España, no ha habido este celo destructor de los recuerdos de aquella dominacion. En los Paises Bajos, apesar de tantas vicisitudes políticas como han tenido, pasando á ser independientes, en seguida siendo parte de la república y luego del imperio francés, y de nnevo independientes bajo la monarquía de aquel nombre y de Holanda, se hallan muchas inscripciones y memorias del gobierno español, y aun algunas de las mas adulatorias. Sobre la puerta de la ciudad de Amberes, que sale al muelle del rio Escalda, ví la siguiente en honor del rey Felipe IV.

Cui Tagus et Ganges, Rhenus cui servit et Indus
Huic gaudet famulas volvere Scaldus aquas.
Et quas olim proavo vexit sub Cæsare puppes

Has vehet auspiciis, magne Philipe, tuis.

En Nápoles las dos calles principales se llaman de Toledo y de Medina, por los vireyes españoles D. Pedro de Toledo marqués de Villafranca y duque de Medina, y en un puente construido por el conde de Monterey para comunicar dos calles altas, pasando sobre otra que queda debajo de ellas, hay una pomposa é inflada inscripcion, aludiendo al título del virey que dice:

Siste gradum, viator, mirabilem rem aspicis: é Monteregio pons ortus est regius.

Largo seria referir otros muchos hechos de esta clase, cutre los cuales es notable el del nombre de la ciudad de Apricena, en el mismo reino de Nápoles, que proviene de la cena que hizo el rey Manfredo último descendiente de los conquistadores normandos, en aquel punto que era entonces un bosque, con un javalí de tamaño extraordinario que mató andando á caza, y para conservar la memoria del suceso, fundó una ciudad con este nombre que permanece, no obstante lo estraño de su orígen.

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