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que la componen, sin combinacion entre sí, andan á la ventura ó se embarazan unas á otras, el trabajo crece innecesariamente, y el respeto y la obediencia se pierden ó debilitan.

Las instituciones liberales de que España gozaba, mas que ninguna otra nacion en aquel siglo, habian venido á ser un hábito para todos los españoles: ellas eran parte esencial de su vida política, y en todas las circunstancias de esta, se presentaban aquellas como cosa ordinaria y de costumbre. Entónces y no ántes es cuando puede decirse que una nacion tiene una constitucion, cuando esta consiste no en estar escrita, sino en estar radicada en las costumbres y opiniones de todos. Solo cuatro poblaciones de españoles habia en Nueva-España: Veracruz que fué la primera, Tepeaca ó Segura de la Frontera, Mégico cuyo Ayuntamiento se habia instalado y residia en Cuyoacan y Medellin que acababa de fundarse, y ya los procuradores de estas poblaciones se juntaban siempre que ocurria tratar algun negocio de interes general, como lo hacian en España los procuradores de cortes, y Mégico las tenia, aunque sin llevar este nombre, por solo la costumbre que los españoles tenian entónces de celebrarlas. Si las cosas hubieran seguido bajo este pié, la Nueva-España hubiera tenido desde su principio una legislatura colonial, y acostumbrada la nacion á discutir libremente sus propios intereses, la independencia se habria hecho por sí misma, y no habria habido todas las dificultades que hemos tenido que vencer para la organizacion de un gobierno,

pero en la misma España las instituciones liberales tocaban á su fin, y en los campos de Villalar se habia decidido por este mismo tiempo la cuestion entre el poder absoluto de Cárlos V y la libertad, de una manera desgraciada para esta.

Aunque se habia sometido casi todo el pais, ocurrian todavía insurrecciones en varias partes de él, que se reprimian no sin sangre y siempre con severos castigos, de las cuales la mas séria fué en Pánuco, adonde marchó el mismo Cortés con un número considerable de españoles y megicanos, habiendo ofrecido mucha dificultad las asperezas de la Guasteca y el terreno anegadizo y cubierto de lagunas causadas por las inundaciones del rio.

Entretanto las cosas habian tomado en la corte un aspecto muy diverso para Cortés. Sus apoderados y amigos en ella, sostenidos por el influjo del Duque de Béjar, que desde el principio se habia declarado ardiente favorecedor de Cortés, habian hecho valer las representaciones de su padre D. Martin, y habiendo regresado á España el Emperador Cárlos V en julio de 1522, dispuso tomar una resolucion definitiva sobre los asuntos de Mégico. Formó para esto una junta ó tribunal, como hemos dicho en la disertacion anterior, compuesto del gran canciller del reino de Nápoles, Mercurino de Gatinara, y de los miembros mas distinguidos del consejo de estado y del de Indias, entre los cuales se contaba el Dr. Galindez de Carbajal que desde el tiempo de los reyes católicos estaba prestando tan señalados servicios. Pánfilo de Narvaez y Cristobal de Tapia que

habian regresado á la corte, se constituyeron en acusadores, y fueron examinados detenidamente por aquel tribunal todos los capítulos de acusacion, que consistian principalmente en haberse apoderado Cortés de la armada de Velazquez; haber egercido una autoridad ilegal y usurpada; haber hecho la guerra á Narvaez y resistido entregar el mando á Tapia; haber dado tormento á Cuautemotzin, y defraudado los tesoros reales, invirtiéndolos en expediciones y gastos innecesarios. A todo esto se contestó que la armada no se habia formado solo á expensas de Velazquez, habiéndose hecho por Cortés y sus amigos la mayor parte del gasto; que limitados los poderes é instrucciones de Velazquez á rescatar oro en la costa, los intereses de la corona habian exigido formar establecimientos en el pais descubierto, á lo que se habia procedido en forma legal y de todo se habia dado cuenta al emperador para obtener su aprobacion: que las hostilidades contra Narvaez él mismo las habia provocado por su conducta imprudente, con que habia comprometido la existencia de los españoles que estaban en el pais, y puesto en el mayor riesgo el progreso de la conquista: que el entregar el mando á Tapia hubiera sido muy perjudicial en las circunstancias delicadas en que la tierra se hallaba,'y que por esto se opusieron los procuradores reunidos de todos los ayuntamientos de la Nueva-España: que el tormento dado á Cuautemotzin habia sido exigido por el tesorero Alderete y Cortés no habia podido evitarlo, y que no solo no habia habido defraudacion del quinto real, sino que

se habia remitido mucho mas de lo que le correspondia, y que en los gastos de las diversas expediciones que habia sido menester emprender, Cortés habia invertido todo cuanto habia ganado y se habia visto obligado á contraer muy considerables deudas. A todo esto agregaban los defensores de Cortés, que este habia tenido que luchar, no solo con las dificultades propias de tan grande empresa, sino con las que le habian suscitado Velazquez y el obispo de Burgos, de suerte que habia tenido mas trabajo en sufrir las amenazas y afrentas que los ministros del rey le habian hecho, que en ganar tanta tierra, y que ningun vasallo habia puesto jamas tan grande imperio en obediencia de su príncipe sin costa suya.

Los jueces, despues de bien considerado el negocio, declararon como se dijo en la disertacion anterior, en cuanto á la cuestion con Diego Velazquez, que esta se viese y decidiese en el consejo de Indias, y Cortés fué nombrado por el emperador capitan general y gobernador de Nueva-España, cuyo título se le expidió en Valladolid en 15 de octubre de 1522, asignándole el sueldo competente para tan alto empleo, y á Diego Velazquez se le mandó que no interviniese mas en los asuntos de Nueva-España, todo lo cual se hizo saber al mismo Velazquez, al almirante D. Diego Colon y á la audiencia de la española, y como el almirante habia enviado oficiales y tenientes suyos para cobrar los derechos del almirantazgo, los cuales no fueron recibidos por Cortés, se le dijo á este que habia hecho bien y que no lo permitiese, hasta que se declarase si le

pertenecian. Tambien se dió órden para alzar el embargo que el obispo de Burgos habia mandado hacer de todo el oro, dinero y otras cosas que habian venido para Martin Cortés y otros particulares, y el obispo quedó recusado para todos los negocios de Cortés.

El emperador escribió á este una carta muy satisfactoria que se publicará en el apéndice, y otra á los ayuntamientos de Nueva-España, capitanes, caballeros y demas personas que en ella residian, en que les comunicaba todo lo dispuesto, y como habia conferido á Cortés el empleo de capitan general y gobernador, "encargándoles y mandándoles le obedeciesen y tuviesen con él toda buena conformidad, trabajando en la pacificacion y poblacion de aquella tierra, como lo habian hecho, en especial en la conversion de los naturales, teniendo por cierto que de sus servicios tendria memoria para gratificarlos y hacerles merced." Y para completar la administracion en el ramo de rentas, fueron nombrados contador, Rodrigo de Albornoz, secretario del emperador; factor, Gonzalo de Salazar; tesorero, Alonso de Estrada, continuo de la casa real, esto es, uno de los cien guardias de la persona real que llevaban entónces nombre de continuos, porque lo era su servicio cerca del soberano; y veedor de las fundiciones Pedro Almindez Chirinos, que por abreviacion se llama comunmente Peralmidez. Tambien se proveyó el oficio de fundidor y marcador de las minas de Nueva-España, lo que equivale á ensayador mayor, en Francisco de los Cobos, secretario

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